Nota del autor: He vuelto. Perdón por tardarme tanto, ya inicié las clases y tenía que organizar mi nuevo horario y empezar a estudiar los primeros exámenes y todo eso. Pero también tuve tiempo para escribir. Para mis seguidores(as) de mi historia "El viaje del corazón", no se preocupen, haré lo posible de seguir llevándolo adelante. mientras tanto disfruten de este nuevo fic que me vivo en la mente hace un par de semanas. espero que les guste. besos y abrazos.

Titulo: "Luz de mi vida"

Resumen: Donatello se extravió el día en que él y sus hermanos mutaron. Una joven pareja anhela la espera de tener un hijo. Cuando se encuentran, sus problemas habrán desaparecido y una nueva vida iniciarán. Y dicen que los milagros y las grandes esperanzas no existen. TMNT 2012.

Disclaimer: No soy dueño de TMNT. Derechos le pertenecen a Kevin Eastman y Peter Laird.


Primera Parte: "Otoño"

Capítulo I: Un mal principio

Un destello, fue su primer recuerdo en este mundo, seguido de un dolor. No sabía exactamente donde, pero era tan intenso por un segundo que después dejo de serlo; ya que empezó a sentirlo en casi todo el cuerpo. Después una sensación acuosa le llegaba desde los pies a cabeza.

Sentía como su cuerpo cambiaba sin poder verlo claramente, era como una especie de estirón. Así parecía lo que aparentaba ser un tremendo cambio en su organismo. Tenía un buen oído, escuchaba claramente aunque confuso dilema de que se trataba. Primero el ruido opaco de un golpe, seguido de otro; luego una sensación metálica le zumbaba como una mosca volando por su cabeza; para finalizar con el estruendo de algo sensible: cristal.

Una vez acabado el dolor, podía recuperar los sentidos de a poco. El oír era claro, pero confuso a la vez, los parpados dejaban de pesarle y con el ceño fruncido, una blanca y cegadora luz no dejaba de materializar su alrededor caótico. En minutos se aclaraba la vista y su definición de las cosas daba sentido con solo mirar.

Solo deseaba cerrarlos nuevamente para quitarse ese temor de encima.

En apariencia, varios fragmentos de cristal estaban esparcidos en el suelo, con una esencia fría y sin vida. La pequeña tortuga se encontraba en un rincón a los pies de un contenedor de basura. La suciedad y mal olor era la peor parte de despertar alocadamente en medio de lo que era en una batalla entre gigantes. Lo que podía notar era una especie de seres grises de mirada inmutable. Le aterraba eran sus abominables ojos morados y artificiales. Eran muchos e iguales entre sí. Pero había otro bastante diferente a los demás su forma era voluminosa y oscura, peluda además y en sí, protectora.

Con toda esa combinación de figuras borrosas moviéndose velozmente era casi imposible de entender lo que estaba pasando. Con un último intento de resguardarse de tales movimientos bruscos de los seres gigantes, fue a esconderse detrás del contenedor. Sus piernas casi le respondían, alzo sus brazos de bebé y en un intento inteligente se protegió la cabeza de lo que vendría según él creía.

La enorme rata, humano hace unos segundos, recuperó el conocimiento a igual que la tortuga. No era solo una, sino tres más también con la mente perdida. Empezó a reanudar sus sentidos, y recordó lo que había pasado. Sabía que los misteriosos hombres estaban aún en el callejón, dispuestos a atacar nuevamente. Se abalanzo forzosamente y volvió a combatir a estas personas, quien fuera que fuesen, no eran humanos, ni tampoco él.

Sus cuerpos metálicos caían a medida que la criatura los eliminaba. Era veloz y fuerte, sus movimientos era planificados a la perfección. El ambiente oscuro del callejón no le daba ningún obstáculo, sabia donde se encontraban para así combatirlos. Lo extraño, era su instinto, que resultaba ser extraordinariamente diferente. Tenía el sentimiento de verse como un animal, y estaba en lo cierto.

Unos par de esos "no humanos" se retiraron sin ninguna expresión de temor y retomaron la huida hacia una camioneta estaciona al final del trayecto. Sabía esta persona que había ganado, pero algo no estaba bien.

De repente, sus recuerdos le vinieron de golpe, lo que ocurrió hace unos minutos luego de comprar a unas tortugas bebés en la tienda de mascotas cercana. Se acordó de cómo se encontró con estas cosas misteriosas al fondo del callejón. El solo quería averiguar que andaban haciendo, si era en realidad algún narcotráfico o quizá una banda de criminales, o más bien terroristas. Lo importante era saber la situación ser peligrosa y que podía afectar a él y a varias personas.

Estaba en lo cierto, lamentablemente.

Su condena estaba visible en su apariencia. Estaba desnudo, pero no lo sentía. Su piel estaba cubierta de pelo marrón y negro; sus manos eran ahora largas y con garras; por detrás notaba una nueva extremidad que le intrigaba. Una cola larga de tez rosada oscilaba descontroladamente cuando se sorprendió al verla. Le vino ese mareo descontrolado con solo pensar en lo que se había convertido. Ya no era más humano. La desesperación y el miedo apoderaron su sistema. Cayo de rodillas sin pensarlo, estaba a punto desmayarse. Un pequeño dolor le palpitaba en zona de las costillas, empezó a notar el cansancio por la hiperventilación.

Una aterradora visión le vino en la mente. Lo primero fue que veía su antiguo hogar arder en llamas y la viva imagen de su esposa muerta. Sabía que falleció al igual que su hija, vivirlo nuevamente era terrible y abrumador. Sentía que el mundo le venía encima ¿de qué servía si ya todo lo que tenia se había ido? incluso su humanidad.

Sus orejas puntiagudas se movieron en dirección al sonido de las sirenas aproximándose hacia la escena de la pelea. Alguien al parecer ha llamado a la policía. Por un momento, quiso controlarse para poder hablar con ellos sobre lo que pasó, pero se dio cuenta de que no podía con ese aspecto. ¿Qué harían los oficiales al ver a un especie de monstruo de aproximadamente dos metros? De seguro terminaría abatido a balazos, o tal vez, ellos se asustarían y huirían en su patrulla.

De momento surgió un instinto que lo abalanzaba una vez que vio a las pequeñas tortugas en el suelo, llorando de temor. Cada vez las sirenas de las patrullas se aproximaban más. Tomó la decisión de llevárselas. Pero ¿A dónde? No había otro lugar a donde huir, ni mucho menos al apartamento donde se había alojado.

A sus pies había una tapa de alcantarilla, parecía estar aflojada. No tuvo tiempo y recogió a los pequeños infantes reptiles y los puso en su regazo. Con sus uñas, logró levantar unos centímetros sobre el borde; la empujo hacia un lado y bajo cuidadosamente para que los pequeños no resultaran heridos. Aferrándose a la escalerilla bajaba cuidadosamente, tomó equilibrio en afirmarse con las patas para así tener la mano libre para cerrar nuevamente la boca de alcantarilla.

Para cuando llegaron los oficiales, ni un alma merodeaba por la zona. Excepto por cierta tortuga indefensa escondida.