LOS PERSONAJES DE SAINT SEIYA SON PROPIEDAD DE MASAMI KURUMADA Y LA TOEI. NO TENGO DERECHOS SOBRE LOS MISMOS, Y POR LO MISMO EXPONGO QUE NO PERSIGO NINGUN LUCRO, NI PUBLICIDAD

Esta historia me la contó una ninfa del río. No puedo dar veracidad porque no estuve allí, pero me pareció tan linda que la quise compartir con ustedes. Espero que no se me olvide ningún detalle

1 Parte. La Idea

En un hermoso universo, muy lejano y difícil de explicar para nosotros los simples mortales, se encontraba el padre Zeus, contemplando desde su majestuoso trono de oro, decorado con un sin número de piedras preciosas, la destrucción y pasiones de los seres humanos.

- Parece que nunca aprenden – decía mientras se reía de los disparates del presidente de Irak, declarando la guerra a sus enemigos – No entiende que no le es dado por el destino ganar esa batalla. Pero dejemos que gane, solo esta vez

Así, cuando ese hombre emitió su amenaza, el padre de los dioses asintió con su cabeza, haciendo que el trono se estremeciera, evidenciando su veredicto por medio de un relámpago que surcó el cielo árabe, dando a lugar un equívoco pensar del acecho de una tormenta.

Zeus llevo a sus inmortales labios una copa de ambrosía y sonrió al degustar su excelente sabor… o lo que lo llevo a sonreír fue la presencia de alguien muy preciado para él.

- Padre – dijo el hombre haciendo una leve reverencia – Las Parcas han decidido el destino de la tierra, y es nuestro deber hacerlo cumplir.

- Febo, hijo querido… ¿cuántas veces discutiremos el mismo asunto?

Apolo se incorporo y dejando de lado las palabras de su padre, insistió en sus pretensiones. No era la primera vez que intentaba cumplir su voluntad

- Las veces que sean necesarias padre – dijo el joven de cabellos de fuego – los humanos nos han olvidado desde hace mucho tiempo, y lo peor es que su conducta es imperdonable: matan, mienten, engañan, son desleales e indecorosos. Con la excusa de acabar con sus enemigos, destruyen a seres inocentes y construyen bombas para enfermar a otros, y lo peor es que afectan a la tierra, que por derecho pertenece a los dioses. No podemos permitirlo

Zeus contemplo por un instante a su hijo. Era hermoso, lleno de energía y poseía algo que no tenían sus otros hijos: nobleza y un gran corazón que le impedía cumplir con la maldición de los crónidas de matar a su propio padre para suceder el trono. Por eso, a pesar de los reproches de Hera, Zeus procuraba complacer a Apolo siempre y cuando no desafiara su autoridad. Como ahora

- Apolo, debes recordar la promesa que le hice a Atena, tu hermana. Ella me hizo recapacitar sobre el destino de la tierra, demostrando que aun existen las virtudes del amor, la esperanza, la fe y la amistad. Ha arriesgado su vida y se ha negado a volver con nosotros con tal de proteger a sus caballeros y su querido planeta ¿crees que debo ignorar esto? – y al decir sus razones, se levanto del trono dando algunos pasos hacia su hijo.

Febo apretó uno de sus puños. Cuando se trataba de Atena le era difícil contenerse – Esa descarada no merece ser llamada una diosa ¿hablas de abnegación y sacrificio? – Y al decir esto sus ojos azules parecían emitir llamas – Desde tiempos inmemoriales ha tratado de limitar a Hades, y tú pareces ignorarlo. Acabó con Abel y Eris (lo cual no lamento, ni me importa), y les envió al Tártaro, sitio destinado a los ruines mortales, y ahora debemos esperar 20 lunas nuevas para sacarlos de allí. Destruyó el templo de Poseidón, y encerró su alma en una inmunda vasija, que menos mal que no fue lo suficientemente efectiva y le permitió liberarse.

Además mató a dos de los Ángeles de Artemisa, hizo que el tercero la abandonara, e instigo al inmundo del caballero de Pegaso a atacarme a MI, lastimando mi mejilla ¡Es una ofensa para los dioses que no pretendas darle un castigo! ¡A pesar de que te irrespeta, y sus caballeros blasfeman contra nosotros tú les premias y les permites seguir viviendo!

Apolo le dio la espalda a su padre. Su respiración era agitada y trataba de controlar la explosión que arrebataba su pecho. O lo que nosotros llamamos, las ganas de llorar, pero ellos los expresan de forma diferente.

Zeus no supo que contestar. Durante años trato de mediar entre las riñas de Apolo y su hija predilecta, y nada había dado resultado. Hasta una vez trato de que ellos se desposaran, resultando en que Atena se refugiara entre las diosas del mar después de destruir la sala de banquetes, y que Apolo formara una fiesta bacanal , donde yació con cinco doncellas el mismo día, para causarle a su "prometida" tal repulsión que hiciera impensable dicha unión. Lo peor de todo, era que Apolo tenía razón al afirmar que él estaba siendo complaciente con su hija, echando de lado las normas que durante siglos Zeus luchaba por hacer cumplir.

Después de dudar por un momento, Zeus se acerco a su hijo colocando una mano sobre su hombro divino, obligando a Apolo a mirarle. El ambiente enrojecido momentos atrás por el cosmos furioso de Apolo, se dulcificaba dando lugar a destellos de luz que armonizaban con la hermosa bóveda celeste.

- Febo – dijo Zeus en un tono de voz más imperioso que el anterior – Tú decidirás el destino de la tierra. Aunque las parcas han designado que la misma debe ser destruida, somos nosotros los que decidiremos el día. Quiero demostrarte que te equivocas al afirmar que le permito a Atena cumplir su voluntad ante la mía. Solo tú decidirás si la vida de los humanos ha llegado a su fin, o aun puede esperar

Apolo quedo estupefacto ante sus palabras ¡por fin su padre lo tomaba en serio!¡llego el día en el que él triunfaría sobre Atena y su deseo de preservar la tierra y a sus caballeros!

- Padre – al decir esto, inclino una de sus rodillas en señal de reverencia – No te decepcionare. Los humanos recibirán lo que merecen

Una sonrisa asomo los labios de Zeus. Apolo dudo de las buenas intenciones de su padre. No era buena señal

- Solo una condición. Deberás convivir un tiempo en la tierra con los mortales. Solo así sabrás si haces lo correcto

- ¿Que yo debo…? – y allí Apolo corto sus palabras. La idea de culminar con el planeta era suya y si quería lograrlo debía sufrir las pruebas impuestas por Zeus. Pero hacia tanto tiempo que no iba a la tierra… ¿cómo sería ahora?

- ¿Me destierras del Olimpo padre? – dijo Apolo cruzando sus brazos, dejando claro que no le era fácil tal resolución. Ya una vez vivió como mortal, y no le fue muy grato.

- Claro que no hijo – y al decir esto, coloco de nuevo la mano sobre el hombro del joven dios – puedes ir y venir cuando quieras. Aquí siempre estará tu lugar. Lleva contigo a tus guerreros, ellos estarán gustosos de volver a la tierra. Y no pelees de nuevo con tu hermana

Apolo esbozo una sonrisa, y desapareció