¡Hola! esto es lo primero que he pillado para subir, la verdad es que me encantó la forma en la que reflejé a Dolohov, llamado Marcus como primer nombre y Antonin como segundo. El personaje pertenece enteramente a la maravillosa mente de J.K. Rowling. Es corto así que no os costará leerlo entero, llegar al fina y dejarme ¡un hermoso review de lo que te ha parecido! estaré encantada, de verdad.
Marcus tenía que sacar dinero antes de acercarse al callejón Knocturn, llevaba tres o cuatro galeones encima pero -obviamente- no era suficiente para comprar lo que quería comprar, aunque sabía que si lo dejaba sin pagar y decía que se acercaba más tarde no tendrían ningún problema en fiarse de él, más que nada porque era cliente habitual. Pero no le gustaba deber nada, mucho menos dinero, no era de las personas que dejaban todo para después ya que tenía un leve temor a que se le olvidara y toda su reputación construida a partir de cimientos milenarios se derrumbara por una pequeña estupidez. Atravesó la calle mirando fijamente al frente, no le importaba lo que los demás pudieran pensar; mucho menos cuando pensaba y creía firmemente que todos ellos eran lacras sociales y debían estar bajo tierra. El paisaje era devastador, las tiendas que no estaban cerradas mostraban un claro deje que hacía que a Dolohov le subiera una euforia por la garganta imposible de no mostrar, esa era la obra de su Señor, esa era la obra de todos ellos unidos en contra de un mundo mágico en secreto y aunque recordaba la primera vez que había pisado de niño esas baldosas y lo feliz que había estado de por fin entrar en Hogwarts y tener su varita no se sentía culpable por la vida que le había arrebatado al callejón si eso significaba un final feliz para todos aquellos que apoyaban incondicionalmente la pureza de sangre y el estatus social.
Avanzó hasta dar con la puerta del banco y la abrió con un golpe de varita, traspasó la puerta observando el interior y al ver que había demasiada gente simplemente comenzó a andar hasta el principio, e hinchando el pecho, miró al duende que lo observaba desde el mostrador.
— Que me lleven hasta mi cámara, no soy quien para esperar detrás de todos estos sucios traidores. — siguió observando al duende que lo juzgaba con la mirada, chasqueó los dedos dos veces seguidas escuchando los murmullos que se empezaban a formar detrás de él, la gente no se podía creer la cara que tenía el joven y eso hizo que el muchacho sonriera de oreja a oreja, le gustaba dejar claro quién era el que mandaba y por qué — ¿qué problema tienes, criatura? te estoy diciendo que quiero que me lleven ya ¿eres sordo o es que tu estúpida cabeza es incapaz de comprender cuando te hablan? — dijo a la vez que seguía mirando al pequeño duende que no había movido ni un sólo músculo. Era consciente de la magnitud que tendría el asunto si no hacían lo que quería, toda la fortuna de los Dolohov era inmensa, una de las más grandes de todo el mundo mágico y sería estúpido por su parte perderla por no darle al niño mimado lo que quería justo cuando lo quería. Al ver que el duende movía los dedos para que otro se acercara hacia él y lo llevase a su cámara personal sonrió satisfecho — genial, date prisa ¿quieres? — caminó detrás del otro para que lo guiara hasta donde quería ir y no volvió a hablar durante el camino, la criatura que tenía delante no se merecía que alguien tan estupendo y genial como él le entretuviese con una conversación.
