LAS GENTES DEL MAR
Tiempo de mitos y leyendas.
Tiempo de magia y poder.
Tiempo de sabiduría y saber.
Tiempo de esperanza, de alegría, de felicidad...de amor.
Noche tormentosa.
El mar rugía con fuerza y la lluvia torrencial era una clara señal de que nadie debía salir de sus casas mientras que el viento soplara de aquella manera tan fiera y salvaje. Al menos no si deseaba seguir con vida.
Pero la fuerza del viento no pareció importarle demasiado al joven niño que corría, colina arriba, en un intento casi nulo de llegar hasta la casa de su abuela en medio de la tormenta que se desataba con fuerza sobre el, mojando la lluvia su pequeño cuerpo y el viento moviendo con fuerza la capucha que llevaba, en un intento de hacerle ver que no podría resistir mucho mas por aquel camino.
El niño seguía corriendo, o al menos intentándolo, pues hacia ya bastante tiempo que su paso se había ralentizado, convirtiéndose así en una presa facil para el viento, que en aquellos momentos deseaba verlo flotando sobre las aguas embravecidas del mar, justo debajo de aquella colina que el niño se empeñaba en subir a toda costa.
La pequeña figura no estaba demasiado segura de poder seguir avanzando en medio de aquella tormenta, y deseoso estuvo de dejarse caer sobre el suelo de tierra para que el viento se llevara su cuerpo hasta el mar, cuando derrepente, una blanca y pequeña mano apareció delante de sus dorados ojos, invitándolo a que la tomara para poder seguir adelante.
El rostro del niño se clavo en el blanco que tenia delante, de una niña claramente mas o menos de su edad, que no vestía nada mas que una simple túnica blanca que se movía a su alrededor por culpa del viento. Con desconfianza natural en el, la miro fijamente para saber el por que de que le tendiese su ayuda, pero los ojos de la niña que tenia delante solo le pudieron mostrar dulzura, por lo que tomo la mano que esta le tendía, notándola extrañamente cálida en comparación con la suya, que estaba fría por culpa de la lluvia.
Los labios de la niña se curvaron en una pequeña sonrisa, y ambos empezaron a caminar tomados de la mano hacia la cumbre de la colina, en donde se podía ver la silueta de una casa con las luces encendidas atravez del manto de agua que era la lluvia.
El niño de ojos dorados, apenas y se daba cuenta de que el viento parecía haber disminuido su intensidad y furia, y que la lluvia parecía no mojarlo como antes, pues sus ojos estaban clavados en la niña que tenia delante de el y que le guiaba como si conociese el camino de toda la vida.
-Llegamos...
La voz de la niña lo saco de su ensoñación, siendo esta la primera vez que la escuchaba hablar desde que se habían encontrado en mitad de la tormenta, mirando hacia la puerta de entrada de la casa que tenia delante, notando que efectivamente habían llegado a la casa que era de su abuela.
Toco al timbre, soltando así la mano de la niña y en poco minutos la puerta se abrió, dejando ver a una mujer de unos sesenta años con un parche en el ojo derecho y vestida con ropa de dormir que nada mas ver a su nieto enfrente suya, lo abrazo con fuerza, sintiendo como unas lagrimas caían por sus mejillas al saber que había llegado sano y salvo hasta la casa.
-Sesshomaru, no sabes lo preocupada que me tenias. Cuando tu madre me dijo que pensabas venir a mi casa en medio de la tormenta, pensé que no lo lograrías.-Le dijo la anciana a su nieto, separándose de el para ver, sorprendida, como este apenas y si estaba mojado.-¿Pero como es...?
-Abuela Kaede, una niña me ayudo a llegar, es esta de...-el niño se giro con el brazo extendido hacia donde había estado la niña de pie después de llegar y el tocar el timbre, pero lo único que encontró fue la mas completa soledad, como si en aquel lugar jamas hubiese habido alguien.-... aquí.
La anciana miro hacia donde le señalaba su nieto, pero al no encontrar a nadie, poso una de sus manos en la frente del niño, sintiéndola fria por culpa de las bajas temperaturas que había en aquel lugar.
-Sera mejor que entres y te tomes un té, quizás el enfrentarte solo a la tormenta hizo que te imaginaras cosas, pequeño.-fueron las amables palabras que la anciana le dijo a su nieto, mientras lo empujaba por el hombro para que pasara al interior de la cálida casa, cerrando la puerta con llave cuando estuvieron ya resguardados del frió que hacia afuera.
El niño, se sentó en uno de los grandes sillones del salón de su casa, pensando en donde podría estar esa niña y si, quizás su abuela tenia razón y su mente se lo había imaginado. Después de todo no hubiese sido extraño en un niño de apenas 9 años de edad.
Mientras tanto, bajando por la empinada cuesta de aquella colina, se podía ver la figura de una niña vestida de blanco, que caminaba con tranquilidad por el lugar como si no lloviese, y con una sonrisa en sus labios infantiles.
Tiempo de mitos y leyendas.
Tiempo de magia y poder.
Tiempo de sabiduría y saber.
Pero sobretodo...tiempo de alegría, esperanza y amor.
Por fin llego el tiempo...
...de las Gentes del Mar...
