¡Hola a todos!

Disclaimer: Nada me pertenece, en cambio todo es de Masashi Kishimoto.


Tú, yo y esta Luna.


I


Caminando hacia el resto de mi vida.

(Hinata)


Cuando da un paso hacia adelante, ya no llora.

Las lágrimas se le han secado sobre el rostro, dejando un rastro salado que nace desde sus ojos enrojecidos, atraviesa sus pálidas mejillas y se pierde más allá del mentón. Pero ya no llora, quizá porque las lágrimas se le han agotado o porque sabe que no tiene caso hacerlo, ya nada va a cambiar. No ahora, no en ese instante. En cambio, da un paso más, y otro más detrás de este, acortando la distancia hacia ese futuro tan diferente al que se atrevió a soñar.

Que ilusa había sido.

Arrastra los pies como sí se tratase de su ejecución, y aunque no lo es, ella se siente como si fuera una condenada a muerte. Las pocas joyas que lleva le pesan, el traje la asfixia y el velo oscuro le provoca una sensación de claustrofobia. Cuando soñaba con ese día, nunca pensó que su traje sería tan negro como las mismísimas profundidades del cielo nocturno. Pero al menos, el color encaja. Porque más que una boda, este parece el funeral de todas sus ilusiones.

Y no es como sí pudiera culpar a nadie, después de todo ella fue quién decidió quedarse. Fue ella quien aceptó la misión de Hamura y le propuso aquel trato a Ōtsutsuki Toneri. Fue ella quien accedió a esa tragedia que aquel hombre de cabellos blanquecinos llamaba boda. Así que avanza, mordiéndose el interior de los labios y aferrándose a la tela de su traje, en un intento en vano de controlar el estremecimiento de sus manos.

Cuando llega al altar, no está su padre para entregarla a su futuro esposo ni su hermana dándole ánimos. No están ni Kiba ni Shino entre los espectadores, ni Kurenai junto a Mirai. No está su familia ni sus amigos. Solo está ella, rodeada de marionetas vacías y un hombre de parpados eternamente cerrados.

Y por un instante su corazón sangra —se lacera, se desgarra, se rompe un poquito más—, porque no son los ojos azules de su sol quien la recibe, ni es la sonrisa zorruna la que se dibuja en el rostro del novio. No. Son unas cuencas vacías y una mueca ladina, que en vez de avivar su alma, la apaga. Y quiere llorar —huir, correr, volar lejos de aquel lugar—, pero al contrario, acepta la mano del hombre y se posiciona a su lado.

Byakugan no Hime—susurra él, y en su voz se palpa la devoción y la fascinación.

—Ōtsutsuki-sama —dice en un gemido lastimero.

—Toneri —la corrige, tomando sus manos con delicadeza —. Desde hoy hasta el día de nuestras muertes, llámame Toneri.

Ella asiente, sintiendo un nudo en su garganta. Todo eso está mal.

— ¿Puedo llamarte por tú nombre, Hime?

Cierra los ojos con fuerza y afirma.

Hinata —dice, inclinándose sobre su rostro sin soltarla de las manos, como sí temiera que desapareciera —. Ōtsutsuki Hinata.

Entonces, la besa en la mejilla, sellando su nueva vida.


Nota: ¡Hola! Esta historia es un Spin-off del fanfic "Cuando nos volvamos a encontrar" (ambas historias escritas por mí), en donde relato en un compendio de viñetas cómo fue que nació la relación entre Toneri y Hinata, cada una de sus vivencias, sus roces, besos y hasta el nacimiento de su hija. En fin, su pequeña historia de amor antes de que atacaran a la Luna y ocurrieran los sucesos de la historia principal.

Ya sé, ya sé, en vez de esta colección de viñetas debería estar publicando un nuevo capitulo, pero el verano ataco y las musas se fueron de vacaciones. Pronto actualizo, lo prometo. Mientras tanto, los dejo con esta colección que espero disfruten.

¡Saludos!