EDV: Abordaje
El tercer estallido le hizo caer de su silla disipando sus dudas, Wally se encontraba ahora refugiado bajo su cama y temblando de miedo. Desde que aquellos piratas secuestraron en su pueblo haciéndole formar parte de su tripulación como cartógrafo no había pasado un solo día en que se lamentara de su destino pero ahora era peor, alguien les atacaba y a juzgar por el revuelo estaban en serios apuros.
-¡Tú¡El nuevo!- Gritó un oficial abriendo de golpe la puerta de su camarote -¡Coge esta espada y lucha¡Deja de esconderte como un cobarde!
No sabía si eran las palabras del oficial o la esperanza de escapar del barco lo que le motivó pero las piernas de Wally actuaron por si solas y el menudo chico de apenas 17 años corrió a recoger la espada y salir a cubierta.
El espectáculo allí era ensordecedor, sangre, muerte y destrucción acampaban por cualquier lugar. Wally comenzó a correr agazapado en busca de algún refugio pero a mitad de camino fue sorprendido por dos de los piratas atacantes.
-¡A él!- Gritó el primero ¡Que no escape!
Su voz quedó ahogada al instante por el ruido de un gran barril de agua que estalló contra su cabeza, justo a su lado, su compañero era atravesado por una larga y mellada espada.
-C… ¿Capitán?- Balbuceó Wally al reconocer la figura del hombre que le acababa de rescatar.
-Tú servirás enano. ¡Sígueme!
Wally corría ahora lo más rápido que le permitían sus cortas piernas. El mugriento Capitán Pirata se abría paso entre los piratas atacantes a base de mandobles y espadazos asegurándose de no dejar a ningún enemigo con vida. Pronto llegaron a su objetivo, la parte del barco donde un gran número de garfios lo unían con la galera atacante.
-¿Ves ese ojo de buey enano?
-S… sí
Ahí dentro está el almacén de pólvora. Si consigues prender fuego se quedarán sin barco y sin cañones. ¡Esa es tu misión!
-Pero… ¡cómo voy a llegar hasta ahí!- Inquirió espantado.
-Muy fácil, no por algo me llaman el Capitán Morgan, Rey de los Tiradores.
Acto seguido, el Capitán levantó con una sola mano al joven cartógrafo que abría los ojos como platos y se dispuso a lanzarlo como si de un proyectil se tratase.
-¡Está loco!- Gritaba Wally aterrado -¡No puedo entrar por ese hueco!
-¿Quieres vivir chico?- Contestó Morgan sin mirar.
-Yo… sí…
-Entonces se un hombre.
Wally cerró los ojos y sintió el viento atravesado a gran velocidad. El ruido de los cañones ahora era lejano y distante, por un instante, parecía como si hubiese encontrado la paz que tanto ansiaba.
Pero no fue así, el golpe contra el suelo fue grande y al abrir los ojos se vio dentro del barco enemigo, frente a una gran puerta entreabierta que le incitaba a pasar. Por primera vez en las últimas semanas, Wally lo tuvo todo claro, no se lo pensó dos veces antes de correr con todas sus fuerzas hacia su objetivo, ni antes de agarrar una caja de pólvora, agujerarla con la espada que aún sujetaba con firmeza y esparcirla hasta el lugar donde había caído segundos antes.
Después todo pasó en unos segundos, una de las teas ardientes que iluminaba la estancia le sirvió para prender la mecha y el propio ojo de buey por donde había entrado fue su salida. El agua fría le recibió primero y una tremenda sacudida le hizo sentir que había cumplido con su objetivo. Después de eso, sus ojos se cerraron.
Cuando Wally volvió a abrir los ojos se encontraba en la cubierta del barco, a su lado el Capitán Morgan reía junto al resto de marineros que habían sobrevivido. La cubierta seguía repleta de muertos, sangre y destrucción pero Wally ya no pensaba en eso sino en las personas que le habían rescatado del agua y ahora brindaban con ron frente a él. En eso… y en el botín que se habían ganado.
Fin.
