DISCLAIMER: Fairy Tail es propiedad de Hiro Mashima. Este conjunto de drabbles participa en el reto maratón multicolor del foro: Cannon Island.
"Su negra oscuridad era aplacada por su luz"
Jiemma Orland estaba cansado de su hija Minerva así que dispuso una fiesta en su mansión la cual duraría siete días. Invitó a todas las personas de la realeza que conocía. Su único propósito era librarse de su hija entregándosela al mejor postor y con ello ganar de paso una pequeña fortuna.
Nada más poner un pie en la sala Minerva ya estaba siendo agasajada y molestada por varios duques, marqueses y negociantes. Harta de su presencia los mandó educadamente a que se fueran a molestar a otra jovencita. En cuanto se libró de ellos se escapó a los jardines y se sentó en una fuente de mármol. Notó que alguien se acercaba a ella. El chico que se sentó a su lado era un joven de cabellos rubios y ojos azules, de constitución fuerte, una cicatriz decoraba su ceja derecha y unos pequeños rasguños sus manos. Minerva sonrió.
– Así que eres un soldado - sonrió divertida cuando el chico se giró hacía ella - Mi nombre es Minerva Orland - ahora el rostro del chico se tensó - Vaya, parece ser que no tenías la intención de pescar el pez gordo.
– Sting Eucliffe para servirle princesa - el chico hizo una especie de reverencia forzada y la joven sonrió, era raro ver gente normal entre todos aquellos remilgados burgueses.
Se pasaron el resto de noche hablando en aquella fuente. Desde entonces quedaban cada noche en los jardines y pasaban el tiempo conversando. Sin embargo el sexto día de aquella fiesta ambos estaban decaídos.
– Siempre vas de negro - le dijo el joven - Cualquier color te sentaría bien pero siempre vas de negro. ¿Porque?
– Al principio fue por molestar a mi padre, dando la sensación de que voy de luto - miró fijamente a Sting a los ojos - Al fin y al cabo mi libertad ha muerto - el joven soldado se frustró por el comentario.
– Podría intentar hablar con tu padre - Minerva le mostró una mirada piadosa - ¡Ya se que no soy rico! Pero quizás haya alguna manera de - la joven interrumpió sus palabras.
– Lo siento, ya se a quien me va a entregar. Lo sé desde el primer día, es un burgués adinerado que negocia con países vecinos - Minerva miraba el suelo pensativa - De verdad que lo siento. Mañana... - su mirada y rostro se entristecieron pero se alzaron para mirar al rubio - mañana es nuestro último día juntos.
– Entonces - el joven sonrío de manera melancólica - mañana deberíamos bailar. Todavía no hemos bailado juntos ni una sola vez - la joven sonrió ligeramente - Pero con una condición: no irás vestida de negro - mostró Sting una sonrisa burlona.
– ¿Y eso porque? - preguntó la joven siguiéndole el juego.
– No quiero que vayas de luto. Me gustaría olvidar por un momento la situación en la que nos encontramos - Minerva acercó sus labios a la oreja de Sting y susurró de manera pícara "como usted mande" - Eres cruel princesa - Sting hizo una reverencia para despedirse de ella y esta se marcho a sus aposentos - Que descanses - susurró al viento.
No sé porque pero estos dos tienen un yo que sé que que sé yo y me gusta.
