Probando, probando...

Aquí estoy con una historia más de Harry Potter, en capítulos cortos, esta vez un Oliver/Gemma que me ha encantado escribir.

Dissclaimer: Ni el universo ni los personajes de Harry Potter me pertenecen, son propiedad de JKRowling. Yo sólo los uso para divertirme un poco.

Escrito para el "Amigo Invisible navideño 2016-2017" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black", para Sly Warrington.


"Algunas veces, odio cada palabra que dices

Algunas veces quiero abofetearte en el rostro." True Love, P!nk.


1. Las cosas estúpidas que dices.

Oliver siempre había sabido que dedicaría su vida al Quidditch. Lo supo desde que era un niño, desde que su madre lo llevó a un juego de los Puddlemere United, y desde la primera vez que se subió en una escoba, una Barredora, que su padre le regaló cuando tenía 6 años.

En ese momento, cuando había conseguido jugar su primer partido oficial con el Puddlemere, no le importaba mucho haber acabado con un brazo roto al final y una contusión, acostado en la camilla de su sala en San Mungo. Pequeñeces, comparado con el logro de estar cumpliendo sus sueños.

- Wood, solías ser Capitán de Gryffindor, ¿no es así?

- Si, aunque de eso hace ya un par de años.

La sanadora que llegó junto a su cama era una mujer joven, muy bonita, de largo pelo rubio oscuro y ondulado, y ojos color canela. ¿Cómo sabía que él había estado en Gryffindor? Sin duda la recordaría si hubiera estado en su mismo año.

- ¿No conocíamos?

- No, por supuesto que no, – dijo ella, riendo, mientras sacaba a cuentagotas una poción de color oscuro para ponerla en el vaso que estaba junto a su cama – yo estaba un año adelantada a ti, pero mi amigo Terence vivía rechinando los dientes cada vez que Gryffindor se hacía con la victoria.

Ah, entonces la chica había estado en Slytherin. Eso explicaba que no la reconociera. La rivalidad entre las casas había sido una gran parte de su vida en Hogwarts, sobretodo como capitán del equipo de Quidditch de su casa.

- ¿Cómo te llamas?

- Soy Gemma Farley. – dijo ella, pasándole el vaso – Tómate esto. Tuviste suerte de que te trajeran a tiempo, y de que el Sanador Collins estuviera por aquí – ella frunció el ceño, mientras él se bebía la poción, que por cierto estaba asquerosa – no entiendo esa obsesión de ustedes jugadores de Quidditch por matarse a sí mismos en el juego.

- No es gran cosa, ¿sabes?

- ¡Por supuesto que lo es! – bufó ella, sacudiendo la cabeza con reprobación - ¿tienes idea del daño permanente que pudiste sufrir en la cabeza si te hubieran atendido unos minutos más tarde? Jugadores de Quidditch, siempre creyendo que vale la pena arriesgar la vida por sus tonterías…

- El Quidditch no es una tontería – dijo Oliver, frunciendo el ceño.

La verdad, le resultaba difícil entender que hubiera personas que no disfrutaran del juego, como la mujer que tenía enfrente de él.

- Déjame adivinar. Tú morirías en el intento de ganar un juego.

Él lo consideró por un momento.

- Si hubiera un campeonato importante de por medio… - entonces la gloria lo recompensaría todo.

Ella volvió a reír.

- Mira qué cosas estúpidas dices, Wood.

- Siento mucho que no hayas aprendido a apreciar el Quidditch, Farley. Qué triste vida debe ser.

Gemma arqueó una ceja, su risa se desvaneció.

- Al menos mi perspectiva de vida contempla más años y una mayor salud mental que la tuya, Wood. Qué triste que no sepas que hay mucho más que disfrutar en la vida además del Quidditch.