¡Hola! Por fin vuelve Crash. Seguramente lo habrán extrañado.

Aviso, para que no se lleven una sorpresa, es que voy a cambiar un poco el tema de los niveles, reuniéndolos según su temática.

También voy a cambiar ciertos aspectos y a explicar cosas que no tenían sentido en el juego.

Escucho sugerencias, opiniones, cualquier cosa que quieran que ayude a esta historia.

En fin, gracias por leer y dejen sus comentarios.

Disclaimer: Crash Bandicoot y sus personajes pertenecen a sus respectivos dueños.


Capítulo uno: Trabajando con el enemigo

Un año ha pasado desde que ocurrieron los hechos en el castillo del doctor Neo Cortex y, durante esos meses, Crash Bandicoot, su hermana Coco y la máscara protectora Aku Aku creyeron que jamás se volvería a tener contacto con esos científicos malvados. Ese tiempo de paz fue bueno para todos: Crash no arriesgaba más su vida entreteniéndose en su casa explorando la isla, recolectando wumpas para los indígenas y para su hermana, y haciendo lo que más le gustaba: dormir. En cuanto a Coco, ella pasaba su tiempo aprendiendo gracias a los datos guardados en su laptop y, por esto, ella fue capaz se fabricar máquinas que eran útiles para el hogar. También ella daba paseos por la isla acompañando a su hermano y así pasar un tiempo, juntos.

Todo era paz y tranquilidad en la isla N. Sanity y, para celebrar ese año en que los hermanos volvieron a verse después del rescate fallido a Tawna, los bandicuts hermanos armaron un picnic en la playa. Aquel lugar era hermoso: con cálidas arenas amarillentas, sombra dada por palmeras y algunos tótems y el mar tranquilo de aguas claras. Luego de este almuerzo, el marsupial mayor, por un año, se acomodó en la arena para dormir mientras que la rubia se concentraba en su computadora portátil de color rosado.

Ellos no sabían que había personas que los estaban vigilando constantemente…

—Listo, Neo. La plataforma en la isla N. Sanity ya está colocada. Como tiene un estilo de los diseños de los nativos, él creerá que no hay nada extraño ahí.

—Bien, Nefarious. Ni bien ese tonto bandicut lo pise, envíalo a la cámara de tiempo y así daremos por comenzado la recolección de cristales.

Fue así que el doctor Nefarious Tropy preparó su trampa colocada en medio de un camino estrecho que el marsupial frecuentaba. La colocó allí después de observarlo gracias a una cámara especial creada por el doctor N. Gin, de ingresar las coordenadas para tele transportarse en ese lugar, de poner esa plataforma y de regresar por el mismo modo en que llegó. El Cyborg de brazo robótico había avisado a su colega, el cual estaba en la estación espacial, y esperó a que la víctima cayera desde el lugar donde estaba el transportador principal.

—N. Gin: prepara esas cámaras holográficas que Tropy ya colocó la trampa. Pronto ese marsupial trabajará para nosotros —ordenó Cortex con su risa maligna al final de la frase.

El del misil en la cabeza sólo se limitó a asentir sin ánimos y a seguir el pedido. Él se puso a revisar de nuevo sus creaciones aunque no hacía falta. Cuando terminó, se acercó para observar tristemente por la ventana al planeta Tierra. Sólo esperaba que el doctor Brio cumpla con su palabra y así posponer la conquista del mundo. No podía permitir que la gente se convirtiera en zombies, especialmente la chica de ojos verdes hermana de Crash; la quería tal como era.

—¡¿Acaso ya terminaste que te quedaste viendo por la ventana?! —preguntó enfadado.

—Sí, ya está todo en línea junto con las cámaras de la transportadora.

—Bien. Ahora sólo resta esperar…

Mientras tanto, en la isla al sur de Australia, transcurrió una hora desde que se terminó el picnic en la playa. Crash dormía con toda tranquilidad hasta que esto fue interrumpido por la voz de Coco, la cual estaba llamándole.

—Crash: mi laptop se quedó sin batería. Ya que yo cociné, ¿podrías ir por ella? —pidió amablemente y, debido a que el anaranjado no podía hablar, él respondió asintiendo con su ancha sonrisa—. Gracias, hermano mayor.

El camino de la playa a la casa no era muy lejos así que también por esta razón accedió al pedido. Durante la caminata, todo parecía tranquilo ya que las mariposas revoloteaban sin preocupación. El bandicut centró su atención en estos insectos y hasta persiguió a uno sin darse cuenta del suelo que estaba pisando: no era tierra; era algo más duro. Al fijarse observó que estaba encima de una plataforma de piedra con formas extrañas con dibujos de los nativos, cosa que no le preocupó. No le dio tiempo para bajarse de esta y sintió que no pesaba nada.

Cuando abrió los ojos se encontró con algo nunca antes visto: una habitación circular con varias puertas a su alrededor. Todo era muy extraño para el marsupial y no sabía en donde estaba hasta que una luz emergió en el centro del lugar. Se asustó por un momento hasta que oyó una voz conocida y de pronto el rostro del hablante apareció en un holograma.

—Bien, bien. Pero si es Crash Bandicoot. Bienvenido. Siento haberte hecho venir bruscamente pero supuse que rechazarías la invitación por escrito… Necesito tu ayuda. A tu alrededor hay puertas que te llevarán a lugares distintos que tienen un cristal oculto; cristales como este —al decir esto apareció la imagen del objeto en cuestión—. Quiero que me los traigas. Eso es todo lo que puedo decir ahora. Estaremos en contacto.

Al terminar de hablar, el holograma con el rostro del doctor Cortex desapareció. El anaranjado estaba confundido: recordaba todos los inconvenientes que le hizo pasar ese hombre; obviamente que desconfiaba de sus palabras, sin embargo, accedió a seguir las indicaciones para luego ver qué tramaba ese científico con los cristales. Con algo de temor, se acercó a la primera entrada ya que al final de esta había un vórtice: una entrada a otro lugar. Respiró profundo y se dejó llevar por ese túnel de luces y colores llamativos.

—¡Bien! ¡Ese tonto cayó en la trampa! —exclamó Neo al ver desde la cámara cómo Crash fue absorbido por el túnel transportador—. ¡Ahora comienza la venganza sin que él se dé cuenta!

—Qué bueno, doctor —dijo N. Gin fingiendo estar interesado—. Entonces iré a revisar las máquinas para que todo pueda seguir bien.

Aquello simplemente fue pretexto para salir de allí para avisar a cierta persona sobre el paradero del marsupial. El de cabello anaranjado se encerró en su habitación para tomar su notebook y mandar un mail a Coco diciéndole: "Tu hermano está bien. No te preocupes. Enseguida regresará a casa." Lo envió y esperó la respuesta…

En N. Sanity, a la chica de ojos verdes se preocupó al notar que su hermano tardaba mucho en regresar. "Tal vez se olvidó lo que es una batería, aunque se lo mostré varias veces" pensaba la rubia hasta que se decidió a ir a buscarlo. Ella fue por un camino distinto y por esa razón no se encontró con la plataforma. Llegó a su casa, buscó a su hermano y no lo halló. Luego recordó la falta de batería y fue a recargarla. Mientras la máquina se cargaba, ella salió a buscar al desparecido por los alrededores de la casa; no lo encontró.

Luego de media hora de búsqueda, Coco regresó a su casa para averiguar si el bandicut estaba allí pero no había rastro de él. "¿Dónde estas, hermano mayor?" pensaba preocupándose y con algo de ansiedad mientras apoyaba sus codos en la mesa de la cocina. No podía dejar de buscar, así que tenía que esperar unos minutos para que Aku Aku vuelva a casa después de haberse desocupado de actuar como médico brujo en la tribu y continuar la búsqueda junto con él. Mientras tanto, la rubia reinició su computadora portátil y se sorprendió al revisar sus mails.

—¡¿Qué es esto?! —gritó enfadada— Seguramente se trata de una broma aunque Crash no aparece… Tendré que averiguar más.

Y con eso, ella se dispuso a enviar una respuesta para averiguar qué sabía quien envió el mensaje sobre su hermano. Coco desconfiaba del mensaje ya que el remitente usaba un nombre falso: un tal "Nick G.", aún así escribió una respuesta. "¿Dónde está mi hermano? ¿Qué están haciendo con él? ¿Qué es lo que quieren? Libérenlo de inmediato." Y rápidamente la envió.

En el espacio, N. Gin recibió el mensaje de la bandicut y, antes de responder, fue a consultar sobre cómo se encontraba la víctima de la venganza. Fue entonces que salió de su habitación para hablar con Cortex. Odiaba hacerlo pero no le quedaba otra opción.

—Doctor Cortex: ¿Cómo va haciendo el trabajo el marsupial?

—… Lo va haciendo bien aunque no ha encontrado el primer cristal todavía —respondió de mala gana observando los monitores—. Tendremos que hacer esto más emocionante. ¿No?

—¿A qué se refiere, doctor?

—A que es momento de activar el rayo congelante. Ahora parecerá que estará buscando cristales en el polo norte —decidió y al final sonrió maléficamente.

—… Pero eso cambiará el clima de manera permanente. Habrá nieve en invierno y eso no existe en un clima tropical…

—Bueno… eso equilibrará el calentamiento global ¡Vamos! ¡Apunta el rayo a la isla N. Sanity y dispara de una buena vez! ¡No me discutas o te saco del N Team! —ordenó enfadado.

—… De acuerdo —dijo sin ánimos.

Caminando con pesadez, aún más ya que siempre caminaba algo agachado por el peso del metal en su medio rostro con lo que parecía ser más bajo de lo que era, el Cyborg introdujo las coordenadas de la isla y cuando estuvo a punto de disparar el rayo, Neo lo vio dudar con lo que él mismo tuvo que accionar la máquina. Cuando vio que sucedían los cambios a través de un monitor, le dirigió una mirada amenazante a quien se negaba la orden.

Luego de salir de aquel lugar con la excusa de que tenía que tomar su medicación diaria, N. Gin volvió a su habitación para informarle las nuevas malas a su "ángel". Tomó su notebook de color plateado y escribió: "Coco: no le ocurrirá nada malo a Crash; trataré de que no lo lastimen. El doctor Cortex lo está utilizando para encontrar cristales. Puedes verlo hackeando las cámaras; te enseñaré a hacerlo. No quiero que te arriesgues así que puedes enviar a esa máscara para que le ayude. Eso es todo." Junto con el mensaje, adjuntó la información y la envió.

Del otro lado de la red, Coco leyó el mail y ahora sabía que no se trataba de bromas. De nuevo el doctor Cortex atacando a su hermano. Justo cuando maldecía en sus adentros a ese hombre, Aku Aku llegó a casa y se encontró a la rubia molesta y refunfuñando.

—¿Qué ocurre, Coco?

—Es Crash… Fue secuestrado por el doctor Cortex pero puedes ir a ayudarlo.

—¿Dónde está? —preguntó preocupado.

—Según estas coordenadas, él fue llevado a un lugar por pisar un transportador que está cerca de aquí. ¡Vamos ahora! ¡Tienes que ayudarlo!

Con eso, ambos salieron de la casa de madera y la chica notó que hacía más frío. Aún así se dirigieron a ese lugar y cuando la máscara mágica flotó sobre la plataforma oculta, desapareció sorpresivamente. Coco sólo esperaba que el hechicero pueda encontrar a Crash y así hacer su misión obligada más llevadera. Ella también deseaba ir pero decidió quedarse para seguir averiguando qué se tramaba el científico de piel amarillenta.

Por otro lado en la estación espacial, el teléfono comenzó a sonar y fue el líder del N Team quien atendió el llamado.

—Neo: mira por el monitor número dos —avisó el doctor Tropy.

Cuando dirigió su mirada al lugar pedido, no podía creer lo que estaba mirando.

—Pero… ¿Qué hace esa máscara entrometida en la cámara del tiempo? ¿Cómo fue que llegó hasta ahí? ¡N. Gin! ¡Ven aquí de inmediato! —gritó con todas sus fuerzas.

—¿Qué sucede, doctor? —dijo con algo de temor el del misil en la cabeza.

—Me puedes explicar… —comenzó a decir con calma— ¡¿Cómo fue que esa máscara llegó allí?! —de nuevo gritó enfadado.

—… Pues… no lo sé.

—¡¿Cómo que no lo sabes?! ¡Se supone que revisarías las máquinas!

—Perdón pero yo no inventé el transportador; es por eso que no sé lo que pasó.

—A mí no me echen la culpa; recuerdo haber desactivado esa plataforma —se defendió el viajero contestando por el altavoz.

—Si no fuiste tú ni tampoco N. Gin. ¿Quién fue?

—No lo sé —contestaron los dos Cyborg al unísono.

—Bueno… sea quien sea ese torpe marsupial tiene ayuda con lo que tendremos que equilibrarlo… Libera a esos robots animales que has construido, N. Gin.

Fue así que el del ojo mecánico tuvo que seguir esa orden y fue por esta razón que Crash se encontró por el camino de la jungla unos robots tortuga con púas de metal a los costados del caparazón, aves rapaces de color violeta con media cara robotizada y ratones que salían del suelo en una trampa en un pozo. En el caso de las tortugas, estas fueron pisadas con fuerza y se refugiaban en sus caparazones por un rato pero no se podía hacer lo mismo con las que tenían unos discos de sierra, con los que decidió patearlas o simplemente evitarlas.

El bandicut conocía la vegetación que lo rodeaba; pertenecía a la isla donde vivía pero, como no logró recorrerla en su totalidad, no sabía en dónde estaba. La isla N. Sanity era un lugar hermoso por su naturaleza: con árboles altos y grandes hongos a los costados del camino, con aves de color blanco, grandes mariposas amarillas, libélulas, armadillos. Todo era muy bonito hasta que apareció una repentina y constante lluvia fuerte. Esta gran cantidad de agua permitió que se formaran extensos charcos de barro con lo que el marsupial tuvo que ensuciarse aunque la lluvia lo limpió pero, al mojarse, se estaba congelando.

Descansó por un momento al llegar a una ruina con techo y se sentó abrazando sus rodillas para poder recuperar el calor. Se quedó allí por un rato esperando a que la lluvia cesara un poco hasta que por fin pasó. No había parado del todo pero igual él salió y siguió buscando esos cristales que no sabía para qué servían aunque sentía que pronto lo sabría.

Crash se preocupó un poco cuando cayó por un gran pozo tan ancho como el camino y se encontró con esos ratones mecánicos, problema que fue arreglado con varios giros tornados destruyéndolos así al enviarlos con fuerza a la pared de tierra. Una vez convertidos a esos robots en chatarra, trepó para salir del agujero y continuar con la búsqueda. Con la misma técnica, él pasó por varios pozos con ratones ya que no podía evitarlos y, fue así que comenzó a cansarse.

Estaba anocheciendo con lo que el bandicut dejó de buscar para pasar la noche en una de las tantas ruinas cubiertas para poder tratar de descansar un rato aunque no lo lograba ya que esos robots podían descubrirlo. Aún así cerró sus ojos verdes y esperó a que el día surja de nuevo. Al día siguiente, se despertó algo desanimado: extrañaba su casa, su hermana y su amigo, especialmente este último ya que cuando fue a rescatar a su ex novia, él lo despertaba cada mañana con un arreglo de frutas wumpas para desayunar.

Sus ánimos mejoraron cuando vio algo brillante, flotante y de color rosado. En seguida recordó que ese algo era un cristal. Lo sujetó y siguió el camino. Pero… ¿hacia dónde? Se preguntaba hasta que sin darse cuenta, regresó a la cámara del tiempo.