Fics de Avatar, la Leyenda de Aang.

La Venganza de Azula.

Capítulo Uno: La Mayor Maestra Fuego de todas.

Todo parecía normal en la nación del Fuego, ahora que Zuko era el nuevo Señor del Fuego y se había casado con Mai, su actual y única novia, ambos había tenido un precioso bebé. Desde que Aang había liberado a todo el mundo de las garras del Señor del Fuego Ozai y habían encarcelado a Azula, ya había pasado cerca de dos años. Cada uno de los participes en esta guerra, había tomado un camino diferente.

—Te veo preocupada Mai. ¿Te sucede algo?

Aang había ido a recorrer todo el mundo para restablecer a los Nómadas del Aire, mientras que Katara y Sukko habían regresado al Polo Sur, donde los esperaba un tratamiento de Héroes. Por su lado Toph, la ex-Bandida Ciega, había decidido retornar con sus padres, donde, luego de dolorosas reconciliaciones, su relación con sus padres nunca fue mejor, incluso, ya ni la escondían y hasta había sido invitada para enseñarle la Tierra Control a los mismos Maestros del Reino de la Tierra, todo gracias a un rey loco.

—Siento como si algo estuviera por suceder, Zuko —Mai se veía muy nerviosa, algo inusual en ella, quien rara vez mostraba sus emociones—. No había tenido este sentimiento desde que… —Mai guardó silencio, no porque quisiera ocultárselo a su esposo, sino porque no quería recordar a aquella persona.

Por su parte, la ex mejor amiga de Azula, aquella de las pocas que la llegó a derrotar, Ty Lee, no solo se había unido a las Guerreras Kyoshi, sino que se había vuelto una valiosa recluta. Durante su estadía, le enseño a las demás guerreras su técnica sobre los Puntos de Presión, pero luego de casi un año, Ty Lee decidió que era su momento para seguir adelante y decidió recorrer el mundo junto a un circo itinerante.

—Te preocupas demasiado Mai, soy el Señor del Fuego. La guerra acabo, además Azula esta encerrada en el Sanatorio más fuertemente vigilado de toda la nación —Zuko abrazó a su esposa, tratando de confortarla, pero esta no parecía tan aliviada—. Vamos Mai, tranquilízate, aunque mi hermana escape. Cosa que es imposible, jamás lograría llegar con nosotros. Estamos en el lugar más estratégicamente seguro de toda la Nación del Fuego.

Por su parte, el tío Iroh, luego de liberar Ba Sing Se y ver como su sobrino era coronado, regreso a reabrir su más grande pasión, su tienda de té. La cual tuvo mucho éxito, tanto que varios nobles iban a ella, incluso la realeza la visito en varias ocasiones. Iroh no podía estar más feliz, sin embargo aun sentía que le faltaba algo. Entre las cosas que más extrañaba, no eran sus fichas de Pai Sho, sino la compañía de su sobrino y este también lo extraño bastante.

—No lo se Zuko, me preocupa nuestro hijo —Mai en verdad lucía bastante preocupada—. Desde hace unos días atrás, eh tenido esos sueños. Donde Azula aparece y se roba a nuestro hijo para nunca más volver. Créeme Zuko, si eso sucede… no se que haría.

Por su parte, Zuko mando a ver a su tío y en presencia de todo el reino y amigos, lo envistió con el título de Consejero del Señor del Fuego Zuko, ya que fue quien siempre lo intentó llevar por el buen camino, guiándolo entre lo bueno y lo malo. Ahora era el consejero real del Señor del Fuego, un puesto muy importante, casi tanto como el del mismo señor del Fuego. Además, se había convertido en uno de los pocos Maestros Fuego, que enseñaban el Fuego Control, no alimentado por la Ira o el Odio.

—Esta bien, por ti pediré que redoblen la vigilancia —Zuko beso a Mai.

—Gracias Zuko.

Aunque desde que Azula enloqueció, había sido internada en un Centro de Sanación Mental en una Isla de la Nación del Fuego, donde era vigilada las veinticuatro horas del día. No había mostrado indicios de que fuera a mejorar, por el contrario, cada vez parecía que su estado empeoraba más y más.

—Debes hacerlos pagar a todos, todos los que te encerraron aquí.

Azula estaba prisionera, con una camisa de fuerza, pies encadenados, amarrada a la pared y con una especie de mascara que cubría su boca. Mientras, fuera de su puerta, varias personas se pasaban regularmente mirándola.

—Vamos Azula, deben pagar todos. En especial aquellas dos que te traicionaron.

Aunque Azula no podía hablar, seguía escuchando aquella voz que le decía que debía hacer. A veces conversaba con aquella voz, aunque lo hacia en voz baja, para evitar a los guardias.

—Tu hermano te robó tu vida, la vida que por derecho te correspondía. Tú eres la verdadera líder de la Nación del Fuego y lo sabes. Gracias a ti hubiera existido una verdadera unificación. Todos los pueblos del Mundo, serían parte de la Nación de Fuego.

Aunque Azula se mantenía callada la mayor parte de la veces, aquella voz que seguía retumbando en su cabeza desde que se desquició. Cada vez era más y más insistente, hasta el punto, de tratar de llamar su atención a como diera lugar.

—El otro traidor es ese Avatar, si el hubiera muerto desde un principió. Nada de esto hubiera pasado y tu serías feliz. Si ese relámpago lo hubiera fulminado como debía, si solo hubiera muerto aquella vez…

Por lo general Azula se resistía a aquella voz, los medicamentos ayudaban bastante. Pero desde hace pocos días atrás, ya no parecían tener el mismo efecto represor que antes y Azula notaba eso.

—Sabes, si realmente quisieras escapar, te sería muy sencillo.

—Escucho.

—Podrías fingir que tienes un ataque y cuando los guardias vinieran a verte, los podrías atacar.

—Demasiado predecible, lo primero que harían, es sedarme.

—Tienes razón. Que tal si intentamos un ataque directo.

—Estoy amarada de manos y pies, no puedo usar el Fuego Control. ¿Cómo crees que pueda escapar?

—Vamos, eres la Reina Fénix, no hay límites para tus poderes sobre el Fuego Control. Eres la que conquistó sola Ba Sing Se, una fortaleza que la Nación del Fuego no pudo tomar por años. Casi asesinas al último Avatar. NO HAY IMPOSIBLES PARA TI!

—Tienes razón… Soy Azula, LA VERDADERA LÍDER DE LA NACIÖN DEL FUEGO!

Los ojos de Azula literalmente estaban ardiendo, la princesa del fuego comenzó a respirar cada vez más rápido y fuerte, su aliento literalmente se convirtió en fuego y derritió la máscara que le cubría la boca, no sin herirla un poco.

—¿Estas bien?

—Lo estoy, esto no es nada para mí.

—Lo sabía, tú que dominas el Fuego Control, una herida como esa, no será problema. Tú no eres como el traidor de tu hermano.

Azula siguió concentrándose y literalmente la camisa de fuerza que la envolvía, se encendió en llamas, quemando no solo la camisa de fuerza y las cuerdas que la ataban a la pared, sino también su cuerpo. Aun con el dolor que le causaba aquellas llamas, no las apagó hasta que no se consumieran todas sus ataduras. Cuando Azule se liberó, cayó muy adolorida.

—Vamos, eso no es nada para ti. Eres Azula, la verdadera Líder de la Nación del Fuego y la mejor Maestra Fuego sobre la Tierra.

Aun muy herida, Azul se levantó, se arrancó parte de la ropa quemada y con un movimiento rápido, concentró su fuego en una pequeña flama que se hizo muy brillante, con esta, cortó las gruesas cadenas que la ataban, como si fueran de mantequilla.

—La verdadera regente de la Nación de Fuego esta aquí!

Varios guardias entraron al escuchar el grito de Azula, junto con enfermeros y médicos. Pero el control del Fuego de Azula era sorprendente, había logrado superar por mucho al de los mejores Maestros Fuego. Con su nuevo fuego concentrado, no solo venció a los guardias sin mucho problema, sino que, logró abrir un gran agujero en la pared y escapar del sanatorio.

—Alerten al Señor del Fuego Zuko, la Princesa Azula… ha escapado.

Sin embargo, la noticia no logró salir del Sanatorio, ya que este, explotó en llamas. Mientras a lo lejos, la Princesa Azula planeaba como hacer su venganza contra todas las personas que la traicionaron. En especial dos personas que tenía en mente, aquella que se quedó con su vida, su hermano Zuko y el propio Avatar, por el cual, todo le empezó a salir mal.

—Con quien empezamos primero, Azula querida.

—Estaba pensando en mi querido hermano, pero para ir con él. Necesitaré algo de ayuda.

—Y como en quien estas pensando.

Azula sacó lo que parecía ser un largo libro de sus ropas quemadas.

—Encontré información, acerca del paradero de ciertos enemigos que mi hermano y el Avatar hicieron durante sus viajes.

—Me parece una idea bastante interesante, querida Azula.

—Tú lo has dicho, mi hermano no sabrá lo que lo golpeó. Le daremos donde más le dolerá…

—Su hijo.

—Exactamente.

Mientras Azula y… su voz imaginaría se regodeaban en la grandeza de su plan, ignorando lo que vendría muy pronto, el propio Zuko recibía una grandiosa noticia.

—Entiendo, gracias.

El actual Señor del Fuego despidió muy alegre a un mensajero que llegó, al parecer con noticias muy buenas.

—¿Sucedió algo bueno? —Mai sostenía a su hijo en brazos, aunque seguía con su habitual forma de ser, algo estoica, no era porque no amara a su nueva familia, sino porque le era algo difícil mostrar sus emociones aun.

—Me acaban de avisar, que Aang vendrá para la Nación del Fuego. No te parece increíble.

—No lo veíamos desde tu coronación.

—Si, vendrá para celebrar el primer año del futuro heredero de la Nación del Fuego. El cumpleaños de nuestro hijo, no te alegra Mai.

—Como no tienes idea —aunque para otros la forma de responder de la esposa del Señor del Fuego Zuko, podía parecer bastante sarcástica. Para el propio Zuko, que sabía como era Mai en el fondo, entendía muy bien su forma de ser.

—También me enteré, de que el Circo de Ty Lee vendría a una función especial —Mai pareció interesada en las palabras de Zuko.

—Interesante.

—Parece que las Guerreras Kyoshi también vendrán a dar un espectáculo, así como los representantes de la Tribu Agua del Polo Sur, Katara y su hermano Sokka. Todo dedicado al primer cumpleaños del Príncipe del Fuego. No podía estar más feliz…

—Así que vendrá ella.

—Mai, ya te dije que entre Katara y yo, nunca paso nada —Mai miró algo sería a Zuko y luego de entregarle a su hijo, se retiró molesta—. Pero Mai, en serio, entre ella y yo, jamás paso nada. Te lo juro.

—No tenemos nada de que más hablar, Zuko —diciendo esto, Mai se encerró en su cuarto.

—Genial, a veces tu madre si que es difícil de tratar —Zuko se quedó hablándole a su hijo—. Pero en verdad es muy linda, no lo crees así, Junior.

—Señor del Fuego Zuko, perdone mi atrevimiento, pero debemos hablar.

El Consejero Real del Señor del Fuego, en otras palabras el Tío Iroh, acababa de entrar a la habitación real. Aunque tosió varias veces, el actual Señor del Fuego no pareció escucharlo, ya que parecía perdido en los recuerdos de su esposa.

—Tío Iroh, tu eres mi familia. Ya te he dicho que no necesitas llamarme así.

—Lo sé, pero dada la importancia de tu título, es mejor respetarlo como merece.

—Esta bien, que sucede tío… y por favor, nada de refranes esta vez.

—Le quitas toda la gracia.

—Bien, bien, no creo que uno este de más. Pero luego me dices lo que debías.

—Sino respondes el llamado pronto, tu halcón se ira y no sabrás si el mensaje que tenía para ti, era importante o no —Zuko miró confundido a su tío.

—Me doy, que dignifica.

—No significa nada, voltea, hay un halcón mensajero en tú ventana.

Cuando el tío Iroh iba a hablar, un halcón llegó de improvisto. Lo curioso es que el halcón llegará directamente con el Señor del Fuego, por lo general, los halcones llegaban al centro de mensajería y luego sus mensajes codificados eran traducidos, para ser enviados a donde debían.

—Veamos que tienes para mí, pajarito —Zuko le dejó a su hijo a su tío, luego tomó el mensaje del halcón. El halcón se fue volando apenas tomaron el mensaje, era como si lo hubieran entrenado para ello.

—¿Noticias importantes, sobrino?

—Ya lo creo, es de Sokka, el hermano de Katara.

—¿La chica de la Tribu Agua que te gustaba?

—¡Qué no me gusta! ¿Quieren dejar eso de una buena vez? Katara y yo, solo somos amigos. Además, estoy casado con Mai.

Se pudo escuchar desde el otro cuarto, una especie de ruido, como si se rompiera un objeto de cristal.

—Ya estas feliz. Mai te escuchó y quien sabe que me haga a mí ahora.

—Lo estaría, sino tuviera noticias más serías —Zuko se preocupó, al ver el rostro de su tío, inusualmente serio.

—¿Qué es lo que sucede, tío?

—Nuestros mayores temores se hacen realidad. Me informo la orden del Loto Blanco que el Sanatorio donde estaba internada la Princesa Azula, fue destruido.

—¿Fue Azula?

—Me temo que sí.

Ambos voltearon al escuchar un ruido de algo cayendo. Al voltear, pudieron ver a Mai, en el suelo, bastante asustada. Zuko intentó consolar a su esposa, pero esta no estaba asustada por lo que Azula les pudiera hacer a ella o a Zuko, sino a su hijo.

—Nuestro hijo Zuko, Azula vendrá a lastimar a nuestro hijo.

—Calma Mai, ni siquiera mi hermana sería tan tonta para atacar directamente el Palacio. Mientras no dejemos el palacio, nuestro hijo no correrá peligro.

—Espero tenga razón Zuko, espero tengas razón.

Continuará...