Oº°'¨ DISCLAIMER¨'°ºO
Kuroko No Basket no me pertenece, ni sus respectivos personajes, son obra y propiedad de Tadatoshi Fujimaki-sensei, hago este One-shot sin ánimo de lucro y solo por pasatiempo.
Este One-shot también se encuentra publicado por partes en Wattpad ya que no me acepto las dos mil y algo de palabras (te odio/amo wattpad) bajo el mismo seudónimo.
''Dile no al plagio, porque una mente sin creatividad es una cómplice de la adversidad social''
20 de Diciembre de 1880. En un lugar muy lejano y desconocido donde su nombre es prohibido de mencionar.
El invierno caía estrepitosamente como si quisiese sepultar aquel árido lugar, donde las viejas casonas (1) de madera trataban de mantenerse en pie y la fumarada expulsada de las chimeneas mantenía casi el fulgor del fuego de los robles y pequeñas ramas quemándose en la sala de estar.
Desviándonos un poco del clima gélido, se podía escuchar en aquella localidad los alaridos desgarradores de una joven mujer pelirroja, detrás de la puerta, paseándose como animal enjaulado, un hombre se encaminaba de izquierda a derecha a la espera de la noticia, no quería entrar, tenía nervios y miedo, con tan solo imaginarse la sangre manchada de las cobijas, el sudor recorrer la frente de la bella mujer con los labios pálidos, no podía, porque sabría que se desmayaría.
Al cabo de una hora, se escuchaban resonantes sollozos haciendo eco sobre las casas vecinas. Y un extraño suceso perplejando a los lugareños, la nevisca (2) de aquel invierno dejo de caer violentamente, dando espacio a un cielo nublado y grisáceo, ellos sabían que todo el suceso fue culpa de aquel nacimiento, resignados fueron a dar la bienvenida, porque desde hace quince años no se acontecía los alumbramientos.
Cosas raras les pasaban a sus jóvenes hijos, sus mentes siempre eran manchadas por algo desconocido.
20 de Diciembre de 1881. Vieja casona de la última esquina. Primer año de vida.
A la hora de dormir, ellos nunca se podían dejar separados, se ponían a llorar violentamente si eran alejados, por eso el patrono (3) tuvo que reconstruir la cuna, unificándolas.
La pelirroja a la hora de amamantarlos, debía hacerlo con los dos, tarea algo difícil para la madre primeriza.
Siempre que estaban juntos se cogían de las manitos, un gesto que hacía que los lugareños se muriesen de ternura.
La madre contaba las pequeñas y tiernas anécdotas a sus vecinas del como aprendieron a caminar sin soltarse las manitos, o el cómo dijeron sus primeras palabras alternando el ''mama'' y el ''papa'' de sus boquitas.
O cuando se bañaron juntos en el platón (4) lleno de burbujas, escuchando por primera vez sus sonrisas contagiosas.
Pero ellos no sabrán hasta más adelante que aquellos recuerdos son solo más que sombras.
20 de Diciembre de 1886. Avenida de la solitaria calle del pozo maldito. Seis años de vida cumplidos hace 3 horas.
A su corta edad ellos se escapaban de la vieja casona, jugaban a quien llegaba primero al pozo maldito y tirar una moneda de cobre, aunque con sus almas aun inocentes, siempre huían de casa, su madre actuaba de una manera algo rara y por veces lloraba, su padre les rehuía su mirada y no decía palabra alguna.
El primero de ellos al llegar, con extrema felicidad lanzo la moneda y le dijo al otro— ''ahora serás maldito por la eternidad''—mientras el retardado trataba de tranquilizar su respiración, entre jadeos respondió— '' ¡No es justo! Soltaste mi mano antes de poder llegar juntos y tirar la moneda''—
Para calmar su otra parte, lo abrazó, dándole suaves golpecitos en la cabellera roja tirando un poco al extraño color magenta.
—''siempre estaremos juntos, nunca lo olvides, así que no volveré a soltar tu mano''— se separó para entrelazar sus dedos con el contrario y darle un beso en la frente.
El friolento viento de aquel invierno decembrino atiborraba los mechones de ellos, haciendo que el pelimagenta se combinase con el del pelirrojo carmesí de su otro yo.
20 de Diciembre de 1892. Susurros del lugar prohibido de mencionar. Doce años de vida.
Ellos no sabían el porqué, pero los lugareños para diferenciarlos los empezaron a llamar Bokushi y Oreshi, no les desagradaba pero tampoco les incomodaba, aunque siendo sinceros, ellos nunca dirigieron palabra alguna con los vecinos o niños de su edad, no querían que nadie se metiesen en su zona de confort, no quería ABSOLUTAMENTE a nadie, ni siquiera querían a su madre o padre cerca, les hacía sentir inseguros.
No iban a la escuela, con los libros que su padre guardaba recelosamente en su biblioteca personal de su despacho les satisfacía de culto, tenía muchos géneros, amaban los libros de espadas y dragones, misterios y asesinatos, historia y geografía, música y arte.
Ellos no soportarían entablar o socializar con alguien, entre ellos se complementaban, se amaban y se adoraban.
Cuando su madre salía al jardín delantero a quitar la nieve estorbosa de la entrada principal, los lugareños llegaban y decían cosas buenas y alentadoras de sus hijos, como— ''ellos deben ser muy inteligentes por eso no van a la escuela, la felicito…''; ''son muy guapos, debería presentarle a una de mis hijas para más adelante…'' —ellos siempre escuchaban los halagos de esas personas, pero ellos siempre los ignoraba, no les interesaba, siempre observaban a su madre al responder— ''por favor es suficiente. No sigan…'' —para después taparse los oídos y llorar desconsoladamente.
A ellos no les interesa los comentarios, ni lo que le dicen a su madre, de todas formas ellos perdieron comunicación con sus progenitores, la última vez que sonrieron fue a su primer año de vida, después de los años perdieron todo rastro de expresión y/o emoción, todo eso lo guardaban celosamente en la privacidad, en aquella burbuja fuera de la realidad.
20 de Diciembre de 1896. Ellos, solitario jugando en un tablero de… Dieciséis años de vida.
Esculcando en la biblioteca de su padre se encontró con varios libros de estrategia de mesa, tales como el shōgi (5), ajedrez o xiangqi (6).
Entre sus favoritos el que más amaban jugar era el shōgi, mataban bastante tiempo mientras la tormenta golpeaba bruscamente los cristales de la ventana.
—''sabes que no vas a ganar Oreshi''— decía Bokushi con autosuficiencia.
—''eso lo veremos…'' — recalcaba Oreshi con una diminuta expresión de diversión.
No sabían cuánto se demoraron pero el juego nunca tuvo perdedor o ganador pero entre ellos se hizo una tregua.
Probaron con el ajedrez, juego en la cual también se encandilaron, aunque sucedió lo mismo con el tablero anterior, pero el shōgi se ganó un espacio en sus corazones.
Al caer la noche jugaron un poco de xiangqi, aunque al principio aquel ajedrez chino les complicó, pero lo bueno era que el libro traía las instrucciones y se trasnocharon jugando partidas sin derrotas ni victorias.
20 de Diciembre de 1899. Y en la privacidad, no comparten el éxtasis. Diecinueve años de vida y una sexualidad abstenida.
Observaron a su madre, tenía una cara de preocupación y angustia, ella al percatarse de su contemplación le empezó a caer lágrimas y tapo su boca con la mano para acallar sus gimoteos y susurrando pocas palabras por primera vez después de muchos años— ''largo…largo… n-no…'' —y soltar su decaída.
A ellos no les importó, subieron rápidamente a su cuarto y ahí una clase de fogosidad empezó a bullir entre sus cuerpos.
—''Bokushi… me siento… extraño''— el nombrado sin soltar su mano, se giró y vio el problema entre sus piernas, después se percató que el también.
—''creo saber la solución''— acostó a Oreshi y se subió friccionando las virilidades—'' ¿Recuerdas aquel libro de tapa dura y con letras extrañas?'' — Oreshi asintió afirmativo ante la pregunta. —''Pues… haremos una parte de lo que leímos''—aquel libro mencionado, no era más que relatos eróticos y sexualizados detalladamente, un libro algo inusual para aquella época restringida.
Sus camisas blancas de manga larga fueron arrancadas con brutalidad, los pañuelos que decoraban sus pálidos cuellos estaban desarreglados, los pantalones de tela fina, estaban al límite de sus rodillas junto con la ropa interior color crema.
Ambos miembros rozándose de manera satisfactoria, haciendo que los pelirrojos gimieran alto sin importarles si los ecos sobrepasaban las paredes, sin importarles el que su madre este abajo en la sala de estar o su padre en el despacho, solo querían placer y lujuria.
Ellos no permitirían que nadie más los tocase, nadie a excepción entre ellos, no querían que manos ajenas los ensuciase, ni le dijeran palabras de amor, eso para ellos no tenía valor alguno, porque si Oreshi o Bokushi, se lo decían entre sí, eran palabras para atesorar.
Continuaban con sus toqueteos, jadeos y contracciones libidinosas, pero ellos cometieron un error, un gran error, ensimismados de su alrededor, pasos lentos se acercaban y abrían lentamente la puerta dejando ver unos centímetros el interior.
Aquella, la mujer más bella y pelirroja que les dio vida, miraba la escena con desorientación y con un profundo desagrado, salió a trompicones de aquel cuadro tratando de ignorar los suspiros sexosos. Ella no lo soportaba más, no podía y tenía que darle un fin.
20 de Diciembre de 1902. Último invierno. Cuarto de sus progenitores. Veintidós años de vida.
Ellos estaban sentados sobre la alfombra púrpura que decoraba su habitación, jugaban al ''mira cómo te imita tu espejito'' Oreshi movía sus muñecas con un vaivén suave, mientras sus dedos se desplazaban aleatoriamente, susurraba el nombre de Bokushi mirándolo fijamente, viendo como el otro remedaba sus movimientos, rozando las yemas de sus dedos con el contrario.
Si uno hacia alguna expresión facial, el otro la repetía, si uno decía una palabra, el otro la volvía a pronunciar, para ellos ser un reflejo del otro es una gran compañía, todo se debía hacer juntos, siempre sin soltarse o rozarse las manos.
—''Tengo una idea''— pronunció Bokushi, deteniendo el juego, jalando suavemente de la mano de Oreshi, quien se dejó guiar hasta el cuarto de sus progenitores.
Bokushi abrió un gran armario de madera fina, aunque algo viejo, revisó y encontró un abrigo algo grande para una persona de un metro setenta. Oreshi esperando a que su otro yo terminase de buscar en el armario, no se había dado cuenta, pero se fijó por un minuto en la esquina del cuarto, una sábana, algo empolvada cubría lo que sería un espejo de cuerpo completo, pero no solo eso, también había recordado haberse fijado en los espejos sobrantes que decoraban la casa, todos estaban cubiertos.
—'' ¿No te parece hermoso? Ya que es bastante grande, porque no lo probamos entre los dos, así ocuparemos más espacio en el abrigo''— sacando al abstraído de Oreshi, Bokushi vistió la mitad de su cuerpo, cogía la mano contraria para que hiciese lo mismo y así rellenar aquel abrigo con ambos cuerpos.
Se sintieron unos pasos apresurados y la puerta fue abierta de golpe, dejando notar la presencia de la progenitora. —''Madre, ¿No te parece lindo? Bokushi encontró este gran abrigo en lo más profundo del armario''— decía Oreshi con expresión neutral, mirando de reojo la cara de su madre, su rostro reflejaba angustia y sus ojos se estaban cristalizando. —''Deberías estar feliz, feliz por tener dos copos de nieve únicos e inigualables en medio del invierno''—
—'' ¡Basta!'' — decía la pelirroja con el tono de voz quebrantado— '' ¡BASTA SEIJŪRŌ!¿Acaso no lo ves, acaso no lo has notado?'' — él estaba confundido, ¿Qué no veía? ¿Qué no notaba?
Su madre furiosa corrió hasta llegar al espejo, quitando bruscamente la sábana polvorienta— '' Seijūrō tu siempre has estado solo, Bokushi nunca existió''— en aquel reflejo del sucio espejo notó que estaba impar, sus rojizos ojos se abrieron desmesuradamente y el abrigo empezó a deslizarse de sus hombros, después a sus antebrazos para al fin caer al piso con un ruido sordo.
¿Recuerdan cuando mencione al principio de la historia '' aquellos recuerdos son solo más que sombras''? en ese momento en el que Seijūrō se miró por primera vez en un espejo, su mente se desconectó de su cuerpo, cayendo en un abismo profundo de una oscuridad, viendo su alma encadenada sin escapatoria alguna.
¿O qué tal? ''sus mentes siempre eran manchadas por algo desconocido'' Y en aquel instante una pálida mano se extendía frente a su rostro.
—''Deja esa cara larga Oreshi, ¿Acaso no prometí que siempre estaríamos juntos y nunca soltaría tu mano?'' — Bokushi lo atrajo tomando sus manos, mientras las cadenas que lo aprisionaban se rompían en miles de pedazos.
—''Siempre…siempre ¿Juntos?''— exclamaba Seijūrō con voz dubitativa.
—''Si, juntos… por la eternidad…'' — y cayó… cayó sobre un profundo sueño, donde podía vivir tranquilamente su burbuja lejos de la realidad.
''Y para el lugar prohibido de mencionar, su historia no fue más que un error por la ignorancia de lo que le sucedía psicológicamente al señorito Akashi Seijūrō, nadie sabía que su deteriorada mente sufría de un cuadro leve de esquizofrenia (7), desarrollo de trastorno esquizoide de la personalidad (8) y algún toque de autismo (9) ''
¿Adivinan como hacia Akashi Seijūrō las acciones antes de darse cuenta que Bokushi no existía?
Oº°'¨ GLOSARIO¨'°ºO
Casonas (1): casas antiguas. Si mi información no está mal en Venezuela se les llamas casonas a los palacios donde residen los presidentes.
Nevisca(2): nevada breve y de copos pequeños. Sinónimo de nevar.
Patrono (3): tiene varios significados, pero en este caso se refiere al dueño de la casa, el amo o señor.
Platón (4): y no, no estamos hablando del famoso filósofo de hace más de mil años ''Platón''. Acá en Colombia es una forma coloquial de llamar las vasijas o contenedores donde se echa agua u otras cosas (No sé cómo le dirán en otros países)
Shōgi (5): ''juego de mesa de los generales'' o conocido como ajedrez japonés.
Xiangqi (6): ''juego del elefante'' o conocido como ajedrez chino.
Esquizofrenia (7): trastorno mental que altera la percepción de la realidad y de la conciencia produciendo alucinaciones, reduciendo las expresiones y/o emociones e inactividad en aspectos de relacionarse (socializar)
Trastorno esquizoide de la personalidad (8): (TEP) se caracteriza por la falta de interés en las relaciones sociales como familiares y el uso restrictivo de las emociones. Este trastorno me llamo mucho la atención, ya que la persona que lo padece se convierte en si como ''asexual'' y se aísla de todo tacto afectivo.
Autismo (9): trastorno psicológico que hace que el individuo se concentre de manera intensa en su propio mundo quedando desconectado del mundo exterior.
NOTA:
Esto fue inspirado gracias a un relato ficticio que fue basado por las fotografías de JULIE DE WAROQUIER.
El relato se llama: ''Son gemelas, son pelirrojas y guardan un secreto'' publicado en la web de PlayGround.
