Ya lo creo, pequeñísima.
- Chau, suegrita…- Molly Weasley suspiró entre las carcajadas de su hija, ya se había acostumbrado a oír esa clase de comentarios por parte de los muchachos con los que se cruzaba por la calle cuando iba en compañía de Ginny.
- Dios mío, Ginny¿es qué no dejarás nunca a ningún muchacho libre de tus encantos?- Comentó Molly.
Ante esas palabras, la mirada de Ginny se ensombreció, en realidad sí había un muchacho al que nunca había tenido, ni tendría… Harry Potter, el único hombre por el que Ginny había llorado, y eso es decir poco, lo había intentado todo, quiso olvidarlo, y a pesar de haber salido con varios chicos, a pesar de estar saliendo con Dean Thomas, no podía olvidarse de él. Harry era un próximo alumno del séptimo año del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Ginny cursaría sexto, este año.
- Bien, alcánzame la lista de los libros que debemos comprar, tenemos mucho que hacer y poco tiempo, de un momento a otro se harán las doce del mediodía y Harry nos espera en el Caldero Chorreante para almorzar, junto con Ron y Hermione.- Siguió la señora Weasley.
Ginny ahogó un grito¿cómo no lo supuso¡Por supuesto que Harry estaría allí! Era como de la familia.- ¿A qué hora has dicho que nos esperan mamá?
- A las doce¿dónde tienes la cabeza? Por favor, pásame esa lista de una vez- Ginny se la entregó- Gracias, veamos, El Libro Reglamentario de Hechizos, Nivel 6… Quizá Ron pueda dártelo¿no crees?
Pero Ginny ya no escuchaba nada de lo que su madre le decía, en realidad, le parecía muy poco importante, en comparación de las cosas que cruzaban por su cabeza, estaba aturdida, no sabía si en verdad quería verlo, menos le gustaba la idea de que…- Mamá¿Harry no vendrá a la madriguera por el resto de las vacaciones, verdad?- Pregunta, estúpida, por supuesto que irá.
- Claro, cariño¿por qué?
- Por nada.- Pero la señora Weasley ya sabía a qué venía todo aquello, así que para cambiar el tema agregó:
- Harry podrá dormir en la habitación de Ron, pero quizá tú y Hermione podrían dormir en la antigua habitación de Fred y George, dudo mucho que haya lugar para las dos en tu cuarto…
- No habrá problemas- Ginny sonrió, la idea de pasar unas vacaciones con Hermione, pues se habían hecho muy amigas últimamente, consiguió alegrarla y alejar a Harry por un momento de sus pensamientos.
- Ginny, he pensado que la túnica te está quedando un poco corta¿qué te parece si vamos por una nueva?
Entonces madre e hija se fueron camino abajo, para hacer una apurada visita a la tienda de Madame Malkin.
Ron se había separado de su hermana y de su madre, había quedado con Harry y Hermione en el Caldero Chorreante a las diez en punto. Se dirigió hacia allí, feliz. Verdaderamente tenía ganas de ver a Hermione, la extrañaba, le hacía falta su presencia, sus discusiones… pero jamás podría decírselo, Hermione ni lo miraba, demasiado concentrada estaba en admirar todas las victorias que Harry conseguía. Sacudió la cabeza como para alejar esos pensamientos, al menos era Harry y no Malfoy, y no tenía que molestarle que una persona tan genial como Hermione quisiera a alguien tan genial como Harry, aunque no podía evitar sentir celos y que cualquier idiota se daría cuenta de que Harry no estaba interesado en ella, mucho menos como él, Ron, lo hacía.
Al mismo tiempo, Hermione, unos metros más atrás, caminaba con la cabeza baja, tenía miedo de alzarla y encontrarse con su amor pelirrojo, que la vería una vez más como a una amiga, pensó en cuanto lo necesitaba, en cuanto le gustaba discutir con él, porque solamente estaba pendiente de ella en esos momentos, pero también recordó tristemente que el año anterior había oído como Ron decía a Harry que la chica que amaba ni lo tenía en cuenta, lógicamente, Hermione ni consideró la posibilidad de que ella fuera la afortunada, era imposible que Ron pensara que ni lo miraba.
Mientras tanto Harry esperaba, en el Caldero Chorreante, con la mirada fija en sus manos. Este año, lo lograría. Este año, iba a conseguir que Ron y Hermione se juntaran, hacía ya mucho tiempo que él se había dado cuenta de los sentimientos de sus amigos, y había esperado con ansias que el momento de la confesión llegara, pero los años habían pasado y a pesar de la mano que él les daba, ninguno de los dos parecía dispuesto a dar el primer paso, ambos se empeñaban en pensar que no había ninguna posibilidad de que el otro sintiera lo mismo. Ahora, Harry se había propuesto juntarlos a toda costa, y sabía quién le ayudaría…
- Amigo¡cuantos días sin verte!- Harry se sobresaltó al escuchar a Ron, y sonrió, mientras este le palmeaba la espalda.
- ¡Ron¿Nunca dejarás de crecer, amigo? Si te vuelves tan alto, será muy incómodo que puedas besar a Hermione.
Ron se sonrojó hasta tal punto, que sus orejas parecían arder, como siempre, e iba a contestar, pero no fue necesario.
- ¿Qué nuevas mentiras estás diciendo, Potter?
Harry rió de su propia sorpresa mientras corría a abrazar a su amiga. Ron, incapaz de reaccionar, miraba la escena con una mezcla de alegría, por verla, y decepción. Escucharla siempre había sido la mejor música, pero sus palabras le habían hecho un agujero.
- ¿Y tú que tanto piensas, Weasley, es que no vendrás a saludar a tu amiga?
Ron sonrió- A mi más preciada amiga, querrás decir.
Hermione, sonrió tristemente. Ella también sentía alegría por verlo y porque le dijera que era su mejor amiga, pero también se decepcionó porque no corriera a abrazarla como había hecho Harry y porque le recordara que era solamente una amiga para él. Había fantaseado con que Ron le partiera la boca de un beso al verla, y que le dijera que la amaba muchísimo, pero claro, era sólo una fantasía. Curiosamente, Ron había imaginado que hacía eso, pero para qué, si lo más probable, era que Hermione lo sacara entre enojada e indignada. Harry también había tenido la esperanza de que eso ocurriera, pero sabía que él se acostaría con Ginny antes de que Ron le confesara a Hermione lo que sentía, y que esta no sería nunca un libro abierto como los que leía, incomprensibles, pero abiertos al fin.
- ¿Cómo han pasado las vacaciones?- Hablaron animadamente durante dos horas, hasta que las doce se hicieron, y esperaron atentos la entrada de Molly con su hija.
Ginny caminaba junto con su madre hacia el punto de encuentro, estaba realmente nerviosa, presentía algo bueno, y no sabía qué tan bueno podía ser. Por milésima vez, sacó un pequeño espejo y se observó el rostro, maquillado, suavemente.
- ¿Quieres dejar ese espejo ya? Estás tan hermosa como siempre, y si no te alcanza eso para Harry, no sé qué te alcanzará.- Molly habló con impaciencia. Ginny guardó sonrojada el espejo, y no volvió a sacarlo. Todavía avergonzada, entró en el bar, y lo vio. Estaba aún más alto, y vestía unos jeans y una camisa con el cuello desabotonado. Ginny suspiró, eso y el despeinado cabello lo hacían más sexy de lo que ya era. Imposible olvidarse de sus ojos, que por alguna extraña razón, brillaban más que de costumbre. Molly entró detrás y se acercaron a la mesa.
Harry se quedó sin aliento, horrorizado¡esa no podía ser la hermanita menor de su mejor amigo! Había crecido mucho, vestía una minifalda de jeans que dejaba ver sus largas y tostadas piernas, y una camiseta con un escote que dejaba a cualquiera con la boca abierta. Sus pequeños pies se lucían en unos tacones que le mejoraban la postura hasta tal punto que sensual le quedaba chico. Y el cabello, rojo, fogoso… suelto, pero rebelde, con unas hebillas que le tiraban el flequillo hacia atrás, dejando al descubierto su frente repleta de pecas, y más abajo, sus ojos, llenos de picardía y contrariamente inocencia. Su magnífica boca, con esos labios gruesos y rosas, que entreabiertos mostraban su perfecta dentadura. Ginny se entristeció al ver la expresión de horror en el rostro de Harry, y ella que había pensado en deslumbrarlo… a pesar de todo, lo saludó con una sonrisa que no tenía nada que envidiar a ninguna otra en el mundo. Harry olió su irresistible perfume, y le devolvió la sonrisa algo atontado.
- Harry, por poco te leo el pensamiento. No puedes ser tan evidente.- Ginny no tenía la menor idea de lo que Harry pensaba, pero al ver la sonrisa tonta que le dedicaba, se acercó bastante. Una emoción dentro la alentaba, impulsada por eso se lo dijo y al parecer había dado en el blanco, porque Harry se sonrojó aún más que Ron antes, y lo miró a este como pidiéndole disculpas. Un punto a tu favor, Ginevra, pensó.
Hermione ahogó las risitas, a Harry casi que se le veía un hilito de baba y su amiga no había desaprovechado la oportunidad de hacérselo notar. Ginny era increíble, la admiraba muchísimo, y se había sentido muy feliz cuando el verano anterior, había ido a buscarla para escuchar un buen consejo de su parte, no recordaba sobre qué. Pero lo cierto, es que había podido demostrarle una madurez, que ni siquiera ella sabía que tenía, y que aún ahora, a veces perdía. Desde ese momento se hicieron muy amigas, inseparables, se complementaban la una con la otra. Y al saludarla, la abrazó tan fuerte, que Ginny pudo adivinar que era lo que pensaba.
- Ya Hermione, yo también me he acordado de cómo nos hicimos amigas el año anterior, también a mí se me infla dentro un globo de felicidad cuando lo recuerdo. Y también te admiro mucho.
Hermione le sonrió contenta. No hacía falta que se lo dijera, tenía la extraña sensación de que no necesitaba confirmar que todo estaba bien en su amistad, con solo verla, escucharla o pensar en ella, lo sabía.
- Hola hermanito.
- Llegó la chiquita de la familia- Respondió Ron, recibiendo como respuesta un golpe de su hermana y un suspiro de Harry que pretendía decir: ya lo creo, pequeñísima. Pero que rápidamente intentó disimular con un inexplicable ataque de tos.
- Harry, querido.- Ni se había percatado de la presencia de la señora Weasley, es que Ginny lo había impactado, se imaginaba a sí mismo besando esos labios que lo invitaban a sentirlos, y cuando dejó de mirarla por un instante, se encontró atrapado en uno de los abrazos de Molly.
- Hola, señora Weasley. ¿Cómo está?
- Bien, Harry, cariño, gracias. Hermione, cuánto me alegro de verte, estás hecha toda un señorita.- Le guiñó un ojo pícaramente, causando no solo el sonrojo de Hermione sino también de Ron, y la atrapó en un abrazo.
- También me alegro de verla, señora Weasley.- Dijo tímidamente.
Todos empezaban a sentir hambre, así que no tardaron en pedir la comida. Fue un almuerzo realmente divertido, Ron, Hermione y Harry reían de las ocurrencias de Ginny, y del severo reto que su madre le daba luego.
- Entonces- concluyó Ginny-, estos días de franco que he tenido el placer de obtener, debido a mí gran disposición y esfuerzo en lamerle los zapatos al que- no- merece- ser- llamado- ministro, han resultado franca y sumamente interesantes. Aunque los hijos de los- que- se- hacen- llamar- mis- padres- no cesaban de decirme que soy un… insoportable, gusano con anteojos, cosa que admito que es cierta…
- ¡BASTA!- La señora Weasley interrumpió la imitación de Percy que Ginny estaba haciendo, pero a esa altura, ya todos reían descontroladamente.- Basta, Ginevra.
A su madre seguía poniéndola triste, y a pesar de que sólo quería hacerle una broma, Ginny no volvió a tocar el tema de Percy, aunque siguió haciendo bromas, que la señora Weasley aparentaba que le enojaba, aunque en realidad, dentro se reía con ellos.
- Me parece que si todos han hecho ya las compras necesarias, deberíamos ir a la madriguera. Esta noche habrá una cena, todos tienen que arreglarse y yo debo cocinar.
De modo que, a través de los polvos flu, uno a uno, fueron desapareciendo de la chimenea del Caldero Chorreante, para aparecer en la de la madriguera.
