Summary: Creyó que sería el final de todo, mas la vida le daría una segunda oportunidad. Tendría que evitar cometer los mismos errores, y con ello, enfocarse en cambiar el rumbo que llevaba la vida de cierta persona. Itahina.

Disclaimer:Los personajes de esta historia le pertenecen a Masashi Kishimoto. Éste fanfic no tiene ánimo de lucro, su único fin es entretenerles.


Capítulo 1: El error definitivo.

La guerra continuaba su camino sin velar por ningún alma, la piedad escaseaba en las situaciones que se presentaban actualmente. Sin haber terminado, aquella lucha se había llevado consigo enormes cantidades de vidas. No era necesario ser un genio para imaginar los llantos que se deberían de oír próximamente en los hogares pertenecientes a las familias de los soldados caídos en batalla.

Los causantes de esa lucha sin fin no se inmutaban ante la cantidad de muertes que sus atroces acciones ocasionaban, sus metas eran más importantes que cualquier sufrimiento ajeno a ellos. Sin embargo, para el resto del mundo, las acciones cometidas por aquellos monstruos no eran justificadas por sus fines.

Hinata intentaba defenderse de las múltiples varas que el Juubi disparaba, incluso la barrera del Hakkeshō Kaiten se veía imposibilitada en impedir que ella saliese inmune de todos los ataques. Varias de las estacas ya habían rasgado parte de su ropaje y con ello, su piel. Afortunadamente, no pasaban de ser heridas superficiales.

-¡Gracias, Neji! -Escuchó a Naruto agradecerle a su primo después de haberle protegido de innumerables ataques. Con clones, el Uzumaki lanzó varios Rasen Shuriken hacia las colas del Juubi, con el objetivo de disminuir la cantidad de ataques que eran dirigidos hacia la alianza.

Desgraciadamente, después de lanzar los Rasen Shuriken, el rubio se quedó sin chakra y agotado. En toda la guerra había sido quien más energía gastó. Jadeaba en busca de aire, su cuerpo al no resistir su propio peso se desplomó contra el suelo, usando sus brazos para impedir estrellar su rostro en éste. Era un momento de debilidad. Mientras intentaba recuperarse, varias estacas eran dirigidas a él, con el único fin de acabar con la esperanza que el rubio representaba-. ¡Naruto!-Gritó Neji, intentando correr hacia él; sin embargo, su camino hacia el Uzumaki fue interrumpido por una tanda de estacas con dirección hacia donde él estaba.

-"Neji está muy lejos, a este paso la única esperanza que nos queda en esta guerra desaparecerá" -Hiashi se encaminaba velozmente hacia el rubio. Pero sabía que a pesar de ser rápido, no llegaría a tiempo para proteger al chico capaz de acabar con esa batalla.

Dando a Naruto por muerto, Hiashi detuvo su andar, rindiéndose. Era un caso perdido si sabía que no llegaría, y él necesitaba ahorrar energías para la atroz lucha que seguramente se desencadenaría pronto. Mas la sorpresa fue grande al ver a su hija mayor correr hacia Naruto a una velocidad que lo dejó abrumado, su asombro se incrementó al apreciar como Hinata, protegiendo al joven, era atravesada por varias estacas y caía como peso muerto sobre el rubio.

-¡Hinata! -Gritó Naruto desesperado, Hinata apoyaba la barbilla encima de su hombro. Él podía sentir fácilmente como la sangre de la Hyuga humedecía su ropa.

-¡Hinata-sama! -Si existía un grito más desgarrador que el de Naruto, ese era el de Neji. El castaño corrió lo más rápido que pudo, nunca sintió la desesperada necesidad de mover tan rápido sus piernas como en ese instante.

-"Hana..."-Detrás de su personalidad impasible, Hiashi ocultaba su inevitable afecto hacia sus hijas. Ver a Hinata muriendo lo dejó en shock, y esto no sucedía desde la muerte de su esposa-. "Y ahora Hinata"-sintió la necesidad de ir hacia su hija, y por primera vez en su vida, dejó que sus emociones controlaran su cuerpo. El remordimiento y dolor comenzaban a calar en su ser. Aquellos recuerdos donde siempre subestimó a su hija mayor, la humilló y despreció solo significaron una apuñalada para su conciencia.

-¡Equipo médico, apresúrense. Hinata-sama necesita su presencia ahora mismo!-Neji exigía desesperado, él estaba detrás de Naruto y le daba la cara su prima, quien le sonreía dulcemente.

-Hinata… ¿Por qué tú…?-El cuerpo del rubio temblaba levemente, sentía como la persona que yacía encima suyo perdía calor corporal. Inevitablemente, sus brazos se movieron y abrazaron el cuerpo de la azabache con dolor, temiendo que alguien querido le volviese a dejar-. No, tu no Hinata...-La azabache escuchó perfectamente la voz quebrada de su amado.

Ella vio a su padre situándose al lado de Neji, él la observaba, por primera vez, con sentimientos en sus ojos-. N-Neji nii-san, ya no es necesario que…-Las inmensas ganas de toser se presentaron, y su débil cuerpo no pudo evitarlas. De sus labios brotó más sangre de la que ya había expulsado-. Yo, mi cuerpo no aguantará esta vez-dijo sonriendo.

-Hinata, ya me salvaste una vez. Hace mucho-estrechó su agarre al cuerpo de la Hyuga-. Ahora, vuelves hacerlo… Pero esta vez tu…-La voz del rubio se oía tan quebrada que no pudo terminar la oración-. Después de todo lo que entrené para que aquella situación no se repitiera, y que ahora vuelva a ocurrir...-Tragó duro-. Pero es peor que aquella vez, eso me hace ver lo inútil que soy, ¿para qué entrené tanto si no pude protegerte?-Las lagrimas de Naruto no pudieron seguir siendo contenidas. Sin mucho esfuerzo, sollozos comenzaron a oírse por parte del joven.

La azabache sentía su cuerpo adormeciéndose lentamente, perdía la fuerza-. Naruto-kun, ¿de verdad crees eso?-Extrañamente, su voz salió con paz y seguridad, aunque era tan débil que podría tomarse como un susurro. Emanaba tranquilidad a pesar de estar en la situación actual-. Yo… No creo que así sea-observó a su padre-. En una guerra, muchos son los que mueren. Los débiles tienen el rol de proteger a los fuertes porque… Saben que con ellos, la lucha llegaría a su final-la respiración se convertía en una tarea cada vez más dificultosa, sentía que sus pulmones no recogían el oxigeno necesario-. Cumplí con mi deber-dijo, el rubio escuchaba todo. Pero el trabajo se le hacía difícil, la voz de Hinata cada vez era más suave-. Yo soy débil, pero tú definitivamente eres fuerte.

Neji observaba con gran dolor cómo las facciones de su prima se iban relajando lentamente-. Nii-san…-Oyó el suave susurro de su prima. Frunciendo los labios mientras su corazón palpitaba dolorosamente, asumió que aquella era la última conversación que tendría con u prima. Con su protegida-. Vive, y sé feliz…-Ella le dedicó una sonrisa apagada, lástima que él no pudo devolvérsela como en tantas otras ocasiones-. Debes ser feliz, tú más que nadie mereces serlo.

Hiashi veía la sonrisa de su hija disminuir hasta ser una pobre mueca. Le dedicó una mirada dolorosa a su hija, haciéndole saber que él, como todo padre, se arrepentía por todo. Y en silencio, le pedía perdón a su difunta esposa.

La azabache sonrió por última vez. Sintió que todo se llenó de tranquilidad, su vista se nubló y la fuerza le abandonó. Finalmente, su hora había llegado.

-¡Hinata!-No supo en qué momento su cuerpo se separó de Naruto y se destinaba a precipitarse contra el suelo. Antes del impacto sintió como unos brazos la sujetaron, desgraciadamente su vista se oscureció por completo antes de saber quién era.


La oscuridad era absoluta y el silencio era el que reinaba. ¿Eso era morir? No sentía su cuerpo, no sabía quién fue en el pasado, lo único que tenía claro era que ella ya no se encontraba en vida. ¿Fue una buena persona antes de su muerte? Aparentemente sí, pues no sentía culpabilidad ni tenía remordimientos como para arrepentirse de haber dejado el primer plano-. Sin embargo, deberías-escuchó una voz desconocida, rompiendo con el aparentemente inquebrantable silencio.

-¿Qué?-Preguntó. Sin el menor anticipo, todos sus recuerdos regresaron, causándole un gran dolor de cabeza por tanta información en solo un instante–. Ugh.

-Eres Hinata Hyuga, perteneciente a la rama principal y heredera del Clan Hyuga-su migraña se intensificó, cada recuerdo con lujo y detalles volvía a ella. Presionó su cabeza con sus manos, vanamente intentando calmar el dolor-. Debes de haber recordado todo. Realmente ansiaba tu muerte, descendiente mía-la azabache abrió levemente los ojos, el dolor ya estaba pasando, aún así se encontraba aturdida. Quien le hablaba era un hombre de avanzada edad, con una piel pálida y un cabello albino que se extendía hasta su cintura. Curiosamente, aquel hombre poseía unos ojos idénticos a los suyos. Y de él emanaba un aura familiar y reconfortante.

-¿Quién es usted?-Preguntó.

-Hamura Otsusuki-le contestó con toda la calma del mundo. Sus viejas facciones le daban la apariencia de un hombre conocedor, cada arruga expresaba silenciosamente cada experiencia que él pudo haber tenido-. Hinata, tu vida ha sido un completo desastre, en palabras más concretas, poco fructífera-dijo el hombre acercándose a ella hasta quedar frente a frente-. Tu muerte tan temprana no debió de ser, simplemente era un suceso que no cabía dentro de la historia. Y las decisiones que escogiste no debieron ser tomadas.

-¿Por qué dice eso?-Preguntó, levemente ofendida y muy confundida.

-Morí hace muchos años; sin embargo, mi voluntad permanece vigente-Le explicaba-. Quien ha heredado ésta eres tú, Hinata. Han pasado siglos desde que dejé el primer plano y nadie ha conseguido que mi legado le sea adquirido, eres la primera en hacerlo. Convirtiéndote así en la Princesa Byakugan-El hombre cerró los conocedor de todo, conozco todo de ti, tu pasado, tu presente y lo que debió de ser tu futuro. El destino es algo que, efectivamente, puede cambiarse. Normalmente las personas cambian su historia para obtener un futuro mejor, desgraciadamente, en ello has fallado-Hamura abrió sus parpados, observándola-. Todos tienen una misión en la vida, tú no la has cumplido y aunque no tengas remordimientos de haber muerto, simplemente tu alma no descansará en paz. Vagarás por toda la eternidad, sin tener idea de qué es lo que debiste de hacer en el primer plano-la azabache tragó duro, formándosele un nudo en la garganta-. Si hubieses sido otra persona, podrías estar segura de que serías dejada de lado. Pero tú eres mi sucesora y es gracias a ello que puedes cambiar el "futuro" que te espera como alma en pena.

-Yo…-La azabache bajó la mirada, estaba sumamente aturdida. ¿La muerte no se supondría que debía de permitirle descansar? ¿Desaparecer por fin?-¿Qué hice mal?

-Dedicarle tu vida a Naruto Uzumaki-le hizo saber. Ella lo observó sorprendida.-Estamos en una de las tantas dimensiones que existen, algunas personas las llaman líneas temporales. En la mayoría, tú viviste y tuviste una vida plena. En algunas, morías con honor, sin causar ningún mal. En esta, has muerto, desencadenando una catástrofe-Él la observaba seriamente-. Para que entiendas la gravedad de mis palabras, puedes echarle un vistazo a la actualidad-y sin más, todo oscureció


-¡Hinata-sama!-El grito desgarrador de su primo le enmudeció. Observó a su alrededor, ella se encontraba a un par de metros encima de ellos. ¿Esto era lo que sucedía tras su muerte en el plano terrestre?

Vio a Neji sosteniendo fuertemente su cuerpo, sabía perfectamente que para él, ella era la única razón para seguir con las estrictas normas del Clan. Él la consideraba como una persona importante dentro de su extensa familia. El castaño sujetaba su cuerpo con anhelo, esperando -sin muchas ilusiones-, que en algún momento ella abriera los ojos.

Neji nunca se había mostrado tan débil, nunca había reflejado tanto sus pesares como lo hacía en ese momento. Y saber todo lo que él le apreciaba no hacía más que estrujarle dolorosamente el corazón-. ¡Naruto, reacciona! La guerra continúa-Viró su mirada hacia donde provenía la voz de Shikamaru.

El rubio estaba estático, de sus ojos brotaban largas hileras de lágrimas que iban a parar en el suelo-¿No habías dicho que protegerías a tus amigo? ¡Mira a tu alrededor, Naruto!-El Uzumaki no se movió ni un ápice, sabía lo que vería si observaba hacia el lugar que le exigían.

Heridos, muerte, destrucción.

El rubio bajó la mirada, agarrándose el cabello desesperadamente mientras su cuerpo daba leves convulsiones. Se hallaba en pleno estado de shock-. La amabas, y ahora la has perdido. ¡El mundo es cruel Naruto!-Profirió Obito. Hinata se llevó una mano a su boca, impresionada y con la culpabilidad cada vez más creciente en su interior.

El rubio subió su mirada, observando al Uchiha-. La justicia y la paz no existen, todo es un disfraz que sirve para ocultar la cruel realidad-Obito continuaba con su discurso-. ¿No estás cansado de ello? El sufrimiento no acabará, Naruto. ¿No es mejor vivir el sueño que tanto has deseado? ¿Una hermosa y anhelante paz? ¿No quieres volver a ver a tus padres, a tu maestro, y a ella?-Naruto abrió enormemente sus ojos. Habían dado en el blanco-. Puedes hacerlo, solo tienes que unírtenos, Naruto-el rubio se levantó, Hinata observó como los ojos rubios que él poseía carecían de cualquier brillo, aquel que ella tanto adoraba-. Obtendrás todo lo que siempre has deseado, y encontrarás una vez más aquello que te fue arrebatado-sus palabras eran firmes, proyectando lo que él creía era la verdad absoluta.

-Lo has hecho bien, ya lo tenemos-Hinata escuchaba perfectamente lo que todos decían. Incluyendo el comentario que acababa de oír por parte de Madara hacia Obito.

Se mordió el labio preocupada, observando cómo Naruto caminaba hacia los enemigos-. ¡No lo hagas, Naruto-kun! Ellos te están engañando-le gritó a todo pulmón al rubio, pero su voz no llegaba a ningún oído, ni al del rubio ni al de cualquier otra persona. Quería acercársele, pero cuando ir hacia él, perdió todas las fuerzas y su vista se oscureció. Había vuelto al mismo sitio de antes.

-Creo que has visto suficiente-Hamura notaba los pocos ánimos que su sucesora tenía. Ella había regresado al vacío, y consigo se trajo culpabilidad-. Hinata, has causado un desorden no solo en tu destino, sino en el de todos. A quien deseabas proteger morirá pronto a manos de sus nuevos "aliados"-Le anunció. Ella tembló, aterrorizada mientras intentaba contener las lágrimas-. Y con su muerte, aquella persona volverá. La creadora del chakra, madre de todos los shinobi. La Diosa Kaguya; mi madre, destruirá todo lo que conociste y amaste. También, con su poder será capaz de cambiar las demás dimensiones a su conveniencia. Será oficialmente el fin de la humanidad.

Ella no cabía en su impresión, tanta información valiosa le dejaba anonadada-. Pero, podrás cambiar esto. Me atrevo a decir que eres la única que puede hacerlo.

-¿Cu-cuál era mi verdadera misión?-Preguntó.

-Eso es algo que tienes que averiguar por ti misma-el mayor parecía desaparecer, lentamente su cuerpo se desvanecía-. Suerte, Hinata-y antes de que ella pudiese decirle algo, él se había ido.

Nuevamente quedó sola, mas no duró mucho en ese estado, pues imprevistamente su cuerpo comenzó a pesar demasiado para la fuerza que pobremente tenía. Fue inevitable desmayarse, esta vez sumiéndose en una oscuridad aún peor de la que ya se encontraba.


El piar de pequeños canarios llamó su atención, se oían cercanos, probablemente estuvieran en su ventana gozando de la luz matutina que el sol les ofrecía. Pero ella no estaba concentrada en eso, su cuerpo se sentía diferente, podía notarlo a pesar de estar en medio del mundo de los sueños y la realidad. Somnolienta, abrió sus pesados parpados.

-¿…?-Su conciencia no regresaba, y aunque estaba despierta, sentía que aún continuaba en las manos de Morfeo. Era una sensación extraña.

Con pesadez, se obligó a levantarse y desperezarse para ir al baño contiguo que había en su habitación. Caminando con toda la tranquilidad que un ser humano podía poseer, llegó al lavabo. Se percató de algo:

Su cuerpo era más liviano.

Qué extraño, tampoco recordaba que su lava manos fuera tan grande. Sin darle mayor importancia, con un encogimiento de hombros procedió a lavarse los dientes. Cuando comenzó con aquella acción, dirigió su mirada al espejo que tenía enfrente… Casi grita al verse.

Escupió la pasta de dientes junto con el cepillo y se enjuagó la boca apresuradamente. Al estar limpia, volvió a ver su reflejo. Su tez estaba pálida, muy seguramente por el espanto que se había llevado y en el que aún se hallaba.

Ahí en frente de ella, estaba una Hinata mucho más pequeña, probablemente tenía unos siete años. Su cabello corto y sus mejillas regordetas le daban la perspectiva de tener esa edad. ¿Ella había rejuvenecido?

Un momento, desde un inicio ¿ella no tenía esa edad? Recordaba haber muerto protegiendo a alguien, ¿por quién? No tenía idea, solo sabía que era alguien importante para ella. Tenía la borrosa imagen de un señor mayor hablándole y diciéndole que había hecho mal cuidando de aquella persona. Reconocía la sensación de paz a la hora de fallecer, también podía sentir perfectamente el miedo y confusión al momento de hablar con aquel señor, pero esto parecía muy lejano. Probablemente había sido un sueño, quizás… ¿Una premonición del futuro? Quería creer que no.

Su corazón comenzó a relajarse al intentar pensar que todo aquello sólo ocurrió en su mente mientras ella estaba en el quinto sueño.

Cierto, tenía el vago recuerdo de que la noche anterior su padre le había dicho que entraría en la academia ninja. Recordaba muy bien como le hizo saber, despectivamente, lo perdedora que ella era y que si moría no sería de mucha importancia, pues el Clan no necesitaba gente inútil. Se mordió el labio al pensar en las duras críticas que recibía de su padre, pero más tranquila empezó a desvestirse para poder darse un baño.

Al terminar su aseo personal, con ropas holgadas envolviendo su cuerpo, bajó a desayunar con su familia. Su pequeña hermana de dos años comía felizmente sentada al lado de su padre, mientras ella debía de sentarse en el asiento que daba frente a éste-. Hinata, desayunarás rápido e inmediatamente, junto con Ko, irás a la academia-El adulto ni siquiera le dirigía la mirada-. Probablemente aprendas algo útil ahí, debido a tu falta de eficiencia en el puño suave. Espero no me vuelvas a decepcionar y consigas hacer algo productivo-le dijo fríamente. La tensión alrededor de ella era tal, que cualquiera con un cuchillo la cortaría sin problemas.

-Sí, padre-asintió con la cabeza gacha, tragándose sus lagrimas y procediendo a comer su desayuno. Extrañamente, no había tartamudeado, hecho que a pesar de todo le sorprendió, mas su padre no pareció notar. Sentía un valor creciendo dentro de ella, algo había cambiado. ¿Qué era?

Hiashi suspiró resignado al ver lo débil que era su hija, sabía que ella no quería ir a la academia, y aún a su pesar ella no protestaba-. Ko te irá a buscar después de la escuela, no causes inconvenientes y sal lo más rápido posible. Él tiene asuntos importantes que hacer-dijo el castaño, terminando de comerse su desayuno-. Hanabi, hoy verás clases con Umi. Ella vendrá dentro de un par de horas, prepárate-su tono era un poco más flexible hacia la pequeña, colocando su manos sobre la cabeza de esta antes de irse.

Hinata vio aquello con anhelo, aunque sabía que difícilmente lo obtendría. Ver escenas como aquella le hacía saber que su padre era capaz de demostrar un poco de cariño, o al menos ser menos exigente y diligente que siempre. Si podía ser así, ¿por qué no podía actuar de esa manera con ella?-. Hinata-sama, ¿está lista?-Preguntó su cuidador, Ko. Ella asintió, tragándose el último bocado de comida.

-¡O-one-sama!-Hanabi le llamó, ella volteó hacia su pequeña hermana, quien intentaba bajarse de la alta silla sin caerse. Cuando aterrizó sobre el suelo sin ningún daño, corrió hacia ella y se abrazó a su cuerpo.

La azabache sonrió cálidamente y correspondió al abrazo. En realidad, no le importaba aguantarse a su padre si podía evitar que su hermanita sufriera lo mismo que ella. Se había prometido ser fuerte por ambas para que la castaña no notara la ausencia de su -chan, traeré unas flores para ti. He oído que en la academia está rodeada de un gran jardín-le informó sonriendo. La castaña, aun abrazada a ella, subió su mirada y sonrió en grande. Hanabi era de un tono de piel más moreno que ella, rasgo sacado de su padre; sin embargo, aquello no evitaba que las mejillas de la pequeña estuvieran sonrosadas casi todo el tiempo que estaba junto a su hermana mayor. Ambas eran unidas, y la menor era quien más odiaba estar lejos de su hermana.

-¿¡En serio!? Pero, ¿a one-sama no la regañarán por eso?-Preguntó haciendo un mohín con sus labios, temiendo que su hermana mayor fuera reprendida por su culpa.

Hinata sonrió, reconfortando a la menor-. No, Hanabi. No lo harán.-Mintió, probablemente sí lo hagan. Tenía entendido que la zona en donde estaban las flores no estaba permitido jugar, con el objetivo de no dañar las plantas. Pero ella quería que la castaña recibiera un pequeño detalle y sonriese-. Y si lo intentan hacer, no me importará. Porque esas flores son para ti-Calmó a su pequeña hermana, esta sonrió muy feliz. Adoraba culposamente que Hinata se arriesgara por ella.

-Nee-sama, ¡eres increíble!-Abrazó a la azabache aún más fuertemente. Hinata se sintió feliz, mantener a su pequeña hermana contenta era su felicidad. Solo frente a ella podía ser alguien fuerte.

-Bueno, nos vemos en la tarde. Hanabi-chan-le dio un beso en la frente a la castaña, y revolviéndole suavemente los cortos cabellos se apresuró en irse antes de que se le hiciese tarde.

Al entrar en la academia se dio cuenta de la inmensa cantidad de niños que había. Eso le causó un poco de nerviosismo, era mucha gente. Adentrándose más al patio de aquel sitio pudo ver claramente unas pequeñas flores sembradas cerca de la puerta, las agarraría cuando fuera la hora de la salida.

Veía a todos los niños jugando entre ellos. Parecían conocerse desde antes. Ella no tenía amigos, su padre no la dejaba salir a pasear por la aldea alegando que debía de entrenar para deshacerse de sus debilidades. Hecho que nunca sucedió.

Entonces notó a dos niños, ninguno de los dos revoloteaba con los demás en algún juego. Aquello le llamó la atención, uno de ellos era de cabellera azabache, no muy lejos de él habían varias chicas chillando e intentando acercársele, éste las ignoraba deliberadamente. En cambio, el otro niño era rubio, muy por el contrario al primero, parecía querer atención pero, desgraciadamente, todos le hacían a un lado como si no existiese.

Ella sintió algo extraño en su interior, era contradictorio. Por un lado, algo le decía que el chico rubio era buena persona y debía de acercársele. Mientras que otra voz en su subconsciente le dictaba que no mantuviera una relación cercana con ese niño.

Haciéndole caso a la voz interior que le pedía acercarse, caminó lentamente hacia el niño. Su timidez causaba que un nudo en su garganta se formara, pero algo le impulsaba hacia el rubio. Una valentía extraña. Simplemente se dejó hacer.-Hum, disculpa...-Tentó el terreno, ya estaba enfrente del chico.

El rubio levantó su mirada del suelo y la observó extrañado, confundido de que alguien se le acercase. Él la miró fijamente- Yo me preguntaba si deseabas ser mi a-amigo-dijo jugando con sus dedos, a penas y había podido sacar aquellas palabras. Sentía miedo de que él la rechazase. Pero algo le decía que debía de insistir, acercarse a él.

-¿Perdón?-El niño la miró aún más extrañado. Ella tembló, ¿acaso no era así como se hacían los amigos? Temió haberse equivocado y sólo ser una burla.

-Lo sient…-Pero antes de terminar su disculpa e irse, aquel niño se levantó de su columpio y se situó delante de ella.

-Claro-El niño le sonrió felizmente. Era la primera vez que alguien se veía conforme con su presencia, aparte de Ko y su hermana-. Soy Uzumaki Naruto-dijo extendiéndole la mano, aun sonriéndole.

Hinata asintió estrechando su mano con el rubio, con una leve sonrisa y un sonrojo creciente. Había hecho un amigo en su primer día, se sentía muy feliz. A ello se le sumaba una alegría desmesurada que no encontraba explicación. Era nostálgico-. Hyuga Hinata-se presentó. Cuando separaron su agarre, Naruto se rascó la nuca mientras reía escandalosamente, ella lo observaba con una sonrisa menos tímida.

Casi todos los niños dejaron lo que estaba haciendo para ver aquella peculiar pareja. No había alguien que no supiera quién era la azabache, todos eran conocedores de que ésta era una Hyuga, y no solo eso, sino también la heredera de dicho Clan. Era por ello que estaban anonadados, una niña rica, proveniente de uno de los clanes más poderosos de Konoha, junto a un niño desconocido, repudiable, que no traía más que palabrerías consigo.

Ella se dio cuenta del silencio sepulcral que rodeaba el patio, y extrañada examinó a quienes debían de ser sus próximos compañeros. Todos le veían, incluso el otro chico que no quería a nadie alrededor suyo-. Hina-chan, ¿quieres jugar conmigo?-preguntó emocionado, ignorante de toda la atención que ambos recibían.

Hinata le devolvió la mirada, intentaría ignorar a todas aquellas miradas-. Sí…-Le respondió.

Naruto sonrió y corrió hacia la parte trasera de la escuela, donde estaba el segundo patio, el cual era contiguo al que se hallaban-¡Vamos!-Le dijo entre risas. Hinata trotó hacia él apresurada, pues el chico caminaba muy rápido y la estaba dejando atrás.

Por suerte, en el segundo patio se encontraban a salvo de cualquier jurado, puesto que no había nadie-. Hm, Naruto-kun ¿qué jugaremos?-Preguntó totalmente avergonzada de no saber qué hacer.

-¿No has jugado antes?-Preguntó extrañado, quien momentos atrás había agarrado un balón solitario en medio del sitio. Aquel patio, a diferencia del anterior, tenía un gran espacio dónde podían jugar cualquier cosa.

La azabache negó, sus mejillas encendidas daban a saber lo apenada que estaba en esos momentos-. Bueno, no te preocupes, hasta no hace mucho yo tampoco sabía-el rubio se rascó la cabeza, totalmente despreocupado-. Pues puedes patear un balón y evitar que te lo quite-explicó con simpleza.

-Entiendo-Asintió, dando a entender que había captado la idea.

-Bueno, si te lo quito ganaré este round ¿ok?-Le dijo emocionado. Por fin jugaría y además tenía compañía.

La azabache asintió. Cada uno se colocó lejos del otro, Hinata pateó suavemente la pelota y así comenzó el juego. Ninguno de los dos lo había hecho antes, pero estaban felices de ser capaces de hacerlo con alguien con la misma poca experiencia. Mantuvieron el juego hasta que el timbre sonara dando la señal de entrada a la academia.

El juego quedó en 1-0 a favor de Naruto, todo porque ella pateó muy fuerte el balón y este llegó fácilmente a los pies de Naruto-. Hina-chan, te dije que no patearas tan fuerte-le regañó el rubio. Él creía que esa no era una victoria justa, a él no le gustaba haber ganado por el fallo de su amiga.

-E-es que no sé muy bien cómo patearla sin que se vaya muy lejos-Confesó avergonzada. Ambos caminaban en dirección al salón, ya casi todos habían entrado en el aula.

-La próxima vez te explicaré cómo se usa un balón-le aseguró, y ella le agradeció internamente-Aunque tampoco sepa mucho de cómo usarlo-Murmuró. Al escucharlo, un poco de sudor se escurrió por la frente de la Hyuga.

Ambos se sentaron al lado del otro, básicamente Naruto le seguía a dónde quiera que ella fuera, y esto en vez de molestarle le agradaba. No se sentía sola, y algo le decía que él lo hacía por la misma razón.

Cuando comenzaron las clases, su amigo se quedó dormido, como si al entrar el profesor su interruptor interno hubiera pasado de encendido a apagado-. Pasaré la lista, todos digan "presente" al oír su nombre, ¿vale?-Explicó el profesor, quién se había presentado como Iruka Umino.

Así, cada nombre fue mencionado, hasta llegar el turno del rubio-N-Naruto-kun, despierta-sacudió levemente al rubio, intentando despertarlo. Mas éste tenía un sueño aún más pesado que el de Hanabi, y eso era decir mucho.

-¡Naruto!-Gritó Iruka, lanzándole el borrador de la pizarra.

-¡Auch! ¿¡Qué!?-Gritó histérico, levantándose de su asiento por la impresión. Era visible un camino de baba que iba desde la esquina de uno de sus labios hasta su barbilla. Se sobaba constantemente la zona donde aterrizó el maligno borrador.

-¡No se duerme en clases, Naruto!-Rugió Iruka, una vena sobresalía en su frente a causa de su enojo.

-¡Tampoco se lanzan cosas a estudiantes!-Gritó de vuelta el rubio. De ahí en adelante, se desató una reprimenda de Iruka que duró un largo rato de clases.

Cuando la hora escolar se terminó, ya pasaba del medio día. Era el momento en que los padres de cada estudiante debían de buscar a sus hijos. Hinata –a escondidas de su padre- le había pedido a Ko que la buscara un poco más tarde, ella quería esperar a que todos se fueran para poder conseguir las flores de su hermana.

La azabache se sentó debajo de uno de los árboles que estaban en el primer patio, ya casi no había nadie. Solo quedaban ella, Naruto y el chico solitario, sino mal recordaba él se había presentado en clases como Uchiha Sasuke-. Ne, Hina-chan, ¿qué estás esperando? Es que… Digo, a mi no me vienen a buscar, pero a ti sí, ¿no?-Preguntó el rubio que estaba al lado suyo. Sus manos sosteniendo su nuca de manera despreocupada.

-Hm, es que quiero…-Le daba vergüenza decir que había pedido quedarse más tarde para recolectar unas simples flores-. N-Naruto-kun, no tienes que preocuparte por mí, dentro de poco me vendrán a buscar.-Le sonrió nerviosamente, esperando que con eso él pudiera irse tranquilo.

-Hum, ¿segura?-Ella asintió-. Bueno, me voy Hina-chan. Comeré ramen, Iruka-sensei dijo que me lo debía por lo del borrador-dijo sacudiendo sus manos antes de irse. Parecía feliz.

La azabache suspiró, relajando sus facciones. Había estado un poco tensa, su timidez no le permitía que todos supieran lo que hacía, y aunque esta haya disminuido mágicamente en proporciones mínimas, aun sentía algo de miedo de que se burlaran de ella.

Observó al azabache que se encontraba a varios metros lejos de ella, estaba sentado en una de las bancas que se encontraban siendo cubiertas por la sombra de unos árboles. Ella se levantó para agarrar las flores, estaba casi segura de que aquel chico no le delataría, parecía alguien de pocas palabras –y su subconsciente le afirmaba su teoría-.

Hinata comenzó con su recolecta de flores, escogiendo las más bonitas y llamativas. Agradecía que estas tuvieran olor, ese era un extra que su hermanita adoraría. Tan concentrada estaba eligiendo las flores más bellas, que no notó que alguien más había llegado al patio hasta que éste habló-. Ototo, perdón por tardar-se disculpó alguien.

La azabache los ignoró, simplemente cuando obtuvo lo que quería decidió irse lo más rápido, a diferencia de Sasuke, ella no contaba con que esa otra persona no divulgaría lo que ella estaba haciendo. Básicamente corrió hasta la salida.

Mientras salía por la entrada del patio, desgraciadamente no se dio cuenta de que alguien iba corriendo rápidamente, un ninja. E iba a estrellarse con éste si no hacía nada. Por simples reflejos pudo hacerse hacia adelante, evitando ser atropellada por aquel tipo, quien por el pequeño tamaño que ella poseía, no le había visto; sin embargo, entre tanto apuro soltó el ramo que traía consigo, siendo las flores pisadas en su lugar.

Suspiró, levantándose comenzó a sacudir sus prendas de vestir. Cuando quería hacer algo bien, todo el mundo se le venía en contra, tal vez ella no estaba destinada para ser buena en algo. Se sentía frustrada, aquellas eran las únicas flores sobresalientes y hermosas, las demás eran sencillas o simplemente eran brotes que aún esperaban por florecer. Tendría que tragarse sus lágrimas, de nuevo. Buscaría en otro sitio, aunque ko la regañara-¿Se encuentra bien?-Oyó que le hablaban, y se escuchaba cercano.

Levantó la mirada, encontrándose con un par de ojos tan oscuros como la noche. Fijándose mejor en aquel sujeto, éste tenía el cabello de un intenso color azabache, lo suficientemente largo para agarrarlo en una cola baja. Tenía unas largas pestañas y unas marcas debajo de sus ojos que en vez de hacerle ver adormilado, resaltaba su apariencia agraciada. Tenía sentimientos encontrados hacia ese hombre, pero ni siquiera identificaba cuáles eran y el porqué.

-Sí,,.-Agachó la mirada, completamente sonrojada. Aquel desconocido le hablaba como si nada, eso era muy extraño para ella. Al bajar su vista notó que aquel hombre traía en sus manos su ramo de flores todo magullado.

-Esto es de usted, ¿verdad?-Dijo el azabache. Hinata levantó su rostro para mirarle de frente-. Es una lástima, eran muy bonitas. Debió de haberse esforzado escogiéndolas-él la observaba sonriéndole. Había notado como la niña aguantaba para no derramar las lágrimas que sus ojos contenían. La azabache debía de estar muy frustrada o triste, él desconocía la importancia de esas flores, pero comprendía perfectamente el empeño que puso en conseguirlas-Hyuga-san, soy Itachi Uchiha ¿le parece si me acompaña un momento? Cerca de mi casa, entrando al distrito Uchiha hay una gran variedad de flores que usted puede recolectar. Si desea. Y la puedo acompañar de regreso a su casa-le ofreció amablemente. Con una dulce sonrisa.

-Pero nii-san, me prometiste que entrenaríamos juntos.-Se quejó otro azabache, no lo había notado, era su compañero. La Hyuga observó con asombro a Sasuke haciendo un puchero, ella pensaba que su compañero había nacido con solo una expresión en su rostro, ahora podía retractarse.

Itachi soltó una suave risa al ver el asombro de la pequeña, podía entenderla. Ella estaba sorprendida de su pequeño hermano, podía imaginarse fácilmente a Sasuke ahuyentando a todos con su actitud tan mezquina. El menor solo actuaba de manera diferente con su familia-. No te preocupes Ototo, despejaré mi tarde y ambos tendremos toda esta para entrenar-le aseguró revolviendo sus cabellos.

-¿¡En serio, nii-san!?-Preguntó Sasuke emocionado. Itachi asintió sonriendo.

-Entonces, Hyuga-san ¿vendrías con nosotros? Nuestros hogares no quedan muy lejos, después de todo-no sabía el porqué, pero él sentía que debía de ayudar a la azabache. Era como ver a Sasuke triste después de esforzarse en algo y no alcanzar lo que deseaba-. Y no se preocupe, hablaré en su casa para que no la regañen-Él sabía quién era ella, la niña era la heredera del Clan Hyuga. La había visto un par de veces en reuniones entre clanes, y sabía muy bien lo estrictos que eran los Hyuga.

Sasuke examinaba a Hinata para definir si sería o no una molestia, odiaba a aquellas niñas que se le enganchaban en el cuello y decían amarle a pesar de no conocerle. Pero la Hyuga no aparentaba sentirse atraída por él, y eso le agradó de cierto modo. Le daría el paso libre a la azabache para que los acompañara-. Hum-ella dudaba, ¿y si Ko le contaba a su padre que se había ido de la escuela sin permiso? Él dijo que hablaría con su familia; pero, no los conocía, su padre siempre le había dicho que no fuera con gente extraña a cualquier lugar.

-Hiashi-san me conoce, no le disgustará saber que yo mismo la he acompañado. De todas formas, si desea hablaré específicamente con él cuando la lleve de regreso-Le aseguró. Leyó las dudas de la niña, eran muy evidentes sus temores. Sasuke estaba sorprendido de la insistencia de su hermano, él era demasiado caballeroso, a veces llegaba a ser excesivamente amable con las personas. Y muy insistente cuando quiere ayudar.

Por otro lado, Itachi tampoco entendía de lo que estaba haciendo. La pequeña Hyuga despertaba cierto sentimiento de protección en él, sabía perfectamente lo duros que eran con ella en su Clan, había oído por boca de su padre que varias veces la pequeña tuvo que ir al hospital por innumerables desmayos que sufría debido al agotamiento de los entrenamientos. La veía como a una pequeña hermana que se encontraba desprotegida.

-E-está bien.-Asintió, sonrojada hasta más no poder.

Itachi sonrió-. Entonces vamos.-Dijo sujetándola de la mano. Hinata se sobresaltó, pero no se negó al toque, estaba acostumbrada a ser llevada de la mano por Ko y extrañamente, el mayor le recordaba a su cuidador. Itachi al darse cuenta de que ella no se apartaba volvió a sonreír, Sasuke ya no le dejaba agarrarle la mano porque "era muy mayor" para esas cosas. A él le gustaba agarrar de la mano a los niños, sentía que así podía mantenerlos más seguros, por ello estaba feliz de que la Hyuga no se negara.

-Sí, mientras más rápido mejor.-Dijo Sasuke, quería entrenar con su hermano lo más pronto posible.

Así, se dirigieron hacia el distrito Uchiha.


Notas del autor: He vuelto con ésta historia, le cambié el nombre. Antes se llamaba "Corrigiendo la historia" había perdido la inspiración, pero ha vuelto :), también he cambiado partes de éste capítulo porque con el pasar del tiempo no me agradaron. Ya tengo escrito el segundo, pero debo corregirlo.

Dije en un anuncio de otro fic que me encontraba buscando un Beta, pero honestamente, es muy difícil. Entrar a la sección de betas en fanfiction es una experiencia bastante aterradora, todos los nombres gritan "¡escógeme a mí!" y yo no sé qué hacer :'c, cuando me consiga uno todo el proceso de actualización será más rápido para mí.

Dato curioso: Kaguya tiene la habilidad de viajar por distintas dimensiones, eso incluiría la dimensión de Road to Ninja. Ella arruinaría todos los finales, incluyendo el final actual del manga de Naruto, es por ello que debe mantenerse sellada.

¡Disculpen mi tardanza! Y muchas gracias si llegaste hasta aquí, no te conozco pero siento que te amo 3

Hasta luego n.n