¡Hola a todos! Esta historia pretende dar un final feliz para Arrietty y Shō, comienza justo donde terminó la película, aunque contiene un crossover necesario para que nuestro sueño de verlos juntos se haga realidad. Es un mini fic de dos capítulos.

Espero que les guste.


Tenía que ser sincera ante sí misma: despedirse de Shō había sido lo más doloroso. Eso la hacía sentir tan egoísta, el hecho de abandonar un lugar tan bueno para vivir ya era demasiado, y ahora, contemplando el cauce del río entendía que su preocupación por la salud de Shō no iba a desaparecer, que sentía un hueco en el pecho casi que le producía dolor al respirar.

Habían terminado de desempacar, Spiller los había ayudado tanto y ahora su madre le daba las gracias con una rica cena, pero Arrietty no tenía hambre, tenía tristeza y frustración, así que decidió salir a explorar el territorio nuevo al que habían llegado: era muy grande y vasto y no parecía haber humanos cerca, así que avanzó más y más esperando que su padre entendiera que necesitaba reordenar sus pensamientos, no quería volver a poner en peligro a su familia, así que sería especialmente cuidadosa.

Anduvo un par de horas, y de pronto se encontró con una casa enorme, era bonita, sencilla, un largo camino frente a la puerta, la contempló: la puerta era semicircular arriba, con una pequeña ventana. En ambos lados de la puerta se encontraban dos ventanas no muy grandes y en el techo sobresalía la chimenea. Debía dar la vuelta inmediatamente: a partir de ahora evitaría estrictamente cualquier acercamiento con los humanos, pero sentía tanta curiosidad que la indecisión la hizo permanecer observando la casa un rato más.

De pronto la puerta se abrió y Arrietty tembló de miedo y preocupación pero en lugar de un humano salió una criatura que nunca había visto: parecía un fantasma, era negro pero se podía ver a través de él y su rostro (si podía ser llamado así), parecía una máscara: era blanco e inexpresivo. Se acercó a ella, que permaneció congelada en su sitio, pero el ser Sin Cara se detuvo a unos pasos de ella, encogió su tamaño hasta igualar el de Arrietty y le pidió con señas seguirlo.

Dudó, tenía demasiada curiosidad, pero no quería preocupar a sus padres ni a Spiller, se había convertido en una especie de hermano, la cuidaba y se había ganado su aprecio… Sin embargo, el ser Sin cara la miraba expectante y decidió que si no era un humano no estaba poniendo realmente en peligro a nadie. Suspiró largamente y corrió tras él.

Entraron a la casa: era muy grande y acogedora, había plantas, una gran mesa, la chimenea y varios muebles, parecía increíble que ese ser viviera ahí solo.

-¿Vives aquí solo? – le preguntó pero este solo emitió una especie de suspiro y negó con la cabeza.

-¿Ya has vuelto? – preguntó otra voz de espaldas a Arrietty. Era una voz de mujer, de una mujer mayor.

Su expresión se convirtió nuevamente en terror. Quiso correr, esconderse, pero era muy tarde, de nuevo había sido vista. ¿Se podía tener tan mala suerte? Con lágrimas en los ojos por la vergüenza hacia sí misma volteó a ver a la dueña de la voz y se encontró con una anciana de cabello muy blanco y recogido en un chongo muy sencillo, un gran lunar en medio de sus también enormes ojos, pintados de azul, llevaba un vestido azul igualmente y le sonreía con amabilidad.

-No llores pequeña – le pidió – ven, tomemos un té y verás que todo estará mejor.

-No puedo – sollozó Arrietty – me ha visto un humano, debo irme, esto no está bien.

Para su sorpresa, la anciana comenzó a reír con fuertes carcajadas. Arrietty estaba perpleja ¿acaso su sufrimiento era tan divertido? Tal vez la mujer estaba loca, o simplemente no podía entender la gravedad de su falta, el problema en el que se encontraba.

-Si ese es el problema no has roto ninguna regla – le dijo una vez que dejó de reír – vamos a tomar el té y te explicaré todo.

Intrigada por tales palabras, aceptó su oferta. La mujer la ayudó a subir a la mesa y de la nada hizo aparecer una silla y una mesa más pequeña, del tamaño perfecto.

-Como habrás notado ya, no soy un humano, soy una bruja – le dijo tranquilamente la mujer luego de servir té para ambas – mi nombre es Zeniba.

- Oh – fue todo lo que Arrietty pudo decir. Estaba demasiado sorprendida e impactada por la información que acaba de recibir. Tomó un poco de té de manera autómata y descubrió que la hizo sentir más tranquila.

-¿Te encuentras mejor? – le preguntó Zeniba.

-Sí, gracias – fue su sincera respuesta – mi nombre es Arrietty.

-Es un bonito nombre – le dijo y de nuevo las lágrimas acudieron a sus ojos al recordar las mismas palabras de labios de Shō.

-¿Qué te sucede? – le preguntó con suavidad.

-Nada – negó con la cabeza – es solo que alguien más ya me había llamado así.

-¿Una persona especial para ti?

-Sí, creo que sí – musitó.

-Cuéntame, tal vez pueda ayudarte.

-No creo que sea posible, pero lo haré.

Una vez que empezó a hablar no pudo dejar de hacerlo, aunque lo cierto era que le dolía, apenas esa mañana se había despedido de él para siempre. Para siempre, eso era más de lo que podía soportar. A medida que relataba su historia las lágrimas aparecieron nuevamente y cuando llegó al momento del adiós solo pudo emitir un débil susurro.

-Ya veo – dijo simplemente Zeniba.

-Lo siento, es solo que me cuesta mucho aceptar que nunca volveremos a vernos, fue un buen amigo.

-¿Estás segura que es solo eso? – la cuestionó con una mirada penetrante.

Arrietty sintió su cara enrojecer sin entender muy bien el motivo. ¡Desde luego que era su amigo! Pero la mirada seria e inquisitiva de Zeniba la hizo sentir incomodidad. ¿Qué más podría ser si no?

-No lo sé.

-¿Y quieres volver con él?

-Eso es imposible.

-Y si fuera posible, ¿querrías?

No supo qué contestar, ciertamente deseaba verlo otra vez, deseaba saber que todo estaba bien, que viviría, que tendría una buena y larga vida, que sería normal y podría reír y correr y jugar como los otros niños, que no se sentía solo, pero no estaba segura de qué podría hacer ella para ayudarlo. Era tan pequeña, y sus padres también la necesitaban, sin embargo eran dudas sin sentido, ella nunca podría verlo otra vez.

-Sí – musitó quedamente, luego añadió con voz más fuerte – si fuera posible sí.

-Tal vez pueda ayudarte – le dijo Zeniba enigmáticamente – pero debo estar segura antes. Ahora vete o tus padres se preocuparán. Vuelve mañana a la misma hora, te estaré esperando.

El ser Sin Cara apareció nuevamente y la acompañó por el camino de regreso a casa. Y una vez más desapareció tan mágicamente como había aparecido. Observó un momento la nada y luego entró. Su padre la estaba esperando con la preocupación pintada en el rostro.

-Lo siento – fue lo primero que Arrietty pudo decir.

-¿Dónde estabas? ¿Estás bien?

-Sí, yo… Quería caminar un poco y conocer el lugar – no era totalmente una mentira.

-¿Encontraste algo?

-No, y nadie me vio – decidió que era mejor que no lo supiera, Zeniba le prometió no decir nada – solo hay vegetación por todos lados, es… muy bonito.

-Está bien – aceptó su padre – no vuelvas a preocuparme así, la próxima vez que quieras salir avísame, ahora ve a dormir, hay mucho que hacer por la mañana.

-Sí. Buenas noches.

-Buenas noches.

Se acostó en la cama improvisada. En realidad llamar a ese lugar casa era muy optimista, Spiller era un seminómada que prácticamente vivía al aire libre. En un claro más o menos libre de pasto muy alto, acomodaron las pocas pertenencias que pudieron llevarse. Debería sentirse feliz, ahora tenía su cuarto en un jardín, las flores la rodeaban y sin embargo… Ella solo podía pensar en Shō y en las enigmáticas palabras que Zeniba le dijo. ¿De verdad sería posible verlo otra vez? Aunque fuera a la distancia, con solo estar segura que se encontraba bien, que seguía vivo, con eso podría estar en paz, tal vez no sería feliz completamente, no sabía por qué, pero tenía el extraño presentimiento de que Shō siempre estaría en sus pensamientos, pero si él estaba bien, ella también lo estaría.

Al día siguiente despertaron con el alba, realmente había mucho que hacer, el lugar era apenas habitable, no tenían luz, gas ni muebles, tomaban agua del río y había demasiada hierba y piedras bajo sus sacos de dormir. Trabajaron todo el día, con breves descansos, y en todo el día Arrietty no dijo más que monosílabos, sin embargo ni su padre ni su madre le llamaron la atención, tomaron por cansancio su distracción y como ayudó en todo lo que pudo, sin quejarse, respetaron su silencio.

Ella ni siquiera prestaba atención a las labores que tenía que realizar, ciertamente no le disgustaba y en otra ocasión incluso habría bromeado, pero solo podía pensar en Shō. Al día siguiente se llevaría a cabo la operación del corazón y eso la hacía sentir una indecible angustia, un terror a lo desconocido que nunca antes había experimentado. Sin embargo, también pensaba en Zeniba, en esa esperanza que había sembrado en su corazón… ¿Podría…? Sacudió con la cabeza, negando y siguió limpiando la hierba y quitando las piedras.

Después de un día de duro trabajo, la noche llegó como una bendición para Homily, que no paraba de quejarse de lo exhausta que se encontraba, todos lo estaban desde luego, pero Pod y Spiller eran más estoicos. Arrietty estaba cansada, pero más que eso se sentía aturdida: ya casi era la hora de volver a ver al Sin cara y a Zeniba, de descubrir cómo podía ayudarla, estaba tan ansiosa que no podía comer.

-Voy a pasear un poco – les dijo de pronto – no tardaré ni me alejaré mucho. Ayer lo hice y nada pasó.

-Está bien – aceptó su padre.

-Ten cuidado – añadió su madre.

-¡Sí!

Salió inmediatamente, primero a paso tranquilo, para no levantar sospechas, pero en cuanto los perdió de vista salió corriendo en la misma dirección de la noche anterior. El Sin Cara ya la estaba esperando. Hizo un leve saludo con la cabeza que ella respondió de igual manera y comenzaron a avanzar. Estaba tan nerviosa que le temblaban las manos y sentía un nudo en el estómago, pero ya estaban por llegar y definitivamente correr de ahí no era una opción, necesitaba saber.

Zeniba estaba sentada a la mesa, con una humeante taza de té y varios pastelillos, esperándola, sonriente.

-Buenas noches – saludó Arrietty.

-Buenas noches pequeña – contestó – ¿cómo te encuentras?

-Bien – mintió.

-Sé que no – sonrió con amabilidad – pero de eso hablaremos más tarde, ahora ven a tomar un poco de té, si no cenas puedes enfermarte y eso no nos conviene.

El té de Zeniba era maravilloso, lograba calmar sus sentimientos y emociones tristes, tomó dos tazas y varios pastelillos, nunca había comido algo tan delicioso, en cuanto estuvo satisfecha, Zeniba hizo desaparecer todo.

– Lo que voy a proponerte es algo que nunca antes se ha hecho, pero estoy segura que mi magia será capaz si tú lo deseas de verdad – le dijo Zeniba sonriente, pero luego tomó un tono serio – solo hay un modo de volver con Shō, no habrá vuelta atrás si decides aceptar.

Arrietty estaba asustada pero escuchó con atención la propuesta de Zeniba, a medida que explicaba su plan empezó a quedarse sin habla, asombrada y confundida, era una decisión demasiado importante, no podía darle una respuesta de inmediato, pero no se lo estaba exigiendo, Zeniba era amable y cálida, sin embargo, eso no podía esperar demasiado.

-Ahora puedes irte, piensa bien lo que realmente desea tu corazón y vuelve mañana a la misma hora con tu respuesta.


Chan, chan, chan... ¿Esperaban que fuera Zeniba quien pudiera ayudarla? ¿Cuál será la propuesta que le hizo? Este capítulo es en parte introductorio y trata de aproximarse al climax, así que paciencia, todas sus dudas se resolverán en el próximo. ¿Les gustó? Me encantaría recibir sus quejas, dudas, sugerencias, comentarios o cualquier cosa que deseen decirme. ¡Nos leemos pronto!

Fuyuka.