Amar es sacrificar, cuidar es ceder.
Una vez conocí a un hombre,
que lo percibía de la misma manera
Me amó y me cuidó, e hizo mucho más.
Asimismo aprendí con él, que amar
era esperar; y cuidar era comprender.
Amar era un segundo y cuidar un minuto.
Hoy que despertamos juntos y enredados,
me alegra saber por qué fuimos el complemento perfecto.
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Los rayos del sol ya se colaban por la ventana de su laboratorio, anunciando que el día apenas había comenzado, en su jornada laboral.
Hange Zoe se encontraba explorando su librero, esperando descubrir soluciones a su nuevo experimento. Ansiaba poder encontrar una manera de evitar, que el equipo de maniobras tridimensionales, se detuviera al terminársele el combustible. En otras palabras, pretendía crear un artefacto que genere su propia energía.
Aquello podría reemplazar el tanque de gas, o al menos, ser un dispositivo de emergencia al desgaste de éste. Ya había desarrollado un proceso con energía química, donde utilizaba nitrógeno más pequeños pedazos de carbono y cobre. Produciendo combustión, el dióxido en el ambiente se convertiría en un gas combustible.
Sin embargo, todo aquello no funcionaba bien. Tanto el cobre y el carbono eran piezas muy grandes, por lo que debía encontrar una manera de manipularlas en su tamaño más pequeño para poder completar la catálisis.
Dando vueltas en círculos, atrapada en sus pensamientos, escuchó pequeños golpes en su puerta.
– Pase – respondió al llamado de la puerta, sin dejar de pensar sobre su invento.
– Hange-san – el joven de cabello castaño reparó en el desorden de la habitación, lo que suponía que estaba en medio de alguna investigación suya. – Perdón por la interrupción, pero el comandante la necesita en su despacho.
– El comandan… ¡Oh! Erwin – Repasó y detuvo sus pensamientos ¿Había escuchado bien?
– Sí, sugirió que vaya apenas pueda – insistió
– De acuerdo, gracias por el recado.
El joven se retiró rápidamente. Haciendo cambiar sus pensamientos involuntariamente.
Entonces pensó en él, en ambos. Por lo que se refiere a ellos, entre sus deberes y responsabilidades, no se les autorizaba cruzar sentimientos. Posiblemente porque ella no era capaz de interpretar la opinión de él sobre ella, debido a su apacible carácter y su costumbre de dialogar sólo lo necesario. Tanto contrastaban sus personalidades, que le era imposible imaginarse a él fijándose en ella.
Sí, aquello nunca fue destinado a suceder, no estaban destinados a fraternizar, tampoco a enamorarse como lo hicieron. Pero la vida no tiene el hábito de seguir un plan. Ahora bien, ella no se oponía a ello, porque Erwin Smith precisaba de todo lo que ella necesitaba.
Quien pensaría que aquel hombre fuese tan apasionado cuando estaban juntos, tan lujurioso en las noches, tan tranquilo por la mañana. Se ensimismó con él, en la curiosidad de saber por qué actuaba así, cuando para otras personas, él era una persona serena y racional en todo momento.
Llegó a la respuesta poco a poco, cuando ella y Erwin conversaban por las noches. A veces podía ser una charla monótona. No obstante, lo habitual, consistía en él contándole sus miedos, sus frustraciones o culpas. Ella podía perder el control, al no saber qué hacer, intentando reconfortarlo. Más lo recuperaba cuando, en sus miedos y culpas, él la abrazaba con fervor, mientras ella besaba sus cabellos y su rostro.
Sin embargo, todo aquello difería si hablaban de los disgustos del día, o alguna frustración del pasado. Allí Erwin, el hombre responsable e impasible que todos conocían, dejaba de existir en un arrebato. Para convertirse en un amante carnal, fogoso y, especialmente, salvaje. Dejando de lado la gentileza, la confinaba entre sus brazos y cualquier superficie lisa. Desnudándola con avidez, desesperación y apetito.
Fue allí donde entendió que su amado se liberaba, al consumar ese acto de amor. Donde no solo se entregaba totalmente a él, sino también le daba la libertad de hacerla y deshacerla allí mismo. Porque si él deseaba intentar algo nuevo ¿Por qué no permitírselo?
Pronto llegaría a su despacho. Le extrañaba el hecho que hubiese enviado a alguien, para decirle que fuese a su encuentro. Normalmente iba el mismo, si era por trabajo, puesto que nunca desperdiciaba oportunidad para verla. De otra manera, esperaba a la noche para conversar de lo que fuese. ¿Sería muy importante? ¿Acaso tendría que ver con su relación? Y si… tal vez ¿quería dejarla? No, estaba maquinando una historia increíble sin fundamento.
Abrió la puerta dejando apreciar a Erwin de pie, observando a través de la ventana, casi dándole la espalda. Sintiéndose un poco alterada, cerró la puerta tras sí, anunciando su llegada.
– ¿Querías verme? – dijo expresamente, mientras se acercaba a él.
– Siempre deseo verte – respondió él sin girar su vista hacia ella. – Pero ésta vez necesitamos hablar.
Apenas cruzó la puerta sintiéndose inquieta, ahora resultaba ser un manojo de nervios. Le faltaban pocos metros para llegar a él, a su vez, Erwin giró para observarla.
Acortó rápidamente los pasos faltantes hacia ella, depositando un suave beso en sus labios. Desde su mejilla, descendió hasta alcanzar las manos de Hange con las propias. Quizá así le daría un poco de valor para lo que planeó decirle.
Dicho de otra manera, aquello lo preparó tiempo atrás, semanas, tal vez un mes y algo más. Sin embargo, si hasta ahora no se pronunció de ninguna manera, fue por miedo. Ella lograba arrancarle ésa seguridad en sí mismo, que tanto lo caracterizaba, sin ningún esfuerzo.
Por supuesto, ella lo sabía. Más no parecía importarle tomar ventaja de ello. Concediendo ésa seguridad, de vuelta a él. Por el contrario, en la situación actual, no conseguía conjugar las palabras que tanto había recitado para sus adentros, en un intento de evitar, lo que ocurría en éste preciso instante.
– ¿Erwin? En serio que me estás asustando. – pronunció su amada, intentando sacarlo de sus pensamientos. – ¿Qué pasa? – Notó en su mirada preocupación mezclada con curiosidad.
– Hange… – Aquella expresión le concedió iniciativa, no soportaba verla nerviosa, mucho menos si fuese su culpa. Apretó sus manos entre las suyas, pretendiendo obtener determinación, aunque fuese un poco. – Dime ¿Tú… crees que nuestra relación deba continuar?
Apenas pronunció esas palabras, encontró a Hange con los ojos colmados de lágrimas, sin derramar ninguna aún.
– Entonces era eso… – pronunció intentando apartar sus manos entrelazadas. Fue entonces que cayó en cuenta de sus palabras. No sólo faltó completar la oración, también mal interpretaban sus intenciones.
– No, Hange espera – ella consiguió soltarse de su agarre, con la intención de marcharse. Giró en sentido opuesto, dirigiéndose hacia la puerta. A su vez Erwin alcanzó a retenerla en sus brazos.
– Me refería a si debía continuar avanzando. – dicho esto se aferró a su espalda buscando comprensión por su insensatez.
En un primer instante, Hange se hallaba tensa entre sus brazos. Tuvieron que pasar unos minutos para que ella pudiese articular palabra.
– ¿Avanzar? – alcanzó a decir antes de que Erwin le hiciera girar hacía sí, permitiéndole besar su rostro. Allí se encargó de limpiar las pocas lágrimas en su piel. Acariciándole ligeramente, consiguió tranquilizarla para, al fin, anunciar su cometido.
– Sí Hange, avanzar. Deseo formar una familia contigo.
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Cuando no estás junto a mí,
siempre te pienso en colores,
junto al olor a café de nuestras mañanas,
pensando en lo perfecta que luces,
al unísono de la luz del sol, filtrándose por la ventana.
Te extraño incluso cuando estás a mi lado.
Sueño con tu cuerpo, aun cuando estás durmiendo en mis brazos.
Entonces sé que las palabras 'te amo' nunca podrán ser suficientes.
¡Hola, hola! lectores míos
Soy Cinqmoon y éste es el primer fanfic eruhan que escribo, espero que les guste. El siguiente capítulo será rated 18, por lo que así lo puse en las etiquetas. Sus comentarios son bienvenidos, por supuesto 3
Les comento que hago fanarts. No puedo publicarlo aquí, así que les invito a seguir mi página si desean ver mis ilustraciones:3 Aquí: cinqmoon/
Hasta pronto~
Paz y von
