[Obsidian — Versión Edward]

¡Hola a todos! Si es la primera vez que entras a este fic déjame explicarte un poco. Dos de mis sagas favoritas son Twilight y Lux. Y en una idea loca que tuve he decidido unirlas a ambas, adaptando los personajes creados por Stephenie Meyer a la historia completamente escrita por Jennifer L. Armentrout. Si no la conoces (Saga Lux) puedes hacerlo desde ahora con esta adaptación o leyendo los libros originales. En mi perfil se encuentran las adaptaciones completas de Obsidian, Onyx, Opal, Origin y Opposition. Ahora quiero empezar con la trilogía Oblivion que son los tres primeros libros de la saga desde el punto de vista de Edward. Y para los que ya leyeron los anteriores y continúan siguiendo los libros ¡Gracias y Bienvenidos otra vez!

¡Vamos! ;)

Toda la historia peretenece a la increíble Jennifer L. Armentrout. Nombres de los personajes a la maravillosa Sthepenie Meyer.

Supe desde el momento en que Bella Swan se mudó a la casa del lado, que iba a haber problemas. Muchos problemas.

Y problemas son lo último que necesito desde que no soy de aquí exactamente. Mi gente llegó a la Tierra desde Lux, un planeta a trece billones de años luz. Además, si hay algo que sé, es que no se puede confiar en los humanos. Los asustamos. Podemos hacer cosas con las que sólo han soñado, y con sinceridad, hacemos que luzcan demasiado débiles. Porque lo son.

Pero Bella me afecta de maneras en que nadie más lo ha hecho, y no puedo evitar desearla —o querer usar mis poderes para protegerla. Ella me hace débil, y soy el más fuerte de nuestra especie, el encargado de protegernos. Por lo que esta simple chica… puede significar el fin para nosotros. Porque los Luxen tienen un enemigo incluso más grande: los Arum, y necesito permanecer concentrado.

Enamorarme de Bella —una humana— no sólo la pondría en peligro. Podría hacer que nos mataran a todos, y nunca dejaré que eso suceda…

Capítulo 1

Más rápido de lo que podría seguirlo un ojo humano, me moví sin hacer ni un sonido a través de los árboles en mi verdadera forma, corriendo sobre el grueso césped y las rocas húmedas cubiertas de musgo.

No era más que una mancha de luz, acelerando a lo largo de la línea de árboles. Siendo un extraterrestre de un planeta a trece billones de años luz, estaba hecho de pura genialidad.

Pasé fácilmente uno de esos malditos coches de energía eficiente que se deslizaba por el camino principal más allá de mi casa.

¿Cómo demonios esa cosa tiraba de un remolque?

Como que eso no era importante.

Reduje la velocidad y me transformé a mi forma humana, manteniéndome en las espesas sombras proyectadas por los robles a medida que el auto pasaba por la casa vacía al principio del acceso de la carretera, y después se detuvo frente a la casa a mi lado.

—Mierda. Vecinos —murmuré a medida que la puerta del conductor se abría y una mujer de mediana edad salía. Observé mientras se dobló y le habló a alguien más en el auto.

Se rio y luego ordenó—: Sal del auto.

Quien sea que estuviera con ella no hizo caso, y la mujer finalmente cerró la puerta. Brincó por los escalones del pórtico y desbloqueó la puerta del frente.

¿Cómo podía estar pasando esto? Se suponía que la casa se quedaría vacía, cualquier casa alrededor de aquí se suponía que permanecería vacía de humanos. Esta carretera era la jodida puerta a la colonia Luxen en la base de Seneca Rocks, y no era como si esa casa se hubiera puesto a la venta y esos imbéciles en traje no lo hubieran notado.

Esto no podía estar sucediendo.

Energía crepitó sobre mi piel, vibrando, y la necesidad de convertirme de nuevo a mi forma verdadera fue difícil de ignorar. Y eso me enojó. En casa era el único lugar donde podía, donde podíamos ser nosotros mismos sin temor a ser descubiertos, y esos idiotas, el Departamento de Defensa, la maldita D-O-D lo sabía.

Mis dedos se enrollaron hacia mis palmas.

Eleazar y Stefan, mis dos niñeras personales del gobierno, tenían que haber estado al tanto de esto. Debe habérseles pasado fuera de sus malditas mentes cuando nos chequearon la semana pasada.

La puerta del pasajero del Prius se abrió, llamando mi atención. Al principio, no pude ver quién salió, pero luego ella caminó alrededor del frente del auto, entrando completamente a la vista.

—Oh, mierda —murmuré de nuevo.

Era una chica.

Por lo que podía ver, era alrededor de mi edad, quizás un año menos, y a medida que se giraba en un círculo lento, mirando al bosque que se unía con el césped alrededor de las dos casas, lucía como que esperaba que un león de montaña rabioso la atacara.

Sus pasos eran tentativos mientras se acercaba al pórtico, como si todavía estuviera debatiéndose si de verdad quería entrar en la casa. La mujer, la cual suponía que era su mamá, basado en el similar rostro, dejó la puerta abierta. La chica se detuvo en el fondo de los escalones.

La medí mientras me moví silenciosamente a través de los árboles.

Parecía de estatura promedio. De hecho, todo de ella parecía promedio; su oscuro cabello marrón, echado hacia atrás de su rostro en una coleta desordenada; su rostro redondeado y pálido; su peso promedio —definitivamente no una de esas chicas flacas que odiaba y su… está bien.

No toda su apariencia era promedio. Mi mirada se quedó fijada en sus piernas y otras áreas.

Demonios, tenía piernas bonitas.

La chica giró, enfrentando el bosque mientras sus brazos se doblaron en su cintura, justo debajo de sus senos.

De acuerdo. Dos áreas en particular no eran promedio.

Escaneó la línea de árboles y su mirada se detuvo, justo donde me hallaba de pie. Mis manos se abrieron a mis costados, pero no me moví, no me atreví a forzar a mis pulmones a inhalar. Me miró directamente.

Pero era imposible que pudiera verme. Me encontraba demasiado escondido entre las sombras.

Un puñado de segundos pasó antes de que desdoblara sus brazos y se diera la vuelta, lentamente dirigiéndose dentro de la casa, dejando la puerta ampliamente abierta tras ella.

—¿Mamá?

Mi cabeza se ladeó al sonido de su voz, la cual también era… promedio. Ningún acento realmente discernible o indicación de dónde provenían.

De donde sea que fueran, no debía tener ningún sentido de seguridad personal, ya que ninguna pensó en cerrar la puerta tras ellas.

Pero de nuevo, por estos lares, la mayoría de los humanos creían que se encontraban completamente a salvo. Después de todo, el pueblo de Ketterman, localizado justo fuera de Petersburg en West Virginia, ni siquiera estaba incorporado. Los diputados pasaban más tiempo persiguiendo ganado vagante y disolviendo fiestas de campo, que manejando cualquier crimen real.

A pesar de que los humanos sí tenían un hábito asqueroso de desaparecer por aquí.

La sonrisa de suficiencia torciendo mis labios se desvaneció a medida que una imagen de Emmett se formó en mis pensamientos. No sólo los humanos…

Cuando pensaba en mi hermano, ira burbujeaba dentro de mí, apresurándose hacia la superficie como un volcán a punto de hacer erupción. Se fue, muerto debido a una chica humana. Y ahora había otra maldita más mudándose justo al lado.

Teníamos que… simular ser humanos, mezclarnos entre ellos y hasta actuar como ellos, pero estar cerca de ellos siempre terminaba en desastre.

Siempre finalizaba en alguien desaparecido o muerto.

No tenía idea de cuánto tiempo estuve de pie allí, mirando la casa, pero la chica apareció de nuevo eventualmente. Saliendo de mis pensamientos, me enderecé a medida que caminó hacia la parte trasera del remolque. Sacó una llave de su bolsillo y abrió la puerta de metal.

O trató.

Y volvió a intentar.

Luchó con la cerradura y luego con la palanca por lo que tuvo que ser el tiempo más largo de la historia. Sus mejillas se sonrojaron, sus labios se fruncieron. Parecía que estaba a segundos de patear la parte trasera del tráiler. Por Dios, ¿cuánto tiempo le tomaba a una persona abrir la puerta de un remolque? Lo hizo un evento maratónico. Estuve medio tentado a darme a conocer, mover mi trasero hasta allá y abrir la maldita puerta por ella.

Finalmente, después de una eternidad, abrió el tráiler y bajó la rampa. Desapareció dentro y reapareció momentos después con una caja. La observé cargarla y luego regresar otra vez. Subiendo de nuevo por la rampa, se tropezó en ella esta vez, cargando una caja que tenía que pesar más que ella por la mueca tensa en su rostro.

Se movió alrededor del tráiler, y desde donde me hallaba parado, pude ver sus brazos temblando. Cerré mis ojos, irritado por… todo. Llegó a los escalones, y supe que no había forma en la que podría subir esa caja por el pórtico sin caerse y probablemente romperse el cuello.

Levanté mis cejas.

Si se rompía el cuello, entonces supongo que eso resolvería todo el problema de que "se mudaran al lado."

Un pie logró llegar al escalón inferior y se tambaleó a un lado. Si se caía, entonces estaría bien. Logró subir otro escalón y mi estómago gruñó.

Demonios, tenía hambre aunque comí como diez panqueques hace una hora.

Casi llegó a la cima de los escalones, y se lo concedo, si se caía, no se rompería el cuello. ¿Quizás un brazo? Una pierna sería demasiado.

Mientras plantó un pie en el siguiente escalón y luego lentamente levantó el otro pie, estuve renuentemente impresionado por su pura determinación de cargar esa caja a la casa. Cuando se tambaleó peligrosamente en la cima, murmuré una lista obscena de groserías y levanté mi mano.

Enfocándome en la caja en sus manos, utilicé la Fuente. En mi mente, me enfoqué en levantar la caja solo un poco, quitando la mayoría del peso de sus brazos. Se detuvo en el pórtico por un microsegundo, como si hubiera notado el cambio, y luego sacudiendo su cabeza, entró a la casa.

Lentamente, bajé mi mano, un poco asombrado por lo que acababa de hacer. No había forma de que ella pudiera sospechar alguna vez que un chico en el bosque era responsable por eso, pero hombre, eso fue una movida estúpida de mi parte.

Siempre había el riesgo de ser expuestos cuando usábamos la

Fuente, sin importar cuán insignificante fuera.

La chica reapareció nuevamente en el pórtico, sus mejillas de un color rosa brillante por el esfuerzo, y se dirigió de vuelta al contenedor de carga mientras limpiaba sus manos a lo largo de sus pantalones cortos de mezclilla. Una vez más, se tropezó fuera del tráiler con una caja de muerte en sus brazos, y tuve que preguntarme: ¿dónde diablos se encontraba su madre?

Los pasos de la chica vacilaron y la caja obviamente pesada se sacudió. Había vidrio dentro.

Y porque competía para el idiota más grande del mundo, me quedé aquí afuera, en los árboles, con el estómago gruñendo como un maldito motor, y la ayudé a cargar dentro caja tras caja sin que siquiera lo supiera.

Para el momento en que ella/nosotros terminamos de meter cada último ítem en su casa, estaba cansado, famélico y ciertamente me arriesgué a usar la Fuente lo suficiente como para que examinaran mi maldita cabeza. Llevé mi trasero por los escalones de mi casa y entré silenciosamente. No había nadie más alrededor esta noche, y me sentía demasiado exhausto para cocinar, así que bebí medio litro de leche y luego me dormí en el sofá.

Mi último pensamiento fue de una nueva vecina fastidiosa y mi plan demasiado asombroso como para fallar para no verla de nuevo.

La noche cayó, y espesas nubes, oscuras e impenetrables, bloquearon las estrellas y cubrieron la luna, tapando hasta la más mínima cantidad de luz. Nadie podía verme. Lo cual probablemente era algo bueno.

Especialmente considerando que me hallaba otra vez de pie fuera de la casa que una vez estuvo vacía, como un total acosador en uno de esos programas de crímenes reales. Vaya que me apegué a mi plan de nunca ver a la chica nuevamente.

Esto se convertía rápidamente en un hábito perturbador. Intenté discutir conmigo mismo que era necesario. Necesitaba saber más de nuestra vecina antes que mi hermana gemela, Alice, la viera y decidiera que serían mejores amigas. Alice era todo lo que me quedaba en el mundo, y haría lo que fuera por protegerla.

Echando un vistazo hacia mi casa, exhalé una respiración agravada por mi nariz. ¿Sería una cosa tan terrible si tan solo, no sé, quemara la casa? Quiero decir, no dejaría que esas… humanas se quemaran dentro ni nada. No era tan terrible. Pero sin la casa, no hay problema.

Me parecía simple.

La última cosa que necesitaba era otro problema, la última cosa que cualquiera de nosotros necesitaba.

Una luz se encendió en una de las habitaciones de arriba a pesar del hecho de que era tarde. Era su habitación. Hace solo unos minutos, vi su contorno pasar frente a las ventanas. Tristemente, se hallaba completamente vestida.

Esa decepción llevó el estado de acosador a un nivel completamente nuevo.

La chica era un problema, uno grande, pero yo tenía todas las partes funcionales de un chico, lo cual a veces desenfocaba toda la cosa de que era un problema.

Tener a alguien mudándose al lado, alguien que tenía nuestra edad, era simplemente demasiado riesgoso. Esta chica sólo llevaba aquí dos días, pero era sólo cuestión de tiempo antes que Alice la viera. Ya preguntó un par de veces si vi a los nuevos vecinos, si sabía quiénes eran. Me encogí de hombros y dije que probablemente era una pareja anciana retirándose al campo para disminuir su entusiasmo inicial, pero sabía que su personalidad excitable sería imposible de contener por mucho tiempo.

Hablando del diablo hiperactivo…

—Edward —susurró una voz desde las sombras de mi pórtico frontal—. ¿Qué demonios estás haciendo aquí afuera?

¿Debatiéndome entre quemar o no la casa la próxima vez que vayan a la tienda es una respuesta racional al hecho de tener nuevos vecinos?

Sí, me iba a guardar eso.

Suspirando, giré y me dirigí hacia el pórtico. Grava crujió bajo mis botas. Mi hermana se hallaba apoyada contra la barandilla, mirando la casa de al lado, una expresión curiosa asomando en su rostro mientras una suave brisa desordenó las pequeñas puntas de sus cabellos.

Me tomó un esfuerzo increíble caminar a una velocidad normal mientras me uní a Alice. Normalmente, no era algo que siquiera me tentara cuando me encontraba en casa ya que me podía mover tan rápido como la luz, pero con las nuevas vecinas, necesitaba volver al hábito de parecer… bueno, humano.

—Patrullando. —Apoyé la cadera contra la barandilla, mi espalda hacia la casa como si no existiera.

Alice arqueó una ceja a medida que levantó su mirada hacia mí.

Brillantes ojos color esmeralda, del mismo color que los míos, se encontraban llenos de escepticismo.

—No parecía eso.

—¿En serio? —Crucé mis brazos.

—Sí. —Su mirada se deslizó sobre mi hombro—. Parecía como que estabas de pie fuera de esa casa, observándola.

—Uh-huh.

Sus cejas se fruncieron.

—Entonces, ¿alguien se mudó allí?

Alice fue a la casa de los Denali hace un par de días, lo cual era una jodida bendición a pesar de que la idea de ella estando allí con otro extraterrestre de nuestra edad, Eathan, pasando la noche, no me hacía feliz. Pero funcionó. No tenía idea de quién se mudó al lado, y conociéndola, una chica humana de su edad sería como descubrir un cachorro abandonado.

Cuando no respondí, suspiró pesadamente.

—De acuerdo. ¿Se supone que adivine?

—Sí, unas personas se mudaron al lado.

Sus ojos se ampliaron a medida que volteó la cabeza y se inclinó sobre la barandilla, mirando la casa como si pudiera ver a través de ella.

Mientras aunque nuestras habilidades eran bastante geniales, no teníamos visión de rayos X.

—Oh, Dios, no son Luxen. Son humanos.

Obviamente los habría sentido si hubieran sido de nuestra especie.

—Sip. Son humanos.

Sacudió su cabeza ligeramente.

—Pero, ¿por qué? ¿Saben de nosotros?

Pensé en la chica luchando para cargar las cajas hacia adentro el otro día.

—Mi elección es que no.

—Eso es tan raro. ¿Por qué el DOD los dejaría mudarse aquí? —preguntó, y entonces inmediatamente añadió—: ¿A quién le importa? Espero que sean agradables.

Mis ojos se cerraron. Por supuesto que Alice no se preocuparía por ello, ni siquiera después de lo que le pasó a Emmett. Todo lo que le importaba era que fueran agradables. Ni siquiera se le ocurrió, ni por un segundo, la clase de peligro que la proximidad de un humano representaba para nosotros. No mi hermana. Ella era toda unicornios vomitando arcoíris.

—¿Viste quiénes eran? —interrogó, emoción llenando su voz.

—No —mentí, abriendo mis ojos.

Sus labios se fruncieron a medida que retrocedió de la barandilla, aplaudiendo y se giró hacia mí.

—Espero que sea un chico sexy.

Apreté mi mandíbula.

Se rio.

—¡Oh! Quizás sea una chica, como de mi edad. Eso sería genial.

Oh Dios.

—Haría que este verano fuera mucho mejor, especialmente ya que Irina está siendo un ya sabes qué —continuó.

—No. No sé qué.

Puso sus ojos en blanco.

—No te hagas el inocente, idiota. Sabes exactamente por qué está siendo tan dulce como la miel en estos momentos. Pensó que pasarían todo el verano juntos haciendo…

—¿El uno al otro? —sugerí astutamente.

—¡Oh, asco! En serio. No iré ahí. —Se estremeció, y apenas pude esconder mi sonrisa mientras me pregunté si Irina admitió que la parte de hacernos el uno al otro aún pasaba a pesar de que no lo hacía desde hace un tiempo. No a menudo, pero sí ocurría—. Se quejaba de no ir a donde sea que le prometiste llevarla este verano.

No tenía idea de qué hablaba Alice.

—En fin, realmente espero que quien sea que esté al lado sea genial.

—Como un hámster en una rueda, la mente de Alice siguió dando vueltas—. Quizás iré y…

—Ni siquiera termines esa oración, Alice. No sabes quienes son ni cómo son. Mantente alejada de ellos.

Colocó sus manos en sus caderas mientras sus ojos se entrecerraron.

—¿Cómo sabremos qué tipo de personas son manteniéndonos alejados de ellos?

—Yo los chequearé.

—No confío particularmente en tu forma de juzgar a los humanos, Edward. —Su mirada se convirtió en una enojada.

—Y yo no confío en la tuya. Justo como nunca confié en la de Emmett.

Alice retrocedió un paso mientras inhaló una profunda y lenta respiración. La ira se desvaneció de su expresión.

—De acuerdo, entiendo. Comprendo por qué…

—No vayamos allí. No esta noche —dije, suspirando mientras levanté mi mano y pasé mis dedos por mi cabello, haciendo que las puntas se pararan. Necesitaba un corte de cabello—. Es tarde y necesito hacer otra ronda antes de que vayamos a dormir.

—¿Otra ronda? —Su voz cayó a un susurro—. ¿Crees que… algún Arum esté cerca?

Negué, no queriendo que se preocupara, pero la verdad es que ellos siempre estaban cerca y eran nuestro único predador natural; nuestros enemigos desde el tiempo en que nuestro verdadero planeta existía. Como nosotros, no eran de esta Tierra. Eran, en muchas formas, lo exactamente opuesto de nosotros en apariencia y habilidad. Pero nosotros no matábamos como ellos. Oh, no. El uso de la Fuente era el medio de alimentarse de los Luxen que asesinaban. Eran como parásitos consumiendo esteroides.

Los Ancianos nos decían que cuando se formó el universo, estaba lleno de la luz más pura, haciendo que aquellos que vivían en las sombras—los Arum— tuvieran envidia. Se volvieron celosos y determinaron sofocar toda la luz. Así fue como se inició la guerra entre nuestros dos planetas.

Y nuestros padres murieron en esa guerra, cuando nuestro hogar fue destruido.

Los Arum nos siguieron hasta aquí, usando cubiertas atmosféricas para viajar a la Tierra sin ser detectados. Cuando sea que había una lluvia de meteoritos o una ola de estrellas fugaces, me ponía al borde. Los Arum normalmente llegaban después de dichas ocurrencias.

Luchar contra ellos no era fácil. Podíamos eliminarlos con la Fuente directamente o con obsidiana —afilada como si fuera un cuchillo, era mortal para los Arum, especialmente después de que se alimentaban.

Fracturaba la luz. Obtenerla no era fácil, tampoco, pero intentaba siempre de mantener una conmigo, normalmente atada a mi tobillo. Alice también.

Nunca sabías cuándo podrías necesitarla.

—Sólo quiero ser cuidadoso —dije finalmente.

—Siempre lo eres.

Sonreí con fuerza.

Dudó y entonces saltó hacia adelante. Estirándose sobre las puntillas de sus pies, besó mi mejilla.

—Puedes ser un imbécil exigente, pero te amo. Sólo quería que lo supieras.

Riéndome, envolví un brazo alrededor de sus brazos y brevemente la jalé para abrazarla.

—Puedes ser una parlanchina fastidiosa, pero también te amo.

Alice golpeó mi brazo mientras retrocedía, sonriendo de nuevo.

—No vuelvas tarde.

Asentí y luego la observé entrar rápidamente a la casa. Alice raramente hacia algo lentamente. Siempre fue la que tenía la energía interminable. Emmett el relajado. Y yo, me reí bajó mi aliento, el imbécil.

Habíamos sido trillizos.

Ahora sólo éramos gemelos.

Varios momentos más pasaron mientras miré el sitio en el cual había estado mi hermana. Era una de las únicas cosas que quedaban en este planeta que de verdad me importaban. Giré mi atención de vuelta a la casa. Ni siquiera me mentiría con esto. En el momento en que Alice se diera cuenta de que era una chica, estaría encima de ella como una lapa, una con corteza y que había visto mejores días. Y nadie podía resistirse a mi hermana. Era una maldita bola esponjosa de luz del sol hiperactiva.

Vivíamos entre los humanos, pero no nos acercábamos a ellos por una tonelada métrica de razones. Y no dejaría que Alice cometiera el mismo error que Emmett. Le fallé a Emmet, pero eso no le pasaría a Alice.

Haría lo que sea por mantenerla viva y a salvo. Cualquier cosa.

Así es como iniciamos, ¿Que les pareció? :)