Hola a todos n_n aquí vengo con mi treintava historia (que no han visto la lista de los interminables que tengo por aquí en mi pc XD) Bueno, pues esta no es más que una serie de viñetas sobre un tema en particular y sin ninguno en claro XD. Tampoco tengo idea de cuántos capítulos van a ser y la cronología no existe en él n/n. No me cabe más que decir que el que cada uno es una historia diferente y sin ninguna relación con los otros caps…Sobre el tema en particular y desclaroso, ya se sabrá.

Los personajes que aparecen en la historia son autoría de la gran mangaka, Rumiko Takahashi y dicho uso, es sin el propósito de sacar un solo peso de ello.

El cuento de los mentirosos

Invencible

El joven de la trenza no se dejó decepcionar ante la indiferencia de Happosai, y se barrió en un movimiento suicida, quedando frente a él, e intentando por todos los medios bloquearle la huída.

A pesar de que la polvareda que levantó, le hizo estornudar por unos segundos, pudo esbozar su amenaza sin titubear.

—¡Maestro! ¡No se vaya! Quiero que pelee conmigo una vez más—. El hecho de que el anciano ni siquiera le prestara atención mientras se amarraba su "antifaz", le molestaba aún más. Sus manos se apuñaban incansables, con las energías que una fortísima fiebre le dotaban al rebelde luchador.

—Lo siento muchacho, pero no me gusta abusar de los débiles que no pueden defenderse. ¿Por qué no regresas a tu casa a descansar? Akane debe estarte esperando, ¿eh, pillo?

Ranma se sonrojó un poco al imaginarse a la peliazul abriendo la puerta de su departamento y recibiéndolo con un cariñoso beso, más no se dejó convencer. En una semana se llevaría a cabo el segundo combate de artes marciales en el que participaba, y su posición no era otra que defender su lugar como el actual campeón mundial. Era un título al que le había costado muchísimo llegar, y no iba a perderlo por arroparse en un sillón y comer caldo de pollo y verduras mientras esperaba que se le quitara el resfriado.

—Si me entrena, prometo ponerme el conjunto que quiera y modelarlo sólo a usted—. Lo reconocía, era un plan desesperado, sin embargo, en el arte de la lucha, todo valía. Igual y luego inventaría algún pretexto para no tener que cumplir su promesa.

El anciano pareció dudar un poco ante la oferta del pelinegro. En su retorcida cabeza, no tardó en vislumbrar a la pequeña pelirroja portando una de sus prendas más hermosas; suaves y llenas de transparencias….hasta que el muchacho estornudó con fuerza, y derrumbó, como el lobo de los tres cochinitos, la sugerente imagen del maestro.

—Olvídalo, será otro día —Happosai saltó sin problemas la barrera del otro arte marcialista y se posó sobre el tejado de la casa— ¡Hay muchas chicas lindas que me están esperando!—. Y antes de que el aturdido Ranma pudiera reaccionar, desapareció de su vista.

—¡Demonios! —Ladró fastidiado—. Un momento…

Genma Saotome se encontraba del otro lado del jardín, jugando una partida de Shogui con su eterno amigo, Soun Tendo, cuando su hijo apareció como un tornado rojizo, llevándose con el poder de su aura, unas cuantas fichas.

—¡Papá, vamos a entren….ah…a entren...ahhh…¡Ahchuuú!

El par de adultos voltearon a donde el joven.

—Ranma, ¿Por qué no vas a descansar a tu casa? Te ves terriblemente mal—. Hasta el insensible de su padre se preocupaba por su estado.

—No, me siento genial. Además, no puedo, recuerda que en una semana es el torneo. Anda, entrenemos un rato —el chico empezaba a disgustarse, ¿Por qué a todos les atacaba la compasión en los momentos menos oportunos?

Aderezó su pregunta interna con otro par de estornudos.

—Imposible —Exclamó el mayor—. La gripe te está matando.

—Sólo será un rato—. Imploró.

—Pero si lo hago y tu madre se entera, va a matarme—. Respondió, negándose asustado.

—Si no lo haces — Amenazó el muchacho— Akane y yo no les daremos ningún nieto-. Cerrando los ojos y cruzándose de brazos.

Al volverlos a abrir, no sólo tenía a su padre en guardia, también a su "tío" Soun.

—Hijo, espero que estés preparado.

—Todo sea en nombre de nuestro futuro heredero—. El padre de Akane adoptó una pose de combate.

— — —

Un rato después…

—Uff…Bien, Ranma, has estado impecable. Puedo apostar que este torneo es todo tuyo—. Genma se regodeaba por la estupenda fortaleza que había forjado en su retoño.

—Jeje…graci….chuu….rayos—. Balbuceó fastidiado.

—Creo que es tiempo de que vayas a descansar un rato antes de que vuelvan para la cena de esta noche—. Soun vio la nariz estilo "Rudolf" del esposo de su pequeña, y comprobó que el estado del chico no era bueno.

—N-nuu…quero seguir entfrenando um poco más —Recitó constipado—. Me siengto perfecto.

Los dos adultos se alzaron de hombros por la terquedad del ojiazul, más decidieron seguir entrenándolo al ver que su aura combativa no se reducía ni un poco.

Y así pasaron otro par de horas, Ranma esquivó miles de golpes y recibió otros tantos. Él convirtió el frío del crudo invierno en un simple aire de primavera, y soportó con estoicismo, el par de veces que fue arrojado al la casi congelada agua del estanque.

— — —

…y así, llegó por fin a su casa al anochecer.

Se sentía pleno, lleno de energía. La euforia y la adrenalina de que pronto se enfrentaría frente a otros oponentes igual o más fuertes que él, le llenaban de entusiasmo, le quemaban la sangre, y si no fuera porque se moría por ver a Akane, se regresaría para seguir practicando con los viejos. No cabía duda, era un luchador nato, el entrenamiento era su vida. En pocas palabras, era invencible.

—¡Akane, ya regresé!….¡achuuú!—. El pelinegro entró gustoso al departamento y su corazón rebosó de alegría cuando la bella chica vino y le dio un beso en la mejilla. Él le correspondió, rodeándola con su brazo.

—¡Por dios, Ranma, estás ardiendo en fiebre!—. La joven sintió que sus labios se quemaban al contacto con la piel de su pareja, y el brazo de este, se ciñó sobre su espalda como si fuera un hierro recién sacado del fogón.

—Ah, no es nada. Se me pasará luego —Respondió tímido—. Oeh, Kane, ¿recuerdas el antojo del medio día?

—¡¿Te acordaste?—. Le sonrió llena de alegría cuando observó como el muchacho mostraba su mano, una bolsa repleta de enormes y jugosas fresas.

—Sí—. Respondió con orgullo.

Sin perder tiempo y echándosela en brazos, se la llevó para sentarse en el sofá, con ella sobre sus piernas.

—Sniff… ¿Se ha movido? —. Los estragos de la gripe no impidieron que el fornido muchacho colocara una mano en el vientre de Akane y se acercara un poco más al torso para intentar escuchar los latidos de su futuro hijo.

—No. Aún es muy pequeñito, pero pronto podremos sentirlo —Ella le miró con ternura al observar la mirada de borrego triste de su esposo. Para confortarlo, sacó una de las fresas de la bolsa que le regalara, le dio un pequeño mordisco, y luego, la acercó a los carnosos labios del ojiazul, para que también probara de la fruta rojiza.

—Oye, Ranma…esta noche, cuando vayamos a casa de nuestros padres…er…creo que es el momento de decirles que estamos…tú sabes, esperando a nuestro hijo.

—¡¿Qu…¡aagghhh!-. El chico se atragantó con el pedazo de fresa que pasaba por su garganta,

—¡Ranma!—. La muchacha se removió en las piernas de su esposo para golpear con fuerza su espalda y ayudarle. Él agitaba con violencia su pecho mientras hacía una rara combinación de tosidos y estornudos.

—Ya…cof, cof —El chico espabiló con la mano, indicando que parara. El golpeteo de su pareja se detuvo y él respiró, ya más calmado—. Snif… yo…ah…ahchuuú…

—¿Estás bien?—. Preguntó, aún alarmada por el guerrero.

—N-nuu— De un repente, el "sano" rostro de Ranma se demacró a niveles insospechados; su nariz empezó a humedecerse y volvió a ponerse roja, su rostro palideció y unas grandísimas ojeras aparecieron bajo sus ojos…ah, y la temperatura de su cuerpo se incrementó, provocando que le saliera humo de las orejas—. Creo que no pogremos ir hoy, Kane…cof, cof…sniff…egstoy muig mal, la gripe me egstá matando. Siengto que me voy a morirg.

Nos vemos n_n