¡Hola a todos!
Me vengo a anotar a la semana okikagu, intentare ser lo mas puntual posible con mis historia y escribir de casi todos los temas que fueron elegidas.
Aunque debo decir que no hice nada con el tema de "Okita yandere" por gusto personales.
Sin mas que decir, espero que le guste esta historia n.n
Los derechos de Gintama le pertenece al gorila Sorachi.
Si estas invitado a una boda, asegúrate de llegar temprano y lleva algún regalo.
[Umibouzo-Okikagu]
[Tema: Boda]
[Semi Au]
"Usted está cordialmente invitado para ver como dos personas completamente extraña unen su vida en este sagrado matrimonio.
Sougo Okita y Kagura del clan Yato.
Espera ansiosamente su presencia (Y su regalo)."
Kankou más conocido como Umibouzo, el ser más fuerte del universo, en este momento sentía como su alma se iba de su cuerpo a leer aquella curiosa carta que le llego hace unos minutos atrás. Esto debía ser una mala broma, sin embargo, detrás de la hoja estaba la firma de su pequeña y adorada hija; confirmándole que su gran pesadilla se hizo realidad. Provocando que una furia que nunca pensó que volvería a tener desde aquel accidente con los gigantes volviera a aparecer, provocando que los amantos que lo acompañaba en esa nave y estaban de paso escaparan por miedo a ser víctima de su ira.
Dio un grito para liberar algo de su enojo, provocando que el miedo creciera en los pobres acompañantes; quienes se quedaron inmóviles por el grito. Umibouzo, ignorante del terror que causaba a su alrededor, decidió ir hacia el panel de control de la nave en que navegaba actualmente y así, pedirle cordialmente y obligatoriamente que cambiara su rumbo hacia la tierra.
No podía perder ningún segundo en esta situación de vida o muerte.
Tenía que impedir que su hija se casara con un bastardo y matar a los irresponsables tutores de la tierra.
Había logrado su cometido y ahora la nave se dirigía hacia la tierra de los samuráis.
La mente de Umibouzo estaba llena de imágenes de su pequeña hija siendo capturada por un lobo, siendo encadenada por aquel ser despreciable y que su pequeña necesitaba su ayuda para salir de aquella situación; más que nada en este extendido universo.
La nave iba a su máxima velocidad que al momento que debían detenerse para aterrizar, apenas y pudieron controlar la nave. Provocando que chocara con un lugar aleatorio de Edo, más preciso, en un lugar donde se rendaba para hacer evento.
Los que ocupaban de dicho lugar tosían por el polvo que provoco aquella desconocida nave que había destruido la mitad del lugar en su intento de aterrizaje. Los más molesto a la situación era una pareja de recién casados, quienes estaban festejando la unión de su vida con sus amigos y conocidos, aunque ellos solo pensaba en los regalos que le habían dado y en la deliciosa comida del lugar.
No obstante, todos quedaron sorprendidos al ver como un paragua verde que tapaba una brillante calva sobresalía entre la multitud y el polvo, empezando a comprender quien tuviera la culpa del desastre que debían pagar después.
Un hombre con permanente y unos lentes que portaba a un joven humano escaparon del lugar, al reconocer a quien le pertenecía ese paragua, pero sobre todo, esa brillante calvicie.
— ¡HIJA! AQUÍ VIENE TU QUERIDO PAPI PARA EVITAR AQUELLA ABERRACIÓN QUE SE HACE LLAMAR BODA – grito Umibouzo al sentir más el aire fresco, su cabeza estaba tan concentrada en salvar a su pequeña que no vio como una katana envainada y un paragua le llegaba en la cara — ¿Quién se atreve a tacar al gran Umibouzo? – No tendría misericordia a sus atacantes.
— ¡Ya cállate papi! Si sigues así incluso los pelos de tu bigote se caerán – soltó la mujer que usaba aquel hermoso vestido de novia al estilo chino, que resaltaba su curva a pesar de no mostrar tanto su piel blanquecina.
Fue en aquel momento donde Umibouzo pudo darse tiempo para observar las personas que estaban presentes en aquel lugar de evento, encontrándose con cierto grupo de persona que conocía a simple vista por sus visitas para ver a su hija. Pero lo que más le sorprendió fue ver a su pequeña niña con aquel vestido de novia y al lado de ella a un hombre de cabello castaño, que vestía el típico smoking de boda.
Su hija ya se había casado con aquel desgraciado.
El calvo no pudo evitar sentir como el paso del tiempo caía de forma bruta a su ser. El solo observar a su pequeña hija vestida con aquel vestido al estilo chino y con el pelo arreglado con una trenza hacia al lado, ni que decir aquel ligero maquillaje que solo servía para resaltar su belleza natural; lo hizo enternecerse. Se parecía tanto a su amada Kouka y más por aquel peinado que llevaba. Su corazón se paralizo a darse cuenta de que su pequeña ya se había vuelto una hermosa mujer.
Sin embargo, ese pequeño momento, pero eterno para Umibouzo se arruino al percatarse como ese degenerado de cabello castaño tomaba de la cadera a su dulce hija. Haciendo que la ira creciera otra vez dentro de su ser.
— ¿Quién te crees que eres para tocar de esa manera a mi hija? – ya tenía listo su querido paragua para dispararse a ese maldito que sonreía de una forma sádica en estos momentos.
— Pero que suegro tan malo ¿Cómo no puede conocer el recién esposo de su hija? – el castaño de ojos carmín disfrutaba de la situación, a pesar del deseo asesino que tenía el calvo hacia su persona.
Incluso, el castaño tuvo que alejarse de su recién esposa para esquivar aquellas balas que iban hacia su cabeza y cuerpo.
— No seas tan insolente maldito mocoso – en su mirada se podía notar porque era el cazador más temido del planeta — Yo no he aceptado a ningún debilucho para ser el esposo de mi adora hija.
— ¿Quién le pediría permiso a un padre que está casi siempre ausente en la vida de su hija? – aquellas crueles palabras hizo que Umibouzo sintiera una presión en el pecho. Uno que no le dejaba respirar fuerte.
No quería aceptar que las palabras de su "yerno" eran ciertas.
— Ya cállate estúpido – vio como su adorada hija le daba un golpe en la cabeza a aquel maldito que decía ser su esposo.
Umibouzo no podía sentir más orgullo al ver aquel golpe que había dado su hija.
— Papi… - se notaba como su hija buscaba las palabras para explicarle todo de forma calmada — Quería decirte cuando llegarás, pero como nunca viniste y no pudimos aplazar más está boda…
— Especialmente, cuando el condón se rompió -confesó sin pudor el castaño. Empezando una pelea con la mujer de cabello bermellón.
Y esas palabras lograron que Umibouzo sintiera como su mundo se destruía. ¿Acaso había escuchado bien? Quería negarse aceptar eso, de que fuera una broma de aquel mal nacido. Sin embargo, la expresión de furia y vergüenza que tenía su hija por las palabras de ese desgraciado le hacía ver qué realmente era así.
Sentía que ya se iba a desmayar en ese preciso momento.
— Señor umibouzo, ¿Por qué no mejor se sienta y aprovecha de la comida que se hizo para festejar la boda de su hija? Ya habrá tiempo para conversar con su hija y su yerno – Umibouzo podía sentir el peligro que rodeaba a esa mujer de cabello café oscuro que estaba amarrado de una coleta, además de usar un kimono morado con detalles de flores para la ocasión.
Decidió mejor hacerle caso al escuchar su estómago rugir. Debía de llenar su estómago y recargar su energía para matar al bastardo que robo la pureza de su hija antes de la boda.
Dejo que aquella extraña mujer le guiará a la mesa. Veía como todos ignoraban la pelea que tenía su hija con el bastardo de cabello castaño, como si fuera lo más normal de mundo que ellos pelearán. Preguntándose cómo fue que ocurrió todo eso, incluso si realmente su hija se había casado y todo esto no era más que una falsa.
Estaba ya a punto de sentarse para comer y ayudar a su hija de matar al desgraciado cuando se dio cuenta de su presencia. No podía creer que él estuviera en aquel lugar al mirar por el lado izquierdo y ver cómo comía tranquilamente el festín por la fiesta.
— ¿Cómo es que estás acá, Kamui? – estaba sorprendido de que su hijo mayor estuviera tranquilo en aquella fiesta.
— Fui invitado por la tonta de mi hermanita y vine al saber que había comida~ - El hombre de caballera bermellón y corta, estaba ya en hacer la tercera fila de plato vacíos por la cantidad de comida que había digerido hasta el momento.
Demostrando la verdadera razón del que asistía a aquella boda.
— En otra palabra… has estado aquí todo el tiempo y… ¡¿NO HAS IMPEDIDO QUE TU PEQUEÑA Y DULCE HERMANA SE CASARA CON ESE BASTARDO DEBILUCHO?! – el calvo tenía unas ganas de golpear a su hijo mayor, pero primero debía que recuperar energía. Por eso solo había atinado a gritarle como lo haría un gran padre.
— ¿Por qué debía hacerlo? No me interesa lo que haga mi hermanita, además, policia-san es bastante fuerte como para darme una entretenida lucha. De hecho, ahora que lo pienso… con su unión me será más fácil luchar contra él - Umibouzo no podía creer lo que escuchaba de su hijo, parecía el más emocionado por el recién casamiento de Kagura. A tal punto de planear las futuras peleas con ese castaño — También la comida es bastante deliciosa, como para arruinarla en estos momentos~
Umibouzo no pudo negar las últimas palabras de su hijo mayor, tras probar aquellos deliciosos manjares.
— Incluso nos trajo un regalo – había intervenido Kagura tras sentirse satisfecha de haber golpeado a su ahora marido, también para demostrar aquel raro regalo que le dio su hermano mayor idiota.
Ignorando completamente el hecho de que su vestido de boda y peinado estaban arruinado.
— ¿Qué mierda es eso? ¿Por qué está oculto en un mosaico? Creí que Kamui seguía siendo un bastardo asexuado – expreso Umibouzo sus dudas al ver aquel dudoso regalo que tenía su hija.
— Es algo que se usa para las noches, según el niñero de mi estúpido hermano: el mosaico se irá cuando aparezca el horario de adulto -¿Cómo podía expresar tan inocentemente aquellas palabras? ¿Es que no se daba cuenta lo pervertido que se escuchaba aquellas frases? Umibouzo empezaba a tener la leve esperanza de que su hija fuera tan pura como el aceite de oliva.
— China… aún me sorprende que seas tan inocente a pesar que perdiste la pureza conmigo hace tiempo – y ahí estaba otra vez el bastardo degenerado, destruyendo su reciente esperanza de que su hija no había sido desflorada — Incluso te puedo enseñar cómo usarlo está noche, será gratuito – Umibouzo podía ver qué a pesar de su ropa destruida por la pelea anterior, sonreía en una mezcla de lujuria y sadismo.
No dudó en tirarle un tenedor a ese desgraciado que se negaba en llamarlo yerno, esperando que le llegará en la garganta y así, matarlo de un instante. Sin importarle mucho el dejar a su hija recién casada una viuda. No obstante, Umibouzo debía reconocer que el bastardo roba hija tenía unos buenos reflejos al esquivar el tenedor.
Antes de que ese castaño dijera otra cosa más que lo podía enfurecerlo, vio como su hija le pegaba en la cabeza y lo mandaba a callar. Empezando otra pequeña discusión entre ellos dos.
Fue ahí donde umibouzo decidió examinar a su pequeña hija. Vio como a pesar de mostrarse molesta tenía aquel peculiar brillo en sus ojos, recordándole mucho como su adorada Kouka lo miraba: ese resplandor representaba el amor puro e incondicional. Aquello fue un golpe en el estómago a Umibouzo, ver a través de las miradas que le daba su hija a ese castaño de ojos carmín, lo importante que era él en su vida.
Puede que había estado ausente gran parte de la vida de su hija, pero como buen padre y cazador, la conocía lo suficiente para saber en estos momentos cuan enamorada estaba de su, ahora esposo.
El golpe creció al darse cuenta que aquel castaño parecía responder aquellos sentimientos, convirtiéndolos en recíproco.
Ya se sentía el perdedor en aquella batalla unilateral.
— Por cierto, papi – la voz de su hija llamándole lo había sacado de su ensoñación. Haciendo que su mirada chocará con esos alegre e inocente azules de su pequeña hija.
Porque a pesar de todo seguiría siendo su pequeña hija que lo esperaba en medio de la lluvia, en aquel planeta que el sol apenas salía.
— ¿Qué pasa hija? ¿Ya te arrepientes de haberte casado y quieres que mate a ese desgraciado? – a pesar de su reciente reflexión, no podía evitar demostrar el desagrado que le tenía a ese ser que se convirtió en su yerno.
— No es nada de eso papi, además él merece sufrir en vida por dejarme en tal estado – soltó su pequeña hija, confirmándole de que dentro de su vientre ya llevaba su futuro nieto. Provocando que Umibouzo sintiera unas ganas de llorar por las emociones encontradas que tenía en esos momentos —. Solo me preguntaba si habías traído algún regalo… en la carta de invitación decía textualmente que esperábamos un regalo.
El cuerpo y la mente de Umibouzo se detuvieron en esos momentos, sintiendo su cuerpo congelado al recordar que no había traído nada para su no tan pequeña hija. Estaba tan absorto en impedir la boda, que en su mente no se le ocurrió traer algún presente para su pequeña.
Sentía como el sudor recorría a su cuerpo, mientras la sonrisa de Kagura se volvía en una terrorífica al pasar el tiempo.
— Bueno… sobre eso… - ¿Qué excusa daría? ¿Cómo podía salvarse de la furia de aquella mujer que venia a salvarla de aquel martirio que se hacía llamar vida matrimonial? Umibouzo hacia que su cabeza trabajara más de lo que había hecho en su vida de cazador.
— Parece que no trajo ningún regalo, china – y ahí estaba aquel maldito entrometido, riéndose divertido y con sadismo al verlo sudar de esa manera.
Ni con la mirada de advertencia que le daba Umibouzo parecía detener la diversión de ese castaño de ojos carmesíes.
— Papi… - el pobre calvo inmediato centro su mirada a su querida hija, sintiendo como su instinto le decían a gritos del peligro que estaba en estos momentos — destruyó parte del lugar que arrendó Soyo-chan para mi boda y ahora come el festín como si nada, pero ¿no trajo un regalo para el día especial de su hija?... espero que esté listo para perder los pocos pelos que le queda calvo.
Y desde ese día, Umibouzo a través del dolor aprendió que en las bodas debía traer un regalo. Si no quería provocar la furia de la novia y una futura madre.
