Disclaimer: ni Harry Potter ni A Very Potter Musical me pertenecen
Este fic es para Escristora como petición suya en el foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
1
En cuerpo y alma
El profesor Quirrell paseaba por los pasillos de Hogwarts, feliz porque al fin había conseguido el tan ansiado puesto como profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras de Hogwarts. Se sentía tan feliz y tan contento, que en su primer día le había dado la clase libre a sus alumnos y había decidido ir a dar un paseo al Bosque Prohibido. Desde luego, el profesor Quirrell sabía pasarlo bien.
—Hola, Quirreeeeell —saludó el profesor Snape, que apareció tras una puerta mientras agitaba su túnica negra.
—Oh, hola... Severus.
—¿Qué estabas hacieeeeendo?
—Había pensado en ir al Bosque Prohibido para dar un paseo?
—¿Al Bosqueeee? ¿Tú? Ya veeeeeo. De acuerdo, no te moleeeesto más. Diez puntos menos para Gryffindor, Potter.
En ese momento, Harry Potter pasaba a su lado. Indignado, el chico miró al profesor Snape.
—¿Qué, por qué?
—Porque me has rozado la túnica, Pooootter.
El profesor Quirrell se escabulló a tiempo. Finalmente consiguió llegar hasta el Bosque Prohibido y se introdujo en él. Nada más dar el primer paso, se hizo el silencio, mientras las altas copas de los árboles tapaban la luz. Quirrell caminó por entre los árboles sin rumbo fijo, simplemente por el deseo de perderse. A la mente le vino el tiempo que pasó en los bosques de Albania y conoció a un vampiro.
—Bienvenido —oyó que saludaba alguien.
—¡Ah! ¿Quién eres tú?
—¿Yo? ¡Soy Voldemort!
Quirrell se arrodilló temblando, pues quien le hablaba no era un cualquiera, sino el propio Lord Voldemort.
—¡Ah! ¡El Señor Oscuro! Pero... ¿dónde está?
A decir verdad, allí no había nadie excepto el propio Quirrell.
—Es verdad, no puedes verme. Quizás será porque sólo soy una sombra, menos que el menor de los fantasmas, pues ni siquiera tengo cuerpo.
Entonces, una humareda gris surgió de entre los árboles. Envolvía a un hombre envuelto en harapos grises, el cual hacía aspavientos, como si tratase de emular a una sombra que vuela por el lugar.
—Ah, ahí está. Ya puedo verle.
—Te he dicho que soy una sombra, menos que el menor de los fantasmas, que ni siquiera tengo cuerpo...
—Esto... Vale. ¿Y qué hace aquí?
—Verás, mi historia es larga. Una vez fui el mayor mago tenebroso que la faz del Universo ha conocido... Pero un día, un miserable niño me derrotó, me condenó a la nada, a la no existencia, a ser una sombra, menos que el menor de los fantasmas, a no tener cuerpo, a...
—Sí, esa parte ya me la conozco. ¿Qué pasó luego?
—Me escondí aquí...
—Un momento, según tengo entendido, usted tenía que esconderse en Albania—confesó Quirrel mientras hojeaba un libro en el que ponía "Harry Potter" en la portada —, y no aquí, en el Bosque Prohibido.
—Es verdad, pero andamos faltos de presupuesto y, si se trataba ocultarse en un Bosque, daba igual aquí que en Albania o en cualquier otro lugar. Es una mera cuestión ahorrativa, ¿sabes?
—Entiendo.
—Como iba diciendo... Me oculté aquí, a la espera de que alguien viniese para ayudarme a llevar a cabo mi plan. Y por fin ese alguien ha llegado.
Quirrel miró a ambos lados.
—¿En serio? ¿Quién? —preguntó, inocente.
—Tú, idiota. Tú me vas a ayudar.
—Pero... Pero yo no quiero hacer eso. Usted es el Señor Tenebroso. Y yo soy bueno. Simplemente lo nuestro es imposible.
—Pero puedo ver en ti a alguien que quiere poder. ¿Te llamas, por cierto?
—Oh. Quirrel. Me llamo Quirrell.
—Bien, Quirrell. Como decía, veo en ti a alguien con poder. Y francamente, no mucha gente pasa por aquí, así que... ¿listo?
Comenzó a dar vueltas alrededor de Quirrel, danzando y saltando, como si estuviera invocando a alguien o a algo.
—¿Qué haces?
—Estoy uniendo mi alma a la tuya, Quirrell. Lleva un poco de tiempo.
La humareda gris se hizo más intensa. Para cuando se disipó, Voldemort había unido su alma a la de Quirrel y ahora eran uno, dos personas en un mismo cuerpo que compartían. Solo que algo iba mal, pues en realidad parecían dos personas unidas por la espalda.
—Vaya, la túnica nos queda pequeña —confesó Quirrell.
—Algo ha salido mal —dijo Voldemort —. Debería haberme integrado en tu cuerpo, no parecer dos cuerpos unidos.
—Bueno, pues deshaz el conjuro.
—No puedo, idiota, es de un sólo uso.
—Vaya, menudo fallo.
—No importa, buscaremos alguna forma de ocultarlo. Mientras tanto, voy a hablarte de mi plan.
Horas después, un Quirrell abultado en una gran túnica intentaba caminar lo más normal posible, pero no era fácil cuando tenías pegado un Señor Oscuro a la espalda. Para disimular el hecho de que ahora tenía dos cabezas, se había puesto un turbante demasiado hortera.
—Hola, Quirreeeeeell —Severus Snape volvió a aparecer detrás de una puerta.
—Merlín, Severus, me has dado un buen susto.
—Te noto cambiado, Quirreeeeell. ¿Te has hecho algo?
—Esto... Me he comprado un turbante nuevo.
—Ya lo veooooo. En fin, que pases un buen día.
—Igualmente, Severus, igualmente.
Snape caminó hasta perderse de vista mientras iba agitando su túnica negra.
—Ah, Snape —dijo una voz desde debajo del turbante, con resentimiento.
—¿Lo conoces?
—Claro que lo conozco, era uno de mis mortífagos.
—¿Snape un mortífago? Nunca lo hubiera imaginado.
Voldemort rodó los ojos de incredulidad, aunque con la cabeza cubierta por el turbante no podría haberse dado cuenta.
—Por cierto, Quirrell, este disfraz es ridículo.
—Lo siento, pero no tenía nada más que pudiese ocultarnos a los dos. Además, aparte de eso, es muy difícil andar así.
—Lo sé, Quirrel, lo sé. No es la primera vez que me uno a alguien, ¿sabes?
—Bueno, respecto al plan... No me parece buena idea que matemos a Harry Potter.
—Tú no matarás a Potter, Quirrell. Yo lo haré. Pero para ello necesitaré un nuevo cuerpo. Y sólo tú puedes ayudarme.
—Vale, está bien.
Voldemort se sorprendió. Creía que Quirrell sería más difícil de convencer, pero lo cierto es que a todo lo que proponía decía que sí. Si todo seguí como planeaba, recuperaría su cuerpo en nada de tiempo.
—Debemos darnos prisa... Potter y el resto de alumnos estarán al llegar. Preparémonos...
Aquella noche el Cabeza de Puerco estaba a rebosar, pues precisamente había karaoke, y los habitantes de Hogsmeade habían desarrollado una enfermiza atracción por los karaokes.
Quirrel caminaba a duras penas por la sala. Habían pasado unos meses desde que el Señor Oscuro hubiese unido su alma, y de paso de su cuerpo entero, a su alma y su cuerpo, de modo que estaba enfrascado en el plan para que recuperase su cuerpo y matase a Harry Potter. Pero hasta la planificación de grandes planes requiere algo de descanso, por lo que esa noche, por sugerencia de Voldemort, ambos habían decidido ir al Cabeza de Puerco a pasarlo bien.
Y tan bien decidieron pasarlo que, sin saberlo cómo, ambos se encontraban subidos en la tarima, listos para cantar. Una melodía pegadiza comenzó a sonar mientras Quirrell se llevaba el micrófono a la boca:
—Who's the black private dick, that's a sex machine to all the chicks?
—Shaft! —gritó entonces Voldemort.
Nadie se explicaba de dónde salía aquella segunda voz, pero a nadie le importaba, pues Quirrell siguió cantando.
—You're damm right. Who is the man that would risk his neck for his brother man?
—Shaft! —volvió a gritar Voldemort debajo del turbante.
Minutos después, Quirrell se encontraba en un rincón de la taberna, hablando con una chica. Voldemort se había quitado el turbante de encima y también hablaba con otra chica. Al rato, ambos se levantaron, asustando a las dos chicas. Por suerte, ambos estaban tan borrachos que no se enteraron de nada. Finalmente, decidieron volver a Hogwarts.
Al día siguiente, Quirrel y Voldemort estaban tumbados sobre la cama. Desde que Voldemort hubiese unido todo su ser al suyo, Quirrell no podía dormir, pues tenía que hacerlo de lado, siéndole imposible conciliar el sueño. En todo el tiempo que había pasado desde que Quirrell hubiese conocido a Voldemort, no había parado de pensar por las noches, porque por las noches no puedes hacer otra cosa que pensar. Y a decir verdad, Quirrell sentía que su vida estaba cambiando porque tenía a alguien a su lado, y porque además la noche anterior le había confesado a Voldemort que sentía que eran amigos.
Compartían tantas cosas juntos... Hacían tantas cosas juntos... En toda su vida jamás Quirrell había sentido algo así por alguien. Jamás.
—Buenos días, Quirrell. Venga, será mejor que nos demos prisa, el baile se acerca.
—Sí, Voldemort.
Finalmente, el día había llegado. Los alumnos se divertían despreocupados en el baile mientras Quirrelly Voldemort esperaban en el cementerio a que Harry Potter apareciese.
—¿Estás listo, Quirrell?
—Sí, mi Señor.
—Pronto dejaremos de ser uno y yo tendré un cuerpo.
—Sí, mi Señor.
—Quirrell, ¿estás bien?
—Sí, mi Señor.
—Oh, por favor, Quirrell. Eres muy malo mintiendo. Te conozco demasiado bien como para saber que me ocultas algo. Y aparte, compartimos alma. Puedo notarlo, algo pequeño que te perturbar.
—Oh, está bien. Es sólo que... Me entristece saber que nos vamos a separar.
—Pero... Quirrell, no digas eso. Podremos hacer muchas cosas juntos. ¿Y sabes por qué? —Quirrell negó con la cabeza —. Porque somos amigos, Quirrell. Por eso.
Quirrell sonrió.
—Es que... verás, Voldemort, este año junto a ti ha sido genial para mí. Y por ti he sentido cosas que por nadie antes había sentido.
—¿Qué quieres decir, Quirrell?
—Lo que quiero decir, Voldemort... Es que te quiero.
Voldemort miró a Quirrell.
—Yo... No sé qué decir... Salvo que yo también me lo he pasado muy bien contigo durante este año. Y que siento cosas por ti que nunca antes había sentido.
—Dímelo, Voldemort... Dímelo —suplicaba Quirrell.
—Te quiero, Quirrell.
Emocionados, los dos trataron de besarse. Y decimos "trataron" porque aquello era tan difícil como que Quirrell intentase dar de beber a Voldemort. Podía resultar un desastre.
—No importa, Quirrell, tendremos tiempo de hacerlo cuando nos separemos.
—Tienes razón.
Los dos sonrieron. Entonces oyeron un fuerte ruido.
—Está aquí. Potter está aquí —dijo Voldemort.
Nota del autor: la canción que Quirrell y Voldemort cantan es Shaft, de Isaac Hayes.
