Este fic es un humilde regalo para Nybell, a la cual espero que le guste y disfrute tanto al leerlo como yo de escribirlo. Nada de Skip Beat! me pertenece, yo sólo he aceptado el Reto que lanzó Nybell para su Princesa Rosa de encontrarle un Príncipe Oscuro a María-chan.

Este fic participa en el Reto La Princesa Rosa de Nybell del forum La Caja de Pandora (LCDP).


Takarada María estaba resignada a quedarse soltera para el resto de su vida. No la malinterpreten, a sus recién cumplidos veinte años y habiendo sido presa de todas las maquinaciones de su abuelo, Takarada Lory, para encontrar pareja, y lo más importante según él, enamorarse hasta que perdiera el juicio y abandonara sus "pasatiempos", había conocido a todo tipo de hombres. María bufó molesta mientras se apartaba el flequillo de la cara. Ella se tomaba muy en serio eso a lo que su abuelo llamaba "pasatiempos", licenciarse en Ciencias Oscuras era tan prestigioso como hacerlo en Derecho, Bellas Artes o Administración y Dirección de Empresas ¿Por qué su abuelo no lo entendía? Su onee-sama la había apoyado des del principio y había pasado largas horas enseñándole a perfeccionar los muñecos de vudú, le debía su matrícula de honor. Y Ren-kun también había sido muy comprensivo.

María suspiró con nostalgia al pensar en su primer y gran amor. Cuando conoció a Tsuruga Ren encontró a un Príncipe de la Oscuridad en potencia, su corazón estaba impregnado de oscuridad, y eso enamoró a María, su pequeño corazón latió impregnándose de esa oscuridad que emanaba el actor. Que su cuerpo fuera esculpido por los dioses y esa leve sonrisa que tenía siempre cuando hablaba con ella sólo habían acabado de inclinar la balanza a su favor. Sin embargo Tsuruga Ren no era su Príncipe Oscuro, era el de su onee-sama, la cual se había convertido en Hizuri Kyoko cinco años atrás al darle el Sí, quiero al actor más deseado del mundo en el altar ante los ojos de Dios. Takarada María no sintió rabia ni impotencia cuando los dos actores le confesaron sus planes de compartir el resto de sus vidas como marido y mujer, sino les hubiera dado su bendición no hubiera podido ser la madrina de la preciosa hija de su onee-sama ¡Se parecía tanto a Kyoko aunque ella lo negara! Ella sabía que su onee-sama cuidaría del príncipe de Ren. ¡Cual fue su sorpresa al ver que el corazón del actor se purificaba al escuchar a su prometida llamándolo Príncipe de las Hadas! Aún se acordaba de la acalorada discusión que tuvo con la actriz más guapa de Japón el día de su boda.

- Ren NO es un Príncipe de las Hadas onee-sama –dijo María al entrar en la habitación donde Kyoko esperaba que su mánager la avisara para poder caminar hacía el altar.

- ¿Por qué no María-chan? –Preguntó curiosa la novia mientras se alisaba nerviosamente la falda de su vestido.

La nieta del presidente de LME tuvo que concentrarse por no quedarse absorta admirando la belleza de Kyoko. Ésta había vuelto a teñirse el pelo de su color natural y lo llevaba largo, así que se le había rizado y pequeños mechones se escapaban descuidadamente de su elegante recogido enmarcándole el rostro y dándole una apariencia muy juvenil. En el pelo llevaba pequeñas perlas rosas que hacían juego con la Princesa Rosa que después de tantos años seguía adornando su cuello. El velo le caía delicadamente por el rostro levemente maquillado. Y su vestido era sencillamente magnífico, de escote corazón y que caía un poco suelto por su cuerpo, pero lo que de verdad hacía único al vestido no era su sencillez, ni que lo hubieran diseñado especialmente para la actriz más famosa de Japón, lo que lo hacía tan especial era el encaje que lo cubría des de los hombros hasta la base.

- Ren-sama es un Príncipe de la Oscuridad, no puedes llamarle Príncipe de las Hadas, sobre todo cuando eso lo purifica –protestó María intentando centrarse.

- ¿Tienes miedo de que Corn pierda toda la oscuridad que a ti te atrae? –Cuestionó acertadamente la joven. María asintió y bajó la cabeza algo avergonzada-. ¿Sabes? Las hadas son seres completamente emocionales, tienen un corazón tan pequeño que sólo pueden sentir dos sentimientos, o aman apasionadamente u odian eternamente –La joven se dirigió hacia dónde estaba parada la preciosa adolescente-. Y sólo hay una sola hada en todo el mundo capaz de hacer aflorar o erradicar esos sentimientos de su corazón. No temas María-chan es imposible que Corn deje de ser un Príncipe Oscuro, una parte de mí quedaría descontrolada para siempre si eso pasara.

- Mogami-san, estamos listos –las interrumpió el mánager de la actriz asomándose a la pequeña habitación.

- Estoy lista para ser Hizuri-san –contestó Kyoko enderezando la espalda, apretando con demasiada fuerza el ramo de rosas y sonriendo con nerviosismo y expectación-. Hoy empieza el resto de mi vida. ¡Haré mi mejor esfuerzo, ténganme paciencia por favor! –exclamó haciendo una reverencia a los presentes.

- Levanta la cabeza estúpida o te arruinarás el peinado –habló una enfurecida Mouko-san al ver que la novia era tan descuidada como siempre.

- ¡Perdón! –Se disculpó Kyoko levantando la cabeza para todo seguido asegurarse que nada se había salido de su sitio.

- Deja de disculparte y estate quieta…

María dejó de escuchar la conversación ya que ella era la encargada de llevar los anillos, salió de la sala mientras entraba el dueño del Darumaya, que después de discutir acaloradamente con Hizuri Kuu y Takarada Lory (y ganar), se le había dado el honor de acompañar a la novia al altar. Cuando la música empezó a sonar María entró y vio que Ren estaba guapísimo con ese traje negro. Y también muy nervioso, la adolescente no pudo evitar que se le escapara una suave risilla al ver esa emoción surcándole la cara, Ren siempre mantenía las emociones bajo control sin importar en qué situación se encontrara, y tampoco pudo evitar contener el aliento cuando su onee-sama empezó a caminar hacia el altar. Se la veía tan feliz… Parecía que echaría a correr y se lanzaría a los brazos de su amado. Sin poderlo evitar miró de reojo al primer actor de LME y se sonrojó al ver como miraba a la que en breves momentos se iba a convertir en su esposa, y María supo en ese preciso instante que su Príncipe Oscuro debería mirarla del mismo modo, una mirada llena de orgullo, de amor, de respeto, de posesividad, de entrega, de anhelo…

La ceremonia pasó muy rápido, todos los invitados estaban atentos a la feliz pareja que no paraba de cogerse de la mano cuando el cura no miraba, de sonreírse, de susurrarse palabras y de ver en los ojos del otro el amor. Después del Sí quiero María sólo recordaba mucho movimiento y nerviosismo, finalmente se encontró sentada en la mesa de honor entre el vocalista de Bridge Rock y el joven actor Uesugi Hiou. Estaba charlando animadamente con éste último ya que sorpresivamente tenían algunas cosas en común cuando se desató el caos.

- ¡Rastrera! ¡No eres más que una sucia rata rastrera Mogami Kyoko!

- Shoutaro, por favor vayamos a hablar a otro sitio más privado –dijo la interpelada mientras se acercaba al mejor cantante de Visual Kei de Japón.

- Cállate –contestó cogiéndola con dureza por el hombro-. Soy el gran Fuwa Sho, no tienes derecho a decirme qué debo hacer.

- Estás bebido Shoutaro…

- ¡Maldita sea! ¡Llámame por mi nombre demonio chupa almas! No por ese sucio nombre de plebeyo ¡Soy la estrella más grande de Japón!

- Sho, suelta a mi mujer, por favor -pidió Ren que estaba cerca de los dos amigos intentando evitar golpear al cantante.

- Has caído tan bajo casándote con este asesino… Porque eso es lo que es, un asesino y un inútil sin talento alguno ¡No puedo creer que lo hayas elegido a él antes que a mí! Confieso que me sentí algo celoso al escuchar de tu noviazgo con él, pero con el tiempo me calmé ya que era imposible que escogieras a esa basura por encima de mí. Es tan típico de ti intentar ponerme celoso… Lo mío con Pocchiri fue sólo un juego. Y aquella noche que decidí darte una segunda oportunidad, de estar a mi lado tú… ¡Tú me dices que vas a casarte con este!

Para ese momento los periodistas invitados estaban haciendo su agosto sacando fotos de lo que iba a ser la exclusiva del año. Los más allegados a la pareja corrieron al lado de Ren para ofrecer apoyo e intentar calmar la ira del cantante, mientras que los otros invitados decidieron mirar el espectáculo des de sus respectivos asientos. María estaba fascinada, no porque su onee-sama estuviera siendo agredida, sino porque de los tres sujetos emanaba una gran oscuridad.

- ¡Como querías que te eligiera a ti después de que me usaras y me tiraras como a un juguete roto! Por nada del mundo volvería a ser aquella existencia vacía que sólo tenía ojos para ti. Asúmelo, he rehecho mi vida, hay un hombre mucho mejor que tú que ocupa mi corazón y al cual dedicaré el resto de mi vida, hoy lo he jurado ante Dios. Fundaré una nueva familia, tendré hijos a los que amaré y seré una gran madre, alguien de quien puedan sentirse orgullosos. Yo no te pertenezco…

La bofetada que el cantante le dio a su amiga de la infancia resonó por toda la sala. Todos los invitados enmudecieron y se quedaron inmóviles, sólo se escuchaba el eco de los flashes y la luz roja de las videocámaras parpadeaban grabando cada detalle.

- Cállate –contestó entre jadeos el cantante-. Ya basta de ésta tontería, ya te has divertido bastante. Ahora te llevo al registro civil para anular todo lo que has hecho. Y tú –habló dirigiéndose a su mánager la cual se encontraba entre los invitados-. Será mejor que te busques a otro representante. En cuanto a ti…

María ahogó una exclamación al ver que el primer actor de LME en un par de zancadas se acercaba al cantante y lo tiraba al suelo de un fuerte derechazo en la mandíbula. Actuó ya que Kyoko había conseguido soltarse y al ver que su mujer no corría ningún peligro decidió darle su merecido a ese ingrato.

- Sólo lo voy a decir una vez así que escucha con atención idiota ingrato –habló pausadamente mientras abrazaba protectoramente y estrechaba contra su cuerpo a la mejor actriz de Japón-. Tuviste tu oportunidad y la desperdiciaste de la forma más estúpida. Ahora ella es mía, y yo soy de ella. Deja de actuar como un niño consentido al que sus padres lo han dejado sin su juguete favorito. Ni en el hipotético caso que te merecieras a Kyoko te la entregaría. Ella es y siempre será una Princesa de las Hadas.

María suspiró de felicidad al entender las palabras de su hermana mayor. Ren tenía una oscuridad tan grande que nunca desaparecería, y Kyoko era la única que tenía el poder de controlarla, ya que los diablos de ésta estaban rodeando al actor con devoción y alimentándose de toda esa aura oscura que emanaba del cuerpo de éste. La excéntrica nieta del presidente de LME estaba fascinada con el espectáculo que se desarrollaba ante sus ojos ¿Cómo era posible que su hermana mayor no sólo poseyera una gran oscuridad en su interior y fuera capaz de dominarla, sino que además era capaz de dominar la oscuridad tan grande que albergaba en su interior Ren-kun? Porque Mogami Kyoko no era una Princesa Oscura, era una Diosa hecha carne y hueso, tenía el don. La adolescente tembló de placer al ver como la novia controlaba la oscuridad de su marido mientras se alimentaba de ella y le daba un poco de la suya.

¡Y por eso había decidido licenciarse en Ciencias Oscuras! Ella no tenía el don como su onee-sama, lo tenía asumido. Sin embargo podía entrenarse lo suficiente para ser la digna compañera de alguien que sí lo tuviera. Pero ya estaba algo harta de estarlo buscando y que éste no se dignara a aparecer, sólo le quedaba un año de carrera y ni en los eventos de ocultismo y magia negra a los que asistía había atisbado a alguien con el don. Se había divertido y había tenido a unos cuantos amigos, pero ella era de él

- Takarada-san, debería mirar por dónde camina –la regañó una voz masculina.

María bufó molesta ya que la reconoció a la primera. Des del suelo dónde estaba recogiendo sus apuntes vio como un compañero suyo de clase hacía lo mismo con los suyos. Podría haberse tropezado con cualquier compañero de su clase de Administración y Dirección de Empresas, pero no, se había tropezado con él, ese abominable sujeto que había dejado bien claro lo que opinaba de su otra carrera. Cómo lo odiaba ¡Y ella que por unos momentos creyó que tenía el don!

- Yo también me alegro de verle Kawabata-san –contestó mientras se ponía de pie y se alisaba la falda-. Buenos días para usted también… Ah no, no, que me cae mal, retiro lo que he dicho.

Y dejándolo con la réplica en la boca ésta se encaminó hacía el aparcamiento. Ese día había acabado con sus clases pronto, y había accedido a comer con su abuelo. Serían dos horas muy largas, demasiado, si su abuelo seguía empeñado en encontrarle una pareja le daría algo. Cuando llegó a dónde había aparcado su deportivo completamente negro abrió el maletero y dejó todo sus libros y apuntes dentro, se sentó y se cambió los zapatos negros de tacón que llevaba por unas bailarinas del mismo color. Cerró el maletero, abrió la puerta y se sentó delante del volante. Por suerte no tardó más de treinta minutos al llegar al restaurante donde la esperaba su abuelo. Una vez aparcó cogió su bolso y volvió a ponerse los zapatos de tacón, se soltó el pelo ya que lo llevaba cogido en un moño bastante desordenado y entró. No le fue muy difícil divisar a Takarada Lory ya que Sebastian estaba de pie a su lado e iban vestidos como dos guerreros samuráis. Cuando llegó a la mesa escuchó como su abuelo suspiraba con pesadez colgando el teléfono móvil.

- ¿Ha pasado algo? –Preguntó mientras se acomodaba en la silla.

- Un director novato y muy supersticioso es lo que me pasa –María no respondió, pero hizo un gesto para que su abuelo continuara explicándole la situación-. ¡Se está encargando de rodar el dorama más romántico del año! Y una parte importante de la trama sucede en una casa tradicional japonesa. ¡Y resulta ser que la única que ha encontrado que se adecua a sus exigencias está encantada! Ni lo pienses… -Añadió al darse cuenta de lo que acababa de decir.

- ¡Yo iré y lo solucionaré! –Exclamó feliz la joven sabiendo que por fin podría demostrale a su abuelo que sus "pasatiempos" eran cosa seria.

- Para qué habré hablado…

- ¿Están grabando aquí cerca de Tokyo no? Puedo pasarme mañana por la mañana temprano antes de mis clases… Será perfecto.

- No será perfecto –comentó Takarada Lory mientras masajeaba sus sienes intentando calmarse-. Sólo han sido un par de accidentes y alguna que otra desaparición.

- ¡Te demostraré de qué estoy hecha abuelo! Y cuando haya limpiado esa casa de espíritus malignos deberás inclinarte ante mí y reconocer mi genialidad.

La joven de pelo rubio y rizado se levantó y recogió sus cosas, mientras se dirigía hacia la salida Lory no paraba de gritarle que no se fuera y de amenazarla con desheredarla si se atrevía a salir por esa puerta. Debía preparar bien su equipo, quizás debería comprar algo de agua bendita de camino a su casa.

- ¡Ese loco ya ha contratado a alguien para que exorcice al espíritu! –Gritó el presidente de LME cuando su adorada nieta ya había salido del establecimiento-. Qué lástima Sebastian –murmuró dirigiéndose a su amigo y empleado-. Los jóvenes que iba a presentarle realmente valían la pena.