-Aquí tiene el informe que me pidió, raikage.
Acababa de entrar al despacho del raikage con el informe de la última misión que había hecho con mi equipo. Allí se encontraban Darui y C, sus guardaespaldas, debatiendo sobre algún tema en concreto. Los tres se me quedaron mirando mientras que yo caminaba hacia su mesa y le entregaba los papeles.
-Muchas gracias por tu rapidez, Samui. –Dijo el raikage, mientras dejaba los documentos en un hueco de la mesa.- Puedes irte ya.
-Sí, raikage. –Me incliné y después salí, no sin antes echarle una mirada a C. Iba caminando por el pasillo tranquilamente, cuando los dos guardaespaldas salieron. Miré hacia atrás de reojo, observando como hablaban entre ellos. Giré en una esquina, pensando en mis cosas cuando me choqué con Killer Bee.
-¡Perdón Samui, konoyaro, bakayaro!
-Tranquilo, sensei. –Dije, levantándome.- Su hermano está en el despacho solo, ya que sus dos guardaespaldas se han ido.- Me despedí de él y salí del edificio del kage.
- ¡Samui, espera!
Giré y vi a C, que venía detrás de mí, con su típica cara de seriedad.- ¿Qué es lo que pasa? –Me llevé una mano a la cadera, mirándole con no muy buena cara, exactamente igual que la suya.- ¿Te ha dicho algo el raikage sobre el informe?
-No, no me ha dicho nada. –Hizo lo que parecía ser una sonrisa y se colocó a mi lado.- Simplemente quería caminar a tu lado, ¿pasa algo?
-No, nada, sieso. –Sonreí, cruzándome de brazos a la vez que él hacía una mueca de fastidio.
-¿Puedes hacer el favor de dejar de llamarme así, Samui? –Se puso serio, mirándome con unos ojos penetrantes. Un escalofrío me recorrió el cuerpo y giré la cara, comenzando a caminar nuevamente.
-Lo haría, pero es que es un mote muy ajustado a la realidad. Bueno, tengo que marcharme ya a otra misión, nos veremos a la vuelta.
Salí corriendo antes de que pudiese articular palabra, ya odiaba cuando me replicaba. Llegué corriendo a mi apartamento y me preparé para salir de misión. Esta vez iba yo sola, porque era una simple misión de rango C. Tenía que escoltar a un hombre importante hasta el país Helado, la verdad es que no sabía mucho más de la misión, aunque supuse que no sería nada del otro mundo, podía estar tranquila.
Me equipé con todo lo necesario para la misión, salí de mi apartamento y me dirigí hacia la entrada de la villa, donde me estaba esperando el hombre junto con otros dos hombres, quizá unos guardas, aunque no tenían mucha pinta de serlo. Me acerqué a ellos y me presenté.
-Soy Samui, la kunoichi que le escoltará hasta el país Helado. –Dije firme.
-Es un honor para mí tenerla como guardaespaldas, señorita. –Sonrió este- yo soy Len, y estos mis compañeros Saburo y Rin.
Los miré a los tres. La verdad es que eran bastante jóvenes, no podían tener mucho más que yo. Len era un joven la verdad, bastante guapo, de unos ojos azules como el cielo y el pelo negro como el azabache, alto, y por lo que se podía ver con un abdomen bien definido. Saburo supuse que sería el más joven de los tres, por su cara de niño. Tenía también los ojos azules, pero algo más apagados y el pelo color crema. También era el más bajo de los demás, pero aún así me superaba en altura. Y por último estaba Rin. Sus ojos eran de un azul intenso y tenía el pelo castaño claro.
No me esperaba tener que escoltar a semejantes personajes, y ellos debieron notarlo, ya que se miraron entre ellos con unas sonrisas preciosas, todo sea dicho de paso.
-Nosotros somos los hijos del hombre al que tenías que escoltar. A nuestro padre le surgió algo, así que nosotros tres vinimos a cerrar un negocio en su lugar. No te molesta, ¿no? –Aclaró Len, con una gran sonrisa.
-No, para nada. Yo solo debo escoltaros, da igual cuántos o quiénes seáis. –Sonreí y miré hacia el cielo.- Cuanto antes nos marchemos, antes llegaremos, así que en marcha.
Todos asintieron y comencé a caminar delante de ellos. Nuestro destino no estaba muy lejos, pero teniendo en cuenta con quienes iba…tardaríamos algo más. Calculé que sería dos días más o menos o como mínimo, un día y medio si nos apurábamos mucho.
Salimos de la villa mientras que ellos conversaban, seguramente sobre el negocio que habían cerrado con la villa, que a saber cuál sería.
-¿C, qué haces aquí? ¿Te vas acaso de misión? –Preguntó Yugito a su pequeño hermano justo detrás de él, con una sonrisa traviesa.
-¿E-Eh? ¡Yugito! –Exclamó, dándose la vuelta, asustado, y casi cayéndose del tejado en el que estaba subido.- ¿Qué haces aquí?
-¿Ni siquiera me has sentido? Menudo ninja sensor estás tú hecho…-agarró del brazo a su hermano y ambos se sentaron en el tejado.- ¿Por qué estabas espiando a Samui?
-¡Yo no estaba espiando a Samui, idiota! –Respondió este algo molesto.- Solo vigilo la entrada.
Ella le dio un capón que sonó bastante y se crujió el puño.- En primer lugar ¡trátame con más respeto, que soy tu hermana mayor! Y en segundo lugar, si estuvieses vigilando la entrada estarías allí abajo y no subido en un tejado, y sobretodo, estarías atento de los ninjas que circulan por aquí, como buen ninja sensor. –Corroboró Yugito para descontento de su hermano.
-Está bien, lo admito…-dijo pesadamente el rubio- es que antes me dejó con la palabra en la boca cuando iba a responderle, pero se fue diciendo que tenía una misión, así que no iba a dejar que se saliese con la suya…Pero como estaban esos tres no iba a aparecer. ¿Te convence eso?
-Ni lo más mínimo. –Respondió su hermana, con una gran sonrisa.- Estás preocupado por ella, ¿verdad?
El chico asintió y bajó la vista con cierto aire de preocupación, pero también de molestia porque su hermana le había pillado muy rápido.- En el país Helado son frecuentes las ventiscas en ésta época del año…Además, no tenía muy buena cara.
-Eso sería cuando habló contigo, porque hace un momento no estaba más contenta porque no era posible…Bueno, aunque con esos tres yo también lo estaría. –Rió, haciendo que C se molestase aún más.
-¡Yugito basta ya! –Se levantó de mal humor y se marchó de allí, mientras que Yugito iba detrás de él.
-¡Venga hermanito, que no era para tanto!
-¡Piérdete Yugito!
Por otra parte, los tres chicos y yo caminábamos a un ritmo normal pero constante. Aún no nos habíamos parado ni una sola vez. Agradecía que hubiese tenido que escoltarles a ellos tres, porque seguro que si hubiese sido a su padre nos habríamos parado hace ya rato…pero ellos parecían estar en bastante buena forma.
La noche estaba empezando a caer ya, así que decidí que lo mejor sería pararse. Por suerte, esa zona tenía algunos ríos a causa de las lluvias, ya que nos estábamos acercando a la frontera, y como la nieve no cuajaba se acababa convirtiendo en lluvia.
El cielo ya estaba oscuro y la luna lo iluminaba con sus débiles rayos junto a las estrellas. Cuando nos paramos, encendí una hoguera, y ahora los tres chicos se encontraban durmiendo alrededor de ella.
Yo me encontraba subida en la rama de un árbol, vigilante por si algo pasaba. En cierto momento, la cabeza me empezó a doler con fuerza, haciendo que todo a mi alrededor girase. Me puse una mano en la cabeza, echándome hacia atrás el pelo, con los ojos cerrados, intentando tranquilizarme. Cuando abrí los ojos y eché una ojeada a los tres hermanos, vi a Len de pie mirándome, con esos preciosos ojos azules que tenía.
-¿Tú no duermes, Samui?
-No. Mi obligación es escoltaros, ya dormiré cuando vuelva. –Respondí, intentando no parecer demasiado borde. Él sólo sonrió.
-Lo entiendo. Perdón por las molestias que te causamos. –Dicho esto, sonrió y volvió al lado de sus hermanos para continuar durmiendo.
Bajé del árbol de un salto y caminé hacia el río que estaba a tan solo unos metros. Me eché un poco de agua en la cara y en el cuello para refrescarme. Estaba realmente mareada, pero aún así tenía claro que continuaría con la misión, ya se me pasaría.
Comenzó a amanecer, así que les desperté para ponernos de nuevo manos a la obra. Cuando ellos terminaron de desayunar, comenzamos de nuevo con nuestra caminata.
Por cada tramo que avanzábamos, las condiciones atmosféricas cambiaban, y cada vez se hacían más frías. Tuvimos que pasar por un puente viejo que había, ya que el nuevo que se encontraba a más o menos un kilómetro, lo estaban reformando.
Avanzábamos con bastante cuidado, ya que el puente no parecía en demasiado buen estado. Yo iba la primera, comprobando que fuera seguro, mientras que los otros tres pisaban justo por donde yo, como había ordenado.
Ya habíamos pasado Saburo, Len y yo, pero faltaba Rin, que aún le faltaba un poco. Caminaba con bastante cuidado, y, cuando apoyó el pie en uno de los tablones de madera que componían el puente, éste se rompió, haciendo que Rin cayese. Por suerte, pudo agarrarse a una de las cuerdas del puente, pero no parecía que fuese a aguantar demasiado.
Fui corriendo a por él y le cogí de la mano justo antes de que el puente se rompiese en dos, y terminamos cayendo ambos.
