Eran las 65700, el sol se preparaba para descender, las gallinas todavía se paseaban entre nieve y abetos y las criaturas nocturnas esperaban con ansias su turno de spawneo. Aunque aún quedaba algún esqueleto sin poder salir de la sombra de los árboles murmurando esperando tener una línea clara de visón entre su arco y Michael, quien seguía trabajando en su mesa al aire libre, la verdad es que se movía tan rápido que no le daba chance de apuntar. Posiblemente ya se había dado cuenta de que lo estaban vigilando.
-Vamos, muéstrate... dame un blanco...- refunfuñaba el esqueleto, pero para su mala suerte Michael repentinamente se largó.
-De acuerdo, tendrá que ser para el próximo spawneo...- dijo. Como no había ningún jugador cerca forzadamente desapareció quedando en el aire, esperando su momento de aparecer nuevamente en el mapa.
Michael era una entidad del tipo jugador, hombre, era un joven blanco de unos 24 años de pelo hasta el cuello, entre naranjo y castaño, algo de barba, camisa roja y blanca a cuadros, jeans gastados aún con un profundo color azul marino al igual que sus ojos, y botines de cuero, la única protección que usaba, aunque podría decirse con toda seguridad que lo hacía más por el gusto de usar los botines como ornamenta que por necesidad, pese a que el nivel de dificultad era el más elevado. Pocos jugadores tenían alguna clase de progreso dada esta condición, y a diferencia de muchos de ellos, Michael nació en el frío y oscuro bosque de los abetos, por lo que se acostumbró a vivir del arco y del hacha, repleto de stacks de hilo y comiendo ojos de araña. Realmente, incluso sin protección, sabía sobrevivir.
Por lejos.
Estaba terminando un proyecto personal, quería construirse una casa apropiada, puesto que los agujeros con horno y cofre no cuentan como construcción. Ya había terminado de colocar las ventanas, cuando notó la luz cayendo tenuemente. No tenía cama en su inventario ni en los cofres, así que rápidamente hizo lana, madera y una cama al fin. Para cuando despertó, un creeper cayó desde el techo sin terminar haciéndose daño, Michael lo desplazó de un hachazo y éste colocó un bonito agujero en la pared, llevándose parte de una ventana enorme.
-¡No puede ser! ¡Estúpido creeper!
El reciente forado por suerte no resultó grande, pero Michael sólo se lamentaba por la pérdida del vidrio, ya que decir que el bosque era enorme era poco. No era simplemente cuestión de salir y buscar arena, por lo menos eran setecientos escarpados metros a pie tomando la ruta más corta para dar con el lago.
Walter no se vio en la necesidad de usar la puerta. Asomó su tostada cara por el hoyo solamente para ver a Michael buscando entre sus pertenencias.
-¿Tienes suficiente abedul para tapar eso?- dijo.
-No, Walter, no estoy buscando madera de abedul. Ese no es el problema, lo que necesito es conseguir arena, vidrio. Estoy preparándome, voy a tener que salir un buen rato- contestó Michael. Sacó antorchas, comida, una mesa y algo de piedra.
-¿Cuánto vidrio es lo que necesitas?- le preguntó Walter.
-¿Acaso tienes arena?
-Eh, no, eh... quiero decir...
-Pues es mejor que no molestes. Debo salir temprano al lago a buscar arena si pretendo llegar a tiempo. No me malentiendas.
Con toda seguridad Walter podía decir que Michael estaba fastidiado. Ambos guardaron silencio. Michael, entonces, se dirigió hacia el agujero.
-Michael...
Michael sólo volteo.

Todavía recordaba el incidente de los zombies. Durante una rara invasión nocturna ambos luchaban para no morir acorralados. Walter, de pronto, se volteó y salió huyendo como pudo, dejando a Michael solo contra la horda.
-Hace no mucho en una cueva escapé de un grupo de creepers usando arena para salir por el techo- dijo, intentando animarle-, si tenemos suerte, es posible que ningún jugador haya sacado la pila de allí. ¿Qué opinas?
Michael no contestó. Algo... algo le había convencido, pero no podía decir qué era.
-Sinceramente, nos vamos a demorar más yendo a tu cueva que al lago- rió Michael. Walter frunció brevemente el ceño.
-Bueno, no nos quedemos aquí charlando o realmente nos va a tomar tiempo...
-En eso estoy de acuerdo.
Así que básicamente salieron cada uno con lo que tenía y llegaron a la entrada de la cueva. No les tomó mucho.
-Eh, ¿recuerdas cuando un creeper nos atacó diciendo que de todos modos estábamos acabados- rompió el silencio Walter antes de entrar-, que si sobrevivíamos iban a venir sus amigos a destruirnos?
-Oh, sí, recuerdo eso- respondió Michael-. Fue chistoso. Sus amigos prácticamente se dieron un baño en tu balde de lava.
-Suena raro, pero en este sitio abundan los creepers, a tal punto que a veces entras y es prácticamente una barrera con patas yendo hacia ti.
-Entonces será mejor tener cuidado.
Comenzaron a adentrarse para buscar la torre de arena. Por lo menos se encontraban en el Y=25 cuando vieron una abertura enorme en el piso.
-Creo que esto no estaba...- notó Walter.
-Puede que haya sido un creeper, probablemente atacando a algún jugador...- dijo Michael. Por lo que le contestó Walter, pareció que estaba más atento en los alrededores que en su cháchara:
-Mira. Ahí está.
A través del forado, en el nivel de abajo a lo lejos podían verse siete bloques de arena apilados, los que llegaban a otro nivel lejos del que estaban. Los dos jugadores descendieron cuidadosamente y se acercaron. Walter, esa vez, había dejado el sitio bastante iluminado, momento en el que huyó de los creepers que intentaron llevárselo al olvido.
Pero ahora estaba inusualmente oscuro.
-Bien. ¿Tienes alguna pala?- inquirió Walter.
-No. Pero tengo antorchas.
-Ah, cierto.
Rápidamente sacaron todo. Michael, quien tenía un oído más agudo escuchó de una forma nítida y clara el sonido de un creeper tropezando y haciéndose daño.
-¿Qué te pasa? Pareciera que has visto a algún ghast. Ojalá pudieras verte la cara- le dijo su camarada. Michael, shifteando, agudizó su audición.
-He escuchado un creeper...
-¿Un creeper? Pero si no hay ningún mob visible, no hay...
Dicho y hecho, un grupo de cuatro creepers se acercaba desde un rincón oscuro a toda marcha. Ni siquiera tuvieron tiempo de sacar arma alguna, el primero estalló y los demás perecieron esparcidos; Walter cayó por el agujero recién formado hacia la planta más baja de la cueva, mientras Michael apenas recibió daño sin caer, puesto que alcanzó a retroceder unos pasos. Tuvo demasiada suerte a su favor.
-¿Estás bien?- preguntó Michael desde arriba gritando. No podía decir donde estaba su amigo con toda la oscuridad presente.
-Bah, es armadura de hierro. No me pasó nada. Pero, ¿y tú? ¿qué tal?
-Ah, estoy bien.
Michael dijo esto sólo para no preocuparlo, ya que estaba a dos corazones de morir y no podía regenerar vida, puesto que tenía la barra de hambre llena hasta un poco más de la mitad. En otras palabras, iba a morir de hambre.
-Michael, no puedo subir... no vine muy... preparado que digamos- advirtió Walter desde abajo-, ¿no te sobra un stack de alguna cosa... de tierra o algo?
-De piedra, dame unos segundos.
Michael lanzó el resto de piedra que tenía por el hoyo con destreza, como si estuviese apuntando con su arco infinito, aún cuando no podía ver a Walter. La parte baja no tenía iluminación.
-De acuerdo, ya lo tengo.
-Ahora sube, por favor dime que vas a subir sano y salvo...
Pero entonces, cuando Walter iba a subir, algo extraño ocurrió... apareció un trío de zombies abajo, estuvieron armando un enorme bullicio un buen rato y repentinamente desaparecieron.
Walter también.
-¡Walter! ¡Walter, contesta!
No hubo respuesta.
-¡WALTER!
Y así, sin más, no lo volvió a ver. Tenía el único consuelo de saber que Walter no había hecho ningún ruido al llegar la horda. Ningún grito o algo parecido, lo que significaba que había huido antes de que los zombies llegaran.
-Eso tiene que ser... Sí, eso es, eso tiene que ser...- se decía Michael a sí mismo riendo para tranquilizarse, pero con gran aliento de locura y desesperación. Salió, todavía pretendiendo salir vivo de ese lugar. Sus posibilidades eran muy bajas.
Hasta que, avanzando, llegó a un pasadizo aun más oscuro. Al final había una especie de cámara, extraños bloques de arenisca con creepers tallados, suelo de bloques de carbón y cráneos de creepers colocados por el enorme lugar.
-¿Qué...?
Obviamente Michael no lograba encontrar sílabas adecuadas para articular palabra alguna.
-¿Qu... qué es todo... esto?
Fue lo único que atinó a decir del misterioso entorno en el que estaba. Y aquí viene lo mejor: Michael ya había visto todo tipo de glitches y bugs, chunks sin cargar, mobs caminando hundidos en el suelo, pero fuera de todo lo poco común que a Michael le había tocado presenciar y vivir durante su vida en el mundo, jamás se había topado con un creeper como el que se acababa de topar frente a frente justo ahora.
Era un creeper pequeño.