Disclaimer: Lo único que me pertenece es lo que no reconocen. Lo demás es de JK.
Ésta historia participa en el minireto de febrero para "La Copa de las Casas" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black"
Obliviate
- ¡Vamos! - Su cara llena de pecas se frunció de forma adorable, al mirarla, una vez más lo asaltó el sentimiento de que quería darle todo lo que tenía y más, quería salir con ella a los lugares maravillosos que describían sus libros y presentarla a su madre. Sólo había un problema. Él era un fraude.
No podía darle nada, porque en realidad nada era suyo, ni llevarla a ningún lado, porque aún tenía miedo de que alguien lo reconociera, si le presentaba a su madre, las cosas se pondrían serias y en algún punto tendría que decirle.
Cuando ella lo mirara con desaprobación, descepción, o cualquier otro sentimiento negativo, no podría soportarlo. Entonces cayó en la cuenta, tenía que dejarla libre, dejar que fuera feliz con alguien honesto, sincero, un mejor hombre.
- Bien. - Le dijo dándole un último abrazo y levantándose de la cama. - En cuanto bajes vamos a ver a mi madre, no tardes amor. - Se puso la ropa de cualquier manera y bajó las escaleras. Respiró profundo. La espera se le antojó eterna.
- ¿Qué te parece? - Erin bajaba luciendo un hermoso vestido. - Puedo cambiarlo, es informal pero no quiero parecer desesperada... -
La besó. Como nunca, queriendo mostrar todo lo que sentía, todo su amor y su arrepentimiento. Ella lo abrazó con fuerza.
- Te amo. - Dijo. Las lágrimas de él terminaron por salir.
- Obliviate. -
Toc toc
Los golpes en la puerta le hicieron respingar y enrollar el pergamino que había estado escribiendo.
- ¿Quién es? - Preguntó.
- Buenos días. - Respondió una voz femenina. - Estoy buscando a... ¿Gilderoy Lockhart? -
- Lo siento, los autógrafos son los jueves. -
- No soy una fan. - Dijo la otra persona, hablando con un acento vagamente familiar.
- ¿No? - Abrió la puerta de golpe, ahora algo molesto con el hecho de que lo interrumpieran en una tarde de sábado. - ¿Por qué? - Preguntó lo más amable que pudo, componiendo su mejor sonrisa. (La misma que ganó el premio a la sonrisa más encantadora por cuatro años consecutivos.)
La chica en su entrada le miró de arriba a abajo, como si quisiera asegurarse que era él a quien estaba buscando.
- ¿Gilderoy Lockhart? - Inquirió.
- Y... ¿tú eres? -
- Cairenn Ried. Mi madre era Erin. - La chica jugaba nerviosa con su cabello rubio y rizado y lo miraba con sus grandes ojos azules, sonrió, la sonrisa más encantadora.
Lockhart se apanicó.
- Obliviate. -
Y cerró la puerta. Imposible se repitió, no conocía a ninguna Erin.
