Nota de autora: ¡Hola, personitas que lleguen a leer la historia! Antes de empezar, me gustaría aclarar varias cosas, una más obvias que otras. En primer lugar, aclaro que los personajes no me pertenecen, cada uno tiene su propio creador. Los únicos que me pertenecen son Charlotte y demás OC secundarios. En segundo lugar, deseo aclarar que esta historia tiene varios años guardada en mi ordenador y es hasta ahora en un momento de valentía y aburrimiento que he decidido subirla a este sitio, por ello los creepypastas mencionados son los que más popularidad tienen hoy día, mientras vaya editando puede que incluya personajes más actualizados que considere puedan formar parte. Finalmente me gustaría decir que es la primera vez que me animo a subir una historia y probablemente no sea tan buena como otras pero la subo con el único objetivo de entretenerme y entretener a los lectores. Eso sería todo ¡Que disfruten!


No entendía nada, solo hace pocos minutos había recuperado la conciencia y no sabía dónde me encontraba. Todo mi cuerpo dolía y mi cabeza estaba a punto de explotar, probablemente había sufrido un accidente, pero no recordaba absolutamente nada… Traté de abrir los ojos pero en este momento mis párpados parecían estar pegados, traté de hablar pero mi voz no logró salir de mi boca, lo único funcional en mi persona eran mis oídos, escuchaba a alguien hablando y en vista de que no podía comunicarme decidí escuchar qué decían.

—Sabes bien que solo así podrás quedarte con ella— señaló una voz extremadamente siniestra—. Un humano no es capaz de sobrevivir en nuestro mundo, cada uno de ustedes se está robando una parte de su alma, incluso tú, que clamas ser su protector. Su alma se debilita con cada segundo que pasa, y si no haces algo… Para el plazo de un mes ella no será más que un cadáver. No será la mujer que hasta hace poco conocías— sentenció aquella grotesca voz. Aún en mi estado de confusión, podía percibir cierta malicia y diversión en su tono—.

—Tiene que haber otra manera— replicó otra voz, aquella se me hacía conocida, sonaba menos tenebrosa, pero su tono era profundo y poderoso por lo que infundía el mismo sentimiento de temor en mí como la primera. Deseaba poder abrir mis ojos y saber de quienes se trataban, pero mi cuerpo no respondía—. Si permito que ella se convierta en uno de mis proxies, probablemente no recordará nada y solo sentirá lo que yo deseo que sienta. Perderá su esencia de todas maneras. Tiene que haber otra manera— insistió. Por alguna razón la voz aquel hombre sonaba desolada lo cual produjo en mí un sentimiento de compasión—.

—Me temo que no hay ninguna salida, solo esa— sentenció la primera voz—. Si realmente quieres mantenerla con vida y a tu lado, tendrás que convertirla en una de tus marionetas. A no ser que quieras verla perder su cordura hasta que ella misma busque la manera de acabar con su vida, en ese caso no tendrás que hacer nada. Piénsalo, un humano no es tan valioso, ni siquiera cuando se transforman en marionetas. Ya ves el ejemplo de esos inútiles que tienes a tus servicios o ciertos huéspedes de tu casa. Siempre has tenido una debilidad con ellos, pero jamás te había visto tan indispuesto a perder a uno como lo estás con ella ¿Qué tiene de especial esa mujer?— cuestionó con interés la grotesca voz—.

—Mucho me temo, Zalgo, que eso no es asunto tuyo — murmuró—. Ella ha demostrado una gran capacidad para adaptarse, ha sobrevivido los peores tormentos infligidos por los habitantes de mi mansión y aún así ha logrado convivir con ellos. Sé que ella es una de nosotros y es por eso que he venido a ti por consejo, pero ha sido un error— se quejó aquella voz aterciopelada. Ahora la recordaba, le pertenecía a alguien que yo conocía, pero no lograba recordar su rostro. Todo lo que venía a mi mente era un hombre de traje terriblemente pálido y alto, sin embargo, algo me decía que la razón por la que no recordaba su rostro era porque no tenía ninguno. Reí para mis adentros, aquella idea era estúpida—.

—Es tu problema si no sigues mi consejo, ya te he dicho que es la única opción y tienes que decidir ahora mismo que quieres hacer con la mortal— sentenció—. Dejas que continúe sufriendo hasta que su alma quede completamente destruida, o la conviertes en una de tus marionetas. No tienes ninguna otra salida— puntualizó con desdén—.

No escuché ninguna réplica ante esto último, una largo silencio se propagó por la habitación y poco a poco mi cuerpo empezaba a exigir de nuevo un descanso. No tenía idea de cómo había terminado allí y deseaba poder abrir los ojos para saber a quiénes pertenecían aquellas voces, una parte de mi subconsciente me gritaba que no era una buena idea, pero mi curiosidad era más grande.

Justo cuando empecé a caer en un estado de somnolencia escuché aquella otra voz hablar luego de un pesado suspiro— Muy bien, prepararé todo para que esta noche se haga el ritual y convertirla en una de mis proxies…— masculló, no parecía estar muy contento con la decisión, sin embargo, mi cansancio finalmente logró vencerme y no pude escuchar la respuesta de la maliciosa voz—…

Un intenso dolor en mi cabeza provocó que volviera a recuperar la conciencia, todo mi cuerpo dolía y no podía mover ni un músculo, alguien hablaba en un idioma extraño y a medida que las palabras salían de su boca mi dolor se propagaba exponencialmente. Justo ahora lo único que podía hacer era gritar y lloriquear del dolor. Finalmente pude abrir mis ojos, solo para darme cuenta que me encontraba amarrada y una gran cantidad de heridas se esparcían alrededor de mi torso, brazos y piernas, incluso podía percibir el olor a sangre en mi rostro, me estaban torturando.

La desesperación empezó a aumentar a medida que el dolor se hacía imposible de soportar, los segundos parecían horas y mi garganta estaba tan dañada por mis gritos que ya ni una vocal podía pronunciar. Me preguntaba una y mil veces que había hecho para merecer aquel castigo, pero no encontraba una respuesta.

Pronto alguien se posó frente a mi ¡Era aquel hombre sin rostro! Era él quien estaba murmurando aquellas palabras que solo hacían aumentar mi sufrimiento, traté de rogarle que parara pero era inútil, mi voz no salía, mis ojos poco podían enfocarlo debido a la gran cantidad de lagrimas acumuladas y sin embargo, lo peor estaba por venir…

Aquel monstruo tenía una daga en su pálida mano y sabía muy bien que era lo que iba a pasar, segundos antes de que pudiera gritarle que no lo hiciera, sentí como aquel objeto se incrustaba en mi pecho y de repente todo empezó a verse borroso, el dolor en mi cuerpo empezó a menguar y finalmente mis ojos se cerraron volviendo a hacer que cayera en un estado inconsciente, sin embargo, recuerdos de mi vida comenzaron a surgir. Probablemente aquellos serían mis últimos minutos con vida.

Tiempo atrás…

— ¡Charlie, es hora de que vayas a trabajar! O Agatha encontrará la excusa perfecta para echarte de la casa— advirtió una voz femenina—.

—Ugh, no tengo ganas Rose, además Agatha sabe que ayer llegué a las dos de la madrugada de trabajar y que estaba completamente empapada por la lluvia, probablemente me voy a enfermar. Me duele la cabeza— repliqué con un quejido. No era mentira—.

—Como digas, luego no te quejes cuando Agatha te castigue de nuevo, en serio no entiendo cómo es que después de tantas correcciones tú aún tienes ánimos de llevarle la contraria. Tu espalda está completamente marcada, y tu rostro aún no sana luego de los rasguños y el golpe que te propinó la ultima vez por no hacer el desayuno a tiempo— murmuró Rose con pena, ella solo se preocupaba por mí—.

—Muy bien, muy bien, ya me voy a levantar Rose— respondí con impaciencia, mi amiga y yo teníamos la misma edad y aún así ella se comportaba como si fuera mi madre. O al menos como se comportaría la madre que nunca tuve la oportunidad de tener—.

Luego de levantarme, escuché como Rose se retiraba a hacer las tareas que Agatha le había asignado el día de hoy. Yo me dirigí al asqueroso baño que se encontraba a un lado de la habitación donde solía dormir y con el poco agua que llegaba traté de asearme lo mejor que podía, era un privilegio bañarse en estos días, sabía que muchos otros de los chicos que vivían con Agatha ni siquiera tenían permitido bañarse a diario, e igual que con el estado en el que se encontraba la casa, aquello era imposible.

Finalmente, después de vestirme con lo primero que encontré en el closet y amarrar mi cabello lo mejor que podía con una banda, bajé al primer piso de la enorme casa. Allí, en la cocina se encontraban la mayoría de chicos abandonados y Agatha desayunando. Mejor dicho, Agatha se encontraba desayunando mientras que los chicos esperaban a recibir las sobras de comida o calentaban los alimentos que se habían encontrado en la calle la noche anterior.

—Por fin despiertas, holgazana. Creo que te estás ganando una buena tunda, pero tienes suerte de que hoy he amanecido de bueno humor— espetó Agatha desde su lugar en la mesa, era tan gorda que necesitaba dos sillas para poder sentarse con comodidad, de tan solo pensar en su asqueroso físico una mueca se formó en mi rostro y la cual oculté fingiendo un estornudo—. Aún así, necesito que hoy hagas varios encargos que yo no puedo hacer. Debes entregar la mercancía en los alrededores así que eso deberá bastarte como castigo. Tienes que llevar los paquetes a estos lugares y no tienes permiso para llevar una bicicleta, tendrás que hacerlo a pie y tienes tiempo hasta la medianoche. Si no completas los envíos y vuelves para esa hora, ten por seguro que en esta casa no habrá un lugar para ti y todas tus pertenencias serán incineradas— amenazó mientras extendía su obeso brazo para entregarme la lista con las direcciones—.

Solo me tomó dos largos pasos para alcanzar la lista y con dificultad logré contar que eran más de veinte direcciones, todas distribuidas en los alrededores y separadas por varios kilómetros unas de otras. Suspiré con cansancio, era obvio que me sería imposible llegar a todos aquellos lugares y volver a tiempo a casa, incluso era imposible con una bicicleta, pero no tenía más remedio que intentarlo.

—Muy bien señora Agatha, creo que no tengo apetito, así que me retiro, señora— mascullé sin verla a los ojos, sabía muy bien que estaba sonriendo, aguantando las ganas de carcajearse en mi cara—.

—Buena niña, tienes permiso para retirarte. Ya lo sabes, antes de la medianoche o tú y tus pertenencias dejarán de existir en esta casa— advirtió de nuevo con burla—.

Yo no dije nada más y me retiré de la cocina a buscar mis cosas, a pesar de no conocer otra vida aparte de esta, aún tenía una serie de objetos que eran especiales para mí y tenía que sacarlos antes de que Agatha lo notara.

Subí con sigilo a la que hasta hoy sería mi habitación y rebusque debajo de la cama. Allí en lo más profundo tenía escondido una caja de zapatos vieja en la cual escondía mis objetos valiosos que no consistían en más que un collar de plata con un dije en forma de pluma del mismo material, lo único que conservaba relacionado a mi pasado. También una pequeña muñeca de trapo vieja y descuidada que Rose me había obsequiado luego de encontrarla en el basurero en una de sus rondas. Lo último consistía en una pequeña navaja de bolsillo que uno de los niños con los que convivía me había obsequiado debido a la gran cantidad de asesinatos que se estaban cometiendo últimamente, lamentablemente esa fue la última vez que volví a verle pues desapareció de la faz de la Tierra tres días después en una de sus rondas. Todos le lloramos, excepto Agatha, todos éramos una familia excepto Agatha. Ella se había hecho cargo de nosotros con el único objetivo de utilizarnos para hacer el trabajo sucio, aquella mujer nos odiaba, pero era nuestra única opción para sobrevivir si no queríamos convertirnos en vagabundos o prostitutas, sin embargo la vida era dura y los mayores hacían el intento de proteger a lo más niños pero no todo el tiempo teníamos éxito y ese había sido el caso de Robbie.

Luego de esconder bien aquellos artículos, decidí bajar de nuevo y despedirme lo más rápido posible de todos los demás chicos, Rose estaba en la cocina, pude notar un par de lágrimas acumularse en sus ojos pero no podía hacer nada, ambas sabíamos que Agatha me quería fuera de la casa y que si me veía de nuevo en los alrededores podía correr un destino peor. Aquella misión era mi señal de desaparecer antes de que me mataran, aunque por alguna razón aún guardaba la esperanza de completarla a tiempo.

Salí de la casa con una enorme mochila, aparte de los paquetes de Agatha, también había conseguido esconder un par de prendas de ropa y comida con ayuda de Rose, leí de nuevo las direcciones en la lista y decidí irme a la primera, que ya era conocida, quedaba a unos tres kilómetros de la casa así que me tomaría más de media hora en llegar.

Luego de caminar una horrorosa cantidad de kilómetros, lo único que había logrado entregar era una cuarta parte de los paquetes. Mis pies dolían y estaba a punto de anochecer, no sabía la hora exacta pero sabía muy bien que no había logrado hacer todos los envíos a tiempo. Resoplé mientras pateaba una botella tirada en el camino, a esta hora no tenía oportunidad de buscar una de esas casas que daban asilo por la noche a los vagabundos y no quería quedarme a dormir en las calles, mi cuerpo estaba exhausto y la presión en mi cabeza aumentaba cada vez más, no solo era por haber caminado tanto tiempo sino que evidentemente sí me había enfermado por andar bajo la lluvia el día anterior.

Decidí caminar un poco más, sabía que más adelante había una pequeña tienda, le pediría al dueño un poco de agua y me iría. Justo ahora la mejor opción era irme a dormir en el bosque. Los árboles eran altos y las ramas eran gruesas por lo que podría subirme a uno y dormir en una de sus ramas, además casi nadie frecuentaba el bosque, solo campistas o cazadores que solían dejar comida tirada así que podría husmear un poco y comer algo. Mi estomago rugió con el pensamiento de encontrar un trozo de carne en el bosque.

El señor de la tienda en su infinita amabilidad, me regaló un vaso de agua y un trozo añejo de pan, no era suficiente para calmar mi hambre pero con aquello bastaba para sentirme agradecida, sin embargo no me quedé mucho más en el lugar. Todos sabían de donde venía y quién era Agatha y los negocios que ella hacía, los lugareños siempre nos miraban con recelo y nadie nos estimaba lo suficiente.

Más tarde emprendí mi camino en dirección al bosque, tenía la pequeña navaja que Robbie me había obsequiado en mi mano pues a estas horas de la noche las calles estaban desoladas y no era para nada seguro andar sin nada para defenderse. Era una regla fundamental entre los chicos de la casa de Agatha, estar armados cuando tocaba hacer ronda nocturna.

El bosque era aterrador en la oscuridad, solía evitarlo desde que tenía memoria pues la mayoría de muertes ocurrían allí, Agatha nos había advertido que la mayoría de gente que entraba al bosque desaparecía, pero estaba segura de que aquello era solo una excusa para infundirnos miedo y evitar que huyéramos de casa y escondernos allí, aún así, para mí era como un reto entrar allí pues siempre le había tenido miedo.

No tenía otro lugar a dónde ir, así que reuniendo todo el valor en mí, me escabullí entre los enormes y aterradores árboles. Con suerte uno sería perfecto para poder dormir con comodidad sin temor a caerme durante la noche.

Mi visión era limitada debido a la falta de luz, lo único que evitaba que me golpeara o tropezara con rocas o ramas caídas era el resplandor que me brindaba la enorme luna llena, sin embargo, una nota en uno de los árboles llamó mi atención. Con curiosidad de saber quién demonios dejaba una nota en medio del bosque donde casi nadie entraba me acerqué para leer qué decía, mayor fue mi sorpresa cuando noté su contenido "Siempre te observa, aunque no tenga ojos" escrito como por un niño de siete años y en el centro de la nota un dibujo de un circulo y dos x, como el dibujo de una cara.

Reí ante aquella tontería, seguro alguien la había dejado ahí con la idea de asustar a cazadores o campistas que entraran al bosque, decidí dejar la nota en el árbol pues no quería ser yo quien arruinara la broma.

Observé a mí alrededor para escoger un árbol en donde refugiarme y no tardé mucho pues justo a unos pasos estaba un enorme árbol de é de escalarlo y en unos minutos ya estaba instalándome en una gruesa rama, no era lo más cómodo y moría de frío, pero era mejor que dormir en el suelo donde al día siguiente amanecería húmeda por el rocío del amanecer, no podía darme el lujo de enfermarme más de lo que ya.

El sueño llegó a mí no mucho después de acomodar mi mochila debajo de mi cabeza y tratar de sujetarme lo mejor posible del trozo de madera esperando a no sufrir un accidente, estaba realmente cansada y mis pies dolían terriblemente por la enorme cantidad de horas caminando.

Un fuerte dolor en mi brazo izquierdo hizo que mi descanso se viera interrumpido, observé a mi alrededor asustada y me percaté que me había caído del árbol, o más bien, alguien me había tirado de él. Una mano enguantada cubrió mi boca antes de que un grito saliera de esta. No podía creer mi suerte, lo más seguro era uno de los asesinos que merodeaban en el bosque.

Mi instinto fue el primero en actuar así que rápidamente traté de quitarme de encima a quien sea que fuera, no podía definir quién era pues mi visión era borrosa debido a la caída y la luna ya no iluminaba el bosque a causa de las nubes. Pateé lo más fuerte que pude con mi pierna derecha a mi agresor sin embargo no logré más que se echara hacia atrás un poco y luego procedió a golpear mi rostro. Desorientada, logré desempuñar mi navaja, la cual había dejado en el bolsillo de mi pantalón, sin saber en donde sería el mejor punto atiné a apuñalar a mi agresor en el abdomen y aquello logró que deshiciera su agarre, momento que aproveché para echar a correr a tropezones.

Mi cuerpo dolía debido a la caída del árbol y por la falta de luz no sabía hacia donde me dirigía, pero podía escuchar al atacante detrás de mí, estaba siguiéndome y si no aumentaba la velocidad me atraparía. Sin embargo, tras largos minutos corriendo aterrorizada, tropecé con un árbol o al menos eso era lo que creía hasta que un grueso tentáculo se enrolló en mi pierna y me sacudió dejando mi cuerpo en el aire, si antes estaba asustada ahora sí sufriría un ataque cardíaco.

Ante mi se encontraba un hombre asombrosamente alto, vestido con un traje formal de color negro. Eso no era tan aterrador, lo que hizo que profiriera un grito de terror era que su cabeza carecía completamente de rasgos faciales a excepción de una dentada y atemorizante boca cubierta de sangre.

— ¡Por favor, no me mates! ¡Por favor!— supliqué completamente asustada, era obvio que no tenía oportunidad de sobrevivir frente aquel demonio o lo que sea que fuera—.

—Claro que voy a matarte, eres mi presa— murmuró aquel ser con una voz demoniaca, inspirándome más terror—.

— ¡No he hecho nada! Solo quería descansar en el bosque, no tenía otro lugar a donde ir, por favor no quiero que me mates— sollocé, si esta era mi última vez en la Tierra, entonces lloraría hasta mi último aliento. Por supuesto que no era la manera más valiente de morir, pero desahogaría años en los que no supe que era una lágrima a pesar de la cantidad de miserias por las que había pasado—.

—Qué no has hecho nada, dices— musitó cerca de mi rostro, el olor a sangre era nauseabundo y probablemente no pasaría mucho tiempo antes de que perdiera la conciencia—. No solo has entrado a mi bosque, sino que no has seguido buscando las notas, y lo peor de todo es que has herido con una navaja a mi preciado proxy. Y aún así no has hecho nada— espetó con aspecto peligroso, mientras que otro de sus tentáculos se enrollaba alrededor de mi cuello apretando lo suficiente como para que mi cuerpo se estremeciera. Podía sentir como mis lágrimas bloqueaban mucho más mi visión dejando solo una imagen borrosa de aquella temible criatura—.

—Él me atacó, yo solo intentaba defenderme— tartamudee tratando de respirar a pesar del fuerte tentáculo apretando mi garganta haciendo dolorosamente difícil la tarea de tomar aire—.

—Amo, no creerá lo que esa chica trae en la mochila— exclamó una voz mucho más juvenil a mis espaldas—.

— ¿De qué hablas Masky?— cuestionó la criatura con interés mientras ceñía aun más su agarre en mi cuello—.

—Además de unas cuantas prendas de vestir y un par de porquerías, la chica tiene una jodida cantidad de droga empacada, al parecer es una más de esos mocosos que venden y consumen en el pueblo— informó el ayudante enmascarado de aquella criatura que está vez había puesto su atención en mi—.

— ¿Crees aún que no debería deshacerme de alguien como tú?— inquirió en voz amenazante ¿Qué clase de asesino con morales era este? No era como me importara, de todos modos terminaría matándome—.

—Eso ni siquiera es mío… Nos obligan a entregarlos… A cambio de un lugar donde dormir y comer— traté de explicar entre largas bocanadas de aire, el tentáculo aún estaba fuertemente enroscado en mi cuello—… No tengo opción… Es eso o… o prostituirme…—

La criatura se quedó por un momento meditando en lo que había dicho, sin embargo su agarre no cedió en ningún momento y estaba empezando a sentir como mis pulmones resentían la falta de aire, probablemente mi rostro estaba empezando a teñirse de azul. Sin embargo, un fuerte golpe en mi cabeza fue lo que logró que de una vez por todas perdiera la consciencia.


Nota de autora: Prometo actualizar lo más pronto posible, como mencione al principio, esta historia lleva varios años creada, pero lastimosamente no tiene la calidad que me gustaría que tuviera para publicarla y es por ello que he hecho un esfuerzo en ir editándola pero con los malabares de la vida cotidiana puede que la tarea se retrase un poco más. Me gustaría que aquellos que la lean dejen sus reviews y saber si vale la pena continuar...