Disclaimer: los nombres de los personajes son de Meyer, la trama está ligeramente basada en un libro llamado the Price of a Bride y cuando digo ligeramente me refiero a muy ligeramente. Publicada en TroyisLibrary el 07/25/2010 por favor no reproducir sin mi expreso consentimiento.

CAPITULO 1

PRIMERA VISTA


Mi vista estaba perdida en el espacio, sin embargo mi mente estaba inmersa en los recuerdos.

Edward… no cometas mis errores, salva el nombre de la familia y recupera todo lo que he perdido…pero sobre todo Masen Hall.

Esas habían sido las últimas palabras de mi padre.

Unas últimas palabras que no había podido cumplir en casi diez años, diez años en los que me encargué que el apellido Masen volviera a ser uno de los más importantes no sólo de Inglaterra sino de las principales urbes de comercio a nivel mundial. No había regresado a Irlanda desde que nuestro hogar nos fue arrebatado, los Masen siempre fuimos muy respetados en la época anterior a mi padre y poco a poco me aseguré que la imagen del viejo irlandés ebrio que tuvo en sus últimos años de vida quedara olvidada.

Enfoqué el grisáceo cielo desde las ventanas de mi oficina y miré hacia abajo para ver las empapadas calles de Londres por donde los transeúntes se resguardaban bajo paraguas. Pasé mi mano por mi cabello. Al fin conseguí averiguar quién era el nuevo dueño de Masen Hall.

Tendría que ir a Estados Unidos en dos días para conocer al dueño de Swan, Inc.

Tomé mi gabardina negra y salí de la oficina, no había nadie en los pasillos por la hora que era todos debían haberse retirado hace tiempo.

Encendí mi teléfono y revisé los mensajes que tenia. Dos eran de mi madre recordándome que mañana tenía cita médica, otro era de Jacob informándome que una de las yeguas había tenido un parto complicado pero que el potrillo y ella estaban bien; el último era de Tanya, rodé los ojos mientras la escuchaba quejarse por millonésima vez del hecho que no le prestaba atención. Apagué el teléfono a la mitad del mensaje y lo lancé sobre el asiento de mi auto.

En cuanto salí de la ciudad pisé el acelerador a fondo, la velocidad me calmaba y tenía demasiadas cosas en mi mente, debía cumplir la promesa que le hice a mi padre. Esta vez Masen Hall estaba tan cerca de mi poder que no dejaría que se escurriera entre mis dedos por segunda ocasión.

Mi madre me lo había pedido…quería descansar junto a mi padre y yo así lo cumpliría.

Pensar que mi dulce madre estaba luchando contra el cáncer me hacia querer destruir todo lo que tenía a mi alcance. Nunca ha existido mujer más bondadosa que ella y sin embargo está enferma.

Mi puño golpeó el volante.

Me frustraba tener que ver como cada día se consumía sin poder hacer nada.

Otra cosa que debía agradecerle a mi padre…

La casa apareció frente a mí y dejé el auto en la entrada sin molestarme en meterlo al garaje, mañana tendríamos que salir temprano al hospital.

Harry me abrió la puerta de la casa en cuanto puse un pie en el umbral.

—¿Espiándome como siempre, Harry?—sacudió la cabeza y me ayudó a quitar la gabardina.

—La señora Elizabeth está en la sala de estar esperándolo señor, ¿va a comer en la cocina o en la sala?—rodé mis ojos, a pesar que me había visto correr en ropa interior por Masen Hall cuando era un niño, Harry decía que era impropio de un buen mayordomo inglés tutear a su señor.

—En la sala, ¿cómo pasó el día mi madre?—su sonrisa desapareció y yo inspiré profundamente.

—Voy a verla—me froté los ojos con los dedos y plasme una sonrisa fingida en mis labios.

—¿Cuándo será el día que no comerás recalentado?—me incliné sobre su frágil cuerpo y besé su mejilla—Si tuvieras una linda esposa e hijos esperándote cada noche estas cosas no pasarían—suspiré—No me queda mucho tiempo, Edward. Al menos dame la satisfacción de saber que cuando muera no estarás solo.

—Buenas noches para ti también madre…

—No te pases de listo conmigo, Edward Anthony. Quiero que me des una respuesta sobre tu matrimonio—me senté frente a ella.

—Ya te dije que buscaré una esposa para que estés tranquila, pero eso será después que recupere Masen Hall.—solté mi corbata y suspiré nuevamente cuando vi sus labios fruncirse.

—Tienes 30 años Edward, ya es tiempo que sientes cabeza. Sólo espero que no estés contemplando en hacerlo con esa mujercita con la que últimamente se te ha visto. No sería una buena esposa y mucho menos buena madre.—aquí va de nuevo la charla, no sabía de qué manera explicarle que estaba de acuerdo con ella para que dejara de preocuparse por tonterías.

—Madre, en cuanto consiga una esposa cesaré todo tipo de escapadas amorosas—lo intenté una vez más—No tengo contemplado casarme con Tanya, ella es sólo una amiga.

—Las amigas no comparten la cama de sus amigos—me bufó, Harry se aclaró la garganta llamando nuestra atención.

—Deja de preocuparte, conseguiré una buena mujer y veras que pronto tendrás al nieto que deseas corriendo por la casa y trepándose en tus faldas—me dispuse a comer finalizando la conversación que habíamos mantenido una y otra vez durante más de un mes.

El día siguiente fue una pesadilla, el cáncer de pulmón de mi madre seguía avanzando lo médicos pensaban cambiar el tratamiento y darle otro tipo de drogas para evitar que se siguiera extendiendo, los pronósticos no eran nada buenos.

Las expectativas no eran alentadoras…si el cáncer seguía expandiéndose le quedaría poco más de un año.

Mi madre tomó la noticia con serenidad, como si lo hubiera esperado. Lo único que dijo cuando subimos al auto fue para recordarme que quería descansar junto a mi padre y que deseaba ver a un nieto antes de cerrar los ojos definitivamente.

Aunque deseaba maldecir y renegar del cruel destino que se cernía sobre ella, sostuve mi lengua y me comporté como si nada estuviera pasando por su beneficio, para tranquilizarla le prometí que haría las dos cosas, usaría este viaje a Estados Unidos para conocer a algunas mujeres, después de todo asistiría a una gala donde haría mi primer contacto con Charles Swan.

Estaba tomando una copa cuando la vi llegar, era una visión parecía flotar en lugar de caminar. Su oscuro cabello caía en ondas sobre sus hombros y su escote. Su rostro estaba cubierto por una máscara plateada que enmarcaba dos oscuras y profundas piscinas cafés.

Tenía el cuerpo de una diosa, un poco delgada suponía que seguía todo tipo de dietas al igual que las mujeres de hoy en día.

En segundos me estaba imaginando ese cuerpo retorciéndose de placer bajo el mío. Mis ojos se demoraron en su escote al igual que los de los demás hombres.

Nuestras miradas se encontraron por un instante, cuando el rubor crepitó por sus mejillas supe que también había llamado su atención.

Mi presa fue escogida y la cacería había empezado…

Un hombre mayor llegó a su lado y siguió su mirada encontrándose con la mía. Me sonrió socarronamente antes de tomarla de un brazo y presentársela al viejo que estaba con él.

La seguí con la mirada durante largo tiempo, esperando mi oportunidad, sea quien sea que fuera ese hombre tendría que dejarla en algún momento y yo aprovecharía esa oportunidad.

Le mandé un mensaje a Withlock preguntándole cuando llegaría, cuando recibí la respuesta llegó mi oportunidad, la vi escurrirse entre los cortinales para salir al balcón. Crucé el salón y me detuve saludando a unas personas de las cuales no recordaba su nombre, antes de poder llegar al balcón.

Su espalda estaba vuelta hacia mí, estaba ligeramente encorvada, tosí para hacerme notar. La escuché inhalar audiblemente y el ruido de la loza rompiéndose. Fruncí el ceño al ver que su mano voló a su pecho y sus ojos estaban llenos de miedo.

—Lamento haberla asustado, no sabía que estaba comiendo—hablé con suavidad intrigado por su reacción. Le ofrecí mi copa de vino para que tragara el bocado que tenía en la boca, lo miró recelosa con sus mejillas sonrojadas y tragó en seco.

Por los trozos de panecillos que yacían en el suelo parecía que quedaba descartada la teoría de las dietas.

Me miró a los ojos sin decir nada, cuando di un paso hacia ella, retrocedió, haciendo que me detuviera en seco.

—¡Isabella!—el hombre con él que la había visto anteriormente entró al balcón deteniéndose al verme.—No sabía que estabas acompañada, la subasta va a empezar.—le sonrió afectuosamente—Mi sobrina estará con las otras jóvenes que gentilmente han accedido a donar su compañía por esta noche por una buena causa.—me dio la espalda brevemente y extendió la mano, la joven se apresuró a acercarse a él pero no tomó su mano.—Sí nos disculpa, señor…

—Masen—su sonrisa se hizo mayor. Mi mirada estaba fija en la joven que miraba directamente a sus zapatos.

—¿Por casualidad es Edward Masen, hijo?—asentí —¿Conoce a mi sobrina Isabella?—empujó levemente a la chica, como si quisiera que resaltara más, sus ojos dejaron sus zapatos y me miró nuevamente con sus cautivantes ojos.

—No he tenido el gusto—mis ojos seguían fijos en ella—un placer conocerla, Isabella—tomé su mano y la llevé a mis labios. Había algo inocente en su expresión que me tenía intrigado. Me dio una leve sonrisa pero no respondió nada.

—Supongo que participaras en la subasta, hijo. Seguro alguna hermosa muchacha captara su interés para que sea su acompañante por el resto de la velada. Despídete del señor Masen, niña.—le espetó con un tono que no me gustó.

—Fue un placer señor Masen—dijo con una voz que parecía el repicar de las campanas al viento, antes que yo pudiera decirle algo a su tío, fruncí el ceño cuando los vi desaparecer.

Aunque había algo extraño en la manera de comportarse de la muchacha, tenía cierta aura de inocencia que quería explorar. Me situé en la parte posterior del salón mientras todos se reunían cerca del escenario en donde ya estaban las jóvenes mostrándose como si fuera un escaparate de feria, bueno todas menos ella.

Sus hombros estaban caídos y su mirada estaba fija en el suelo. Subastaron a las dos primeras chicas cada una por unos cinco mil dólares.

Las demás fueron pasando de similar manera, a todas les resaltaban cualidades y ellas posaban como caballos para una exhibición, me parecían absolutamente patéticas, seguramente estaban buscando un marido rico a quien engatusar para que las mantuviera.

—La siguiente en la línea es la adorable Isabella—la chica quedó en mitad del escenario y parecía un venado frente a las luces de un auto, algo en ella me tenia intrigado…tal vez sería la pequeña perfecta esposa que mi madre deseaba para mí, sólo me quedaba ganar la puja para poder descubrir si todo era una pantomima bien montada para atraer la atención o si había algo que valía la pena—Bien empezamos la puja por la compañía de la hermosa Isabella con mil dólares—el viejo que conversaba con su tío levantó su programa—mil dólares dice el caballero del medio, ¿alguien dice dos mil?...El joven de enfrente dice dos mil, ¿Quién dice tres mil? Los niños de África lo necesitan caballeros. A demás se llevan el premio de recibir la entera atención de esta hermosa dama.

—Cinco mil—dije levantando el programa, no me gustaban los juegos ya tenía en mente mi presa y no pensaba dejar que un viejo decrepito me la robara.

—El caballero de la esquina dice cinco mil—los ojos de la chica se encontraron brevemente con los míos, necesitaba saber si tanta timidez era un acto bien elaborado o no. No me gustaban los misterios.

—Diez mil—gritó el anciano y el tío de la chica palmeó su hombro.

—Cincuenta mil—el silenció reino por unos segundos. El tío de la chica me miraba como si hubiera visto la luz del día por primera vez, el hombre a su lado se giró y parecía que le reclamaba algo.

—Cincuenta a la una—miró buscando alguna nueva puja—cincuenta a las dos—saqué mi chequera y empecé a escribir el cheque— Cincuenta a las tres. ¡Vendida! Venga por su acompañante de la noche, afortunado caballero. —caminé hacia el teatro de subasta, le entregué el chequé al subastador y la ayudé a bajar las escaleras tomándola del brazo.

En cuanto llegamos a la esquina de la sala donde podíamos ver pero no ser vistos. La sujeté por la mano y tiré de ella haciéndola acercarse a mi cuerpo.

—Tengo que descubrir el premio que me he comprado—mi mano libre fue a su antifaz retirándolo de su rostro para sujetar su mentón entre mi dedos pulgar e índice. Era mucho más joven de lo que había imaginado y mucho más hermosa—eres muy bonita no deberías esconder tu rostro bajo capas de maquillaje.—solté su mentón y acaricié sus mejillas con mi pulgar. —¿Me dirás algo? O ¿Te ha comido el ratón la lengua?—algo brilló en sus ojos y sus labios se fruncieron.

—Soy perfectamente capaz de hablar, así que le pido que guarde sus manos para usted mismo. Nada en las reglas de la subasta decía que tenía que dejarme manosear por un fresco de quien no sé más que su nombre—se soltó de mi agarré dando un paso atrás. Por un instante me sentí desconcertado.

—¿Es que no sabes quién soy?—mi voz sonó incrédula.

—No, pero que tal si me lo dice y así yo digo "wow" para que su ego se infle más de lo que ya está.—rompí a reír atrayendo varias miradas que buscaban de donde procedía la risa.

—¿Cuándo te muerdes la lengua no te envenenas? Tal vez debería probar si aún tienes veneno en los labios.—me incliné hacia ella.

—No se atreva—el pánico volvió a cruzar sus facciones.

—Espero que te estés bien comportando con tan magnánimo benefactor, sobrina, no sería bueno ofenderlo…— saltó levemente acercándose a mí. Arqueé una ceja ante tal reacción y a la entonación de la voz de su tío.

—Por supuesto Aro, nunca me atrevería a hacerlo.—dijo llanamente.

—Eso espero niña…—se giró hacia mí—creo que no nos hemos presentado formalmente, soy Aro Swan.—eso me tomó por sorpresa. Por un momento me había olvidado completamente de la verdadera razón por la que estaba en este lugar.

—¿Tiene alguna relación con Charles Swan, por casualidad?—fruncí el ceño pasando mi mirada de la chica a su tío y de regreso.

—Charles es mi difunto hermano y padre de Isabella.—eso me tomó por sorpresa. Jasper no me había dicho que Charles Swan hubiera muerto.

—Lamento su pérdida…—la chica tenía la cabeza mucho más gacha que antes.

—Sí… fue una perdida lamentable… pero fue hace muchos años. Yo me quedé a cargo de su viuda y su hija. He cuidado de Isabella como si fuera mía.—tocó su brazo y la chica se tensó alejándose de su agarre. Archivé eso por si lo necesitaba para después.

—Entonces creo que tendré que hablar de negocios con la bella Isabella—tomé la mano de la chica y le di mi mejor sonrisa deslumbrante. Que ella fuera la heredera de Charles Swan significaba que era la dueña de Masen Hall, así que tendría que redoblar mis esfuerzos; no sólo para llevármela a la cama sino para que accediera a venderme la mansión familiar.

—Mi hermano me dejó a cargo de todos los negocios ya que no quería que su fortuna se perdiera, Isabella no controla nada. Ya sabe como son la mujeres en lo que se refiere al dinero, prefieren gastarlo en prendas y ropas que tener que producirlo—rió alegremente. Yo enarqué una ceja ante esto.—Entonces hijo, ¿qué te parece si hacemos una cita mañana para almorzar? Así matas dos pájaros de un tiro, hablamos de negocios y puedes volver a ver a Isabella.

—¿Y quién le dice que yo quiero volver a ver a su sobrina?—tiré de la mano que aún sostenía sujeta entre la mía haciendo que se acercara más a mí—sólo compré su compañía por una noche…—volvió a reír.

—¡Ah! La juventud… siempre viviendo un día la vez, como si fuera el último. Entonces disfruta esta noche la compañía de mi sobrina y mañana en el almuerzo seremos sólo los dos. No llegues demasiado tarde a casa, niña y espero que te comportes con el señor Masen como se debe—se dio la vuelta antes que pudiera decirle nada.

—¿Tu tío te deja pasar muchas noches en compañía de jóvenes?—por sus ojos pasó un flash de rabia.

—Tú…—le sostuve la mano con la que quería golpearme. En su enojo se había olvidado de las formalidades, debería enojarla más seguido para sacar su lado salvaje a la luz.

—Tranquila gatito—la tiré de ambas manos y cuando su cuerpo quedó pegado al mío, bajé mi rostro al suyo y capturé sus labios, el jadeó de sorpresa que salió de sus labios me permitió introducir mi lengua; la cual la muy bruja mordió.—Creo que voy a disfrutar esta noche—pasé mi lengua por mis labios recogiendo su sabor—mucho…—volví a bajar mi rostro al suyo solo que esta vez giró el rostro de manera que mis labios quedaron cerca de su oído por lo que le susurré.— dejémonos de juegos, ambos sabemos que terminaras en mi cama gatito.

—Es el hombre más arrogante que he conocido. Ni en sus sueños compartiré la cama usted, no soy una prostituta. No puede creer que me vaya acostar con usted por el precio que pago.

—Nunca he tenido que pagar por sexo y no pienso empezar hoy, muchachita. Pagué cincuenta mil dólares por tu compañía esta noche, así que empieza a actuar dócilmente y deja la actuación de arpía remilgada, que ese papel no te pega. —le ofrecí mi brazo—la noche apenas empieza mi gatito así que guarda tus garritas y pórtate bien como te ordenó tu tío.

La llevé por la sala, recorrimos las diversas mesas conversando con las personas que se encontraban allí, algunos de ellos habían sido clientes y otros conocían la reputación de mis empresas.

Jasper llamó disculpándose por no poder llegar al parecer Alice había tenido un accidente cuando hizo una pataleta porque una de las telas que había pedido no le llegó en el tono exacto que quería.

El viejo con el que vi a su tío la seguía con la mirada a donde quiera que la llevara, luego de la cena la saqué a bailar, sonreí cuando quiso poner distancia entre los dos. La mano que tenía en su diminuta cintura la hizo acercarse a mi cuerpo, su pecho contra el mío hacia que mi mente se fuera por peligrosos caminos.

Me tenía gratamente impresionado, tal vez tener una esposa americana no sería tan malo como pensé por el contrario parecía que sería muy entretenido. Había descartado a las inglesas desde el inicio, eran demasiado frías. Tal vez esa fue la razón por la que mi padre cruzó el océano para encontrar esposa al igual que estaba haciendo yo en este momento.

Cortejaría a esta niña, sería un cortejo rápido. Un mes a lo máximo y estaríamos de regreso en Londres, lógicamente ella tendría que saber que en el cortejo habría días en los que me ausentaría, no podía dejar a mi madre tanto tiempo sola, me consolaba que Harry y Sue estaban con ella pero aún así no podía quedarme del todo tranquilo, el bienestar y la felicidad que mi madre pudiera recibir en el tiempo que le quedaba de vida era mi prioridad.

El resto de la noche pasó de manera similar. Mi mano estuvo firmemente situada en su cintura reclamándola como mía. La hice que compartiera todos los bailes conmigo, mis manos parecían no querer dejar de tocarla, traté de mostrarme encantador, de usar todos los trucos que había aprendido desde la adolescencia. Sin embargo nada parecía derretir los muros de hielo tras los que se escondía Isabella.

Las conversaciones parecían una pérdida de tiempo, parecía que tenía que usar un tirabuzón para sacar las palabras de su boca. Lo único que conseguí sacarle fue que tenía dieciocho años y que tenía planes en un futuro cercano de ir a la universidad. Era algo más joven de lo que sospechaba pero después de todo a que hombre no le gusta tener una esposa mucho más joven que él.

Algo que mantenía viva mi curiosidad era que cuando me acercaba al tema de su familia se ponía rígida como una tabla y cambiaba el tema, esas fueron las únicas veces en las que llevó la batuta de la conversación.

Rodé mis ojos cuando insistió en tomar un taxi para regresar a su casa, tuve que recordarle que tenía una cita con su tío al día siguiente y que necesitaba la dirección de todos modos. Pude ver que no le había gustado que hubiera ganado en esto, pero si iba a ser cortejada por mí tendría que acostumbrarse a que yo siempre gano.

—¿Tiene que sentarse tan cerca de mí?—reprimí una sonrisa cuando me senté a su lado en el auto, intencionalmente mi mano rozó su muslo.

—Quiero estar cerca de ti y yo nunca me privo de lo que quiero—le dije oscuramente haciéndola temblar—y resulta mi pequeño gatito…que te quiero a ti.—no le di tiempo a que reaccionara, mis labios se adueñaron de los suyos, sus manos fueron a mis hombros para tratar de alejarme, mi mano en su espalda la atrajo hacia mí, la que estaba en su nuca se envolvió en su cabello para tirar de su cabeza y permitirme mejor acceso.

La besé de manera demandante, posesiva. La besé de la manera que quise hacerlo desde que la vi en ese salón junto a su tío.

Rompí el beso cuando vi que empezó a faltarle el aire, sus ojos estaban cargados con furia y otra emoción que no pude reconocer. Sujete la mano con la que pretendía golpearme y la giré para plantar un beso en su palma.

—Si me golpeas…tendré que besarte nuevamente gatito y tal vez el beso nos lleve a otra cosa.—sus ojos se abrieron considerablemente y yo rocé sus rojos e hinchados labios por mis besos con mi pulgar—no te preocupes hace años pasé la etapa de hacer el amor en el asiento trasero de un auto y dudo mucho que el chofer apreciara el hecho.

—Es uno de los hombres más depreciables que he tenido el infortunio de conocer. No vuelva a querer tomarse libertades conmigo si lo hace… si lo hace…—respiró entrecortadamente.

—Si lo hago lo disfrutaré mucho…al igual que tú. No trates de negarlo—cuando movió sus labios para protestar los cerré con mis dedos—tengo experiencia y sé cuando una mujer responde.—mis dedos empezaron a recorrer sus mejillas—Hemos llegado a tu casa—le anuncié en cuanto el auto se detuvo—Nos veremos mañana gatito, trata de no afilar tus garritas—me bajé y le tendí la mano para asistirla.

En cuanto estuvo de pie rompió a correr escaleras arribas, como si quisiera escapar de mí. Miré su forma hasta que quedó oculta tras la puerta cerrada.

Puedes correr todo lo que quieras gatito, pensé tocando mis labios con mi pulgar, pero ya no podrás escapar de mí.


Acá la nueva historia, déjenme saber que les pareció.

Las del Library podrán ver que hice pequeñas correcciones en este capi, así que tiene detallitos diferentes pero no tantos XD