Disclaimer: Digimon no me pertenece.
Los dulces son para Navidad
I. Macaron
Hikari sacudió la nieve asentada en el cabello rubio de Takeru. De la lejanía, les llegaba una dulce melodía navideña, procedente de alguna casa vecina, del piso de arriba, quizá. Llegaba de todas partes e inundaba la sala con su estertor bajo.
—¿Seguro que tu madre no podía venir?
—Trabajo acumulado —respondió, logrando alargar en su voz el deje gentil más que el decepcionado.
En la familia Takaishi las festividades decembrinas hace mucho que no eran motivo para reunirse, él no tardó mucho en aceptarlo hasta que pasó un Año Nuevo con su abuelo, en Francia, y se dio cuenta de que allá las luces en serie alumbrando calles, árboles y monumentos tenían otro significado, a diferencia de los adornos en Japón.
—Será otro día. —Hikari sonrió obsequiosamente, direccionando los pies a la alfombra roja exclusiva de diciembre, dispuesta ahí para realzar la frescura del árbol y hacerle notar menos su artificialidad a los habitantes de la casa—. Mamá está emocionada porque pasarás Noche Buena con nosotros, tuvimos que controlarla en la cocina.
Takeru sacó un sonido ronco de su garganta, había escuchado del propio Taichi que la señora Yagami no era una cocinera diestra, contradiciendo a Koushiro que acaso era amable o demasiado raro.
Pero él sabía con anticipación. Su mejor amiga, en la cocina, era una bulla, más terrestre que intuitiva enzarzada entre ollas y sartenes. Una herencia de su madre.
Sin embargo, aunque al final de la noche la comida fuese lo menos memorable, estaba feliz de no estar solo, de probar platillos de sabores invertidos pero hechos con esmero y dedicación. Con una familia.
—Estoy siendo irrespetuoso, llegando a tu casa sin nada en las manos —dijo, arreglando el gorro navideño de Hikari.
—No habría forma de que pudieras traer algo, eres mi invitado especial. —Inclinó la cabeza en el momento que una silueta apareció desde la esquina de una habitación.
—¡Susumu, está aquí! —gritó desmesurada. Desde un rincón se oyó un resoplido que le respondía a Yuuko Yagami.
Susumo miró a Takeru con recelo, mientras, la dueña de la casa se pavoneaba de tener en casa a aquel chico de quince años al que ya hacía novio de Hikari y se encargaba, entregada a su tarea, a revelar el primer secreto del día.
—Takeru-kun, ¿sabes que Hikari cocinó los macarrones?
Macarrones; su postre favorito. Alargó una sonrisa sincera hasta ella.
Antes de que Hikari le hablara del número de dulces que había quemado, un grito de bestia, saltando de su cuarto al congelador, los detuvo a todos. Y el último rastro de Taichi salió volando por la puerta.
¡Roni, feliz cumpleaños atrasado! Quería subir esto en tu día pero ya no pude, de cualquier forma, espero que te guste. Faltan dos capítulos más. Tengo pendiente el summary XP
Gracias por leer.
