Miré el cielo azul, tan tranquilo como siempre. Pero hoy era un día especial, hoy no tenía pensado hacer nada, hoy era diferente, hoy solo era para ti… El día en que hiciste de este mundo, un mundo mejor, sacrificándote. Ya lo he aceptado, todo, pero aun sigo con esa pequeña impotencia dentro de mi corazón vacío. Sé que tú siempre estás en mis espaldas velando por todo.

Cuando recuerdo tú voz, tú dulce y tímida sonrisa, tú piel blanca y suave como si de nieve se tratase, no puedo evitar el sentirme estúpidamente feliz. Porque todo este duro camino que trabajé, solo para ti, tomó su fruto ese día; y si tú eres feliz así, yo lo seguiré aceptando. Pero no puedo evitar el sentirme triste por no tenerte conmigo, es demasiado egoísta por mi parte y lo sé. Aun quiero tenerte entre mis brazos, sentir tu cálida respiración como si de un canto de sirena fuera.

Sigo siendo terca conmigo misma convenciéndome de que este día es diferente, que puede ocurrir algo y que si espero me darás alguna señal. Asín que me lo pasaré mirando al cielo recordándote y esperándote hasta que el sol caiga del cielo y se bañe con el mar.

Y todo porque hace un año que tu cambiaste este mundo a mejor. ¿Y sabes qué? Que hace un año que te sigo añorando porque aun te quiero.