El sonido que emitían las cigarras resonaba en los oídos de dos personas que caminaban tranquilamente por la villa de Hinamizawa, así como también el lloriqueo atravesaba el bosque de la pequeña villa.

Era una tarde transformándose en noche, con el Sol que emitía anaranjados y brillantes destellos a sus espectadores, tiñendo el cielo y sus nubes, brindando un maravilloso y único espectáculo para cualquiera que estuviese observando. Ese era la tranquila tarde que abrazaba a una villa tan serena como Hinamizawa.

Observando la puesta mientras caminaban despacio estaban la chica femenina, linda e inteligente, al igual que su hermana, la peliverde Shion Sonozaki. Sus manos reposaban sobre una silla de ruedas, empujándola suavemente. En esta, reposaba el cuerpo del rubio hermano de Satoko, Houjou Satoshi.

Hacía ya un mes desde que juntos, todos decidieron vencer al destino, derrotando a la mente maestra de algunas desgracias de Hinamizawa, Takano Miyo. Todos sus amigos –según Shion- estaban disfrutando cada momento, ahora que sabían muy bien que la vida es sólo una. Ella estaba aliviada por haber acabado parte de la pesadilla de no tener en sus brazos a Satoshi, aquel que era su mejor amigo. Hacía exactamente una semana que el amable doctor Irie dio la agradable y esperanzadora noticia que Satoshi al fin saldría de ese estado médico fatal, motivado por la horrible enfermedad del Síndrome de Hinamizawa. Ella pasaba cada uno de esos días desde que se enteró que su amado estaba con vida cuidándolo y protegiéndolo detrás de aquella ventanilla de vidrio la cual jugaba el papel de una cruel prisión, una barrera entre él y ella. Cada noche y no le importaba si se desvelara, velaba por la paz y tranquilidad de Satoshi. Se sentía tan aliviada de que estuviese vivo, de mantener al menos la esperanza que algún día, él podría levantar su mano con delicadeza para acariciarle gentilmente la cabeza de Shion. Llegó a amarlo tanto, que incluso dejó de odiar profundamente a su hermana pequeña, la consentida y juguetona Satoko Houjou, gracias a la promesa que hizo. Aquella promesa, incluso hizo que su corazón se balancease entre el peso de la seguridad de no odiarla y por otro lado. La responsabilidad que conlleva proteger de ella. Pero a la vez, se sentía confundida y preocupada por Satoshi, al verse la posibilidad, como dijo el Dr. Irie, que Satoshi perdiera la habilidad de hablar por siempre. Tenía miedo del abismo en el cual estaba a punto de caer Satoshi, tenía miedo que a pesar de los cuidados y el amor que brindaba ella, él perdiera las ganas de vivir.

- ¿No es linda la puesta de Sol? –preguntó ella sin muchas esperanzas de que su acompañante contestara-

- Sí -musitó el rubio sin cambiar la expresión de su mirada-

- Todos los días en los que no estuviste a mi lado yo siempre contemplaba la puesta de Sol... Eso me recordaba tu rostro y tu voz -recordaba con cierta alegría y tristeza a la vez la peliverde- Me daban esperanzas muy en el fondo de mi corazón que tú no habías muerto.

- Sí -musitó nuevamente sin cambiar la inexpresividad en su rostro-

- Me alegro de haberte encontrado, Satoshi-kun -dijo Shion mientras sonreía- ¿Recuerdas la primera vez que nos vimos? Acariciaste mi cabeza con suavidad y cariño -recordaba divertida-

- Sí -replicó insistentemente-

- Ese día supe de alguna manera que me iba a enamorar de tí. Eres tan dulce, perseverante, tierno y protector con la gente... Nunca encontraría a alguien así.

- Gracias -dijo con cierto tono expresivo y una indistinguible y suave sonrisa en su rostro-

- No. Gracias a tí. Tú has cambiado mi vida, mi todo. Eres mi mundo, Satoshi-kun. Jamás te dejaré -dijo la Sonozaki mientras cerraba los ojos- Prometo estar contigo en las adversidades y en la enfermedad, así como en tu tristeza y en tus alegrías.

- Tú también lo eres para mí -dijo en voz baja provocando que Shion detuviese la silla de ruedas, incrédula-

- En... ¿en serio? -preguntó perpleja-

- Sí -contestó con cierta idea en su mente antes de hacer una breve pausa-

- Shion... -llamó con voz ronca el rubio-

- ¿Dime?

- ¿Podrías agacharte delante mío? -pedía-

- S...sí -replicaba algo confusa-

Shion ahora se trasladó delante de Satoshi, arrodillándose y pensando confusa el porqué le habría pedido eso. Mantenía sus verdes ojos puestos en los ojos de Satoshi, esperando a que el rubio perpetuara alguna acción. Vió como Satoshi levantaba débilemente su mano y la colocaba encima de su cabeza, acariciándola y haciéndola sentir bien.

- Yo también me alegro de haberte conocido, Shion -dijo mientras sonreía-

Shion jamás olvidaría esa expresión en su rostro. Sabía que aunque algunas veces fuera algo inexpresivo, en el fondo de su corazón, Satoshi la amaba y no terminaba de agradecerle por todo lo que había hecho por él.

Satoshi estaba realmente feliz. Al contrario de algunos enfermos con el Síndrome de Hinamizawa, no sentía culpabilidad, impotencia ni tristeza, pues sabía que el más grande tesoro y la muchacha más tierna y servicial que pudiese haber existido la tenía a su lado, a sabiendas que nunca lo iba a abandonar.


¡Hola!

Este es el primero de un conjunto de drabbles dedicados al anime de Higurashi no naku koro ni. Espero que les haya gustado n.n Próximamente subiré el siguiente.