Lo que quedó de nuestro amor…

Edward y Bella llevan peleando casi todo su matrimonio por falta de tiempo, ya que ella es Psicóloga y el doctor, además de ser amantes de sus trabajos.

Un día, Bella cansada de que la historia se repitiese le pide el divorcio a Edward.

Él trata de hacer lo imposible por evitar esto, pero de un día para otro, Bella le informa que se irá de Estados Unidos para estudiar un doctorado en otro país.

¿Cómo reaccionará Edward?

¿Podrá él volver a despertar el amor de su esposa, impidiendo el divorcio?

***


Disclaimer: Este fanfiction ha sido escrito única y exclusivamente por mí y gracias a la colaboración de una amiga, Milahs! es necesario darle el crédito. Todos los personajes y nombres que hacen aparición en esta historia pertenecen a mi escritora Favorita Stephenie Meyer, que quede claro que yo solo los pido prestado por unos minutos, creando un nuevo escenario y una nueva historia. Yo digo NO AL PLAGIO.

Atte: Selenne

***

Capítulo I

"Esto no tiene arreglo"

-¡Basta Edward, lárgate de mi casa ahora!-. Gritó Bella lanzándome un libro que tenía a la mano.

Me agaché esquivando el objeto que me había lanzado.

Otra vez era lo mismo.

Bella enojada, lanzándome lo primero que se le cruzara por su camino igual que un tornado; Yo, esquivando todo, por su puesto.

Ya no era nuevo.

Incluso, pienso que nuestras estúpidas peleas ya se habían convertido en una incansable rutina que simplemente se repetía cada cierto tiempo.

-Bella… respira…

-¡NO! Quiero que te vayas ahora mismo de aquí, Edward… ¡Vete!-. Me volvió a decir en la cara.

Noté como sus manos temblorosas por la furia tomaban un cuadro, el único que tenía vidrio en la casa.

Era la foto del día de nuestro matrimonio.

Levanté las manos al ver como Bella lo empuñaba en mi dirección, listo para envestirlo en mi cabeza.

-Vamos, Bella… cálmate, Respira… canaliza tus sentidos…

-No uses mi Psicología en mí, Edward… porque sabes muy bien que no te resultará…-. Me respondió furiosa.

Esto era el resultado de tantas horas de trabajo acumulado.

Bella de repente cerró los ojos.

Tomó aire muchas veces.

Bajó lentamente la mano empuñada con la foto, relajándose.

Esto de ser Psicóloga, le ayudaba internamente. Aunque a veces, le afectaba enormemente en su carácter y su estado anímico.

Yo aproveché el momento. Me moví rápidamente detrás de ella envolviendo su cintura con mis brazos. Tomé la foto con mis manos y me quedé allí, muy quieto observándola sobre su tierno hombro muy tenso.

"Qué tiempos aquellos" Pensé dolorosamente.

Y ahora… ¿Qué quedaba de nuestro amor?

Solo peleas y palabras.

Sus hombros se bajaron, notando que se calmaba lentamente.

-Qué tiempos aquellos…-. Murmuró suavemente rozando con sus dedos mi mano al tocar el cuadro.

-Un matrimonio Feliz-. Agregué.

-Éramos. Ya no-. Dijo tajantemente.

-¿Por qué dices eso?

-¿Es que no te das cuenta? Peleamos cada vez que nos tenemos en frente, Edward. Y eso, no ocurre muy frecuente que digamos, con el tiempo que nos queda después del trabajo… pues…

-Solo lo ocupamos para discutir y de paso, romper la casa.

-Esto es insano para ti y para mí…

-Lo sé. Deberíamos dejar de hacerlo.

-Edward, hay algo que debemos conversar.

-¿Qué ocurre?

-Siéntate primero.

Hice lo que me pidió acomodándome en el sofá. Bella se sentó frente a mí en la orilla del otro sillón.

Tomó aire pesadamente.

-Deberíamos sopesar la posibilidad de…. Divorciarnos.-. Murmuró lentamente.

Me congelé.

¿Divorciarnos?

¿Bella quería librarse de mí? ¿Era eso lo que buscaba?

¿Es que acaso ya no me amaba?

Me quedé pensando un rato

-¿Quieres librarte de mí?-. Le pregunté tristemente.

-Quiero librarme de los problemas…

¿Acaso yo era un problema para ella, ahora?

Vaya. Eso dolía.

-Poniendo fin a nuestro matrimonio.

-Edward, esto es insano para nosotros mismos y más aún por nuestros trabajos. No tenemos tiempo para nada, y el que hay lo pasamos peleando. No es bueno, ni para ti ni para mí.

Ella tenía razón. Mi trabajo en el hospital aquí, en Florida me tomaba todo el tiempo del mundo. Y Por su parte, ella… pareciese que vivía en su consulta.

No por nada era una de las mejores Psicólogas del estado, y yo, el mejor Doctor de medicina general. Ambos éramos unos amantes de nuestro trabajo.

Pero algo estaba saliendo mal esta vez y gracias a ello, nuestro matrimonio se estaba hundiendo en un vaso de agua sin superficie alguna.

-¿Abandonarás nuestro matrimonio por tus pacientes?-. Le pregunté.

-Edward, sabes que amo mi trabajo con cada partícula de mi cuerpo, es mi pasión, es mi vida. Ayudar a los demás a satisfacer su dolor es… gratificante.

-¿Tú ya no me amas a mí?-. Le pregunté mirándola directamente a esos hermosos ojos color chocolate, que me derretían por dentro.

Ella hizo una mueca de dolor.

Cerró los ojos.

-Yo amo a mi trabajo-. Murmuró Bella.

-¡¿Dejarás que esas miles de personas locas, destruyan nuestro matrimonio?!-. Le grité levantándome del sofá de un tirón.

Esta vez era yo el que entraba en un trance de rabia.

Me dolía.

Ella prefería su trabajo, más que a su marido.

-¡No Son personas Locas! Son mis pacientes y yo los ayudo.

-¿Y no podrías ayudarte a ti misma primero o mejor aún a nuestro matrimonio?-. Le pregunté irónicamente.

Eso la detuvo.

Bella comenzó a respirar agitado.

Su espalda se arqueaba.

La conocía desde hace bastante tiempo como para notar que ella estaba entrando en el cólera.

Se levantó bruscamente del sofá.

-¡ESTO NO TIENE ARREGLO! TÚ MISMO NO TIENES ARREGLO EDWARD CULLEN-. Me gritó agriamente.

Entonces subió corriendo las escaleras hacia el segundo piso.

No la seguí.

¿Para qué?

¿Para seguir alimentando nuestro maldito odio?

Se oía ruido desde arriba. La conocía.

Sus tacones moviéndose incansablemente por toda nuestra habitación dejando un desastre tras de sí.

Abrió una cremallera rápidamente.

Tomé la foto de nuestro matrimonio en mis manos.

Me tumbe en el sofá mirando indiscutiblemente a la hermosa pareja que se veía allí.

6 años de puro amor. 6 años de un matrimonio.

Y 8, amándonos desenfrenadamente.

Toqué la cara de Bella, Sonriente y radiante con su vestido blanco que representaba su santidad y virginidad.

Se veía tan hermosa y tan joven con sus 18 años.

Yo, valiente temerario también con solo 18 años de experiencia.

¿Qué quedaba ahora?

Los mejores recuerdos de mi adolescencia afloraban como un mar de imágenes, todas juntas. Desde que tenía 16 años amando a una loca joven adolescente que llegaba al pueblo.

Y ella, irremediablemente también se había enamorado de mí, convirtiéndome en el joven más dichoso de la tierra.

Pero solo eran eso. Lindos recuerdos.

Lancé la foto sobre el sillón.

Con un pesado suspiro dejé que el dolor me inundara.

Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas una por una.

Era un extraño. Hacía mucho tiempo que no lloraba por algo.

Excepto la vez que casi la perdí a ella, en un horrible accidente.

Ser doctor te volvía una persona totalmente dura, y más luego de ver morir a tanta gente sin opción alguna.

Era difícil, pero sabía afrontarlo y por lo mismo, no podía existir contacto alguno de cariño con todas aquellas personas que se acercaban a mí pidiendo a gritos un calmante para su dolor físico.

Lo de Bella era diferente.

Ella sanaba almas y corazones.

Su trabajo era tan hermoso… pero tan costoso.

Otra vez la cremallera.

Me cubrí la cara con mis manos apoyándome sobre mis codos.

Ella bajó de nuevo, pero esta vez no se oía el hermoso andar de sus zapatos.

La miré inmediatamente.

Bajaba rápidamente con el pelo revoloteando sobre su rostro, demacrado también por el dolor.

¿Por qué tenía que amarla tanto?

Tomando aire me levante.

Me acerqué a ella y le quité la maleta de las manos. Sabía perfectamente qué significaba esto. La dejé en el piso y ella se quedó quieta mirando hacia el suelo.

Yo, tontamente miraba hacia el techo.

-Sé lo que esto significa.

Asintió cruzando los brazos sobre su pecho.

-Cualquier cosa… estaré en mi celular.

-No creo que necesite nada de ti.

-Bella… -. Le susurré acercándome.

Su puño en mi pecho me detuvo.

-Hasta pronto, Edward. Te notificaré de la demanda de divorcio. Solo una firma y ya…

-Adiós.

Me volteé tomando la maleta. Noté como Bella se acomodaba en un peldaño de la escalera, apoyándose en todo momento por el pasamano.

Ella también luchaba contra las lágrimas.

Miré por última vez la que había sido mi eterno hogar. Claro, ya no merecía ese nombre. Solo una casa y ya.

Cerré la puerta y metí la maleta en los asientos de atrás. Me coloqué el cinturón y con todas mis fuerzas apreté el acelerador, solo para olvidar…

***

Espero que les haya agradado el primero Capítulo, este fanfiction se viene con todo. Lo amo con toda mi alma ...

Selenne.