Hola amigo, Ecko aquí: Eh tardado un tiempo, pero alfil e regresado a esta excelente pagina conocida como fan fiction (y como podrán notar los que ya conocen esta historia, e tenido que revisarla para cumplir mejor con las exigencias de los lectores) espero que les gusten los pequeños cambios efectuados y sea de su agrado
Comencemos…
Tres franquicias para los elfos, bellos y anoréxicos
Siete puestos para las barbacoas de los enanos cerveceros
Nueve carritos de hot-dog para los hombres que casi quebraron
Un monopolio hamburguesero sobrevalorado y encima en tratos de hacer alianza con Bill Gates.
Una receta para enviciarlos
Una receta para engordarlosUna receta para embaucarlos
Y al hospital mandarlos
The lord of the Onion RingsPor: Ecko Runemaster
Capitulo 1
Hubo un tiempo en el que todo mundo gozaba de paz, cada quien tratando de sobresalir legal mente con sus puestos de comida a cuestas y no digo esto por el hecho de que algunos pensaban que la rueda era una invención del diablo), pero la intromisión de un visionario emprendedor, causo un desequilibrio del poder, ocasionando que muchos quebraran y algunos intentaran robar la receta única del señor que gobernaba en Mc Mordor, Sauron, sujeto que logró construir un imperio restaurantero sin que nadie notara siquiera su existencia. Cualquier plan de los competidores por conocer los secretos de tal poderío, sufría la deshonra del fracaso, ya fuera porque los ingenuos caían en la "Freidora de la perdición", o porque se quedaban en el restaurante y comían hasta explotar.
Este emporio de comida rápida producía toda clase de menjurjes; variedades incontables de hamburguesas pequeñas e insípidas, de textura rugosa (como un cartón viejo y mojado… por la orina de un perro) que se vendían a precio de robo, pollo frito que se servía flotando en grasa sobresaturada rebosante de colesterol y osaba adornarse con col sumamente agria, además de que día con día se cocinaban montañas de papas fritas, las cuales, ocasionaban obstrucciones urinarias en forma de guijarros, producidos por el exceso de cloruro de sodio.
Muchos le adjudicaban el éxito de Mc Mordor a toda esa variedad en el menú, sin embargo, no se le podía dar todo el crédito a tan simple estrategia de mercado, ya que era de perfecto dominio popular que a lo que nadie podía resistirse en esa casa del sobrepeso, era a los aros de cebolla. Aquellos perfectos, que freídos en los más exóticos aceites y condimentos, eran una variante de botana que despedía un aroma embriagante y extasiaba el paladar a un punto casi orgásmico.
Todos entraban al restaurante de Mc Mordor, no por las hamburguesas o el juguete incluido en la cajita mordaz¡No! La clientela acudía en grandes masas por los endemoniados aros de cebolla, de los cuales nadie se podía comer solo un kilo.
Sauron, el señor oscuro, amo de la maldad y patrocinador de la mitad de los programas infantiles de la tele, disfrutaba de su éxito en su gran y modesta mansión que abarcaba lo que antes eran 2 escuelas, 5 orfanatos, 33 hospitales, y un cementerio indio (en algún lugar se tenia que construir la estatua de su dueño saludando a Elvis). Cegado por su inmensa fortuna, dentro de su mansión llena de riquezas, lujos y una cuantiosa cantidad de productos inservibles, salidos de su adicción a los infomercial, ignoraba por completo lo que estaba por ocurrir...
Mientras descansaba dentro de su cama bronceadora, (que te daba masajes, te lavaba la ropa, paseaba al perro, te ofrecía un desayuno continental y que supuestamente hacia café mientras bajabas de peso) en el interior de su gran casa, un sonido preocupante lo sacó de su tostado estilo California; se trataba de una turba iracunda que se aproximaba al recinto dando de gritos, agitando pancartas con frases (que no pueden especificarse) en ellas, y destruyendo la propiedad de todo aquel que osara demostrar tener mas posesiones que ellos, empezaban a rodear el lugar. Eran hippies manifestantes que se oponían a la venta de los aros de cebolla (ya que creían que este vegetal tenia sentimientos y por lo tanto derechos), y este grupo de invasores, parecía ser uno de los peores que hubieran azotado la mansión de Lord Sauron.
Mas rápido que un parpadeo, se reunió la prensa, dispuesta crear el escándalo alterando la realidad (como el rumor de que Sauron hacia sus hamburguesas con niños que cultivaba de sus árboles de infantes en su patio trasero), así que se dispusieron a entrevistar a los presentes (que estuviesen en sus cabales), quienes cantaban su lema a todo pulmón (ya saben, ese de Cumbayá) mientras hacían un círculo de paz tomados de las manos y mandaban saludos sabiendo que los veían por la tele:
Los camarógrafos ocasionalmente enfocaban a los pueblerinos, quiénes trataban de tirar la puerta con un gran tronco de árbol (con pies y manos que se sacudía y chillaba jurando que nunca más iba a volver a embriagarse y quedarse tirado por la senda). En eso estaba el alboroto, cuando Sauron saltó de su cama, luciendo su perfecto bronceado (y que un hot cakes se le quedo pegado proporcionándole una perfecta censura) mientras tanteaba algo en la pared.
–Bien… no tengo opción... – pronunció con voz de trueno poniendo su cara de villano y exhalando una gran cantidad de humo y llamas incandescentes, mientras se erguía a la totalidad de su malévolo tamaño y toda la luz de la habitación se tornaba en tinieblas mientras del suelo saltaban espíritus del inframundo que ensordecían con sus alaridos – ¡Me iré a Tijuana!
Todo el ambiente se esfumo al tiempo de que Sauron presionó un botón oculto que hizo aparecer un gran cohete, en el cuál entró y despegó, perdiéndose velozmente con rumbo a aquel pueblillo mexicano. Sin embargo, por las prisas, Sauron se había olvidado de que se encontraba encuerado, no tenia dinero, comida, agua, ni alguien con quien dejar a su gato cascabelito¡ah! Y también que había olvidado la receta secreta, la cual le otorgaba todos sus poderes culinarios y le daba un toque especial de encanto incluso a la cosa mas asquerosa del mundo, aunque no había gran peligro de que fuera hurtada, ya que se encontraba en el lugar más seguro del castillo... arriba del tanque del excusado (y vaya que si era seguro, porque con un cuarto como ese, de verdad se necesitaría ser realmente estúpido para querer entrar ahí).
En ese preciso instante, por la puerta de atrás, hacía su arribo la "fiel" mascota de la franquicia.
Gollum Mc Mordor, irrumpió en la morada de su jefe, con la clara intención de pedir un aumento de sueldo, ya que su esposa inflable imaginaria por correspondencia así se lo había pedido.
– ¿Maestro? –decía la criatura. –Gollum quiere dinero.
El engendro era una bestia calva que usaba una peluca roja esponjada y barata que le adornada la extraña cabeza y resaltaba aun mas su excesiva frente. Usaba un atuendo ridículo de overol amarillo con pantalones bombachos y todo manchado de grasa, manteca y lo que yo espero que fuese agua de piña (regalo de uno de los tantos infantes que iban al local solo para tirarlo al suelo, patearle la entrepierna y disfrutar de su agonía) y si a esto, le sumamos el hecho de que caminaba casi como un simio y se refería así mismo como un Elmo muy trastornado (entiéndase hablando en tercera persona)... no era de extrañar que su paga no le pudiera costear una caja de chicles, y ya no digamos un buen baño.
– ¿Maestro?, Gollum tiene hambre. Gollum quiere un aumento. – el individuo deambulaba por la morada, paso por las recamaras, gimnasios, hasta que después de un rato cayó en la cuenta de que era el único en la casa. – Gollum cree que Gollum está solo... –dijo la mascota, y continuo explorando el castillo por si mismo, con la clara intención de dar con el dinero que exigía.
Así fue como Gollum rondó por los largos pasillos en busca de algo valioso, pasó por salas de viejas armaduras, las bóvedas del dinero que se encontraban descuidadamente abiertas, la enorme cocina (donde la freidora de la perdición hervía sin descanso), por todos lo recovecos imaginables de tan portentoso y cochambroso lugar... hasta que dio con él baño personal de Sauron... había escuchado rumores de tan temible sitio, muchos de los cánticos de los trovadores eran totalmente distintos entre si, pero todos concordaba en una cosa, una vida de alimentarse de lo que el mismo producía en su restaurante, habían causado una no muy grata combinación volátil que podría matar a un dragón, pero no creía ninguna de ellas, tal vez porque era escéptico, tenia un gran respeto por su jefe o porque era el mas inculto de los analfabetas el cual prefería ver secar la pintura a escuchar a estos cantantes de hazañas. Abrió la puerta, entorno los ojos y lo vio, sobre el tanque del inodoro. Un sobre de pergamino muy valioso, iluminado por una luz mística que lograba atravesar los inmensos nubarrones de gases multicolores de dudosa procedencia.
– ¡Es mi cheque! – Dijo la criatura – Gollum savia que el jefe no lo dejaría a Gollum sin su paga – decía mientras se acercaba a su objetivo. –Gollum puede alcanzar la paga parlante de Gollum – como era de esperarse, la exposición prolongada a dichosos elementos podía causar efectos extraños y nocivos en los seres vivos (tales como alucinaciones, diarrea vómitos y creer que su verdadero nombre es Fred) en medio del trayecto, empezó uno de los ya conocidos viajes "astrales" de aquellos que inhalan sustancias extrañas y psicotrópicas, pero como suele pasar, no todas las ilusiones de estos momentos, son gratas – ¡aléjate de mi maldita bestia! – Le gritaba a un dinosaurio afeminado de color púrpura que bailaba ridículamente rodeado de niños claramente influenciados por esta criatura – ¡no evitaran que Gollum consiga su cheque! – no cabe duda que estos gases alteraban considerablemente la mente de las criaturas con un dejo de inteligencia
A Gollum todo le estaba dando vueltas dentro de su cabeza, al tiempo que se adentraba cada ves mas y mas, comenzó a perder el conocimiento a causa de las sustancias toxicas que rondaban a su alrededor, y el poco sentido común que le quedaba le sugería rendirse e intentar conseguir trabajo en plaza sésamo, pero como es de esperarse, Gollum es una de esas gentes que ignora completamente esta cualidad natural de los seres pensantes (también conocida como sentido común) y siguió su jornada motivado por una voz extraña que provenía del sobre y lo incitaba a continuar.
Ni siquiera yo sé como, pero este tipo logró salir del baño con vida y menos sé cómo logró salir con su objetivo bien sujeto entre sus manos, claro que le costó algo de esfuerzo y la mitad de sus capacidades cerebrales y una cuarta parte de sus habilidades motoras¿pero eso qué le importa a una persona que se pone a acariciar y hablarle a un trozo de papel? – Oh mi precioso... – decía. – ¡Viniste a mi para hacerme feliz! – emocionado de una forma muy rara, se levantó tambaleante y comenzó a caminar rumbo a la puerta de enfrente (que por si lo han olvidado estaba llena de protestantes frenéticos y un árbol parlante con resaca (causada por el alcohol y por una serie de golpes constantes en la cabeza al chocar con una puerta).
Como han de imaginar, el resultado de la ignorancia: este pequeño engendro fue pisoteado, apaleado, golpeado (y todo lo malo que termine en ado) por la multitud de afuera... y el árbol.
Gollum despertó en un callejón (no me pregunten como) y al parecer el efecto de los químicos era de efecto prolongado porque todo le seguía dando vueltas. Después de vomitar un par de ocasiones, su cuerpo le aviso que seguía teniendo hambre, pero el ya tenía a su "precioso" (y un papel en uno de sus bolsillos con el teléfono de alguien de nombre Apolo con una nota adjunta que decía "háblame")
–Si, Gollum tiene a su precioso... –decía mientras acariciaba el objeto.
–Pero Gollum no puede perder a su precioso... – decía una voz que provenía de una imagen suya reflejada en un charco de agua en el suelo.
–es cierto, no podemos gastar al precioso. – dicho esto se percató de que el viento ya se lo había arrebatado de las manos y tomaba rumbo al restaurante de enfrente. – ¡Noooooo… vuelve Precioso! –gritaba mientras corría detrás de lo que él pensaba que era su dinero. – ¡regresa con Gollum! –y fue entonces que un autobús de ruta periférica impactó con él, enganchándolo en la parrilla de la parte delantera del vehiculo rumbo a no sé donde, mientras se escuchaban gritos y maldiciones a lo loco.
Mientras tanto, la receta secreta se deslizaba suavemente bajo la puerta cerrada del pequeño local de Bilbo Baggins, dueño del no tan popular restaurante llamado "burritos con frijoles del tío cachetes". Un restaurante tan peligrosamente "volátil" que los dueños de la tienda de renta de letrinas de la calle de enfrente habían logrado costear en dos meses la universidad de sus tres hijos (sin estos haber nacido aun).
Bilbo, un hobbit pequeño rechoncho y peludo, con grande pies (y axilas sudorosas) se acercaba por la calle rezando porque hubiese más clientela.
Al llegar a la entrada de su local, un sonido lo distrajo, al voltear y vio a los dueños de la tienda de enfrente, haciendo una entrada triunfal en un auto mercedes negro, de lujo equipado con DVD, y estero, para después descender del mismo.
A Bilbo le repudiaban esas gentes que habían logrado su éxito con su restaurante, y el que era el dueño, no veía ni un centavo – ¡buenos días! – le grito el dueño del flamante auto al responsable de su fortuna. – Espero que hoy tenga muchos clientes – (no se tiene que ser un genio para entender la indirecta).
Bilbo levantó la mano, con una notoria hipocresía, saludando con una aún mas falsa sonrisa, respondiendo el saludo. –Desgraciado... –decía en voz queda. – Nada más porque soy chiquito, si no… – fue entonces, que abrió la puerta y por su baja estatura logró verlo. – ¿qué demonios? – Se dijo, al mirar el sobre que tenía ante sus ojos – no me digan que es otra multa de salubridad... – refunfuñaba mientras lo recogía. –Ah caray, no, no es un recibo. – lo examinó detenidamente para verificar de lo que se trataba. –Tal vez sea que gane el concurso de desodorantes Rasputin. –se dijo, dibujando una sonrisa esperanzada. En eso estaba divagando, cuando hizo su aparición una persona, (no entraré en detalles porque es una persona "X" en esta historia), pues lo único que importa de ella es que era nueva en la ciudad, tenia hambre, le abundaba el dinero y el primer restaurante que vio y al que decidió entrar fue el de Bilbo Baggins, quien se guardó el sobre en el bolsillo de su chamarra y se dispuso a atender a su nuevo cliente.
Tiempo después
El restaurante Mc Mordor, que olvidé mencionar, era atendido por orcos duendes y/o (que es casi lo mismo) adolescentes de piel verdosa con muchos barros, bajo contrato de Sauron, trataban de conservar el negocio a flote en ausencia de su jefe. Claro que sin la receta secreta no tenían ningún resultado, gracias a que sus hamburguesas apestaban mas que nunca y los famosos aros de cebolla aumentaban de precio cada vez más y más, volviéndose el negocio de Mc Mordor uno bastante impopular, que literalmente se caía a pedazos (y no digo que sea por el hecho de que a un peatón le cayera la letra "C" en la cabeza al pasar desafortunadamente por el maltrecho lugar).
Los 9 nazguls más poderosos del reino, abogados de lord Sauron, se encontraban atareados, ahora más que nunca. Con su jefe disfrutando de unas "vacaciones" en México y con la receta perdida, tenían que sobornar a los jueces por tantas demandas recurrentes y al mismo tiempo ofrecer recompensas a aquel que encontrara al valioso sobre del cual provenía el éxito de la franquicia principal del negocio
Pero en otro lado, lejos de ahí, recostado bajo un árbol se encontraba un ser no mas grande que un niño pequeño, su estilo de pelo era al estilo afro, y con un aspecto medio maricón, perdía el tiempo "leyendo" la play hobbit. Este extraño individuo es nada menos que Frodo Baggins, el sobrino de Bilbo Baggins, quien salio de su letargo al escuchar una melodía peculiar.
La tonada provenía de un hombre barbado que portaba un gran sombrero gris sobre su cabeza, y una túnica aun mas gris en el cuerpo, pero eso si, impecable. Pedaleaba un gran triciclo, con un tambo de manteca hirviente y otro con masa cruda en medio de los dos neumáticos delanteros, de pronto se detuvo en seco al tiempo que una voz lo distrajo –¿Qué te trae por aquí viejo? – dijo el Hobbit en tono petulante – ¿No se supone que el "carnaval" empieza dentro de dos semanas?
El viejo lo miro a través de una ruptura en uno de los extremos de su sombrero y le dirigió una mirada desafiante al chico – ¡Un verdadero vendedor de "churros" sabe cuando es la mejor temporada pare ejercer su oficio! – Dijo en tono serio – ¡y no necesita de ninguna feria barata para poder vender su mercancía! – Gandalf el gris, como le decían, era uno de los escasos magos vendedores de golosinas que existían en ese reino.
– ¡Gandalf! – Gritó el chico con mucho entusiasmo – ¡Me da gusto verte! –añadió el Hobbit saltando a los brazos del recién llegado.
–A mi también me da gusto verte Frodo. –contestó el mago conservando su serenidad. – Pero ese no es motivo suficiente para tus mariconadas. –añadió al tiempo que hacía avanzar su transporte a la distancia correcta para que el chico se diera de bruces con el asfalto. – ¿Anda, que no piensas subir?– terminó de decir el anciano.
Ya en trayecto al local de Bilbo, ambos sujetos tuvieron el tiempo suficiente para charlar – ¿Y, como esta tu tío? – pregunto Gandalf
– Pos, no se queja. – Respondió el Hobbit acomodándose una bandita médica en la nariz – Han mejorado las ventas de tal forma que hasta yo tengo trabajo.
–Oh, me alegro por ustedes – comentó el mago asombrado, pero incrédulo
Rato después, se podía divisar el puesto del hobbit, la sorpresa inundo la cara de Gandalf al momento de llegar al establecimiento de Bilbo, que había logrado aumentar su tamaño considerable mente, mientras que el local de enfrente había triplicado el suyo. El mago no podía creer su sorpresa al entrar y encontrar que el lugar estaba a reventar.
– ¡Frodo! –se escuchó una voz que se acercaba. – ¡¿Dónde fregados estabas?! – El tío Bilbo estaba muy alterado. – ¡Tenemos casa llena y tu te la pasas tirando hueva, ponte a trabajar de una buena vez! – Frodo salió corriendo a la cocina, mientras su tío se acercaba para saludar al recién llegado. –Gandalf, querido amigo – soltó con voz melosa. – ¿Qué te trae por aquí?
– Nada en especial compañero – Respondió el mago – pero ¿Qué acaso he perdido el derecho a visitarte?
Rato después, el par de camaradas estaban sentados en la banqueta frente al restaurante, disfrutando del tabaco en sus pipas y viendo pasar a los incautos que cruzaban la calle a toda marcha en busca de un, digamos… buen lugar en donde reflexionar el porque regresan cada noche a esa casa indigestión (claro que las supermodelos que querían adelgazar, no necesitaban reflexionar nada).
– No sabía que tenías tanto éxito. – comentó Gandalf el gris mientras prendía el tabaco de su pipa
El hobbit le dio un sorbo a su contenedor de tabaco y respondió con el humo aún en los pulmones. – ¿Qué?, acaso no te lo mencioné – soltó, exhalando su contenido – un día, un sujeto entró a mi restaurante, y siguió la rutina de todos – dio otra bocanada, luego prosiguió. –llego, ordeno, comió y se enfermo. – enumeró mientras el humo del tabaco de la comarca le salía por las fosas nasales. – Pero con este hubo algo diferente... – señaló el hobbit, pensativo.
– ¿Qué cosa amigo? –preguntó el barbado con la pipa en la boca y una clara expresión de intriga en el rostro.
– Al día siguiente ese hombre volvió, cosa que nadie antes había hecho. – Terminó sacudiendo las cenizas, el hobbit se dispuso a levantarse. – y con alguien mas
– ¿Qué? –preguntó Gandalf incrédulo, sacudiendo también el polvo de su pipa – ¿y que más pasó?
–Pues eso... –prosiguió Bilbo. – y con cada día que pasaba, empezaba a llegar más gente hasta lograr lo que ves ahora con tus ojos.
Ambos compañeros se dispusieron a entrar de vuelta a la tienda y de ahí a una oficina muy lujosa – según veo, te ha ido mejor desde entonces. – continuó el mago.
– Si. – Respondió el hobbit – de hecho, los elfos me invitaron a un congreso de comida rápida al cual tengo que asistir. –sacó un pequeño maletín en el cual empezó a meter un montón de cachivaches. – tengo pensado dejar a Frodo al mando en mi ausencia, es hora de darle mas responsabilidades.
Gandalf escuchaba atento todos y cada uno de los balbuceos de su amigo, de pronto se empezó a sentir incomodo, fue entonces cuando lo vio en manos de Bilbo rumbo al maletín. –Bilbo¿de dónde sacaste esa receta? –preguntó preocupado
– ¿Cuál receta? –respondió el Hobbit en tono inocente. – Ah¿te refieres a este sobre? No sabía que fuera una receta, la encontré el mismo día en el que empezó mi buena racha. – empezó a explicar mientras levantaba el articulo y lo acariciaba. – es mi amuleto de la buena suerte… es mi bendición… es mi… "precioso"
–Tú nunca lo llamarías así – comento preocupado el mago
– ¡Y QUE SI LO HAGO! – respondió
– Tranquilízate – le ordeno el mago
– ¡QUE QUIERES QUE HAGA SI ME HACES DEMASIADAS PREGUNTAS TONTAS!
– Déjame verlo
– ¡NO PORQUE TE LO QUIERES ROBAR!
– BILBO BAGGINS –Soltó el mago aumentando considerablemente su tamaño y poniendo una voz que le sacaría el desayuno digerido a cualquiera – ME CONFUNDES CON UNA LACRA, RATERA MALNACIDA – el mago no pudo terminar su parlamento triunfal porque se dio un golpe en el techo, que lo forzó a regresar a su tamaño normal y sobarse un chichón en la coronilla.
– lo se – respondió el hobbit como sabiendo el final del mensaje. – pero es mi amuleto y me trae suerte.
– ¿Y porque no se la dejas a Frodo? – comentó el mago sosteniendo su cabeza. – El será el encargado el tiempo que estés fuera, podría necesitarla.
– Tienes razón – y se acerco a la puerta.
– Bilbo – soltó Gandalf casualmente. – el sobre sigue en tu maletín.
El anciano hobbit se detuvo en seco, abrió el maletín, saco la receta, la miró por un tiempo y después sin más, la arrojó al escritorio – te traeré un recuerdo del congreso. – le dijo con una gran sonrisa y se retiró mientras cantaba una canción cuya letra decía algo inteligible como asereje
Ya solo, Gandalf se acerco al escritorio con curiosidad y puso una mano sobre el objeto, no alcanzó ni a tocarlo cuando una imagen aterradora apareció frente a sus ojos, Era la rodaja de un pepinillo gigante cubierto en llamas que hablaba en arameo y balbuceaba una sarta de incoherencias que podían interpretarse como "quiero contigo".
–Tío, ya termine de lavar los platos. – Pronunció Frodo entrando al cuarto y encontrándose al mago en posición fetal en un rincón de la habitación – Gandalf¿Qué pasa? –pregunto el joven al notar que el mago se frotaba los brazos mientras susurraba algo que sonaba como "me siento sucio" y "eh sido deshonrado". – ¿Dónde esta Bilbo?
– El se ha ido con los elfos por un tiempo. – respondió el viejo viendo al chico. Se reincorporo en su totalidad y tomo una postura mas seria. – te ha dejado a cargo del restaurante. – tomó unas pinzas excesivamente largas y con ellas tomo el sobre del escritorio y lo puso en las manos de Frodo. – también te dejó esto, escóndelo y cuídalo con tu vida.
– ¿Pasa algo malo? – pregunto extrañado el joven
– Espero que no hijo. – Respondió Gandalf – espero que no... –susurró mientras salía a toda prisa del local, monto su carrito de churros y se perdió en las negrura de la noche.
Continuara…
Bien, eso es todo por ahora, espero que si ya lo habías leído, te gusten los cambios, y si eres nuevo, que disfrutes de la historia, pronto revisare el capitulo 2 para que encaje como se requiere. Nos vemos pronto
Cualquier duda o comentario háganmela saber por correo electrónico o por comentario
