Mi estimada señorita Kamiya.

Acto Uno (de tres)

Una alumna especial

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Comenzaban las clases en abril y concentrada, Kaoru resolvía un sudoku en su rincón de la sala de clases cuando el silencio más absoluto se apoderó de todo. No le prestó mayor atención y puso un par de nueves en las cuadrículas cuando un cosquilleo en la base del cuello le indicó que algo andaba mal.

Rápidamente cerró la revista e intentó ponerse de pie, pero una mano en su hombro la detuvo.

-¿Cómo se llama usted?- Le preguntó el hombre a su lado.

-Kamiya Kaoru.- respondió la muchacha sin atreverse a mirar. Lo que le faltaba: Uno de esos profesores que en la primera clase se ponían a fastidiar para hacerse los duros.

-Y cuénteme, Kamiya, ¿qué leía de esa revista que le resultaba tan interesante?-

Un lápiz había quedado de marcador de la página y Kaoru rápidamente le señaló lo que la tenía tan concentrada cuando él entró. El sujeto pasó un dedo sobre el sudoku resuelto y la tinta fresca de los nueves dejó una mancha. Quitó la mano de su hombro y la dejó tranquila al caminar hacia el frente. Kaoru se puso de pie.

-Buenos días, alumnos.-

-Buenos días, profesor.- respondieron todos a coro.

-Mi nombre es Himura Kenshin y seré su profesor jefe de curso, además de impartirles el ramo de matemáticas unas cuantas veces por semana. Pueden sentarse.

Los muchachos hicieron caso de inmediato y Kenshin se puso a anotar el horario de toda la semana en la pizarra.

-Señorita Kamiya, hágame el favor de repartir las hojas que he traído entre sus compañeros. Se trata de una pequeña prueba para medir sus conocimientos matemáticos. Así podré saber de qué manera los puedo nivelar mejor. No es necesario que le pongan sus nombres, pero si que respondan con seriedad y honestidad.-

Mientras hacía caso, Kaoru tuvo es terrible impresión de que sería para siempre la chica de los mandados del nuevo profesor pelirrojo. No le hizo mucha gracia, pero sabía que si ese era su destino, poco podía hacer para revertir la situación. Con un poco de suerte, sólo sería por esa clase. Maldito sudoku.

Cuarenta minutos después, Kenshin recogió los exámenes y los guardó en su portafolio. Pasó la lista y se sentó tranquilo sobre la mesa a mirar a sus estudiantes.

-Este es su último año de escuela y deben esforzarse si quieren entrar a la universidad. También estaremos muy ocupados organizando eventos como el festival de los cerezos, kermeses y ese tipo de cosas. Habrá un par de giras en invierno y al egreso. Como profesor jefe, debo guiarlos en esas actividades y prestarles apoyo en lo que puedan llegar a necesitar como estudiantes, así sea orientación vocacional o información sobre algún área que les interese. Puede que yo no lo sepa todo, pero si ese fuera el caso, buscaré a la persona idónea para que hable con ustedes y le puedan expresar sus dudas. Ese es mi compromiso con ustedes y a cambio exigiré orden durante mis clases, respeto hacia mi persona y compromiso con los deberes que les dejaré. Como ustedes saben, su antiguo profesor jefe, el señor Kaneda, ha jubilado y me ha dejado varias anotaciones con respecto a ustedes. Yo prometo dar lo mejor de mi este año, pero necesito un poco de su ayuda.

Elegiré un secretario en este curso, y su deber será esperarme fuera de la sala de profesores al finalizar el recreo para ayudarme a traerles el material de apoyo que puedan necesitar. También me ayudará a organizarlos en las diferentes actividades que tengamos durante el año. Este secretario trabajará para mí, al margen de que ustedes elijan a su presidente de curso y todo eso. Hoy vamos a empezar con… señorita Kamiya, dígame un número, rápido.-

Kaoru no comprendió, pero respondió como pudo.

-Veintinueve.-

-Muy bien. Veintinueve menos tres veces que la he llamado es veintiséis… señorita Minjo, será usted la primera secretaria. Veamos cómo funciona.-

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Kenshin era uno de esos profesores dinámicos e interesantes, que en cada clase cautivaba a su alumnado con sus explicaciones sobre los números y esas cosas. Los chicos lo respetaban y las muchachas… estaban casi todas enamoradas de él. Y eso era un problema, porque para el mes de Junio, había cambiado tres veces a sus secretarias. Él podía identificar rápidamente cuando las niñas requerían su atención más de lo estrictamente necesario, y cortaba por lo sano antes de que comenzaran los rumores.

En el pasado, había probado con muchachos como secretarios, pero no le daba mucho resultado y él, que en verdad era un hombre muy ocupado, precisaba de alguien.

Pensaba en esas cosas camino a la sala de clases cuando se detuvo a mirar en rededor. La chica Kamiya caminaba hacia él sin saberlo, con un lápiz en la boca y una pequeña revista en las manos. Notó que la camiseta de la escuela era algunas tallas más grande que ella y que la falda del uniforme le llegaba cuatro dedos arriba de la rodilla, tal como indicaba el reglamento. Eso de por sí era extraño.

-Acá pongo un tres y el seis lo dejo… -

-Es peligroso leer mientras camina.- dijo Kenshin cuando ella estuvo a punto de chocar con él. La joven se detuvo de improviso y en su campo de visión aparecieron unos lustrosos zapatos negros y más arriba un traje impecable. Siempre que miraba la cicatriz que marcaba la mejilla izquierda del señor Himura, se preguntaba qué podría haberla causado, aunque luego se reprochaba a sí misma pensando que eso era algo de la vida privada de él y que no debía meterse en esas cosas.

- Jeje… lo siento… no me fijé.

Kenshin se sintió conmovido por un momento con la sonrisa de la chica y pronto reparó en su rostro desprovisto de maquillaje. Eso era algo raro y nuevo en los tiempos que corrían y la sencillez de su peinado le gustó mucho más. Parecía una chica que no estaba preocupada de los coqueteos y la idea comenzó a gustarle.

-Señorita Kamiya, a usted le atraen mucho los números, ¿verdad?-

-Son divertidos- respondió distraídamente, pensando en el asunto del número tres. Kenshin sonrió aunque ella no pudo notarlo.

-Queda contratada para el puesto de secretaria. ¿Qué le parece?.-

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Cuando llegó Junio, Kenshin estaba más que satisfecho con Kaoru. ¡Era perfecta! Lo esperaba como él quería fuera de la sala de profesores, y no se quejaba aunque la cargara con libros hasta la barbilla. Además era una estupenda alumna, aunque su mente funcionara de manera rara.

Por ejemplo, un día estaban hablando sobre las fracciones y de alguna manera los muchachos no lograban entenderlo, así que Kenshin hizo un par de ejercicios en la pizarra. Desesperado, vio que nada daba resultado para darse a entender y finalmente preguntó si a alguien le había salido algún ejercicio. Kaoru levantó la mano y pasó a la pizarra a explicar como era que lo había resuelto.

Dibujó tres barriles, los dividió en varias secciones y después de una explicación que Kenshin quedó con los ojos en espiral, dijo que tres cuartos eran de leche, dos octavos de gaseosa y el resto de helado. Pero de chocolate porque se llevaba mejor con el número dos. Un silencio sepulcral se hizo de toda la clase. Ni el profesor la había entendido, pero el resultado ¡Era correcto! El problema es que los alumnos se distrajeron con las gaseosas, la leche y el helado de manera tal, que Kenshin tuvo que comenzar desde la base de las fracciones, pero algo le quedó llamando la atención sobre Kaoru, asi que mientras el curso resolvía un ejercicio más sencillo, le alcanzó una hoja a Kaoru con una operación difícil que hasta él se complicaba.

-¿Cómo resuelve eso?-

Kaoru miró la hoja y luego al profesor, divertida.

-Con manzanas y peras.-

-Explíquese.-

Kaoru hizo un par de dibujos y de rayas y algunos números. El ejercicio estaba resuelto. El resultado, correcto.

-¿Cómo lo hizo, señorita Kamiya?- preguntó Kenshin asombrado.

-Con manzanas y peras.-

-Pero y los números?-

-Los números son las cantidades de manzanas y peras. Creo que eso se llama pensamiento divergente.-

Kenshin acercó una silla a la mesa de Kaoru y le dio una ecuación llena de letras.

-Pruebe con esto.-

Kaoru ni se arrugó en terminarla. Vacas y pollos, tres cerdos y dos caballos. Al final, la hoja nuevamente quedó llena de dibujos y líneas, pero al comprobar a su manera la ecuación, el resultado era el que debía ser.

-Me impresiona. A usted realmente se le da la matemática.-

-Pero usted me evalúa mal. En los exámenes se fija demasiado en el método y no en el resultado.-

-Debe reconocer que con tanta raya y tanto dibujo, sus exámenes son incomprensibles.-

-Pero le aseguro que el resultado siempre es bueno, señor Himura. -

Kenshin pensó un poco. Kaoru no tenía malas calificaciones, pero tampoco eran de las mejores. Al poner más atención en sus exámenes, no le quedó de otra que colocar en ellos la máxima nota.

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-Señor Himura, aquí tiene los trabajos de todos, incluido el mío.- Le dijo Kaoru una mañana al encontrárselo en la sala de profesores.- Esto del número pi es un poco raro pero funciona.- Kaoru se detuvo la ver la cara del profesor.- ¿Pasa algo? ¿Lo puedo ayudar?-

Era raro que un alumno le preguntara a Kenshin si lo podían ayudar, pero se había metido en un tremendo problema con un amigo y no tenía las capacidades para salir de él. Había apostado y al perder, tenía que medirse en un partido con Sanosuke y encima, ver la forma de ganarle. Cuestión de orgullo y de machos.

-Tengo esta tarde un partido de fútbol soccer y soy pésimo para ello. Lo mío es el béisbol. Además, debo llevar a un compañero de equipo y de mis colegas, ninguno entiende de fútbol.-

-El fútbol soccer es muy popular en occidente y parece fácil. Es cosa de meter la pelota en la malla sorteando rivales. No es como el fútbol americano, en que a uno le caen encima o el waterpolo que es en el agua, con lo que cuesta moverse.-

Kenshin se la quedó mirando.

-Pareciera que para usted, señorita Kamiya, todo es fácil, aunque aún no logro comprender cómo. De todos modos, no la veo jugando fútbol.-

-Bueno… dígame qué tengo que hacer y lo haré. No puede ser tan difícil.-

-¿Usted jugaría fútbol?-

-Parece mejor que el voleibol. A mí ese no me gusta. Y con el básquetbol una vez me quebré la nariz.-

-¿Vendría conmigo a jugar fútbol?- preguntó Kenshin intrigado. La idea de llevarla le atraía.

-Tengo la tarde libre.-

-Pues bien. Encuéntrese conmigo después de clases. Veremos como es usted para el soccer.-

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Habían cosas que no tenían sentido, y una de ellas es que una muchacha flaca y sin forma hubiera metido tres goles en apenas quince minutos. Sanosuke, el amigo de Kenshin, estaba impresionado cuando acabó el primer tiempo.

-¿De dónde rayos sacaste a ese mocoso?-

-Es una chica. Es una de mis alumnas.-

-Bueno, es difícil distinguir qué es con esa enorme ropa que lleva. Tiene a mi equipo vuelto loco tratando de bloquearla. Están pensando seriamente barrerla y romperle una pierna.

-Ni se te ocurra, Sano. Ella es una chica muy especial y valiosa. Tiene una inteligencia poco usual.-

-Pues parece que no le alcanza su inteligencia para vestirse. ¿Nadie le dijo que el fútbol se juega en pantaloncillos? Podríamos al menos mirar sus piernas.-

-Hace frío, Sanosuke. Déjala en paz.- dijo Kenshin al ponerse de pie y convidarle a Kaoru un poco de agua con energizante cuando llegó a su lado.- Buen trabajo, señorita Kamiya. Me convenzo de que no hay imposibles para usted.-

-Este deporte en entretenido. La estoy pasando bien, y los chicos han dicho que nos iremos a tomar unas bebidas después de esto.-

El cabello de Kaoru estaba metido en una enorme gorra para que no le molestara. Kenshin se sorprendió al evocar aquellas largas y negras hebras. Le sonrió y descansaron para el segundo tiempo, en que acabaron goleando al equipo de Sanosuke.

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-¿Ha oído hablar del número de Dios, señorita Kamiya?

-Creo que una vez lo escuché mencionar, pero no sé de qué se trata.

En un estudio, en la casa de Kenshin, Kaoru lo ayudaba a calcular los promedios para finalizar el trimestre. Se estaban tomando un descanso.

- Se le conoce también como el número de oro, la proporción áurea o el número de Dios. Dicen que todas las cosas perfectas de la naturaleza lo contiene. Por ejemplo, la proporción de las hojas, la estatura de una persona en relación a la altura de su ombligo, incluso el tamaño de una cabeza. Mire… - Kenshin con una pequeña regla midió el alto por el ancho de la cabeza de Kaoru e hizo una operación matemática, dando como resultado 1.618... - ¿Lo ve? Su rostro contiene el número de Dios en sí.-

La joven lo miró asombrada, pero no dijo nada más y se concentró en acabar su ayudantía. Unos días después, Kenshin la descubrió en el patio del instituto midiendo las hojas de los árboles y los conos de un par de pinos que habían por ahí.

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-¡Profesor, necesito verlo ya!- dijo Kaoru irrumpiendo en la sala de profesores, a mediados de Octubre. Kenshin se sobresaltó al verla aparecer, pues no se lo esperaba.

-¿Le pasa algo, señorita Kamiya?-

-No, no, yo estoy bien. Es Miyuki. Acompáñeme por favor y en el camino le cuento.-

Kenshin la siguió hacia el exterior un poco decepcionado. Kaoru no era de las chicas que lo llamaban para contarle algo de ella y siempre tenía un motivo más que razonable para verlo. Se sacudió esas ideas de la mente y se concentró en lo que le decía.

-Fujishima, el novio de Miyuki la atacó ayer en su casa, con un cuchillo, porque ella no quiso… estar con él.- dijo Kaoru un poco avergonzada.- Hoy ella ha estallado en llanto cuando lo vio al entrar a la sala de clases y no podemos consolarla. Profesor, tal vez usted la pueda ayudar, ella está muy asustada.-

-Y Fujishima, ¿dónde está?-

-Me amenazó si venía a buscarlo. La clase está dividida y ni siquiera el presidente los puede conciliar.-

Kenshin suspiró al llegar a la sala. Miyuki, que era una gran amiga de Kaoru, se abrazó a ella cuando la vio aparecer.

-No me vuelvas a dejar sola.-

-Las chicas te estaban cuidando.-

-Señorita Mori, vamos a enfermería. Está usted muy descompuesta y allá la podremos ayudar. Señorita Kamiya, acompáñenos. Fukioka, como presidente, ocúpate de que el resto se mantenga en orden hasta que aparezca su profesora de este bloque.-

Miyuki lloraba tanto del susto que apenas podía ver por donde caminaba, asi que se apoyó en Kaoru. Kenshin la apoyó por el otro lado y sobre la espalda de esa joven, de alguna manera su mano se encontró con la de la señorita Kamiya. La retiró de inmediato, como si quemara a pesar de lo fría que estaba, pero unos segundos después la volvió a posar sobre ella.

Kaoru no dijo nada. Siendo distraída como era, tal vez ni cuenta se había dado.

Ya en la enfermería, Miyuki narró lo sucedido a Kenshin mientras una enfermera le daba una bebida caliente. Kaoru le sostenía una mano, infundándole valor.

-Por eso hoy cuando lo vi en la clase de manualidades, con una tijera, pensé que me atacaría de nuevo. Y me puse a llorar del miedo.- dijo la muchacha en medio de sollozos.

-Usted comprenderá, señorita Mori, que debo hablar con Fujishima.-

La joven asintió.

-No permitiré que él le haga daño, asi que quédese tranquila, que acá está segura. Ese muchacho debe ser castigado de alguna forma.

Al salir de la enfermería, Kenshin tuvo la intención de llamar a Kaoru para que lo acompañara, pero no tuvo valor. No sólo porque no la necesitaba realmente para lo que tenía que hacer, sino que se dio cuenta de que le gustaba sentir su respaldo.

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Kaoru se metía el cabello dentro de la gorra cuando Kenshin le preguntó por su amiga.

-Está más tranquila. Fujishima trató de acercarse a ella, pero Miyuki se ha mantenido firme en no perdonarlo. ¿Qué castigo le pondrán?-

-El director ha decidido no expulsarlo, porque Fujishima después de ti, es el mejor alumno del curso. Pero está condicional y si vuelve a atacar a Miyuki, dentro o fuera del instituto, lo expulsarán sin mayores miramientos.-

Cuatro goles después, Kaoru celebraba una nueva victoria con su equipo. Kenshin, feliz, la fue a dejar a casa sin imaginar la de problemas que le acarrearía a la chica.

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"A Kaoru le gusta el profesor Himura, y se dieron un beso con lengua"

Kaoru no podía creer lo que decía la nota que acababa de llegar a su puesto. ¿Quién podía poner eso de ella? Miró a sus compañeros desde su rincón. ¿Quién se atrevía a decirle eso sin dar la cara?

Decepcionada, se dio cuenta de que no la querían tanto en el curso como ella pensaba. Siempre que alguien venía con un problema, ella le trataba de dar solución e incluso por dos años la nominaron mejor compañera. Pero ahora la injuriaban. Triste y sin saber qué actitud tomar, se fue a esconder al baño para no tener que ir a esperar a Kenshin a la sala de profesores. El baño estaba vacío y la joven tomó un poco de agua del lavabo.

Estaba en eso, cuando alguien la atacó por detrás, pasándole un brazo a la altura del cuello para asfixiarla. Kaoru jadeó, se movió para todas partes e intentó escapar, pero la otra muchacha no la soltaba. Cuando Kaoru se fue hacia atrás y azotó a la chica contra la pared, fue liberada. Con los ojos llenos de lágrimas y sintiendo que se iba a desmayar, corrió hacia la salida, pero no pudo avanzar mucho. La falta de aire le impidió moverse más pero al menos pudo asomarse afuera. Una profesora la vio y aunque le preguntó que le había pasado, Kaoru no pudo responderle y en cuanto pudo, echó a correr.

-Esa chica Kamiya, es de tu jefatura, ¿no?- le preguntó la profesora a Kenshin cuando este se preparaba para dar clases a otro curso.

-¿Le ha pasado algo?-

-No lo sé, pero ha salido sumamente descompuesta del baño. Como te tiene confianza, creo que eres la persona correcta para preguntarle qué sucedió.-

Kenshin no esperó a que se lo dijeran dos veces y corrió a buscarla, pero no estaba en ningún lugar del patio y esperaron a que comenzara el nuevo bloque de clases para ver si aparecía por la sala. Como no fue así, Kenshin con algunos compañeros de la chica se dispusieron nuevamente a su búsqueda tras constatar con el portero que Kaoru no había salido de la escuela.

La encontraron un rato después, en estado de shock, oculta bajo una escalera. Abrazaba sus rodillas y le castañeaban los dientes. Tenía la cara bañada en lágrimas. Kenshin trató de alcanzarla, pero ella, al notarlo, se retrajo más en su sitio.

-Kamiya, por favor, salga de allí. Acompáñeme para que conversemos sobre lo que le pasa.-

Kaoru alzó la vista y tras de Kenshin, entre el grupo de compañeros, distinguió a la chica que la había atacado. Nuevas lágrimas aparecieron y el profesor Himura se estaba volviendo loco. Por eso, como pudo jaló a Kaoru y la levantó en brazos, llevándosela a enfermería. Pidió que las dos mejores amigas de Kaoru reunieran sus cosas para enviarla a casa, porque para él, ella estaba demasiado nerviosa como para seguir por ese día la escuela.

-Alcáncenme en la enfermería. Los demás, gracias por su ayuda, pero deben regresar a clases.-

Muchos amigos de Kaoru le dedicaron palabras de aliento mientras se alejaba y la joven se sintió confortada al notar que contaba con ese apoyo. En la enfermería le dieron una leche caliente mientras llamaban a sus padres y Kenshin no se separó de ella, con la esperanza de que le contara qué le había pasado. Pero la joven se mantuvo callada.

Se pasó una mano por el cabello, nervioso, buscando una forma de hacerla hablar, pero ella no reaccionaba.

-Señorita Kamiya, usted siempre ha sido muy amable conmigo. Y aunque no debiera, la considero como una buena amiga mía, más que mi alumna o mi secretaria. Si hay algo que yo pueda hacer para ayudarla, por favor, hágamelo saber.-

Kaoru evitó mirarlo a la cara.

-Sólo quiero estar sola- declaró.

Kenshin entonces reparó en un enorme arañazo en el cuello de la joven, y rasguños más chicos en sus mejillas.

-¿Alguien la atacó?-

Kaoru desvió la mirada nuevamente, pero las lágrimas que salieron como un río la delataron.

En eso Miyuki y Kobayakawa llegaron con la mochila y el abrigo de Kaoru. Kenshin las interrogó.

-Alguien atacó a Kamiya. ¿Alguien ha visto algo?-

- Ella nos dijo que iba al baño. Hasta ese momento se veía muy bien.-

-Cuiden de Kamiya por un momento. Vengo enseguida.-

Kenshin corrió hasta donde estaba su colega impartiendo clases, la que le dio el aviso.

-Kamiya fue atacada, creo que en el baño. ¿Viste salir a alguien después de ella?-

La profesora no sabía como se llamaba la chica a la que vio, pero accedió a acompañar a Kenshin a la sala de clases de su grupo para identificarla. Momentos después Kenshin llevó a la agresora a la oficina del director.

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Solitario, Kenshin ordenaba sus libros y mangas favoritos en un estante dentro de su pequeño estudio. Finalmente había podido traer la última caja que le quedaba en el que había sido su antiguo hogar. Hacía cerca de un año había tomado la decisión de mudarse y aunque extrañaba su entorno, debía reconocer que su situación actual no era tan mala.

Le gustaba enseñar y se sentía satisfecho en su nueva escuela, además, casi no tenía problemas con sus alumnos. Aún no tenía muchos conocidos además de la comunidad escolar, pero del bueno de Sanosuke no podía quejarse, porque siempre inventaba panoramas para reunirse y sacarlo de su soledad.

Kenshin estaba acomodando un libro que se le escapó de las manos. Al caer, se abrió, y de entre sus hojas escapó una fotografía que no sabía estaba allí.

Tomoe le sonreía con dulzura. Era una foto antigua, de su época de estudiante. El gesto de la bella muchacha fue como un golpe para su corazón y se sintió remecido. Cerró los ojos y apretó el retrato contra su pecho.

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Kaoru había cambiado, y eso era evidente. Poco le hablaba y casi no le sonreía. Kenshin extrañaba sus pequeñas conversaciones camino a la sala de clases, y es que Kaoru era muy culta. Se podía tocar cualquier tema con ella y no se escandalizaba. Era una joya y el tiempo volaba en su compañía. Pero ahora apenas y lo saludaba y en las clases, en cuanto terminaba sus tareas, se concentraba en sus sudokus. Ya ni siquiera lo acompañaba a los partidos de fútbol y siempre ponía una excusa para irse pronto a casa.

-Esto no debería estar pasando.- se dijo Kenshin un mediodía cuando ya no pudo soportar el silencio de la muchacha. Se dio cuenta de que quería zamarrearla para que le dijera algo siquiera, pero no era una buena actitud. Y como no podía desquitarse de otra manera, dejó también de ser amable con ella.

El invierno comenzó y los chicos se pusieron a organizar la fiesta de Navidad que culminaría con una gala y estaban todos muy ansiosos con la idea. Bajo la mirada de Kenshin y la organización de ellos, la participación del curso fue muy satisfactoria y el sábado en la noche se realizaría la fiesta a la que todo el instituto asistiría. Kaoru no estaba muy segura de ir, de partida, porque no tenía pareja, pero Miyuki la convenció.

-Mi mamá ha traído unos vestidos muy bonitos para su tienda y me ha apartado dos. Uno es para ti, pero debemos elegir quién vestirá qué. Por eso, debes llegar temprano a mi casa para que podamos arreglarnos. También irán Sakura, Akane y Tae.-

Kaoru prometió ir, pero el viernes en la tarde, cuando le dio una nueva excusa a Kenshin para no ayudarlo con una pruebas por revisar, él de alguna manera la convenció de ir a su casa el sábado por la mañana.

Contento, el profesor la esperó con una pila de exámenes, de todos los cursos a los que impartía la matemática. Kaoru nada dijo y paciente, lo ayudó lo mejor que pudo. Rato después llegó Sanosuke buscando gente para un partidito de fútbol. Kaoru no se pudo negar y pronto se hizo de tarde.

-Señorita Kamiya.- dijo Kenshin al regresar a su casa con la joven.- Debemos acabar de ordenar los exámenes y la dejaré libre.-

-Pero me tengo que ir… me esperan unas compañeras… debo bañarme.-

-No nos demoraremos.-

-Lo siento mucho, de verdad, pero yo no…-

-Entonces me dirá usted por qué me ha estado evitando.-

Kaoru no dijo nada.

-¿Responderá o se escudará en su silencio nuevamente?-

-Lo lamento. Pero me tengo que ir.-

Kenshin la miró por unos momentos, suspirando.

-Haremos un trato. Ya que al parecer no soporta mi compañía, esta será la última vez que me ayude. Desde el lunes buscaré una nueva secretaria, pero a cambio, debe ayudarme a terminar este trabajo.-

Kaoru miró el reloj. Disponía al menos de cuarenta minutos y en realidad, tenía ganas de quedarse. Aceptó y comenzó a organizar un lote de hojas que Kenshin le alcanzó. Eran muchas, y después de algunos bostezos, y a punto de terminar, el profesor se ofreció a traerle un te caliente.

Cuando Kenshin regresó, acurrucada como un gatito, Kaoru dormía profundamente en su sillón.

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-¡¿Por qué no me despertó?-

Kaoru, sobresaltada, despertó con su celular. Era Miyuki que le decía que la estaban esperando y que estaban todas listas para irse a la gala. Kenshin no le pudo responder que se había sentado a mirarla dormir y que de alguna manera que no lograba entender, estaba entretenido con eso.

-Pensé que podía necesitar realmente unos minutos de siesta.-

-Pero ahora las chicas se irán sin mí… -

-Si quiere la voy a dejar en mi auto hasta la casa de… -

-¡No se atreva!- gritó Kaoru.- No lo permitiré. Me voy ahora mismo. Ya terminé mi trabajo… hasta el lunes, señor Himura.-

La joven giró para salir y al hacerlo chocó contra el escritorio. Un portarretrato cayó y el vidrio que contenía se hizo pedazos. Horrorizada, Kaoru se dio cuenta de que el señor Himura palidecía.

Se agachó junto al marco que quedó maltrecho y reparó en la foto de la joven que sonreía. Lo tomó con mucho cuidado y avergonzada, se lo entregó a Kenshin.

-Perdóneme… yo no quería… Lo lamento.-

Kenshin no dijo nada y puso su foto en un lugar seguro, junto a sus libros.

-¿Ella… ?- peguntó Kaoru sin atreverse a terminar la frase.

-Era mi esposa cuando tenía tu edad.- respondió el profesor con sencillez.- ¿No te ibas a tu fiesta? Ve, yo limpiaré los vidrios rotos. Muchas gracias por tu ayuda.-

La chica salió corriendo conteniendo unas inmensas ganas de llorar y Kenshin pronto notó que había olvidado un cuaderno. Al terminar de limpiar lo hojeó distraído y reparó en algunos papelitos doblados. Al leer su contenido se quedó helado y comprendió de golpe la actitud de Kaoru.

"Kaoru y el profesor Himura se acuestan"

"Kaoru, una chica dice que tú y el profesor se ven a escondidas en la casa de él. ¿Es cierto? ¡Él es muy guapo, qué suerte tienes!"

Kenshin se metió al cuarto de baño. No esperaría más para aclarar las cosas. Iría también a la fiesta.

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Mi estimada señorita Kamiya

Fin acto uno

Diciembre 14, 2010

Notas de autora.

Hola!

¿Cuánto tiempo, no?

Hace años estaba leyendo algunas historias de Kenshin y Kaoru como profesor y alumna, y aunque había unas muy lindas, también encontré otras un poco tiradas de las mechas, donde Kenshin era un profesor posesivo y celoso, que manipulaba a su alumna para que… bueno, fuera sólo de él En otras ya de plano la medio violaba. Y de inmediato discrepé con la idea. Yo tenía que reivindicar al Kenshin profesor.

Como pueden ver, acá Kenshin se ha enamorado de su alumna y la cosa no va con tanta líbido y si con más sentimiento y esas cosas.

Espero que esta idea les guste y bueno, ya muchas de ustedes saben que tengo una mala tendencia, a pesar de mis intenciones, de ser volátil, y desaparecer. Esta vez me aseguré, escribí la historia completa (son tres capitulos) que están guardados en alguna parte de mi cuenta como Blankaoru. El segundo capi está listo y será mostrado dentro de uns semana exacta, y el tercero a la que sigue. Hay una persona de mi confianza con mis contraseñas para que esto sea efectivo en el caso de que me pase algo.

Retomé la historia de "Kenshin, un Chico en dificultades" que será finalizado pronto. Queridas amigas, Prisionera y Entre mis Brazos las he tenido que reestructurar otra vez. Entre las recaídas que sufro cada dos meses y a veces el exceso de trabajo, me cuesta últimamente retomar el hilo de las historias. Bueno, paciencia... tengo muchos días para reposar porque me quedé embarazada, tengo casi los tres meses y mi esposo me cuida un montón. Me siento relajada, feliz como nunca y bueno... la imaginación de alguna manera mágica regresó.

Las abandono, porque me toca cocinar.

Cariñitos a todas. Espero que les guste esta nueva historia.

Blankaoru.