Salut!
Antes que nada… ¡Feliz cumpleaños a mi Stevie Boobies Rogers"!
Ya sé, fue el 4 de julio, pero últimamente no he cumplido a tiempo con mis compromisos y me está matando el atraso de mis trabajos. Regresé ayer a la Universidad (Si, solo tuve 15 días de vacaciones xD) así que escribir mucho, no pude la verdad. Pero eso sí no dude en participar del evento que realizó el grupo Stony con este hermoso regalo para mi Capipaleta.
Pronto estaré publicando en esta plataforma el oneshot Muraaka con temática omegaverse, para que los lectores que no estén familiarizados con Ao3 puedan leerlo sin problemas. Si quieren... También está en Amor Yaoi y de a pocos, iré unificando mis trabajos en los diferentes sitios web para su deleite.
¡Espero que les guste un montón, que lo amen como yo amé hacerlo!
No duden en regalarme sus reviews, comentarios, follows… Eso me haría muy feliz y me animaría a seguir subiendo capítulos de "Buried in the armor" *guiño, guiño* Es broma, aún no tengo la siguiente parte y soy una vergüenza.
El oneshot tiene leve detalles AU y OoC aunque no mucho, creo yo. Intenté hacer los personajes más acordes siquiera al MCU, espero que no les moleste que me haya tomado ciertas licencias, cof cof.
Disclaimer: Solo me pertenecen la trama, la historia y el contexto descrito a continuación, personajes y demás elementos, hacen parte de Marvel y las compañías en conjunto que trabajan con la empresa y poseen los derechos.
Advertencias: Lemon (de mala calidad), Shota, Crossdressinh. Yaoi M/M.
Este oneshot participó en el Primer Festival Winghead del grupo Stony :D
Soundtrack:
Agent Provocateur- Star Stripper
Caravan Palace- Lone Digger
Voilá!
– ¿Así que pasarás tu cumpleaños en la casa de Howard? –preguntó Bucky desde su cómoda, sus palabras apáticas contradecían los ojos azules demandantes que insistían por una respuesta.
–Sí, supongo que la emoción de presentarme a su hijo le hizo olvidar el día de mi cumpleaños– respondió el Capitán con un movimiento indiferente de hombros. Desempacaba toda su valija con aburrimiento, creyendo inútil el ejercicio. Después de mañana, regresaría a la base de Shield, abandonaría una vez más la vida civilizada y retornaría al aburrido empleo que le daba una buena dosis de estrés, claro.
–… Howard es un imbécil–
– ¡Lenguaje! – exclamó contundentemente el Capitán, cuando escucho a su mejor amigo hablar sobre Stark en esos términos. Eran camaradas, a Howard le debía lealtad absoluta después del tiempo y esfuerzo que este le había dedicado a su carrera militar. Sin él, quizá no estuviese siquiera entre las filas del ejército norteamericano; gracias a su esmero, Steve se abrió las puertas para llegar a donde estaba ahora.
No eran los contactos o la influencia. Simplemente era el hecho irrefutable de que Howard había apostado por él...
Le guardaba confianza, una que ni siquiera él poseía.
–Ojalá que el hijo de Howard no saque lo gilipollas de su padre– masculló Bucky, caminando hasta el espejo fijo a la pared, acomodando con esmero su kepis.
–Bastante tarde hermano. El muchacho es demasiado conflictivo. Supera con creces la mala actitud de su padre. Nadie lo soporta–
Steve cayó a la cama exhausto, había terminado de acomodar la poca ropa en uno de los muebles anexos al cuarto provisional en el que se alojaba junto a sus compañeros de expedición. Cerró los ojos zafándose del nudo molesto de su corbata y comenzó a deshacerse del uniforme elegante que usualmente lucía para visitar Manhattan.
La tranquilidad del lugar fue interrumpida por un ruidoso Sam abriendo la puerta de golpe. De inmediato el Sargento tomó el revólver de su manga izquierda y con una rapidez inusitada apuntó directamente a la frente de su compañero.
– ¡Maldición, Barnes baja esa mierda! – exclamó Wilson levantando instintivamente sus manos para protegerse.
– ¿Qué estabas pensando al hacer tanto alboroto, idiota? – Bucky preguntó mientras escondía el arma bajo el pequeño compartimento de su uniforme.
Steve observaba con total tranquilidad la escena, mantenía uno de sus ojos abierto vislumbrando divertido la expresión de temor impregnada en el rostro de Sam. El cansancio sin embargo no le permitió hacer otra cosa, más que bostezar y acomodarse para dormir un rato.
– ¡Hey Cap! ¡Venga, levántate! Tengo entradas para un evento especial…– dijo emocionado el joven soldado, zarandeando con cordialidad a Steve.
– ¿Las conseguiste Sam? ¿Cuántos pitos te chupaste? – se mofó el Sargento, mientras con un rápido movimiento le arrebataba de las manos los boletos a Wilson.
–El de T' Challa no creo, ese ya te lo comes tú…–
–Hijo de…–
–Nada de malas palabras, niños… Este viejo ya se irá a dormir– interrumpió el Capitán, sin siquiera observarles. El extenuante estado en el que se encontraba, le impedía deshacerse del uniforme.
Pensó que al día siguiente lo mandaría a la tintorería y no habría problema.
– ¡Oh capitán! No sabes cuánto me costó tener estas entradas ¡Son limitadas! – exclamó Wilson, recuperando los tiquetes y mostrándoselos orgulloso a Steve. El soldado no prestó atención, tan solo se acomodó para darle la espalda al muchacho bajo su cuidado. No había escuchado ni la mitad de lo que le había dicho Sam, debido al cansancio que le carcomía.
–Déjalo compañero, si nosotros no tenemos el apellido Stark el no nos cederá una cita previa– susurró con desprecio Bucky, caminando a la puerta con soltura, conociendo demasiado bien a Steve como para esperar un gruñido de su parte y verle levantar de la cama.
– ¡Mierda! ¡Jodido chantaje emocional que me lías! –
Los improperios de Steve acompañados de una brusca caminata al baño, hicieron sonreír perversamente a James que lo observaba con un dejo de satisfacción. Sam no pudo más que reprimir un "¡Lenguaje!" ante las retahílas vulgares que profería el Capitán, jamás le había visto en un estado de malestar como tal. Y sin embargo, los ojos risueños de Bucky le indicaban que los berrinches ya eran costumbre.
– ¡Bien hecho, Barnes! – felicitó Sam la poca manera ortodoxa de llevar a Steve a su propia celebración de cumpleaños.
–Derechos de antigüedad, colega– respondió el Sargento, antes de lanzarle a un recién llegado Steve los pantalones militares y reír burlonamente.
–Yo de ti no me reiría tanto… Le diré a T' Challa tu plan de llevarme con prostitutas–
Ambos muchachos soltaron una carcajada limpia y sincera, dejando sorprendido al rubio cumpleañero. Bucky negó con su cabeza incrédulo, mientras Sam limpiaba satíricamente una lágrima invisible.
Steve de inmediato replicaría la burla implícita en los gestos de sus compañeros, y pensó en deshacerse del uniforme para tomar un merecido descanso, pero antes una voz femenina respondió todas sus dudas
–Vamos a un burlesque, Capitán Rogers… –
La atractiva pelirroja que le recogió en su habitaciónse hacía llamar "Black Widow", tenía unos grandes ojos verdes que no se despegaban de él, y la picardía impregnada en el rostro maquillado elegantemente. Bajo el vestido brillante y lujoso se definía la voluptuosidad de ese glorioso cuerpo. El escote se desbordaba ante los pechos altivos y suaves de la muchacha, la cintura estrecha delineaba la curvatura de ese trasero grande y firme, y las piernas finas terminaban siendo mucho más largas al verlas con esos tacones de infarto.
Una mujer capaz de hacer pecar a cualquier hombre, menos a Steve.
Lo supo de inmediato, las insinuaciones de la hermosa chica que desde el principio de la velada fueron dirigidas a él, no surtían efecto. Las manos de ella acariciando sutilmente el pecho ancho del Capitán y la sonrisa perversa que le dedicaba en cada palabra, pasaron desapercibidas tanto para él aludido como para James.
Y Sam, bueno el pobre Sam sí que había sido hechizado totalmente por la belleza de la pelirroja bailarina.
Sus intentos de llamar la atención de ella, las mejillas sonrosadas cada vez que "Black Widow" parecía dedicarle tiempo y todos esos balbuceos absurdos que soltaba, queriendo participar en la conversación… Le parecieron penosos a Bucky que no hacía más que lamentarse por la situación de su amigo.
– ¿Cuántos años cumple, querido Capitán? – preguntó grácilmente la muchacha, sentándose junto a Steve en el refinado auto que el mismo burlesque había ofrecido para su transporte.
–Yo cumplo 35 años, señorita–
Una respuesta escueta que no acompañó con sus ojos azules, porque no le interesaban los acercamientos de la dama. Apenas distinguió su rostro y después perdió el interés. Le parecía hermosa por supuesto, pero un hombre de 34 años ya no era tan fácil de impresionar.
–Es un maravilloso lugar para pasar su cumpleaños– suspiró la chica, sacando un cigarrillo del nacimiento de sus pechos y dejarlo eróticamente sobre sus carnosos labios.
Justo antes de que el cigarro se encendiese y el fuego ardiera sobre el tabaco, el Capitán conectó su vista con la de ella por primera vez en toda la velada, solo para decirle educadamente,
–Señorita le suplico que apague el cigarrillo. Es bastante nocivo para su salud–
Bucky solo maldijo por lo bajo y Sam quiso llorar al ver la decepción e incredulidad plantados en el armónico rostro de la muchacha
–Por supuesto… Lo que usted ordene– respondió "Black Widow" sin deseo de volver a coquetear con ese hombre.
Steve jamás había sido asiduo de estos sitios, de hecho, la primera vez que asistió fue para acompañar a Howard en las épocas juveniles de ambos. Sin embargo, Stark se casó y él jamás volvió a pisar lugares de esa índole.
Había escuchado de los burlesques que abundaban por Manhattan, pero sobre todo de este, al que solo se le atribuían impresiones positivas. Personas con dinero e influencias quedaban atrapadas en la magia que emanaba Calypso, las mujeres eran descritas como diosas caminando entre mortales capaces de gastar su fortuna en ellas y los designios placenteros de esa tierra prometida, eran un secreto a viva voz entre los habitantes de la ciudad.
– ¿Cómo conseguiste entradas? – preguntó Steve, leyendo en la marquesina elegante, el nombre de Calypso. Tan simple y llamativo como los propios rumores que giraban en torno al lugar.
–Rhodey– respondió escuetamente Wilson sin querer dar más explicaciones. El Capitán y James asintieron sin querer preguntar más al respecto.
–Caballeros, bienvenidos al Balcón del cielo…– susurró la pelirroja con una mueca perversa en los labios, antes de abrirles las puertas y enseñarles el pasadizo al mismísimo infierno.
Luces neón en tonos violeta adornaban el techo, marcando el camino a una puerta con detalles de un color azul eléctrico. El corredor con iluminación uniforme y precaria, le pareció un detalle atractivo al Capitán.
Austero, minimalista, refinado… Tan distinto al ambiente de otros lugares que solo se proponían cegarte.
Los tacones de "Black Widow" retumbaron seguros sobre el piso elegante del cabaret, las manos de Bucky peinaban con esmero su cabello y la curiosidad que burbujeaba en los ojos de Sam le impedía perderse pormenores.
Justo cuando estuvieron frente al portón que les daba la bienvenida al epicentro de la diversión, la pelirroja sonriéndoles abiertamente, pasó una tarjeta pequeña sobre un lector.
Después se abrió elegantemente la puerta, ofreciéndoles a los caballeros una vista privilegiada de Calypso.
El panorama era amplio y oscuro, cada decoración del lugar se teñía en contrastes violetas, rosa y azul eléctrico. No había más que un puñado de mesas altas y lámparas lo suficientemente bajas para no incomodar a los dueños del mundo en su trago nocturno.
Lo primero que llamó la atención de Steve fue el piso con destellos de ese azul circundante en el lugar, dibujando señas que le obligaban a levantar la vista a la tarima que rodeaba.
Una jaula.
La rubia se contoneaba salvaje entre los barrotes movibles de esa cárcel elegante. Unas marcas rosáceas protegían las áreas privadas de su cuerpo y brillaban contra la oscuridad que cobijaba el centro del burlesque.
Tan solo llevaba guantes largos y un collarín de perro adhiriéndose sobre su largo cuello. Los tacones altos de ella, ahora pertenecían a los hombres que aguardaban junto a la jaula, pagando por ese privilegio, por supuesto.
Una castaña con un vestido corto y ajustado de color rojizo como todas las camareras del sitio, les ofreció sugerentemente bebidas para pasar el asombro de ver Calypso en su máximo esplendor.
Insinuó coquetamente caminar hasta una de las mesas y disfrutar del show. Steve no pudo contener los gestos de sorpresa que le embargaron al observar figuras importantes del mundo corromperse en ese lugar de mala muerte. Hombres de negocio, militares, políticos de renombre, científicos, todos ellos rogando por una reservación en ese burlesque.
– ¿Sabes dónde está "Black Widow"? – preguntó Bucky al aire, viendo como tres vodkas llegaban hasta su mesa de la mano de una candente rubia.
Si que las mujeres eran demasiado hermosas en Calypso. Incluso James se vio culpable de mirar demasiado tiempo a la chica arriba de ese psicodélico escenario.
–Se ha ido, solo me dijo que estuviese al tanto del próximo show y que solicitará el Echo India lo antes posible, porque ella ya sabía lo que él quería y no sé que más…– respondió ido Sam, enfocando su atención con la hermosa camarera pelirroja que se contoneaba por la otra sección del cabaret.
– ¿Cómo sabrá lo que yo quiero? –
El Capitán estaba más ensimismado en la arquitectura del lugar, la fascinante estructura de los cuadros en relieves neón le atrapaban del todo. La combinación de los colores sobre la oscuridad pareció gustarle aún más que la acrobacia de la muchacha y antes de regresar a detallar el suelo bajo sus pies, un brusco cambio de música le alertó.
El tocadiscos volvió a sonar con algo mucho más de su época.
Las luces parpadearon en un destello arrebatador y entonces la oscuridad cundió todo el sitio, salvo por la tarima, en la que los barrotes habían desaparecido y a su paso solo quedaba un caballo rosa de carrusel.
¿Un caballo de carrusel? Preguntó Steve observando nuevamente el escenario, pestañeando rápidamente ante el cambio brusco de contexto.
Ingirió el vodka con brusquedad y entonces la vio.
Un pequeño corsé a juego con el color del caballo, complicadas costuras intricadas que creaban el espejismo de joyas preciosas sobre ese vientre plano. Las plumas rosas protegían sus exuberantes caderas de las miradas malintencionadas como la suya, dejando entrever sin embargo, las piernas largas y los muslos carnosos de esa delicada dama.
– Echo India – canturreó un hombre de bigote espeso y sonrisa maliciosa. La camarera con mimo le llevó hasta las sillas contiguas del carnavalesco escenario.
Steve rió juvenilmente al notar los volantes de esa sutil ropa interior. Los ligueros fueron pillados por una levedad de tiempo cuando la bailarina giró sobre una de sus zapatillas de punta. El espectáculo se tornó artístico, regocijante y enriquecedor para el Capitán.
– Echo India – gritó alguien con un traje elegante y sombrero de copa. Un guiño de ojo que le dio a sus colegas y que por nadie paso desapercibido.
El cabello oscuro brillando bajo el haz de luz que se colaba a través de los destellos que desprendía la tarima. Su cadera chocó contra una de las patas plásticas del caballo y riendo infantilmente empezó a juguetear con sus guantes largos y de tonalidad rosa.
– Echo India –
Escuchó a lo lejos, el Capitán. Se embelesaba aún más en ese caminar rítmico y distinguido de la sensual morena. Podía distinguir la curvatura de su grande y firme trasero bajo las plumas finas del traje.
Un beso lanzado al aire y finalmente el desprendimiento de los guantes, le hicieron sonreír absurdamente.
– Echo India – susurró Bucky a su lado, observándole fijamente con un mensaje de "Te descubrí así que ve por ella". Una sonrisa franca y abierta de Wilson bastó para que Steve caminase junto a la camarera hasta la tarima.
El último puesto era de Steve, gracias a sus amigos.
Un guiño de ella que no paso desapercibido para él y le hizo salivar como un adolescente precoz bajo la fachada de soldado respetable. La muchacha se deleitó en las expresiones del capitán e inquietamente con la zapatilla de ballet levantó la barbilla masculina.
Se alejó de él para contonear sus caderas sobre el caballo y poco a poco deshacerse de ese arreglo de plumas que escondía la parte baja de su cuerpo. Steve no logró respirar cuando el mullido trasero quedó al descubierto de todos. Turgente, suave y colosal apretándose deliciosamente contra los volantes de esa ropa interior sugestiva.
El meneo erótico que ejecutaba a través del escenario, la agilidad con la que conseguía caminar con las zapatillas de ballet y ese rostro derrochando sensualidad y dulzura al tiempo, lograron desequilibrar al Capitán en su puesto.
Se deshizo a los pocos segundos del corsé. Movimientos perezosos que mantenía a todos a la expectativa, y una sonrisa traviesa pintada en los labios que hacía trastabillar la poca decencia de Steve.
Se giró después, quedando de espaldas justo en el ángulo ideal que ansiaba el Capitán seguirla viendo. La piel fue quedando desnuda al transcurso del trabajo de los dedos sobre las cuerdas que ataban la prenda íntima de vestir, las caderas agitándose de adelante hacia atrás con un ritmo vertiginoso acompañaban la acción febril de la bailarina.
Y antes de volverse al público, el corsé se mantenía en su lugar a duras penas, por las manos pequeñas de la chica, que no hacían más que acariciar la tela. Steve por primera vez en su vida ansió con voluntad insana, verla totalmente desnuda.
Contuvo el aire, para escucharla reír irónica y verla lanzar el corsé sobre su rostro lívido. Entonces notó un pequeño top aferrando su busto casi inexistente y revelando ese vientre plano con pequeños lunares desperdigados en la piel. Le pareció tan apetecible el escenario que no dudo en relamerse gozoso los labios resecos.
Corrió ella pues hasta el caballo de carrusel, con los ojos embargados de una emoción pueril. Esta vez sí lo cabalgó, apretando su entrepierna a la silla de montar plástica, deslizándose con movimientos voluptuosos de cadera, de arriba hacia abajo.
Los ojos cerrados, una sonrisa inquieta y el goce dibujándose en el rostro femenino. Steve se la imaginó montada sobre su gran cuerpo, disfrutando de un delicioso paseo gracias a su…
Meneó su cabeza negativamente y cuando creyó que algo mucho mejor no podía pasar, notó esas piernas largas y exquisitas enredarse en el tubo que mantenía estático el gran caballo. Su cabeza hacia abajo, sus manos acariciando el vientre desnudo y una inexperiencia en los ojos que contradecía ese espectáculo decadente.
Regresando a su lugar, solo pataleaba sobre el brillante accesorio de feria, como si en realidad fuese una pequeña niña disfrutando del carrusel. ¡Claro que no era así! ¡Perversa, desdeñosa, sucia… y absurdamente hermosa! … Esas si eran cualidades de la infantil bailarina.
Al final, solo se bajó del caballo, tomó una sombrilla de burlesque del mismo color de su atuendo y caminando sobre sus puntas, como una elegante ballerina, se despidió del público, no sin antes guiñarle el ojo una vez más al Capitán.
No había quedado desnuda, incluso, para un show de esta talla estaba con demasiada ropa, y sin embargo, todos los aplausos se los había llevado ella. La gente de pie con vítores emocionados de verla tan flamante sobre el atractivo escenario.
Y bueno, Steve… Steve solo caminaba demasiado lento por la noqueada que ella le había dado con su sensual baile.
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No observó ninguno de los espectáculos posteriores, ni siquiera bebía de su trago que hace rato estaba servido. El hombre había quedado muy mal por la chica del caballo de carrusel y Bucky se preocupaba de que los rumores fuesen ciertos ¿Qué ocurría si su amigo se perdía en Calypso?
Sam había desaparecido del burlesque y el único cuerdo ahí, era James que no sabía ni qué hacer con un pasivo Capitán América sobre la mesa de reserva. Rendido de su inactividad y hastiado de verle así, caminó hasta Steve para llevarle a la salida, pero entonces un Sam Wilson llegaba con una sonrisa en los labios
– ¿Dónde estabas? – preguntó inquieto Bucky, cargando a un Capitán demasiado absorto de la realidad.
–Consiguiendo una cita privada con la hermosa Natasha– respondió soberbio el soldado y sonriendo felinamente, ayudo a Steve a caminar.
– ¿Natasha? ¿La que dejó así al Capitán? –
–Algo así... –
– ¿Cómo diablos hiciste eso, Wilson? – volvió a cuestionar incrédulo el Sargento, observándolo con sorpresa.
–Rhodey–
Bucky golpeó su frente con la palma de su mano y viró sus ojos antes de sentenciar –Le debes más que el culo al Teniente Rhodes–
–Ojalá solo le baste mi culo–
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En el mismo auto donde habían llegado, en el también desaparecerían. La esbelta pelirroja sin embargo no los acompañaría, en su reemplazo junto a la ventana de copiloto, una morena de caderas anchas y grandiosas piernas los esperaba.
El vestido blanco que apenas conseguía cubrir un tercio de los muslos redondeados y unos tacones a juego, parecieron ser el estimulante que el veterano Capitán necesitaba para despertar del letargo.
Sus ojos azules se encontraron con el rostro soberbio de la dama, y sin que eso le pareciera molesto, sonrío absurdamente.
–Con que tú eres el Capitán América del que todos hablan…–afirmó la joven, fumando frente al héroe de guerra, sin que una mueca de disgusto se dibujase en su rostro.
–Si señorita–
–Es mucho más atractivo de lo que me lo describió el señor Wilson–
Exhaló el humo a través de la boca y le observó seductora.
Steve creyó morir.
–Me llamo Natasha, querido Capitán… y esta noche estaré junto a usted. Espero que no le incomode– retomó la palabra la muchacha, caminando hasta la puerta de los asientos traseros y abriéndola sin parsimonia.
Se sentó en el extremo de la silletería y sin necesidad de repetir la invitación, Steve tomó lugar junto a ella, aspirando el olor a almizcle, chocolate y cigarrillo…
–Hueles delicioso... –susurró Rogers, acercándose un poco más a ella. Sus manos cosquilleando ante el poco espacio entre ellos.
–Merci– respondió Natasha, antes de que la puerta se cerrará frente a Bucky y Wilson, y Steve ni siquiera pudiera mirarles.
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El cigarrillo bailaba sobre los labios rojizos de Natasha y los ojos del Capitán no podían dejar de ver como ese mal hábito se convertía en su obsesión. El humo le intoxicaba, pero ese malestar pasaba a un segundo plano, cuando ella no hacía más que sonreírle coquetamente.
–Es usted demasiado joven para ser Capìtán– masculló la morena, cruzando muy sutilmente sus piernas, dejando a Steve con deseos de ver más de esa piel tersa.
–Cumpliré 35 años. Estoy muy cerca de los 40–
–La edad en que los hombres se vuelven mucho más interesantes… ¿No cree? –
–Yo solo sé que no tengo la vitalidad de un muchacho… Me hago bastante viejo–
Ella negó divertida y rozando con sus dedos la corbata del uniforme canturreó –Hoy vamos a probar que no es así, querido Steve. Usted lo que necesita es solo una buena motivación–
¿Qué esperaban? ¿Sexo duro y hardcore? Claro que no, recen pecadores (as) y arrepiéntanse de sus pecados (?)
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Nah, mañana seguro publicó la segunda parte... Gracias por leerme :)
#NinaCasillas
