La historia de Zuko desde la perspectiva de Ozai. Un fic dedicado a la eterna desigualdad entre padre e hijo.
Hijo mío... ¿Acaso amas que te odie?
Hace un par de días enfermaste gravemente, tu madre acudió a mí hace unos minutos, jamás la había visto tan preocupada… llorando y gimiendo al mismo tiempo, detesto cuando hace tal cosa.
Me dirigí hacia tu habitación para deducir por mí mismo la gravedad del asunto, al observarte supe de inmediato que se trataba de algo grave: yacías sobre tu cama, sudabas a cántaros, traías la mirada perdida en sitios inexistentes, tu corazón palpitaba fuertemente y tu respiración se tornaba turbia y asfixiante con el correr de los segundos.
Estaba a punto de pedir ayuda, realmente requerías de intensos cuidados, apoyé la mano sobre el manojo de la puerta de tu cuarto para dirigirme hacia la enfermería de Palacio, pero de repente ingresa Iroh a la habitación acompañado por un médico, y no sólo eso… si no que se trataba del mejor "médico-brujo" de la Nación.
"Lo que fuera por mi sobrino" le escuché decir en un momento. Eso me intrigó: ¿Cómo es que Iroh tuvo mayor cantidad de tiempo para ir en busca de un mejor doctor? ¿Acaso tu madre le había comentado a él sobre tu enfermedad antes que a mi? ¿Acaso Ursa olvida quién es tu padre?
Una ligera llamarada de fuego invadió mi cuerpo y calcinó mi garganta… sentí intensos deseos de carbonizar la habitación y a todos quienes estaban dentro con sólo los efectos de mis puños.
Luego de echarte un vistazo, el médico aseguró que sólo se trataba de un leve aumento de temperatura y que todo volvería a la normalidad si reposabas debidamente. Al retirarse éste, yo tenía en mente quedarme unos minutos a hacerte compañía a pesar de los grandes deberes que me depara para con tu abuelo, y podríamos conversar sobre el estado de tu fuego-control… que no es nada bueno.
Tú ni tu madre lo comprenden, pero tú perteneces a la realeza y alguien con tu rango no puede tener el nivel de fuego-control tan bajo como lo tienes, hijo… ¿Qué pensarán los pueblerinos?
Pensaba pasar un tiempo contigo luego de que se fuera el médico pero, al parecer, tú tío se rehúsa a abandonarte en la situación en la que te encuentras y tu madre concuerda cordialmente con él. No comprendo la razón del por qué siempre están de acuerdo en todo… te confieso hijo, que me he cuestionado a mi mismo miles de veces sobre la fidelidad de tu madre… me pregunto si Ursa habría tenido amoríos con mi hermano a mis espaldas… por la forma en la que se miran el uno al otro, la forma en la que se hablan… no me extrañaría semejante traición de parte de ambos. Ambos son igual de holgazanes, igual de perezosos… cualquiera podría pisar sus cráneos y ellos aún continuarían con su lema: "amar al prójimo".
Odio ver que tu madre y tu tío te cuiden y traten como a un indefenso cachorro… ¡porque tú no lo eres, hijo! Tú eres un león… una fiera, ¡serás el mejor maestro-fuego del Universo! Serás el más temido por las demás Naciones.
El deseo que llevo al rojo vivo es que cuando la gente te vea pasar, diga: "¡Aquí viene el asesino más cruel y despiadado de todos! Que seas tan temerario que apenas se atrevan a pronunciar tu nombre…
Zuko… mi hijo… en este momento están malcriándote con tanto cariño, cada segundo que pasa te vuelven más y más débil con tanta palabrería… Detesto que tu madre te proteja cual si fueras un niñito tonto… ¡demuéstrale que no lo eres! Eres fuerte, yo lo sé… saca la bestia que hay en ti hijo, demuéstrale al mundo que tu nivel de fuego-control es tan bueno como el de un verdadero príncipe… y si en verdad lo logras… me harás el hombre más orgulloso.
Ahora debo irme, te dejaré aquí con tu madre y mi hermano, no tengo tiempo de sobra como para gastarlo contigo, tengo que ocuparme de cosas importantes… pero vendré a verte cuando estés profundamente dormido para comprobar tu mejora…
Descansa.
