Como la Pluma y el Tintero

Capítulo I

Abrió los ojos lentamente, le dolía el cuerpo, como si hubiese estado en una pelea. Era increíble lo que un simple "Cruciatus" podía causar. Miró a su alrededor, pero no reconoció dónde estaba, así que trató de levantarse de la cama donde estaba tendida. Error, tenía tanto las muñecas como los tobillos amarrados al mueble, provocando que éste sólo sonara cuando trató en vano moverse y las cuerdas le dañaran la piel.

¿Dónde estaba? Lo último que podía recordar antes de desmayarse, era que había sido atacada por dos mortífagos resentidos que habían escapado de Azkaban. Ahí, en medio de la calle, mientras caminaba hacia su casa luego de una larga jornada de estudio, habían aparecido sin previo aviso y la habían torturado con la maldición imperdonable unas siete veces por lo menos. Y mientras sentía que sus huesos se quemaban, ardían dentro de su carne, sólo podía escuchar como los muy malditos se reían con crueldad, y le gritaban cosas como: "Esto te pasa por ser del lado de Potter, sangre sucia"

Trato nuevamente moverse, pero no consiguió nada. Y de pronto tuvo unas inmensas ganas de llorar. ¿Por qué era que este último tiempo le salía todo mal? Su relación con Ron, de tres años, acabada. Ginny, su mejor amiga, molesta con ella por no seguir con su hermano, y aunque le había dicho cientos de veces que su separación había sido acordada por ambos, se negaba a entender. Y estos dos factores eran mala influencia para sus estudios como sanadora. Sus maestros la habían regañado en más de una ocasión por distraerse y no cumplir con ciertos requisitos.

Este secuestro era la gota que rebalsó el vaso. Una gruesa gota resbaló por su mejilla, seguida por un profundo suspiro que sólo provocó que más lágrimas cayeran. ¿Qué haría ahora? ¿Alguien se habría percatado de su ausencia? ¿Alguien la salvaría?

-Si lloras les darás lo que quieren, Granger.

Esa voz, la reconocería en cualquier parte. La misma voz que una vez creyó odiar por su timbre orgulloso y arrogante, pero en la que tuvo esperanzas cuando fueron capturados. Sí, esa voz pertenecía al inolvidable y altivo chico Slytherin, Draco Malfoy, quien años atrás los había salvado de morir en su mansión.

Lo buscó con la mirada, la oscuridad de la habitación no le permitía distinguir con claridad todos los rincones, y las ataduras le hacían más difícil moverse. Sin embargo sabía que provenía de algún lugar a su derecha.

-Deja de moverte, o sabrán que has despertado.

Esta vez la voz parecía que se acercaba, por lo que sólo giró la cabeza, para no lastimarse de nuevo. Y cuando él pasó por frente a la ventana, lo vio. Ahí estaba, con la luz de la luna reflejada en la cara, mostrando cada perfecto rasgo de su rostro. Se veía mucho más compuesto que la última vez que lo había visto, en Hogwarts, tres años atrás, durante la batalla. Pero claro, ¿quién podría haber estado bien en ese tiempo?

Sus hermosos ojos grises parecían brillar con el fulgor que emitía la luna, una ligera barba adornaba su rostro, marcando su mandíbula y haciéndolo parecer más hombre. Y cuando se acercó aún más a la ventana, y fue iluminado en su totalidad, Hermione no pudo evitar pensar en lo atractivo que se veía. Vestía una camisa blanca, desabotonada los tres primeros botones, que se le pegaba al cuerpo, pudiéndose apreciar los grandes músculos de su espalda y brazos. Llevaba jeans oscuros, que se ajustaban perfectamente a sus largas piernas, y en su muñeca un reloj, que parecía ser de oro. Ya no quedaba rastros del escuálido y asustadizo chico de Hogwarts, ahora sólo podía ver a un hombre terriblemente guapo que se mostraba seguro de sus movimientos.

-Malfoy – susurró con voz débil, pues no tenía fuerzas para hablar. El rubio la miró con una sonrisa, típica de él, de medio lado, cosa que le pareció sumamente sexy.

¿En qué estaba pensando? Era Malfoy de quien estábamos hablando. Él la tenía ahí cautiva, amarrada, indefensa. Pero al momento en que le iba a replicar su comportamiento, gritarle que la soltara para poder darle una paliza, él llevó su dedo índice a sus labios, gesto propio de que guardara silencio, y luego se lo llevó al oído, y apuntó hacia afuera de la puerta, indicando que podía escuchar algo fuera.

-Cierra los ojos y aparenta no estar consciente – le susurró muy bajo, sólo para que ella oyera, y retrocedió nuevamente, quedando fuera de su vista. Sin embargo el desconcierto que provocaron sus palabras, fue apagado cuando escuchó unas voces y risas malvadas. Su corazón comenzó a latir con fuerza, pues de seguro eran los malditos mortífagos que la habían secuestrado, y estar ahí, atada, indefensa, sin la posibilidad de protegerse de ellos, la aterraba.

Y si bien, jamás pensó hacerle caso a su gran némesis de Hogwarts, ahora prefería hacerlo y no tener que enfrentarse a aquellos hombres. Cerró los ojos pensando en dónde había quedado su valentía Gryffindor, en lo decepcionada que estaría McGonagall si estuviera accediendo a las voluntades de un mortífago, en cómo la regañaría Harry si salía de esta.

Pero cuando iba a sacar su valor y gritarle a Malfoy que se fuera al diablo con sus órdenes, y que la soltara, escuchó como la puerta se abría, permitiendo el paso de los dos malvados.

-Vaya, la maldita sangre sucia sí que es débil – escuchó decir a uno – aún sigue inconsciente siendo que los Crucios que le lanzamos eran de poca intensidad.

-Al parecer ser la rastrera amiga de Potter es sólo un estúpido nombre – comentó el otro hombre, quien hablaba con mucho desdén. – Hay que divertirnos con ella, antes de pedirle rescate a Potter – continuó con un libido tono que le provocó nauseas.

Quería gritar, salir de ahí cuanto antes. Y se bofeteaba por dentro por no tener la fuerza, en esos momentos, para lanzarles un hechizo no verbal, y librarse de esa. Escuchó como los dos hombres se reían con perversión, mientras daban unos pasos hacia ella. Malditos mortífagos, de seguro la violarían, torturarían y la violarían nuevamente antes de realmente llamaran a Harry. Si es que lo llamaban.

-Crucio – dijo el primer mortífago, apuntándola con la varita, haciendo que inmediatamente sintiera como sus huesos y nervios se quemaban.

-Caballeros.

La voz de Malfoy resonó en cada rincón de la habitación con un tono temible, erizándole la piel. Ahora no sabía si era a los dos hombres que la habían secuestrado a los que les tenía recelo, o era a él, el rubio chico Slytherin. Nuevamente iba a abrir los ojos; qué estresante era no tener lo cinco sentidos al tanto de la situación que se estaba produciendo a su lado, sin embargo, notó que no podía.

Maldito Mortífago Oxigenado.

De seguro le había mandado un hechizo para que no abriera los ojos. Pero ¿por qué?

-Me parece que es de mala educación atacar a una chica si no está consciente, ¿no creen? – comentó con un matiz tan maduro que jamás habría pensado escuchar de él.

El rubio salió nuevamente a la luz, haciéndose visible para los dos hombres que miraban sorprendidos el rincón desde donde provenía su voz. La parsimonia con que daba cada paso para acercarse a la cama donde estaba tendida Hermione, acompañada con el semblante orgulloso y tenaz que adornaba su rostro de seguro podía exasperar a cualquiera, así como también ganarse su respeto.

-Jo… joven Malfoy, ¿qué hace aquí? – preguntó uno de los hombres, con desconcierto.

-¿Qué qué hago aquí, señor Rookwood? – Dijo con claro desdén – Esta es mi casa, por si no se habían dado cuenta.

-No somos estúpidos, Draco. Él se refería a que pensamos que estabas en Azkaban.

-Malfoy, para ti, Yaxley – el rubio los miró de arriba abajo, evaluando las mugrosas vestimentas que traían los intrusos de su casa, como un león ve a su presa. Claro, en este, caso, una serpiente al ratón – y digamos que tuve una suerte diferente a las suyas, señores.

-Pero eras seguidor del Señor Oscuro – comentó Rookwood confundido - ¿cómo…?

-¡Silencio! – Les gritó con autoridad, sorprendiendo a Hermione, quien aún luchaba por abrir los ojos – Yo hago las preguntas aquí. Así que explíquenme qué hace Granger aquí.

-Venganza – respondió Yaxley lleno de odio.

-Venganza – repitió Draco con burla - ¿Se vengarán de ella? ¿Les hizo algo?

-Eres tan ingenuo, Draco, ella es simplemente nuestra carnada, y bueno, de paso nos divertiremos un poco.

-¡Dije que me llamaras Malfoy, maldito! – gritó el rubio al momento en que los inmovilizaba de cuello a pies con un hechizo no verbal.

Los envió fuertemente contra la pared, haciendo que los huesos de la espalda de los hombres crujieran por el impacto.

-Ahora escúchenme bien, despreciables mortífagos de segunda mano, los ingenuos aquí son ustedes por creer que pueden usar mi mansión como cuartel para sus perversidades. – la forma de hablar de Malfoy le recordó a la castaña cuando la llamaba sangre sucia en tiempos de Hogwarts, cuando creían que eran simples insultos escolares, claro que ahora, también podía notar en el timbre del chico, algo peligroso, que la hacía estar alerta y no bajar la guardia. – Cuando llegué del trabajo hace una hora, lo único que quería era recostarme a descansar un rato, ¡pero ustedes malditos, desgraciados, me lo impiden con sus estupideces!

-Disculpe, señor Malfoy, por invadir en su cálida morada, y interrumpir su hora del biberón – dijo Yaxley, lleno de sarcasmo y rencor - ¡Madura de una vez, chico, y haz algo digno de reconocimiento alguna vez en tu puta vida! ¡No seas tan infame como tu padre!

Hasta ahí llegó el límite de la paciencia del rubio, quien, cegado por la rabia, elevó su puño y lo estrelló contra la nariz del mortífago, la cual crepitó probablemente quebrada y comenzó a sangrar.

-Tenía tantas ganas de hacer eso, Yaxley – dijo con una perversa sonrisa, mientras hacía como si se acomodara los nudillos, luego del golpe – hace tanto que quería tenerte aquí, como un perro, recibiendo mis maldiciones y puños. Y ¿sabes lo mejor? Entregándolos me aseguraré la libertad definitiva.

-Joven Malfoy, está hablando como un seguidor de Potter – comentó Augustus Rookwood con desdén – maldito traidor a la sangre, estás deshonrando nuestro clan y al señor Oscuro.

-¡Vete al diablo con tu honor! Ustedes, imbéciles, provocaron que mi familia lo perdiera y lo lamentarán por el resto de sus miserables vidas.

Su habilidad para tratar como escoria a quienes odiaba no la había perdido, pensó Hermione. Pero de cierta forma se alivió al saber que no era a ella a quien estaba tratando así, sino que a los que la habían secuestrado. En ese momento sintió como sus ojos dejaban de pesar, por lo que nuevamente trató de abrirlo, consiguiéndolo de inmediato. Y lo que vio fue algo que jamás imagino: dos mortífagos, uno rubio, viejo, que veía con odio a Draco, y otro con rostro horrible, donde las marcas de la viruela se expandían, y ojos de alguien que parece aburrido de la situación. Ambos estaban totalmente inmovilizados por lo que parecían ser cuerdas trasparentes, las que les dejaban movilidad sólo a la cabeza. Malfoy caminaba de un lado a otro, con la vista fija en ellos, observando su presa.

-Los enviaré a Azkaban, - declaró con tanto odio que podría haberse confundido, sin duda, con Voldemort - y si vuelven a tocar, ustedes, o cualquiera de sus estúpidos compañeros, un solo pelo de Granger, enviarlos a prisión será lo menos que haré.

¿La estaba defendiendo? ¿Él? ¿Draco Malfoy?

De seguro estaba soñando, porque no era posible que eso estuviera ocurriendo de verdad.

-¿Enamorado de la Sangre Sucia, Malfoy? – se burló Rookwood, y esta vez fue él quien recibió el puño del rubio. El mortífago escupió sangre, al tiempo en que miraba a Draco con odio, lanzándole un Levicorpus, dejándolo de cabeza en el aire.

Este improvisado movimiento, provocó que el rubio perdiera la concentración, por lo que ambos mortífagos pudieron escapar de sus redes invisibles. Draco se liberó del hechizo, pero al caer al suelo, recibió otro, tomándolo nuevamente desprevenido.

-¡Crucio! – gritó Rookwood apuntando su varita hacia Malfoy, quien, a pesar de sentir como el dolor lo recorría de pies a cabeza, no mostró gesto de debilidad en su rostro. – Escúchanos bien chiquillo, coopera con nosotros, o terminarás peor que la inmunda de ahí.

Yaxley volteó a mirarla, y al comprobar que estaba consciente, sonrió con malicia. El corazón de Hermione comenzó a latir con fuerza, presa del miedo que le profesaba ese hombre. Aunque debía admitir que morir no era a lo que más le temía, sino que ese asqueroso mortífago osara en tocarla.

Rookwood le lanzó otra imperdonable una segunda y tercera vez al rubio, quien sólo pensaba en la forma de distraer la atención de su ex compañero, de Granger. Yaxley le dio un codazo a su camarada, para indicarle su descubrimiento.

-Dé…jenla – exigió Draco desde el suelo, tratando de ponerse de pie.

-No te esfuerces, Malfoy – comentó el mortífago con falso tono fraternal -, quédate ahí en el suelo, para que estés en primera fila viendo lo que vamos a hacer. – Ordenó, mas el chico no pensaba hacerlo – he dicho que te quedes ahí. ¡Crucio!

Cayó nuevamente, pues las maldiciones que le estaban mandando eran cada vez más fuertes.

-Piensa, Hermione, no puedes dejar que esto suceda, lo torturarán hasta volverlo loco – se decía la chica, revisando mentalmente todos los hechizos no verbales que conocía. Sin embargo el único que se le ocurría era el que ellos habían usado con Malfoy. Levantó un poco la cabeza, y miró a Draco, quien le devolvió la mirada. Y al notar que ambos mortífagos lo estaban viendo a él, moduló – Aprovecha.

Con todas las fuerzas que le permitía el cuerpo, les lanzó a los seguidores del Señor Oscuro un Levicorpus dejándolos de inmediato de cabeza en el aire.

-Perfecto – dijo Malfoy, parándose rápidamente - ¡Petrificus Totalus!

Los dos hombres cayeron estrepitosamente al suelo, provocando que el rubio riera con crueldad. Se acercó a ellos, los tomó por las solapas de sus sacos, y desapareció, dejando a Hermione sola y algo desconcertada.


¿Qué tal todo el mundo? Este es mi primer Dramione, ojalá les guste. Lo vengo escribiendo hace tiempo ya, pero puesto que el tiempo no me sobra por la Universidad, no había podido seguirlo.

Bueno ¿qué les pareció el primer capítulo? Sé que es corto, pero si lo seguía, lo habría tenido que cortar en medio de una idea importante. Draco esta vez es alguien que esconde un secreto, algo que le permitirá más adelante sobresalir. ¿Cuál es éste? Bueno deben esperar a los capítulos siguientes.

Déjenme sus comentarios para ver qué tal les pareció y si vale la pena seguirlo. Me encantan los reviews, me inspiran a seguir y no dejarlas botadas :)

Sin más palabras, me despido. Nos vemos en el próximo capítulo.

MRS Taisho-Potter (05 de Abril, 2012)

PD: Felices Pascuas ^^