Disclaimer: Naruto y sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto.
Capítulo editado.
Capítulo 1: Nostalgia
Era veinticinco de setiembre, la paz era únicamente interrumpida por algunos genins que buscaban mascotas perdidas por la aldea. En el cielo podía apreciarse algunas nubes pero ninguna señal de tormenta.
Hinata regresó a Konoha después de haber comprado el té que utilizaba para las ceremonias en la Aldea del Té, esto era una misión de suma importancia para los miembros de un clan tan tradicional como lo era el Hyuuga pero pequeña si se toma en cuenta el peligro de la misma.
Ella era la heredera de su clan, aunque muchos, especialmente el Consejo, no apoyaran dicha idea. Día a día se hacía más fuerte, física y espiritualmente, pero parecía no ser suficiente para convencer al Consejo.
Después de reportarse con Izumo y Kotetsu en la entrada se dirigió con paso veloz a su casa pues su padre le había dicho que debería apresurarse y no quería hacerlo esperar. Los últimos días había estado ocupada a pesar de que la Hokage no había requerido de sus servicios.
Su padre le había encargado estudiar algunos pergaminos del clan, la historia de este y técnicas que debía aprender antes de ocupar el cargo como cabeza del clan. Si había estado allí antes no lo recordaba, pasaron tantos años desde que su padre la considero poco digna para el cargo y para estudiar esas técnicas.
Sin embargo contaba con el apoyo de su equipo, de Neji, quienes la ayudaron a continuar con su entrenamiento, mejorar como kunoichi. Gracias a ellos pudo desarrollar su propia técnica. Pero había alguien más, alguien que la había motivado a ser una kunoichi y continuar su entrenamiento en la Academia.
Naruto había sido quien la motivó a no rendirse, a continuar en su camino ninja sin importar los retos que tuviera que afrontar, a seguir adelante a pesar de los tropiezos. Pero fue alguien más quien la motivó a elegir ese camino.
Cuando era niña su padre acostumbraba reunirse con Fugaku Uchiha, líder de su clan. No podría decir que ambos clanes tuvieran una buena relación, de hecho eso era una farsa que ambos mantenían, una excusa para poder espiarse mutuamente. Y es que desde la invasión del Kyuubi la rivalidad entre clanes había crecido.
Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios al recordar sus reuniones con Itachi Uchiha. De verdad que se sentía intimidada con su presencia. Él era todo lo que se esperaba de un líder y un shinobi, un genio en un clan de genios. Y ella, las palabras sobraban, no era la mejor kunoichi de su generación, por más que lo intentaba no lograba destacar en nada.
Era la encargada de servir el té. Su padre le había dicho que como heredera de clan y futura líder debía mostrar delicadeza y elegancia en cada uno de sus aquellas reuniones los dangos no podían faltar, a veces los preparaba ella y otras veces Itachi los traía consigo de la tienda de sus tíos.
Por lo general Itachi era callado, a veces solo hablaba para saludar y despedirse. Durante un tiempo llegó a creer que su presencia le molestaba. Aquello le hacía más difícil convivir con él, varias veces intentó negarse pero su padre nunca le permitió cancelar dichas reuniones. Y ella no se atrevería a desobedecerle, ya era demasiado difícil el mirar la decepción en su rostro.
Y aquello no había cambiado. Si bien su padre comenzaba a tomarla más en cuenta, que sentía ganar algo de su aprobación, había cosas que nunca cambiarían. Sabía que muchas desearían estar en su lugar, que Itachi era muy cotizado entre la población femenina pero nunca había mostrado interés en ninguna, aunque según los rumores que había escuchado tenía novia, ser un ninja lo tenía ocupado y que probablemente ella era la mujer con la que tenía mayor contacto y sin embargo eran pocas las veces en que hablaban.
Las ceremonias del té eran importantes en los clanes tradicionales. De ese modo empezaban las reuniones importantes o las celebraciones que efectuaban. Su madre fue quien le enseñó todo lo que sabía.
Por lo general se limitaban a tomar el té y comer dangos mientras esperaban a que los adultos terminaran sus asuntos. Para aquel entonces Hinata no hubiera creído que Itachi sería el responsable de la masacre de un clan tan poderoso como lo era el clan Uchiha. Ella lo admiraba y consideraba un ejemplo a seguir.
Y de cierto modo seguía siéndolo, no era que Hinata planeara repetir sus acciones pero era consciente de sus logros, de lo rápido que fue su avance como ninja. Creía firmemente que de no haberse dado aquella tragedia Itachi hubiera sido nombrado Hokage y con menor intensidad que algo había sucedido, que algo había llevado al Uchiha a actuar de ese modo pero no era algo en lo que quisiera indagar pues sabía que era un territorio peligroso.
Su mente regresó a aquel día, no fue el primero que tomaron el té pero si la vez que mantuvieron una conversación más larga. Estaba deprimida pues volvió a tener problemas con Neji. A modo de paz le había preparado unos dangos, quería que volviera a ser el Neji que había conocido pero él ni siquiera la había mirado. No podía culparlo, quizás ella hubiera reaccionado del mismo modo de encontrarse en la misma situación.
Itachi había aceptado sus dangos y le había dicho que eran sus favoritos. Desde ese día los dangos siempre acompañaban sus reuniones, ya sea que ella los preparara o él los trajera de la tienda de su tío. Hinata se sentía tan feliz de tener a alguien a quien considerar un amigo.
Naruto le había enseñado a no rendirse, seguir adelante a pesar de las circunstancias pero de Itachi Uchiha aprendió lo que era el amor en todo el concepto de la palabra, no solo como algo romántico. Irónicamente de alguien que asesino a todos los miembros de su clan aprendió a amar la aldea, a protegerla con todas sus fuerzas. En ocasiones se preguntaba qué fue lo que lo llevó a cambiar de ese modo y si eso estaba relacionado con la presión de ser el líder del clan.
Sus silencios no estaban callados de desprecio o decepción como solía pasar en el consejo. Solía escucharlo cuando necesitaba de alguien que lo escuchara aunque pocas veces le contaba sus problemas.
Era poco lo que Hinata sabía de él. Sabía que era un genio y lo mucho que amaba a su hermano menor, solía hablarle de él y ella le contaba sobre Hanabi, su hermana menor y de escasos meses a la que tanto quería… Quizás no eran tan diferentes después de todo.
La segunda vez que lloró frente a él fue cuando su padre le dijo que asistiría a la Academia Ninja. Ella no quería, nunca le había gustado la violencia y le asustaba lo que pudiera suceder en la Academia.
Fueron sus palabras las que la motivaron a ser ninja, a ver la labor de un shinobi no como la de un guerrero sino como la de un protector, la forma de proteger la aldea y forjar un lugar para futuras generaciones, un lugar donde niños como Hanabi o Sasuke pudieran crecer, vivir alejados del sufrimiento de la guerra, crear para ellos un lugar seguro.
—Un shinobi siempre debe proteger a su aldea.
Le era difícil creer lo que decían de Itachi pero aún así lo aceptaba ¿Cómo podría imaginar que ese gran hombre se convertiría en uno de los peores criminales? Y es que aún conservaba sus dudas.
Pero sin duda el recuerdo más valioso que guardaba de Itachi Uchiha era el de su cumpleaños, del último que había celebrado a su lado y el último que pasó como shinobi de Konoha.
Cuando su padre le dijo que debía prepararse para el cumpleaños del heredero del clan Uchiha no pudo evitar emocionarse. Era su oportunidad para agradecerle lo que había hecho por ella, por sus palabras de aliento.
Era su cumpleaños y sin embargo no estaba emocionado. Quiso decirle a su madre que no deseaba celebrarlo pero no pudo, no quería robarle esa pequeña felicidad. Contrario a lo que muchos pensaban a ItachiUchiha no le gustaba ser el centro de atención y menos si eso causaba molestia en Sasuke.
Tal vez su hermano menor no lo decía pero él lo notaba, las miradas incómodas y todas esas veces que intentaba llamar la atención. Lo último que deseaba era que Sasuke se sintiera ignorado en su propia familia.
Porque aunque no le podía dedicar mucho tiempo deseaba protegerlo. Lo quería y soñaba en que algún día su pequeño hermano se convirtiera en un héroe. Quizás esa era una de las pocas oportunidades de pasar tiempo con su familia…
En los últimos días había estado ocupado en misiones pero eso no era lo que le preocupaba. El clan estaba inconforme con la situación que tenían en la aldea y el Consejo desconfiaba del clan y planeaba tomar acciones. De seguir así podría iniciar una nueva guerra.
Cuando llegó a su casa ya había anochecido. Fue el último en llegar, varios de los clanes más importantes se encontraban allí y sin embargo pocos eran amigos. Su labor como shinobi absorbía gran parte de su tiempo.
Y sin embargo tenía una novia, una mujer cariñosa que entendía el hecho de que al ser shinobi no tendría mucho tiempo disponible, habían sido comprometidos desde que eran niños y sin embargo a veces se comportaban como desconocidos. Pudo verla conversando con su madre, como si se tratara de dos buenas amigas.
Izumi fue la primera en felicitarlo. El día anterior le había dado una carta y le había pedido que la abriera el día de su cumpleaños. La carta contenía una dedicatoria para el cumpleañero y venía acompañada por un cupón valido por dangos y besos. Su relación con ella era un tanto complicada, sabía que ella tenía sentimientos por él pero no que pudiera corresponder sus sentimientos con la misma intensidad, sus deberes como ninja abarcan la mayor parte de sus pensamientos.
—Itachi —le dijo Shisui apareciendo de pronto, como era su costumbre, no por nada era conocido como "Shisui del cuerpo parpadeante"—, te tengo una mala noticia.
—¿Qué pasa? —preguntó itachi curioso, pocas veces había visto a Shisui actuar tan serio.
—Te estás haciendo viejo —respondió Shisui a la vez que lo despeinaba.
Shisui era, probablemente la única persona a la que le permitiría hacerle eso, no solo era su primo, también su mejor amigo y compañero en su última misión y una de las más complicadas. Él era un gran shinobi, de los mejores en genjutsu y uno de los genios del clan, pero también inmaduro y un experto en bromas.
—Mientras pueda seguir protegiendo Konoha eso no tiene importancia.
—Eres un aburrido, pareces más viejo de lo que ya eres.
—Quizás, la guerra me ha hecho madurar, no quisiera que Sasuke pasara por lo mismo.
—¿Vamos por Dangos? Es tu cumpleaños y deberías dejar de lado los pensamientos amargos —le dijo Shisui con una sonrisa pero ambos sabían que era falsa, la situación del clan era cada vez más inestable.
Itachi asintió y lo siguió. No era porque tenía hambre aunque no podía negar que se trataba de su comida favorita. Notó varias miradas posadas sobre ellos y no deseaba levantar sospechas.
En la mesa de dangos se encontró con Sasuke y su madre. Ambos lucían una sonrisa de sincera felicidad. Ambos le entregaron un regalo de cumpleaños, por la forma en que estaba envuelto Itachi podría apostar a que el responsable de ello era su hermanito.
Depositó un pequeño beso en la mejilla de su madre y golpeó la frente de su hermano como acostumbraba hacer. Le pareció tierna la forma en que fruncía el ceño e inflaba sus mejillas. Su hermano menor era la persona más importante en su vida.
—Itachi —lo llamó Mikoto a la vez que le entregaba una nueva caja envuelta cuidadosamente y con varios motivos del clan —. Estoy tan orgullosa de ti, hijo.
A Itachi no le preocupaba abrir sus regalos, no porque no lo y Sasuke siempre se le adelantaban, solían hacer lo mismo cuando se trataba de un regalo, especialmente cuando era uno propio.
Con forme pasaba la noche muchos habían ido a felicitarlo y él, como buen anfitrión debía atenderlos. Su deber como futuro líder era causar una buena impresión y mantener en alto la reputación del clan Uchiha, la cual ya estaba algo manchada pero que al parecer, muchos olvidaron ese día.
Planeaba retirarse pronto. No era por el cansancio de la misión, era por incomodidad. Consideraba que ya había estado demasiado tiempo y ya no podían reclamarle nada. Sin embargo algo lo detuvo. Un pequeño estirón en de su manga llamó su atención.
Al voltearse pudo ver a Hinata sosteniendo una pequeña tarjeta acompañada de una caja. Sus mejillas habían alcanzado un alto grado de sonrojo, como si en cualquier momento se desmayaría, no dudaría que fuera así. Ella extendió aquel obsequio temerosa de su reacción.
Al abrirla encontró unas flores prensadas. Aquella era la primera vez que alguien le regalaba flores, extraño sí, molesto no… era un tierno detalle. Dentro de la caja había varios pergaminos explosivos y unos hilos de chakra, de buena calidad si le preguntaban.
—Gracias, Hinata —respondió Itachi con una sonrisa, aquello logró calmar a la Hyuuga.
—Feliz cumpleaños —respondió ella entre tartamudeos.
—Sasuke —lo llamó Itachi —. ¿Vamos a entrenar?
—Aburrido —comentó Shisui, camuflando sus palabras con una falsa tos.
—¡SÍ! —gritó Sasuke emocionado —.Voy a entrenar con mi hermano mayor.
—Hinata nos acompañara.
Aquello provocó que Sasuke frunciera el ceño levemente, no le gustaba compartir a su hermano pero debía admitir que entre compartirlo y que lo ignorara prefería lo primero. Además Hinata no era tan mala, quizás algo extraña pero solía ser callada.
—En ese caso yo los acompaño, esto ya se está poniendo aburrido, sin ofender Itachi, pero tus fiestas parecen de abuelo.
Aquella fue la última vez que vio a Itachi, que pudo conversar con Mikoto Uchiha, entrenar con Sasuke y Shisui. Luego de ese día le prohibieron acercarse al clan Uchiha, las tardes tomando el té se cancelaron y nunca regresaron.
No le dijeron nada pero escuchó rumores, la reputación del clan Uchiha estaba siendo afectada y ellos ya no se esforzaban en mostrar algo de camaradería. Nunca se molestaban en callar cuando la veían, quizás, pensó, esa era una ventaja de ser casi invisible.
"Feliz Cumpleaños Itachi, estés donde estés"
Pensó Hinata con cierta nostalgia antes de regresar a su trabajo.
