Disclaimer: Todo personaje aquí mencionado es propiedad de Naoko Takeuchi. El uso de ellos en mis historias es para crear fanfics con fines de entretenimiento libres de lucro.
¡Hola, mis amados sailor lectores! Lo prometido es deuda. Hace uno o dos días compartí en facebook que deseaba hacer algo relacionado al nuevo animé, es decir a Sailor Moon Crystal y bueno, heme aquí en un intento por cumplirlo xD
Este minific tendrá un total de dos capítulos ya que la temática es bastante puntual. Esta historia va dedicada a todos quienes quedamos con el corazón roto tras ver cómo terminó la historia entre nuestras queridas inners y los shitennou (shitennou, shitennous, no sé, pero bueno, ellos, plural xD)
Antes de dejarlos con la historia quisiera adelantarles algo:
Este fic está construido en un POV Minako/Sailor Venus, es decir, es ella quien narra la totalidad de la historia. En el segundo capítulo se mantendrá así y por ello no haré la especificación de POV más adelante.
La historia se divide principalmente en dos tiempos. Al igual como vimos en el acto 12, hubo un instante donde las chicas recordaban lo que pasó en el centro de control mientras ya iban camino a punto D. En este fic veremos algo parecido y para la comodidad del lector, intenté hacer los cambios de tiempo lo más claros posible. Mis lectores habituales saben que no me gusta utilizar el término "flash back / fin del flash back" pues siento que entorpece o bien corta la lectura, así que ojo con eso :P
Otro dato a destacar es que este fic está inspirado en el acto 12 de Sailor Moon Crystal. Algunos diálogos fueron copiados textualmente, así que digamos que es un relato 50% animé, 50% yo xP
Si pudieran leer este fic escuchando parte del OST de SMC sería genial: Recomiendo las melodías: Tsuki no densetsu / Ai wa futatabi / Hitotoki no heian (para los instantes lindis de la lectura) / Yami no shuugeki / Shougeki (para los momentos de tensión truli malulis)
Y sin más que agregar (aquí) los dejo con esta nueva historia.
¡Buena lectura!
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Ecos de un amor milenario
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La incertidumbre y el terror nuevamente calan en mi corazón y en el de mis compañeras. Nos observamos unas a las otras en busca de respuestas que no logramos encontrar. Sólo nos queda el miedo de que la tragedia de nuestro pasado regrese.
Usagi corrió tras Endymion una vez que ésta derrotó a Beryl con ayuda de la espada sagrada y aunque quisimos detenerla, no conseguimos más que ver cómo el extraño portal que él invocó se cerraba frente a nuestros ojos.
Volvimos al centro de control gracias a la ayuda y habilidad de Mercury. Tras analizar los daños sabíamos que este lugar no sufrió nada en comparación con lo que nos esperaría si no lográbamos encontrar pronto el paradero de nuestra princesa. Necesitábamos rápido alguna pista, cualquier dato que nos llevara al destino donde ella fuera a dar.
Estuvimos en silencio varios segundos antes de poder hilar frase alguna. El estupor que nos causó el enfrentamiento con la líder del sabotaje a nuestro imperio del pasado congeló nuestra sangre. No sabíamos que ella también había renacido en esta era y que sería la comandante del Negaverso, que nuevamente haría lo que fuera con tal de ver destruida la ilusión de amor de Serenity y Endymion. Su obsesión enfermiza hacia el príncipe de la tierra logró cruzar las barreras del tiempo, de la vida y la muerte, abriendo una vez más nuestras antiguas heridas.
Sacudí mi cabeza, levanté la mirada y caminé hacia donde se encontraban Luna y Artemis. Las demás chicas secundaron mis pasos y permanecimos silentes mientras ellos seguían monitoreando la información que procesaban con la mayor rapidez posible. Pudieron pasar minutos o tal vez sólo segundos, no lo sé, pero no fui plenamente consciente de todo hasta que la voz de Mars abrió el silencio que había en el centro de control.
—Luna, ¿has detectado alguna señal de Usagi?
—Se ha ido al polo norte —contestó de manera casi inmediata.
—¿El polo norte? —Inquirió Jupiter.
Luna no respondió.
Artemis continuó con la búsqueda hasta que un especial sonido hizo que se detuviera:
—Otra vez. Cada vez que intento acercarme a esa zona algo me bloquea.
—Esa zona es… —murmuró Mercury.
—Es el punto D, cerca del polo norte. He estado vigilando esa zona —habló rápidamente Luna, dándonos al fin un sector donde poder iniciar la búsqueda de Usagi.
Tras escuchar esto la esperanza renació en mí y sé que también en mis compañeras. Volvimos a observarnos y sin tener que decirlo, estaba claro que haríamos lo que fuera necesario para llegar hasta donde Luna y Artemis sospechaban que Usagi estaría.
Esperamos la especificación de las coordenadas antes de emprender nuestro viaje. Luna nos aclaró desde aquella zona había localizado extrañas ondas de energía y ese sería el punto central de nuestro enemigo, que desde ahí el gran poder maligno brotaba, que era mucho más poderoso de lo que alguna vez pudo sospechar y que sería necesario encontrar a nuestra princesa lo más rápido posible pues sola corría gran peligro. Usagi se encontraba sola luchando contra los cuatro reyes del negaverso, Endymion y Metalia. No era posible seguir un segundo más en el centro de control sin ir a protegerla.
Una vez más unimos nuestros poderes y fuimos tras ella. Sobrevolamos el polo norte y a medida en que avanzábamos podíamos ver y sentir cómo el poder oscuro había corrompido cada centímetro de ese lugar. Fue una visión espantosa, de alguna forma era revivir la soledad y el silencio que reinó en la luna tras el fin de su época de esplendor. De alguna forma nos anunciaba que cada minuto de demora era un paso más cerca de volver a presenciar nuestra destrucción.
Mientras nos dirigimos hacia el punto D, horribles visiones azotan mi mente llevándome al borde del desespero. Intento no transmitir ese sentimiento a mis amigas, no es un lujo que pueda darme en estos instantes, pero no puedo dejar de imaginar que Usagi podría ser derrotada pero no sólo eso, sino que quien le puede dar muerte puede ser precisamente su eterno amor, Endymion.
Mi corazón no puede soportar la idea de que eso suceda, no es justo que ella tenga que pasar por semejante agonía, no es justo que después de todos los sacrificios ofrendados para devolvernos la vida terminen en la absurda ironía de un fin como ese.
Tengo que encontrar el valor, remover el miedo, hacerlo a un lado y luchar una vez más por su felicidad.
Haré lo que sea necesario por ella aunque me cueste la vida.
Dentro del inhóspito paisaje al fin visualizo el lugar que buscábamos.
—Ahí está —anuncio a las chicas con determinación.
Descendemos velozmente y logrando tocar tierra firme, nuestro blindaje desaparece. Ya nos encontramos frente a frente con la guarida de nuestros adversarios.
Miro fijamente y no parece haber señales de una lucha en curso, ni siquiera percibo algún hechizo que resulte ser una barrera que nos impida entrar.
Es hora.
—Esta es la entrada del reino oscuro. ¡Vamos!
Al decir esto comenzamos a sumergirnos en la zona enemiga. Avanzamos con cautela, es necesario ser precavidas si queremos llevarnos la victoria. Mercury activa su rastreador para analizar cualquier foco de peligro, pero antes de que ella pudiera darnos alguna pista, Mars advierte algo y nos lo dice:
—Puedo sentir una fuente de energía maligna.
Damos un par de pasos más y confirmamos la percepción de la guardiana de Marte. Frente a nosotras, de un segundo a otro, nos encontramos con quienes no quisiéramos llamar enemigos.
—Ustedes son… ¡los cuatro reyes del reino oscuro!—exclama Jupiter, quedando perpleja ante lo que observa.
—Otra vez las Guardianas Sailor —pronuncia Jadeite.
—No les permitiremos avanzar más —secunda Nephrite.
—Esta vez las eliminaremos —sentencia Zoisite.
—Sientan el poder de la oscuridad —finaliza Kunzite.
No quiero volver a pelear contra ellos, sé que las chicas tampoco desean continuar esta batalla, pero antes de poder intentar detenerlos Kunzite desata sobre nosotras un poderoso ataque.
No podemos hacer más que intentar protegernos. Recibimos el azote del poder maligno que los gobierna y por poco nos hace caer, sin embargo de alguna forma pudimos resistirlo.
—¡Qué fuerza! ¡Son más fuertes que antes! —advierte Jupiter.
—No podemos perder el tiempo —asevera Mars.
—¿En serio debemos pelear contra ellos? —cuestiona Mercury.
—No nos queda otra opción —respondo con todo el dolor que esa tajante opción me provoca, sin embargo no pierdo una esperanza y la transmito—. Sólo nosotras podemos hacerlos recuperar su memoria.
—¡¿Qué podemos hacer?! —pregunta Jupiter, desesperada.
—Tal vez si…
¡No!, ¡No otra vez!
Nuevamente recibimos un feroz ataque propinado por Kunzite. Su determinación por asesinarnos es implacable, ¡el poder maligno parece haber corrompido finalmente toda su voluntad!
—Ríndanse, Guardianas Sailors.
Su petición no es más que una tortura prolongada. Sabe que no nos rendiremos, sabe que seguiremos luchando hasta el final.
El daño que nos ha provocado logró hacernos caer. Nuestros cuerpos comienzan a sentir el desgaste de los intentos por resistir. Estamos heridas, nos es complejo incluso respirar y la batalla se hace cada vez más difícil.
—Usagi está peleando sola, no podemos rendirnos ahora —así es, Jupiter.
—Usagi es nuestra querida amiga que abrió nuestros corazones —Mars…
—Todas nos conocimos gracias a Usagi —Mercury, es verdad, al igual que…
—Ustedes también deben tener a alguien tan importante como ella para nosotras.
Sin quitarles la mirada, noto que Kunzite y los demás reaccionan ante mis palabras.
Quizás no todo está perdido…
—¿Qué? ¿Qué fue eso? —preguntan Jadeite y Zoisite.
¡Esta es la oportunidad!
No quiero luchar contra ellos, no quiero herir a ninguno, no quiero lastimar a Kunzite, ¡no puedo!
Sé que ellos son la barrera que nos impide llegar a Usagi. Sé que podemos estar ocupando tiempo que no tenemos con tal de salvarlos, pero mi alma grita que no me rinda, no después de…
Cuando nuestras vidas estaban colmadas de plenitud, cuando la paz reinaba en nuestro mundo, la traviesa princesa escapaba del palacio ocultando un secreto en su corazón. Se escabullía en silencio y viajaba a la joya de color azul que se posaba en nuestro horizonte: la tierra.
Fui la primera en descubrir el motivo de sus ausencias. En una oportunidad la seguí silenciosamente evadiendo las preguntas de las demás guardianas de la pequeña e inocente Serenity. No fue tarea fácil, pero tras llevar algunas sospechas no quise importunarlas y fue por eso que me decidí a ir sola en esa oportunidad, ya que en caso de estar equivocada, no deseaba alterar la tranquilidad de todas por un error.
Llegué al planeta tierra y me maravillé al ver su hermosura. Su cielo celeste como los ojos de nuestra princesa era un mágico lienzo donde se deslizaban los rayos del sol. Sus verdes prados enmarcaban una vista de ensueño y la fresca brisa se enredaba en mi cabellera haciéndola jugar a su compás.
Poco a poco comenzaba a entender por qué Serenity visitaba este precioso planeta, pero tras seguirla hasta el palacio del reino dorado comprendí que su motivación iba más allá de eso, era algo más fuerte, profundo y poderoso.
Era por amor.
Me escondí tras un pilar del jardín del castillo. Miré de reojo y junto a una fuente de agua viva, Endymion tomaba las manos de Serenity antes de fundirse junto a ella en un cálido beso.
Mis mejillas ardieron en cuanto vi a la princesa con su enamorado, volteé y me escondí tapando mi boca para no gritar. Sabía que la relación entre ellos era un tabú que no debía pasarse a llevar, que la unión entre seres lunares y terrestres era una prohibición que todos conocíamos, sin embargo nunca vi a nuestra princesa más feliz que en ese instante. ¿Cómo iba yo a interrumpir su alegría?
En un impulso de curiosidad quise voltear para continuar viendo lo que ambos hacían, sin embargo el pudor fue más fuerte y nuevamente les di la espalda. Volví a sonrojarme, sentí un gran nudo formándose en mi estómago y el corazón me latía más fuerte que nunca.
Eso creí, hasta que lo vi a él.
—Me parecía extraño que ninguna de ustedes advirtiera antes lo que ocurría.
Busqué al dueño de esa grave voz con velocidad. Me parecía familiar pero no confirmé mi sospecha hasta cuando noté su presencia. Tu presencia, Kunzite.
Allí estabas sin que yo me diera cuenta. Estabas ahí por la misma razón que yo.
Di un salto en cuanto escuché su declaración. Me sorprendió y de alguna manera también logró ofenderme. Era verdad, ninguna de las guardianas de la princesa se había dado cuenta de lo que sucedía y por ser yo quien estaba presente esa vez, tuve que cargar con la responsabilidad que recaía sobre todas nosotras.
—Supongo que no era tan fácil para nosotras. Serenity es la que escapa, no el príncipe Endymion —repliqué en un intento por defenderme.
—Pues no me extrañaría que algún día sea yo quien se esconda detrás de algún pilar del palacio lunar.
La insinuación de que esta relación prohibida continuase causó un conflicto de emociones en mí. Por un lado me parecía una grave ofensa que la princesa pasara a llevar una de las leyes sagradas de nuestra era, pero también me enternecía pensar que había encontrado el amor en el noble príncipe Endymion.
Hacían una pareja maravillosa, con sólo verlos un momento supe que lo suyo era verdadero, mágico e indestructible.
Sonreí al pensar en la felicidad de mi princesa, pero a los segundos recordé que no me encontraba sola, que estaba siendo descortés al ignorar a quien me estaba haciendo compañía.
—Tú… eres Kunzite, ¿no? —titubeé al preguntar.
—Y tú eres Venus —aseguró sin más.
Asentí y volví a sonreír. El sonrojo en mis mejillas se mantuvo pero ahora el motivo era diferente.
La presencia del guardián del príncipe de la tierra era imponente, aun cuando solo estaba cruzado de brazos y con su espalda apoyada en el pilar contiguo al mío se veía poderoso e implacable, sin embargo también parecía ser alguien ameno y agradable y mirándolo a los ojos, supe que así era.
Me regaló una breve sonrisa e inmediatamente dibujó una en mis labios. Bajé la mirada mientras retorcía el pie derecho sobre el verde pasto a la vez en que anudaba un mechón de pelo en mi mano.
Sí, por un momento olvidé que mi presencia en ese lugar se debía estrictamente para vigilar a la princesa.
—¿Qué haremos? —preguntó él, dando un rápido vistazo hacia donde se encontraban Serenity y Endymion.
—La verdad es que… no lo sé —respondí, expeliendo un gran suspiro.
—Sabemos que esto no debería estar ocurriendo —agregó.
—¿Tendremos que detenerlo? —pregunté nerviosa.
—Deberíamos, pero siendo sincero creo que jamás había visto así al príncipe. Realmente está cautivado por la hija de la reina de la luna.
Permaneció pensativo por algunos instantes. Su rostro se mantuvo inmóvil mientras continuaba mirando a los enamorados pero al poco tiempo después volvió a sonreír.
—El amor es así —comentó—, llega en cualquier momento sin que uno pueda prever quién lo motivará, quién lo hará nacer.
Sus palabras hicieron eco en mi corazón. Los latidos eran más profundos y casi abrieron mi pecho.
Sí, el amor es así, llega en cualquier momento…
La espada de Kunzite sonó con fuerza cuando de un instante a otro volteó. Serenity y Endymion parecían estarse despidiendo y lo único que pude hacer fue correr. Sé que ni siquiera me despedí, pero el miedo que sentí al pensar que la princesa pudiese descubrirme fue más fuerte, por lo tanto retorné a nuestro hogar con rapidez, volví al palacio agitada y cuando creí que había regresado sin mayor problema, la reina Serenity apareció frente a mí.
—Venus, estaba buscándote.
—Discúlpeme Reina, yo estaba, estaba…
—¿Por casualidad sabes dónde se pudiera encontrar mi hija?
—¿Qué?, ¿la princesa? Yo no la he visto en todo el día, es decir, la vi hace un par de horas pero la perdí de vista y, no, no sé dónde está.
—Qué extraño —puntualizó la reina—. Le pedí a Mars que la buscara pero hace varios minutos ya debió haber regresado.
Sabía que si Mars encontraba a la princesa, las cosas no andarían bien.
—Reina, lo más probable es que Serenity haya ido a jugar en algún rincón del jardín y ahora esté dormida, como siempre —mentí tratando de sonar lo más sincera posible, aunque supe que no estaba engañando a nadie, partiendo por mí misma.
—Si la encuentras dile que me busque, por favor.
—Sí —respondí con rapidez. La reina se despidió con la calma que siempre la rodeaba y se alejó lentamente.
Permanecí sola a las afueras del palacio algunos segundos, pero poco después supe que no lo estaba.
—¿Dónde andabas, Venus?
Jupiter apareció como un fantasma. Arqueó una de sus cejas y esbozó una sonrisa sarcástica como si algo sospechase.
—Por ahí —respondí encogiéndome de hombros, manteniendo mis ojos cerrados.
—Pareces algo agitada —continuó.
—No lo creo —contesté.
—Pues sí, lo pareces —agregó Mercury, riendo suavemente de manera cómplice con Jupiter.
—Chicas, ¿me estaban espiando?
No tuvieron tiempo de contestar pues Mars se acercaba hacia nosotras y con ella venía Serenity. Una de ellas parecía molesta mientras la otra parecía estar justamente todo lo contrario.
—Mars, lo que te digo es cierto, sólo me quedé dormida en el jardín —explicaba.
—Princesa, me parece extraño que últimamente prefieras dormir en ese lugar en vez de ir a descansar a tu habitación —respondió la pelinegra.
Al escuchar eso ella sólo sonrió y cómo no iba a hacerlo si venía de ver a su gran y único amor.
—Serenity, tu madre espera por ti. Dijo que la buscaras en cuanto aparecieras —anuncié.
Ella atendió mi petición mientras caminaba sobre las nubes. Un cálido sentimiento impregnó mi corazón al saber qué era lo que causaba esa conducta en ella. En ese instante no me importó si mis amigas sospechaban algo. Simplemente estaba feliz por la princesa.
A los días después noté que nuevamente planeaba una de sus huidas. La seguí por segunda vez y el paradero fue el mismo: la tierra.
En esa oportunidad la escurridiza princesa no se dirigió hacia el hogar de su enamorado sino que acudió a un bosque para el encuentro. Permanecí a varios metros de distancia para que mi presencia pasara desapercibida y efectivamente ella no la notó, pero sí lo hizo otra persona.
—Al parecer se nos hará costumbre vigilarlos, ¿no?
—¡Kunzite! —exclamé sin pensar. Voltee levemente y sentí su mano aferrada a la mía.
—Si quieres seguir haciendo esto deberás acostumbrarte a no gritar —susurró cerca de mi oído. Él me había empujado hacia atrás para ocultarme tras el árbol donde él permanecía.
—Lo siento —murmuré suavemente, avergonzada.
—Ven, si dan la vuelta podrían verte.
Sin soltar mi mano, Kunzite me atrajo hacia él. Estuvimos muy cerca y no me había percatado de ello hasta que su calidez envolvió mi espalda. Calidez que traspasó mi piel hasta llegar a mi alma.
¿Qué me estaba ocurriendo? ¿Estaría yo también rompiendo una de las leyes más importantes del reino terrestre y del lunar?
—Parecen estar tan concentrados en ellos que no escucharon tu grito —comentó apenas audible.
Quise responder algo, pero mi voz se había apagado por completo.
Ladeé mi cabeza y los vi besarse. Realmente era innegable su amor, éste se podía reflejar claramente en el fulgor que nacía de sus miradas al encontrarse. Para ellos nada era más importante que estar juntos.
Seguí mirándolos por un instante más hasta que la voz de mi compañía estremeció mis sentidos.
—Parece ser que seguiremos vigilándolos y no informaremos sobre esto a los demás.
—¿Estaremos cometiendo un error? —le pregunté.
—Probablemente.
—En ese caso deberíamos detenerlos.
—¿Podrías? —inquirió.
No tuve que pensarlo demasiado…
—No —respondí.
—Yo tampoco —complementó con sencillez.
Derrotada di la vuelta y apoyé con fuerza mi espalda sobre el árbol. Suspiré cansada mientras pensaba en todos los problemas que acarrearía la revelación de esta relación secreta, del gran escándalo que traería para ambos reinos y las barreras que nacerían para Serenity y Endymion si esto se llegase a descubrir. Quise buscar soluciones y respuestas en el celeste cielo terrestre, pero en cambio me encontré con el gris perlado de los ojos del guardián del príncipe de la tierra.
Su mirada me hipnotizó y me perdí en ella. En sus ojos encontré un templo de calma, de mágica energía que logró hechizarme por completo.
Mi corazón golpeaba mi pecho con nerviosismo.
Mi corazón rompía las leyes impuestas.
Mi corazón latía por Kunzite.
Sin haber desecho nuestro contacto, apreté su mano con firmeza. Él abrió sus ojos sorprendido y correspondió a mi gesto.
Hacíamos algo prohibido, pero no podíamos detenerlo. No teníamos la voluntad.
—Venus… —musitó.
—No deberíamos.
Es cierto, no debíamos, pero…
Yo no debía estar ahí para eso, mi labor era proteger y vigilar a la princesa, intentaba recordarlo a la vez en que no podía dejar ir la mano de Kunzite y quizás ese fue mi gran pecado y perdición.
Mi mano no lo dejó ir y tampoco mi corazón.
Mantuvimos nuestras miradas imantadas por un lapso indefinido hasta que algunas hojas secas advirtieron el movimiento de Serenity y Endymion. Solté con violencia la mano de Kunzite y comencé a escabullirme entre el bosque para huir una vez más, pero antes de lograr concluir mi escape él volvió a tomarme, hizo que me detuviera y retorné a su mirada.
—Oí que volverían a reunirse la próxima semana, aquí.
—Yo… volveré.
Él sonrió e inundó mi espíritu con nuevos bríos de fuerza e ilusión. Correspondí a su brillante sonrisa y apreté su mano una vez más.
—Será nuestro secreto —agregó acariciando el torso de la mía.
—Debo irme —dije antes de soltarme del agarre, esa vez, con suavidad.
Di la vuelta y comencé a correr sin poder dejar de sonreír. ¿Era esto amor? No lo sabía, pero en caso de que no lo fuera era al menos el sentimiento más parecido que podía imaginar.
Continué mi camino mientras batallé con mis prejuicios. Nunca antes me había sentido tan tonta, audaz, nerviosa, feliz, asustada y segura a la vez.
En definitiva, comenzaba a sentir algo muy fuerte por un caballero del planeta tierra.
Llegué nuevamente a la luna sintiéndome extraña. Por alguna razón me sentía algo fatigada, como si estuviese enferma ya que sentía escalofríos y tenía algo de debilidad en las piernas. Recuerdo también que tomaba las cosas y si no se me enredaban entre mis dedos, éstos las dejaban ir y se caían. Era muy peculiar, era como si mis habilidades más básicas hubiesen desaparecido temporalmente y en verdad fue curioso, era como si todo lo malo podía estarme pasando y sin embargo no me importaba demasiado.
Una semana, eso fue lo que exactamente duró esa conducta en mí.
La noche previa al nuevo encuentro de los príncipes, vi a Serenity en el balcón del palacio observando el planeta tierra. Estaba sola, parecía estar pensando profundamente en algo pero ya sabía que más bien pensaba en alguien, alguien especial. Me acerqué a ella, mi presencia la asustó pero dejé mi mano sobre su hombro para calmarla. La miré y creo que sin tener que ser explícita en el tema que iba a abordar, ambas ya sabíamos qué ocurría.
—Princesa, ¿Por qué pasas tanto tiempo mirando la tierra? —le pregunté.
—Creo que es bella, por eso me gusta observarla con tanta devoción —contestó hecha un suspiro.
—Tienes razón, realmente se ve preciosa desde acá —agregué.
—Sin embargo a veces me causa tristeza sentir que estamos cerca y a la vez tan lejos —confesó—. No entiendo por qué no podemos tener una relación más estrecha con la gente de ese planeta.
Preferí no profundizar mucho en ello ya que sabía cuál era la motivación de ella para plantear la interrogante.
—¿Hay algo que quieras contarme, princesa?
Mi pregunta la sorprendió o mejor dicho, probablemente ya se sintió descubierta. Su piel palideció un poco y noté que su respiración se volvió algo intranquila.
—Venus… ¿Podrías guardar un secreto? —preguntó con nerviosismo.
—Lo hago, Serenity.
—¡¿Qué?!
Su inocente mirada golpeó directamente en mi corazón y pude sentir sus sentimientos como que fueran míos.
—Sé que te encuentras con el príncipe de ese planeta y no sólo eso, también sé que hay algo entre ustedes —expliqué sin mayor rodeo.
—¡Venus! Yo…
—Tranquila. Los he visto juntos y si te digo la verdad, parecen estar muy enamorados, ¿no es así?
Sus mejillas se bañaron en rubor tras escuchar mi declaración. Sin que ella tuviera que confirmar mis dichos ya sabía que eran correctos.
—Es por eso que observo tanto el planeta tierra —dijo volviendo su mirada a ella—. La miro y pienso que en algún lugar está él, que quizás está mirando su cielo y me ve reflejada en la luna así como yo veo el color de sus ojos reflejado en el azul de su hogar.
—Probablemente sí, él también está pensando en ti —agregué.
Mi comentario hizo que la sonrisa de la princesa se tornara amplia. Sé que en ese instante volvió a soñar despierta, que volvió a pensar en su enamorado, en su príncipe Endymion.
—Él es un joven maravilloso y lleno de virtudes —me comentó—. Me recita poesías y las dedica, dice que jamás había visto dama más hermosa que yo, que parezco un ser nacido de sus sueños y en mis ojos ve su verdadero hogar.
—¿Y tú qué ves en sus ojos?
—Yo… veo el mar, veo la profundidad del océano hecho amor y siento que no hay nada más grande que ese sentimiento.
—Ya veo —dije suavemente—. Estás enamorada.
—Creo que sí —confirmó con timidez.
—Serenity, sin embargo sabes que lo de ustedes es un tabú, es algo que no debería suceder.
—Lo sé —respondió alicaída—, pero no pude hacer nada para impedir sentir esto por él. Mi amor hacia Endymion es más fuerte que cualquier barrera que nos separe.
—Nos estamos metiendo en problemas, ¿lo sabías?
—Venus…
—¡No te preocupes! —dije rápidamente para calmarla—. Será nuestro secreto, ¿está bien?
—¡Gracias! —exclamó abalanzándose sobre mí para darme un abrazo.
—Pero deberás prometerme algo —comenté con rapidez.
—¿Sí? —preguntó ella, inclinándose hacia atrás.
—Deberás ser más cautelosa y sobre todo, tendrás que cuidarte, nada malo puede ocurrirte así que en cuanto sospeches que algo puede pasar deberás decírmelo. Yo estaré para protegerte y ocultaré tu relación siempre y cuando no te vea en peligro.
—¿Irás conmigo a la tierra cada vez que vaya a ver a Endymion? —cuestionó con un dejo de molestia.
—Sí, de lo contrario tendré que decirles a todas que eso de que te quedas dormida en el jardín no es más que una farsa.
—¡No, por favor! —suplicó al instante.
—Pues bien, ¿tenemos un trato?
—Sí —concretó con una amable sonrisa.
—No te quedes mucho más tiempo acá, ¿bien?, recuerda que ya deberías estar descansando.
—Está bien. Iré pronto a mi habitación.
Por supuesto, eso no ocurrió.
A la mañana siguiente acudí a los aposentos de la princesa para ayudarla, como de costumbre, a arreglar su cabello. Cepillaba con cuidado y suavidad cada hebra dorada de su larga cabellera hasta dejarla como una cascada de oro líquido, después lo separaba para formar sus distintivas coletas para que así pudiera bajar a tomar su desayuno.
Ella permanecía tranquila como siempre, pero esa mañana tarareaba una canción que no pude reconocer. Quizás era solo una melodía que nacía de su alma enamorada o bien, alguna que el propio príncipe terrestre le haya susurrado al oído.
—¿Ya pensaste cómo saldrás de aquí? —le pregunté, interrumpiendo su canto.
—No —resopló con tristeza—. Hasta ahora la mejor excusa que se me había ocurrido era lo de quedarme dormida en el jardín.
Su infantilidad e inocencia me causó gracia y no pude evitar reír, cosa que a ella no pareció agradarle demasiado.
—Diremos que quieres flores frescas para tu habitación, que deseas elegirlas tú misma y que yo te acompañaré, de esa forma nos ahorraremos preguntas y sospechas.
—Vaya, qué buena idea —comentó, corriendo así su pesar.
—Pero será por un plazo razonable de tiempo, Serenity. No podemos estar tantas horas en la tierra sin que tu madre se preocupe por tu ausencia.
—Lo sé, además valoro mucho lo que estás haciendo por mí, más todavía si pienso que estarás sola mientras yo estoy con Endymion.
Sentí un nudo en la garganta, uno que logró asfixiarme en sólo un segundo.
La noche anterior ella había hecho su confesión y ahora era mi turno.
—Puede que no esté tan sola como crees.
—¿Eh?
Serenity giró su rostro y me observó con real confusión. No tenía escapatoria, debía decirle la verdad.
—Te diré lo que ocurre pero deberá ser parte de nuestro secreto.
—Sí, dime.
—No soy la única que vigila a cierta princesita escurridiza —dije a la vez en que golpeé suavemente una de sus coletas—. Uno de los guardianes de Endymion también sabe lo de ustedes.
—¡¿Qué?! —exclamó ella a todo pulmón. La única manera en que la pude hacer callar fue tapando su boca con mi mano.
—Es Kunzite —aclaré con velocidad.
—¡No puede ser, no puede ser! ¿Sólo Kunzite sabe? ¿Estás segura que los demás no están enterados? —preguntó sin parar.
—Estoy segura, sólo él lo sabe, así me dijo…
En ese punto Serenity y yo cambiamos roles. La nerviosa era ella y la enamorada… sí, la enamorada era yo.
Batí rápidamente mi cabeza y me enfoqué en lo que debía hacer. Finalicé el peinado de Serenity y bajé al comedor. Si seguía pensando demasiado tiempo en Kunzite no iba a poder ocultar lo que la princesa y yo estábamos por hacer.
Pasó el tiempo lentamente como nunca antes para mí. Vi que Serenity hablaba con su madre, noté que ésta asentía y me observaba, por ende sospeché que el plan que teníamos estaba funcionando. A los segundos la princesa corrió a mi lado, gritó que traería las flores más lindas que pudiese encontrar y con eso supe que ya podíamos continuar con lo que teníamos en mente.
Viajamos raudamente a la tierra y por instantes olvidé disimular mi propia emoción, pero Serenity estaba tan sumergida en sus propios pensamientos que no pudo notar lo que me ocurría, no al menos en esa oportunidad.
Ella parecía conocer el camino a la perfección. Se deslizaba a través del bosque como si fuese un hada y yo la seguía con algo de torpeza pues no estaba acostumbrada a recorrer esos parajes. Poco después llegamos a un lago, Endymion volteó para encontrarse con su niña y sé que recibió con sorpresa mi presencia. Sus ojos se abrieron en asombro y tras contemplarme de manera fija, condujo su mirada hacia Serenity sin decir palabra alguna.
—Ella es una de mis guardianas, Sailor Venus —dijo ella, presentándome.
—Venus, bienvenida al planeta tierra —dijo él mientras se acercaba y quedando frente a mí, me ofreció una cordial reverencia.
—Príncipe —contesté, reclinándome en señal de respeto.
Los instantes posteriores fueron algo incómodos. Endymion había sido un total caballero conmigo, pero era obvio que mi presencia le inquietaba.
—Ella ya sabe lo nuestro y ha prometido mantenerlo en secreto. Podemos confiar en ella, amor mío —explicó la princesa a la brevedad.
—Te lo agradezco. Sé que lo nuestro con Serenity no es algo que los demás vayan a aprobar pero…
—Endymion, no se moleste en darme explicaciones, sólo le pediré, como guardiana de la princesa, que vele por su bienestar y mantenga esto en el más bajo perfil posible.
—Lo haré —contestó sonriente.
Inmediatamente Serenity tomó su mano y me olvidó. Pocas veces me había sentido "tan de más" en la vida y sin saber cómo llevar a cabo mi retirada, lo único que se me ocurrió fue toser a modo de informar que seguía ahí.
—Princesa… —susurró él, mirándola directamente.
—Venus… ¿esto te incomoda mucho?, no quisiera que te sientas sola pero…
—No lo estará.
Esa voz ya no me resultaba remotamente familiar pues ahora ya sabía a quién le pertenecía.
De entre los árboles Kunzite apareció y reveló su presencia ante nosotros. Sentí un cosquilleo en mi vientre al pensar que estuvo oculto hasta el instante en que Serenity y yo llegamos, pero específicamente que se mostrara en el segundo en que mi presencia no era del todo grata me conmovió.
De alguna manera, me había rescatado.
—¡Kunzite! —exclamó el príncipe.
—Maestro, lamento haberle ocultado esto por tanto tiempo, pero al igual que Venus, estoy al tanto de su relación con la princesa de la luna.
Endymion y Serenity se miraron de una manera bastante particular. En ese segundo supieron que su secreto ya no pertenecía únicamente a ellos sino que ahora era de los cuatro allí presentes.
—¿Alguien más sabe? —preguntó Endymion.
—No, creo que de este planeta soy el único que conoce sabe y de la luna, sólo esta hermosa guardiana de la princesa.
Bastó un segundo para que toda la sangre que corría por mis venas se alojara en mi rostro.
Serenity comenzó a reír con suavidad y ocultó su rostro en el pecho de su enamorado mientras él me observó de reojo para terminar mirando a Kunzite, al cual y sí, me di cuenta, le guiñó el ojo.
Me sentí muy observada, incómoda y expuesta, pero al voltear a mi derecha volví a ver al guardián de plateados cabellos y me sentí mejor. Él estiró su brazo, abrió su mano dejando la palma expuesta y me invitó a su lado.
—¿Me acompañarías?
Asentí y me acerqué hacia él. Tomé su mano, él la apretó y caminamos juntos para quedar a unos cuantos metros de distancia de la pareja. Me ayudó a tomar asiento sobre una roca cercana y él se quedó de pie a mi diestra.
—¿Tuvieron problemas para venir?
—No —resolví pronto—. Se supone que en este instante la princesa y yo estamos buscando flores frescas para su alcoba.
Kunzite sonrió y carcajeó un poco. Quizás le pareció una excusa débil y en extremo femenina.
—Fue lo mejor que se me ocurrió —me excusé anticipadamente.
—No te ofendas —aclaró él—, estoy riendo pues veo que ustedes tienen un plan. Yo solo sigo al príncipe y si alguien me pregunta algo, sólo camino más rápido con tal de perderme pronto.
La manera en que lo dijo hizo que me riera. Lo imaginaba tratando de ocultar la verdad y correr para no ser descubierto. Sólo espero que no haya levantado sospechas con dicha actitud.
—¿Hace cuánto sabes lo que ocurre entre ellos? —le pregunté.
—Sospecho que desde el inicio. Mi maestro nunca se ha caracterizado por ser un hábil mentiroso así que en cuanto inventaba alguna excusa para salir a solas, pude notar que algo ocultaba.
—¿Y qué pasaría si sus demás guardianes se enteraran de esto?
—He pensado en ello en varias ocasiones pero sinceramente no sé cómo lo tomarían, sin embargo nuestra lealtad hacia el príncipe Endymion es tanta que dudo que alguien de nosotros fuera capaz de cuestionarlo.
—Ya veo…
Sí, era evidente que la devoción de Kunzite hacia él era altísima, por lo cual era de esperar que para los demás guardianes ocurriera lo mismo.
—¿Y las demás guardianas cómo reaccionarían?
—Creo que sería algo similar al caso que sospechas tú con tus compañeros. Serenity es lo más importante de nuestras vidas y solamente queremos verla a salvo y feliz.
—Tal vez algún día todos se enteren sobre esto, de ser así ojalá fuera aceptado y celebrado, ¿no crees?
—Si están destinados a amarse como lo hacen ahora, eso sería fantástico.
Reflexioné rápidamente los dichos de Kunzite. Él veía un futuro en esa relación, conocía a su protegido y eso me llevó a pensar que sus sentimientos eran reales y transparentes para con Serenity.
—Entre tanto eso ocurra, será bueno que nos conozcamos mejor —dijo él.
—Pues bien, yo soy Sailor Venus, líder de las guardianas del sistema solar interior. Nuestra misión es proteger a la heredera del milenio de plata y mantener la paz en su entorno.
Mi relato sonó tan orgulloso que logró provocar el mismo efecto en mi acompañante. Se formó a mi lado, tomó posición firme llevando la palma de su mano derecha al pecho y recitó:
—Yo soy Kunzite, el caballero de la pureza y el afecto. Soy parte de los cuatro reyes celestiales y nuestra misión es resguardar a toda costa la seguridad de nuestro maestro, Endymion, futuro heredero del reino dorado.
Terminada su introducción, ofrecí una suave reverencia que él recibió como si fuese un gran gesto, pues tras eso tomó mi mano con delicadeza y la besó con suavidad.
—Es un placer poder presentarme oficialmente ante ti, Venus.
—El placer es todo mío —correspondí a su comentario con toda la delicadeza que una dama puede tener.
Creo que en ese momento de tanta formalidad, paradójicamente, nos volvimos más relajados y cercanos.
Empezamos a charlar primordialmente sobre nuestros protegidos, pero con el paso del tiempo y al encontrarnos en varias ocasiones más, Kunzite procuraba interesarse por mí así como yo de él. Compartimos varias de nuestras inquietudes, sueños y expectativas. Fortalecimos nuestros lazos hasta ese mágico instante en que confirmé que mis sentimientos eran correspondidos.
¿Cómo podría permitir que todo nuestro pasado sea corrompido por la maldad?
Kunzite, confío en tu corazón, en el amor que me profesaste y en nuestra promesa de estar juntos, de velar por Serenity y Endymion, por encontrar la manera en que todos pudiéramos ser felices.
Mi promesa sigue en pie y mi corazón continúa perteneciéndote sólo a ti.
Haré lo que sea por salvarte y libertarte de esa oscuridad que nubla tu mente y sentimientos. Sé que sigo viviendo en ellos así como tú en los míos.
—¡Ahora chicas! ¡Por el poder de Venus!
—¡Por el poder de Mercurio!
—¡Por el poder de Marte!
—¡Por el poder de Júpiter!
No estoy sola en esto, todas queremos que regresen a la normalidad, ¡lucharemos por ustedes!
—¡Ataque planetario Sailor!
Nuestra energía y sentimientos derrotarán al mal, romperemos la oscuridad que los atacó, volverán a ser quienes realmente son y juntos venceremos a Metalia.
Juntos al fin viviremos felices.
Kunzite, deja entrar a tu corazón mi llamado, abre tus ojos y recuerda quién eres…
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Yo lloro, en serio TnT
¿Qué les pareció?
Espero de corazón que si llegaron a este punto, hayan disfrutado esta primera entrega.
Pido cordialmente que lancen los tomatazos con suavidad pues este es mi primer fic basado en Sailor Moon Crystal :P Como vieron, tuve que utilizar los nombres en japonés para darle un sentido de identidad y diferencia, además y con toda la sinceridad del mundo, no imagino estos diálogos llamando "Serena" a Usagi/Serenity xDDD
Del siguiente capítulo puedo darles el avance de que haré un repaso (quizás breve) a las demás historias, es decir Mars/Jadeite (Sí, Maca), Mercury/Zoisite y Jupiter/Nephrite (bye bye Molly), También podría decirles que el sentido o bien la misión de este fanfic es intentar capturar lo que muchas quisimos ver en SMC con respecto a estos romances. Obviamente me apegaré a lo que ocurrió, pero espero darle un giro lo suficientemente interesante como para que ustedes lo disfruten muchito :3
Mención especial a mi linda amiguita Maca Mars por ayudarme con el título de la historia mientras discutíamos temas sumamente importantes en pos de SMGS :* ¡Gracias por los consejos y las risas!
Agradezco su tiempo, lectura y ganas por pasar por aquí. Me resulta sumamente gratificante poder entregarles un momento de diversión sana y contribuir un poquito a la alegría de nuestro lindo fandom con historias que estén a su altura.
Por favor no olviden que el humilde sueldo de la fanficker es el review. Cualquier comentario que me dejen y me haga saber qué les pareció el fic es un incentivo extra a la hora de escribir para ustedes y para mí.
Muchísimas gracias de antemano *-*
¡Nos vemos pronto por acá, sailor promesa!
¡Nunca dejemos de soñar!
¡Nos leemos, Sayo!
Usagi Brouillard.-
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