Una de las ventajas de trabajar en un supermercado es que te enteras de todas las ofertas y los descuentos antes que nadie. Y tienes la ventaja de que puedes guardar productos y cobrarlos al final, es una de las mayores ventajas de estar en un supermercado.
Sabine normalmente llenaba de regalos a su hija, a veces la llamaba para que ella misma fuese a buscarlos, o a veces le llevaba regalos sorpresas.
Eso había sucedido hoy, que le había obsequiado una osa de peluche enorme, de color blanca y con un moño rosado adornando su cuello.
—¡Es tan linda! —exclamaba Marinette —. La llamaré la Princesa Rosa.
Tikki observaba la osa con ojos curiosos. En sus años como kwami había observado cientos de veces ese tipo de muñecos, normalmente los novios los obsequiaban a su pareja en fechas especiales. Esa osa se le hacia conocida.
—¿Tú mamá no tiene también un oso en su habitación? —preguntó la kwami.
El rostro de Marinette borró la sonrisa de modo automático.
—Sí, también tiene un oso. Pero no me deja traerlo aquí —se quejó la adolescente.
Marinette estaba sentada en su cama, Tikki se acercó flotando hacia ella.
—¿Qué tiene de malo que no puedas tener al oso de tu madre? —preguntó la kwami sin poder comprender el malestar de su amiga.
Marinette dejó salir un suspiro y después sonrió para poder dar su respuesta:
—Es solo que me gustó la idea de imaginar que esos osos están destinados a estar juntos. Pero mi mamá es la villana de la historia, ella los separa y no deja que puedan estar juntos —respondió con ojos soñadores —. Imagínate estar tan cerca y al mismo tiempo tan lejos, solo los separa una habitación —dejó salir un suspiró.
Tikki rió y se acomodó en la cabeza de la osa. Esa historia le había gustado, fue muy linda.
—Es como mi relación con Adrien —prosiguió con su relato —. Somos amigos, buenos amigos. Pero nos separa un salón de clases y nuestras distintas clases sociales... —dejó salir otro suspiro.
—Pero a diferencia de los osos, ustedes si tienen posibilidades de estar juntos —Tikki intentó animarla un poco. Marinette rió brevemente.
—¿Y quién dice que los osos no tienen una oportunidad?
Marinette se levantó de su cama, guardó su celular en su bolsillo y tomó a la Princesa Rosa entre sus brazos. A escondidas se dirigió a la habitación de su madre y colocó a la osa al lado del Príncipe Rojo.
—Ahora están juntos —festejó la azabache.
Los juntó de modo tierno y les tomó una fotografía. Luego de realizar su hazaña, volvió a su habitación sintiéndose feliz.
—¿Lo ves, Tikki? No existe el amor imposible —rió ella.
—¡Eso fue muy lindo! —festejó Tikki —. Me hiciste recordar los viejos tiempos, también tuve portadores con historias de amores imposibles —le comentó ella.
—¿Imposibles? ¿pero después los portadores terminaban juntos?
—No siempre, hay historias con bastantes giros extraños...
Tikki tuvo que contenerse para contarle que aquel gatito que ella rechazaba casi a diario era nada más ni nada menos que Adrien, el chico que la volvía loca.
En definitiva, el amor de Ladybug y Chat Noir podría ser correspondido, pero ellos eran demasiado ciegos y daban giros innecesarios.
—Espero algún día poder oír alguna —Marinette la regresó a la realidad.
—Lo harás, Marinette —"o sino se la contarás a tus hijos", que es lo más seguro.
Mi mamá me regaló esa osa y por alguna razón se me ocurrió esta historia. Sé que es algo tonta, pero me gustó escribirla XD
