Abrió sus ojos lentamente, y no pudo observar nada; trató de ver sus manos, las sentía allí, pero no podía verlas; trató de orientarse, de palpar el suelo, pero solo consiguió tocar tierra, húmeda y fría. El propio sonido de los latidos de su corazón llenaron su cabeza. Entonces escuchó esa voz.
-¡Ayúdenme por favor!-
La reconoció al instante. Sus manos comenzaron a temblar con fuerza y tuvo que sujetarlas para poder pensar con claridad
-¿Donde estas? ¡Te escucho pero no puedo verte!- intentó gritar más fuerte, llamarlo y decirle que no estaba solo, pero su voz se escuchaba lejos, mientras una punzada de dolor crecía inundando todo su cuerpo.
Trató de pensar con calma, correr, tratar de llegar... pero no sabía hacia donde ir.
-¿Dónde estás? ¿Dónde? No puedo verte.-
Entonces, un rayo de luz verde iluminó la vasta oscuridad de la noche y de pronto todo volvió a ser como al principio.
Tinieblas, silencio y luego el sonido de mil trozos de cristal que cayeron a sus pies.
Despertó sin recordar donde estaba. Pasó sus dedos por su cabello húmedo y respirando lentamente, abrió los ojos.
Observó las paredes tapizadas del cuarto de baño, el jarrón de cerámica con flores pintadas a manos y la tina de patas de león donde estaba sumergida, ya el agua tibia con aroma a flores empezaba a enfriarse.
Se incorporó, dejando la tina y alcanzando una toalla para secarse el cabello. Las gotas de agua enjabonada, recorrieron por su cuerpo para morir en las fibras de la pieza que la envolvía.
Entonces, se dio cuenta de la copa de cristal rota en el suelo y el vino derramado. Agitó su mano rápidamente
-Evanesco- conjuró mientras los trozos de cristal y el liquido desaparecían del suelo.
Las hojas de papel del diario el Profeta levitaron su camino hacia la chimenea en el otro cuarto, mientras Sophie entraba a su habitación y contemplaba las llamas avivadas por el papiro del diario. Ardiendo en llamas la foto de una calavera con una serpiente dentro, bajo el titulo a seis columnas: ¡Mortífagos en mundial de Quidditch!
Suspiró tratando de alejar de si las imágenes de su pesadilla mientras deslizaba sus manos entre un conjunto bordado de dos piezas. Escuchó tres toques leves en su puerta, alcanzando una bata larga de grueso terciopelo azul.
-¿Quién es? - preguntó
Al otro lado de la puerta una voz masculina, fuerte que arrastraba las erres, pero sin embargo sonaba con dulzura contestó.
-Soy Viktor, Igor dijo que querías verme ¿puedo pasar?
Una delicada sonrisa pasó por el corazón de Sophie, estar con Viktor siempre le alegraba el día. Avanzó hacia la puerta y abrió, observando un joven alto y fuerte, de piel pálida y ojos oscuros que la miraban sonriendo amablemente.
-Pasa por favor- posó un beso en la mejilla del joven mientras lo invitaba a sentarse a su lado- ¿cómo has estado? No te he visto desde el día que zarpamos, y sospecho que ese idiota ambicioso de Karkaroff no te ha dejado respirar.
Viktor Krum sonrió imperceptiblemente, tomando las manos de Sophie entre las suyas.
-Te preocupas demasiado tía Sophie, ya no soy un niño. Además, es posible que el Cáliz de Fuego no me elija a mí como campeón de Durrmstrrang
-Te elegirá a ti, Karkaroff esta tan obsesionado que pondrá él mismo tu nombre en el contrato, pero no te mandé a llamar solo para eso ¿sabes? quería darte esto- tomó su varita, y con un rápido giro un libro salió flotando de su buró, posándose en sus manos Criaturas fascinantes: Dragones. Guía completa de estudio- Recibí un mensaje de Londres, al parecer solicitaron algunos dragones a Rumania- dejó el libro en manos de su sobrino.
-¿Por qué haces esto?- le preguntó mirándole a los ojos con el libro en las manos.
-Porque si el idiota arrogante de Karkarrof pone tu nombre en ese artefacto te escogerá, es sangre de campeones la que corre por tu venas Viktor, y aunque odie el hecho de que te ponga en peligro, no puedo evitar sentirme orgullosa de ti y haré todo lo que pueda para que regreses sano y salvo a casa... ahora déjame dormir que esto cansada y debo lucir hermosa para cuando lleguemos a Hogwarts
Posó el dorso de su mano en su frente, haciendo un gesto teatral, mientras una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro. El joven de ojos oscuros sonrió y se despidió, dejándola sola con sus pensamientos.
Era una sala enorme. Sin embargo, parecía pequeña por la cantidad excesiva de objetos y retratos que habitaban en ella, una a una todas las paredes se adornaban con las imágenes animadas de los magos y brujas que habían hecho historia a través de los tiempos. Cuchicheaban y abandonaban sus retratos para pasearse por los cuadros vecinos, comentando a susurros los asuntos que allí se escuchaban.
Un anciano de larga barba blanca, ojos azules y lentes de medialuna se inclinaba sobre una fuente de piedra sólida. Largos hilos de plata se enredaban en su varita, mientras él los depositaba en el Pensieve, agitando el agua con sus uñas largas y amarillas.
-¿Quería verme Profesor? - Albus Dumbledore levantó la vista y observó al hombre alto de piel pálida, que avanzaba hacia su escritorio de madera labrada. Señaló hacia la silla delante de él y asintió.
-Pasa Severus, toma asiento por favor ¿Puedo ofrecerte un trago de whisky de fuego, o tal vez hidromiel? , Madame Rosmerta se dignó en abastecer mis reservas- chasqueó sus dedos y dos vasos aparecieron de la nada.
-No gracias –respondió Snape, con mirada impaciente hacia el anciano- le ruego que me diga lo que desea de mi, profesor, en este momento tengo cosas que hacer-
-Como gustes... –respondió Dumbledore, mirando inquisidoramente a su interlocutor- he solicitado tu presencia esta noche porque necesito consultarte varias cosas, entre ellas saber si has leído El Profeta en los últimos días-
-Todo el mundo sabe lo que paso en el mundial de Quidditch, Dumbledore –respondió, sin ninguna expresión en su rostro- pero no creo que me haya llamado solo para eso, ¿algo mas ha ocurrido, verdad? ¿Algo que no está en los periódicos quizás?-
-Como siempre, la perspicacia te hace honor Severus... si, algo mas ha ocurrido, pero antes de que hablemos de esto, debo preguntarte... ¿cómo se conjura la marca de Voldemort? -Dumbledore dejo el pensieve, mientras caminaba hacia un enorme pájaro dorado. Fijando la vista en sus plumas de fuego, acariciando lentamente su cabeza mientras esperaba la respuesta del otro.
Al otro lado de la sala, Severus Snape observaba el anciano mientras recitaba todo lo que recordaba respecto a la marca tenebrosa.
-Morsmordre –afirmó- confío que sabe latín, mors significa muerte y mordre del francés muerde. El señor Tenebroso la creó, y solo sus Mortífagos saben invocarla -finalizó impaciente
-Bien Severus, eres de gran ayuda, confío en que estás informado acerca de lo que sucedió en el mundial de Quidditch. Pero muy a mi pesar no son esas las noticias las que me preocupan –prosiguió- en realidad son las noticias que no aparecen en El Profeta-
-¿A qué se refiere?-
-Bertha Jorkins ha desaparecido, desde hace meses nadie sabe de su paradero. Por supuesto, Cornelius Fudge piensa que está perdida y se niega a declarar lo contrario.
Albus Dumbledore se paseó por su oficina mientras alcanzaba un pedazo de periódico a su acompañante. Severus Snape tomó el papel y observó la fotografía de un hombre viejo, de pelo blanco y mirada asustada; debajo de la nota se leía: Frank Byrce Desaparecido en Little Hangleton.
-¿Qué tiene que ver la desaparición de este muggle con todo esto?- inquirió
-Ahhh Severus, Frank Byrce es el guardián de la Mansión Ryddle.-
El anciano director retiró el recorte de papel de las manos de Severus, y lo guardo de nuevo junto a otros papeles, mientras el hombre joven trataba de procesar lo que había escuchado.
-¿Piensa usted que el Señor Tenebroso ha regresado, profesor?-
-Creo que si Severus... es una lástima que el ministerio no comparta mis temores. He solicitado la cancelación del Torneo de los Tres magos, pero Cornelius no quiere escuchar nada del asunto. Por esto debo preguntarte Severus ¿ no has olvidado nuestro pacto?-
-Todo sigue igual que antes, tienes mi palabra como siempre Dumbledore- y luego añadió -¿Que pasará con Harry Potter?-
Dumbledore se acercó hacia su pensieve mientras sacaba mas hilos de plata de su sien.
-Todo sigue de acuerdo al plan- añadió, mirando al hombre de ojos negros- cuento contigo Severus.-
Con un vuelo de su capa negra, el otro abandonaba la oficina del director, cerrando la puerta tras de él.
Mil Gracias por leer.
