Disclaimer: Nada en el universo de Harry Potter es de mi propiedad.
Aviso: Este fic participa del reto "Amortentia al Azar" del foro "La Sala de los Menesteres".
Instinto vs razón
Acto I: Negación
¿Por qué es más fácil negar que aceptar? ¿Qué demonios me pasa? No sé por qué mierda me gusta ese olor que despide cada alumno en este maldito Gran Salón. No me deja almorzar con tranquilidad. Una parte de mí me dice "déjate llevar" y la otra me responde "¿por qué?". Hay una batalla dentro de mi mente. Y ésta comenzó en una clase de Pociones hace unos cuantos días atrás.
Estoy cursando sexto año y jamás me ha pasado algo como esto. Tengo dieciséis condenados años y la magia aún halla formas de sorprenderme. Y no siempre de buenas maneras. Ese olor me está volviendo loco. Lo he estado percibiendo en tantos lugares que ya lo he memorizado. Es un olor que creo haber sentido mientras me probaba una nueva túnica, porque la anterior me estaba quedando corta de talla.
Es muy complicado luchar contra algo que te ataca desde el mismo interior de tu persona. Y, ¿contra qué estoy luchando? ¿Contra el hecho que me gusta un olor que se supone que no me debe gustar? No, no es eso. Aquella lucha no tiene sentido. Que me guste un olor o no es algo irrelevante. Es otra cosa. Algo completamente distinto a lo que cualquiera pensaría.
Me irrita no estar en control de mis propias emociones, me molesta no poder elegir lo que me gusta y lo que no. ¿Quién decidió que me tenía que gustar el olor a ropa, o en este caso, a túnica? ¿Un brebaje, cuyo nombre no recuerdo? ¡Demonios!
Golpeo con ambas manos la mesa. Todo en la vecindad pega un pequeño salto. La gelatina tirita por varios instantes. Mis compañeros de casa me miran con curiosidad, y me atrevería a decir con un poco de susto.
—Te ves un poco tenso Terence —me dijo Theodore con un tono que sugería preocupación genuina—. Has estado así desde tu primera clase de Pociones. ¿Estás seguro que una de las pócimas no te afectó?
Tardo en responder. Mis pensamientos anteriores no me permiten responder con coherencia. ¡Rayos! Tengo la misma velocidad de reacción que un alcohólico.
—No lo creo —respondo, más por costumbre que por intención de entregar una respuesta sincera—. Ninguna de las pociones que presentó Snape era venenosa.
—Si tú lo dices.
Nada más se dice. Y lo agradezco, porque no se me ocurre qué puñetera cosa agregar. Es mejor lidiar con este problema en solitario.
No termino mi almuerzo. Me pongo de pie lo más normalmente posible y me dirijo hacia mi Sala Común para enterrar mis pensamientos. Mientras pronuncio la contraseña para entrar a mi refugio, soy capaz de responder la pregunta que me tiene tan preocupado y tenso.
¿Por qué es más fácil negar que aceptar? Es simple. Ridículamente simple.
Es más fácil negar que aceptar porque la realidad es cruel y soñar es gratis.
