Había olvidado por completo esa reunión. De no haber sido por Ron que le había preguntado por qué rayos aún estaba en la sala común, hubiera pasado de largo. Tenía una memoria del carajo. Apuró el paso, esperando que el director entendiera su retraso, a fin de cuentas, tenía muchas cosas dándole vueltas en la cabeza.

Ya estaba acercándose hacia la gárgola que custodiaba la entrada al despacho de Dumbledore, sólo tenía que doblar el pasillo y…

Tan fuerte fue la colisión que se cayó hasta sentarse sobre su trasero en el frío suelo de piedra. Tras afirmarse con las palmas para frenar la caída, se acomodó los anteojos que se le habían torcido sobre la nariz, todo eso antes de levantar la vista y encontrar al causante de tal accidente.

Por un momento se le pasó por la cabeza la idea de que estaba frente a un mortífago o dementor por la larga capucha negra, pero bajó la guardia al ver la mano que salía por entre medio de la oscura capa para ayudarlo a ponerse de pie. Ese acto de nobleza no vendría de ningún modo de un enemigo.

- ¿Te encuentras bien? – le preguntó el sujeto, que lo levantó del suelo con un solo tirón.

- Ssí… - balbuceó Harry, algo nervioso por la situación. No reconocía ese tono de voz. – Lo siento.

- Pierde cuidado. – lo tranquilizó, y pudo distinguir una sonrisa entre la negrura de las vestiduras. – Sólo mantén la vista hacia delante, ¿de acuerdo? – le aconsejó el hombre.

- Lo tendré en cuenta. Gracias. – el hombre volvió a dedicarle otra sonrisa y le palmeó un hombro. Luego siguió su camino, haciéndose uno con la oscuridad. Harry lo observó marcharse con curiosidad. ¿Quién había sido? Su voz no le sonaba de ningún lado. Tampoco su imagen. Alto y a pesar de la capa que lo cubría de pies a cabeza, delgado. Estuvo así varios segundos más hasta que volvió a acordarse de Dumbledore y su atraso. ¡Diablos!

Le tiró la contraseña a la gárgola y subió los peldaños de dos en dos, e incluso de tres. Tocó a la puerta mientras recuperaba la respiración.

- Pasa. – se escuchó desde adentro. Harry empujó la puerta y antes de que comenzara a lanzar disculpas atolondradas, el anciano director dijo:

- Veo que te diste cuenta de lo que habías olvidado. – Dumbledore estaba de espaldas a él, tratando algo detrás de su silla. Harry no sabía hacia dónde enviar esa vergüenza que lo aquejaba por su atraso.

- Lo lamento, profesor, yo… - entonces el director se volteó, luciendo algo sorprendido de encontrarlo ahí.

- ¡Harry, eres tú! – exclamó con la misma sonrisa de siempre. – Pensé que… - y cubrió con sus manos lo que parecía ser una snitch más grande de lo normal que tenía grabada una cruz blanca en el medio.

- ¿Eh? ¿Esperaba a alguien más, profesor? – cuestionó Harry, confuso.

- La vedad, es que pensaba que el dueño de este simpático amiguito había vuelto a por él. – señaló la snitch en sus manos. Harry continuaba sin entender nada. - ¿No te habrás cruzado con él en el camino, Harry?

- ¿Eh? – tenía que hacer algo por cambiar la cara de idiota que seguramente tendría. Pero aquella snitch lo tenía embobado; ¿por qué Dumbledore hablaba sobre ella como si tuviera personalidad? – No lo sé… ¡espere! ¡Sí hubo alguien con quien me encontré que al parecer salía de aquí! ¿Acaso habrá sido él? – preguntó.

- No hay duda de ello. Si me permites retrasar nuestra clase, me gustaría ir a devolverlo. – lo soltó, y revoloteó por sobre su cabeza como lo hacían todas las pelotas doradas de Quidditch. – Puedes quedarte aquí mientras regreso.

- No se preocupe, yo lo acompaño. – se ofreció el muchacho, abriendo la puerta.

- Eres muy amable, Harry. – juntos descendieron la escalera que tan rápido se había preocupado por subir. Avanzaron por los desiertos y oscuros pasillos, siendo iluminados de vez en cuando por el furioso fulgor de la luna.

- ¿Cree que ya se ha marchado, profesor? – especuló el alumno después de unos minutos caminando en silencio.

- Tengo el presentimiento de que ha ido caminando lento para guardar el paisaje en su memoria. – esto a Harry le sonó de lo más melodramático. Tenía varias preguntas que quería hacerle al director sobre ese tipo, y la extraña snitch que seguía revoloteando sobre sus cabezas. Sin embargo, tenía la certeza de que Dumbledore contestaría todas sus interrogantes al volver al despacho. Primero debían encontrar al sujeto y entregarle la snitch.

Desvió la mirada hacia la luna, que se veía mucho más grande y brillante que en noches anteriores. Quizá por eso pudo distinguir los débiles puntos negros haciéndose cada vez más grandes. Se detuvo.

- ¿Qué sucede, Harry? – preguntó el director cuando notó que su pupilo ya no lo seguía.

- ¿Qué es eso que viene allá, profesor? – señaló los cinco puntos en el cielo. ¿Podían ser escobas? Eliminó de inmediato esa suposición, sabiendo que en Hogwarts no podía entrar ni salir nadie sin que tuviera que atravesar las barreras y artilugios mágicos que habían puesto para la seguridad de los alumnos.

- Eso es… - la snitch comenzó a dar vueltas más desesperadas alrededor de ellos, y sin previo aviso, salió disparada desapareciendo en la oscuridad.

A medida que esas manchas oscuras iban acercándose, confirmaban que la primera suposición de Harry había sido deliberada e inútil. Aunque compartían la formación de vuelo en "V", Harry jamás había visto en sus seis años viviendo en el mundo mágico algo que se pareciera menos a alguien montado en una escoba. De hecho, Harry jamás había visto algo similar a una cosa como ésa. Era redonda y de tamaño descomunal, con muchos cañones saliendo de su superficie esférica. En el medio, el rostro de un Pierrot apenado entregaba una imagen horrible y perturbadora. Y en efecto, eran cinco de esas cosas que iban acercándose a una velocidad pasmos hacia el castillo.

- ¡Profesor, ¿qué es eso? – bramó Harry, sacando su varita listo para defenderse, aún cuando no supiera absolutamente nada de esa esfera. Sólo veía un brillo púrpura reflejarse en las gafas del director. Los monstruos estaban a menos de diez metros de colisionar con ellos.

Entonces, un grito desgarró el silencio nocturno.

- ¡Martillo de Tamaño Variable, Crece, Crece, Crece! ¡Inocencia, Actívate! -