Hellsing no me pertenece.

De nuevo se lo dedico a mi Yumie 33


Se miró al espejo con las tijeras en la mano y se arrepintió de lo que acababa de hacer, seguramente el padre Anderson más que alegrarse la reñiría. Empezaba a no saber que hacer, tal vez podía buscar un gorro, pero en misa y en las clases tendría que quitárselo con lo que no solucionaba nada.

En medio del pánico la puerta se abrió, la niña juró que le iba a dar un infarto al ver como una de sus compañeras entraba notando por su mirada lo horrorizada que estaba al ver su cabello, con lo que confirmó que no había forma de que no se notara.

Corrió hacia la puerta cerrándola para que nadie más lo viera. La chica morena de cabello largo la llamó en un susurro.

-He-Heinkel… ¿Qué le ha ocurrido a tu cabello?

Tragó saliva y se volvió viendo que la chica era Yumiko, un año menor que ella con la que a penas había hablado un par de veces.

La niña en cuestión no tenía demasiados amigos ya que, según le había contado el padre Anderson, tenia un trastorno de personalidad. Era dos personas a la vez, por un lado la niña que tenía ante ella y por otra una personalidad muy violenta y agresiva.

Yumiko bajo la mirada y se disculpó, acercándose a la puerta para salir de allí.

-L-lo siento, de veras… seguramente tú también tengas miedo de que te haga daño…

Aquella niña parecía tan frágil y adorable… la tomó del brazo y sonrió negando repetidas veces con la cabeza.

-No, no te preocupes, no te tengo miedo –luego apuntó a su cabello- Es solo que… no se que hacer con esto.

Ambas se miraron a los ojos y Yumiko sonrió un poco asegurándola que se encargaría y Heinkel aceptó la ayuda sentándose y dándole las tijeras a Yumiko. Esta las tomó y comenzó a cortar y peinar haciendo lo posible por arreglar el destrozo de su cabello.

Heinckel la observaba por el espejo pensando en lo bonita y femenina que era aquella niña.

-Heinckel… tú… ¿Qué pretendías hacer con tu cabello? –la mencionada se ruborizó.

-Trate de que se pareciera al del padre Anderson… yo… admiro a ese hombre.

Aunque muy madura para su edad seguía siendo una niña y temía que la otra se burlara de ella, en su lugar asintió sonriendo.

-Y-Yo también lo hago…

Dejó las tijeras en la mesa peinándola un poco y terminando, ambas contemplaron el cabello de Heinkel que aunque corto había mejorado notablemente, esta se lo agradeció a Yumie. Tras recoger el cabello del suelo la acompañó al patio a pasear hablando sobre el padre Anderson y de todo un poco.

Ninguna de las dos llegó a pensar que ese seria el comienzo de una gran amistad.