Cálido y Frio
Capítulo 1: Amor e Inocencia
Se encontraba solo en el templo, era pasada la madrugada y la luz de la luna se colaba por uno de los vitrales, como si su alma estuviera expuesta. En un vano intento por sentir tranquilidad en su alma, uso el turíbulo, el interior se llenó del aroma del incienso, deseando, anhelando que ese sentimiento se fuera y su oración fuera escuchada en el cielo, pero lo sentía pesado y el ambiente cada vez se sentía más desolador. Sintió que le fallaba a su fe, a todo lo que había deseado, pero en su alma sabía que era mentira. Pensaba que tenía la vocación para ellos, pero nunca tuvo elección, estaba a punto de pasar algo que le rompería el corazón y su alma por siempre y también estaba a punto de perder algo que nunca tuvo.
Recordó el momento en que la vio por primera vez. Se conocieron cuando ella tenía 6 y el 10 años, dos amigos inseparables desde siempre, tan diferentes, pero con un mismo corazón. Él era huérfano criado por unos frailes franciscanos, ella una chica muy católica, hija única de una acaudalada familia que residía en el pueblo. Se conocieron por accidente cuando sin querer tropezaron a las orillas del río que se encontraba en el pueblo.
—¡Hey! —Gritó la niña cuando sintió un golpe en el cuerpo con el cual cayó de espalda —¿Que no ves por dónde vas? — sentenció mientras se levantaba y se limpiaba su vestido.
—Lo siento mucha señorita —dijo El Niño apenado. Inmediatamente Umi se sintió mal y más al ver su ropa roída y sus zapatos rotos. Se le rompió el corazón.
—Perdóname tu a mí— se disculpó inmediatamente — también venía distraída y no te vi, ¿Cómo te llamas? —preguntó con una gran sonrisa.
Para el, lo que reflejaban esos ojos y la dulzura de esa sonrisa, serían su perdición por siempre.
—Clef —dijo sonrojado hasta las orejas —¿Y el tuyo? —dijo aún más colorado.
—Umi, mucho gusto —dijo con una gran sonrisa extendiendo su mano para estrecharla con la de él. La corriente eléctrica que sintieron al estrechar sus manos la recordarían por siempre.
—Nunca te había visto por aquí— dijo Umi pensativa —siempre paseo a esta hora por la orilla del lago.
—Nunca salgo, hoy fue una excepción, terminé mi trabajo temprano en el templo, así que me permitieron salir —dijo Clef con una gran sonrisa.
—¿Dónde vives? —preguntó Umi aún más interesada.
—En el templo de los frailes franciscanos.
—Vaya —dijo Umi sorprendida —¿Y tus padres? —preguntó con dulzura.
—Soy huérfano, mi única familia son los frailes —a Umi se le rompió el corazón.
—Perdóname, no fue mi intención... — dijo con voz entrecortada —bueno, ya que somos amigos ¿quieres jugar conmigo?
—¿Amigos? Yo nunca he tenido ningún amigo.
—Pues ya tienes una —dijo con una gran sonrisa —¡Vamos! —dijo Umi mientas lo tomaba de la mano.
Nunca había tenido contacto con ninguna chica, nunca había hablado con alguna, pero al tomar su mano sintió algo que jamás había sentido. Poco a poco los encuentros fueron más frecuentes.
Las tareas en el templo eran cada vez mayores, pero las hacía con gusto, porque sabía que en cuanto terminara, tendría la compañía de Umi.
Por su parte El padre Letan veía como buena la amistad con Umi, sabía que aunque eran estrictos con él y le daban cariño, le había falta la amistad y la convivencia de una niña de su edad.
Los padres de la chica por su parte vieron con buenos ojos la amistad, empezando una seria de donaciones al templo. Umi había llorado a sus padres que le proporcionaran a su amigo lo que tanto necesitaba.
Sus padres siendo de noble corazón accedieron dándole una educación en la misma institución en la que Umi estudiaba. Siendo que el pueblo empezó a convertiste en una pequeña ciudad, empezaba prosperar de una manera impresionante, solo había una escuela privada.
Umi era caprichosa, pero con la amistad de su nuevo amigo empezó a cambiar para bien, se volvió más sencilla y humilde, empezó a disfrutar de las cosas que no tenían que ver con el dinero y quería muchísimo a Clef. Clef por su parte adoraba a Umi, la consideraba no solo su amiga, sino también su hermana.
Pero el tiempo empezó a pasar y con él, el irremediable crecimiento de ambos. Ahora ya no era un cariño fraternal, había algo en los sentimientos de ambos que habían cambiado.
Los frailes no veían seguido a la chica, pero se habían dado cuenta del irremediable cambio de su protegido y supieron que en cuanto cumpliera los 16 años, tendría que irse a in internado para seminaristas.
–¿Me habló Padre Letan? –preguntó Clef al llegar de sus clases.
–Si hijo, necesitamos platicar de algo –respondió serio, sabría la verdad con tan solo ver el semblante de su protegido.
–¿Pasa algo? –pregunto preocupado, sabía que lo que le diría era serio.
–Solo es para informarte que a partir de la próxima semana entras al seminario –comentó firme.
Sabía que era una posibilidad, una posibilidad grande que lo mandaran fuera, desde pequeño le habían repetido hasta el cansancio que su destino estaba escrito y que era para Dios, ya lo había aceptado, se había resignado, y por el gran amor que le tenía a Dios y los frailes que cuidaron aceptaría ese destino. Se sentía maduro y preparado para ello, pero una persona entro a su mente en ese momento.
–"Umi" –pensó para sí mismo y su cara se descompuso por completo, su amiga, su querida y hermosa amiga a la que tendría que abandonar.
–¿Te pasa algo hijo? –preguntó su figura paterna con preocupación.
–Estaba pensando en Umi padre, me va doler mucho dejar de verla –confesó triste.
–Precisamente por ella es que decidí que te fueras –dijo sin temor –ella se está volviendo una señorita muy hermosa y veo que tu mirada por ella ha cambiado.
–¡Pero tiene doce años! ¿Cómo puedo sentir atracción por una niña de 12 años? –dijo por primera vez con rencor, no quería que la separaran de ella.
–No tienes por qué molestarte, yo sé lo que hago –dijo quitándole importancia al asunto –ve a arreglar tus cosas, partes hoy en la noche.
–¡¿Qué?! – respondió angustiado, ahora tendría una despedida muy rápida con su amiga –Pero… pero padre… –trató de decir.
–Solo hago lo mejor para ti y creo que debes de apurarte para que te despidas de Umi ¿no crees? –dijo con un dejo de tristeza. Clef salió corriendo con el corazón desbocado.
Corría hacia su casa, su amiga, ya no vería a su querida amiga y eso le dolía en el alma. Su vocación era otra, sus circunstancias otras, tenía que obedecer el mandato, además había nacido huérfano, Dios le había dado una familia ¿no era el momento de retribuirle el favor? Llego a la casa de los Ryuuzaki, con expresión triste y desolada. Toco con fuerza, casi con desesperación.
–Hijo, ¿estás bien? –preguntó la Sra. Ryuuzaki, mientras lo ayudaba a incorporarse.
–Realmente no Sra. ¿esta Umi en casa? – pregunto desesperado.
–No está hijo, pero ¿Qué pasa? ¿Hay algún problema?
–Me voy esta noche señora, Fray Letan me inscribió al seminario –dijo con muchísima tristeza.
–No sabía Clef, estábamos a punto de pagar tu inscripción a Preparatoria ¿no estas contento?
–Si señora, pero me hubiera gustado pasar más tiempo con Umi, no quería despedirme de esta forma tan precipitada ¿Sabe dónde está?
–Fue a pasear al rio, ahí puedes encontrarla –contestó mientras lo abrazaba –me da mucho gusto por ti hijo –dijo con una sincera sonrisa, Clef correspondió al abrazo con fuerza y beso su mejilla.
–Ustedes también fueron unos padres para mí y Umi como una hermana –contesto con sinceridad, después de eso, salió corriendo en busca de su amiga.
La encontró en el rio viendo hacia el horizonte, el sol de la tarde se veía melancólico, ella no lo había visto y él pudo observarla detenidamente y le dio la razón al Padre Letan, era una niña hermosa, se estaba convirtiendo en una señorita sumamente hermosa, pensó que el hombre que se casará con ella sería sumamente afortunado y ese pensamiento le dolió en el alma, se dijo a si mismo que era porque pasaría años sin verla.
Lo saco de su pensamiento la maravillosa risa de Umi, se dio cuenta que no estaba sola, un chiquillo, un no tan chiquillo estaba con ella haciéndola reír. Dolió, sin duda dolió y se dio cuenta que los ciclos se cierran y en este caso, el tiempo con Umi llegaba a su fin.
–¡Umi! –grito desde donde estaba, la chica volteo y su cara de felicidad lo dejo frio, no importaba que los ciclos terminaran, la extrañaría muchísimo.
–¡Hola Clef! – Dijo alejándose de su amigo y acercándose a él con una gran sonrisa, cuando vio su semblante se asustó –¿Qué pasa? –preguntó angustiada.
–Me voy Umi, el Padre Letan me dijo que parto al seminario hoy en la noche –dijo casi al borde del llanto, sentía que moriría sin ella.
–¿Tan pronto? –Preguntó como si su vida dependiera de ello –¿Pero por qué?
–Apenas me lo dijo en la tarde, no sé por qué no me lo dijo antes –dijo tomando su mano, nuevamente esa corriente eléctrico paso por ambos, pero no se soltaron –Lo siento mucho Umi –dijo a punto de llorar, la chica se arrojó a sus brazos. Se detuvo el tiempo para ambos, la cercanía, tenerla es su brazos, se permitió sentir lo que un hombre siente por una mujer en un gesto de despedida.
Umi por su parte se atrevió a poner su rostro en el cuello de su amigo, en un gesto de valentía le dio un beso en la mejilla, cuando sintió su beso, el chico se petrifico y ella al sentir que ya no correspondía a su afecto se separó de él.
–Te voy a extrañar Clef –dijo recuperando la compostura —sabía que el plan que tenían los frailes era que se convirtiera en sacerdote.
–También te extrañaré Umi –dijo con solemnidad –Te escribiré – dijo con un sonrisa.
–Yo también, seremos amigos por siempre – dijo mientras le ofrecía su mano para estrecharla, él la estrecho con fuerza y ambos volvieron a sentir esa corriente eléctrica, sin embargo, ambos la olvidaron.
Pasaron los años para ambos, al principio las cartas fueron diarias, Umi le escribí cartas diarias, contándole su día y lo que hacía en la escuela, sin omitir lo mucho que lo extrañaba, en el seminario al darse cuenta de la regularidad con la que recibía las cartas, decidieron esconderlas del muchacho, para que no perdiera el enfoque de su vocación.
Después de 3 meses de silencio, Umi llego a la conclusión de que algo le pasaba a su amigo, así que un día sin pensarlo demasiado fue a hablar con el Padre Letan para saber sobre el paradero de su amigo.
–¡¿Cómo que no quiere hablar conmigo?! –Dijo furiosa mientras se paseaba en el despacho del fraile –¡Nos despedimos bien! ¡Juramos ser siempre amigos!
–Hija no te exaltes –dijo mientras trataba de calmarla –Me comenta el sacerdote que lo distraes de su vocación, ya hablaron con él y está dispuesto a dar el 100% para convertiste, no lo tomes a mal.
Umi salió ahogada en llanto, el padre al no saber qué hacer, oro por ella para que le diera consuelo y resignación a su corazón, él tampoco sabía que le escondían las cartas de su amiga.
Cuando Clef hablo con el padre del seminario acerca de sus cartas, este le dijo que las cartas de Umi lo volvían olvidadizo y ausente por lo cual, le exigieron que desistiera, el al saber que la oportunidad que tenia de volverse padre era gracias a las personas que lo criaron desistió. Ambos dolidos uno con el otro y con la distancia que los separaba, se olvidaron de su amistad.
Pasaron 17 largos años en los cuales no tuvieron comunicación, Umi había estudiado Administración de Empresas, ahora con su padre retirado y después de haber radicado en Londres unos años, regresaba a ese hogar que fue para ella el mejor con el firme propósito de contribuir a la economía de su pequeña ciudad que al regresar, se dio cuenta que ya no era pequeña.
Umi no había regresado sola, su novio con el que tenía 14 años de relación y era oriundo de la ciudad de Umi, regresaba con ella. Mientras que Clef, se había ordenado como Sacerdote, después de ser un estudiante ejemplar en el internado, tuvo la oportunidad de estudiar en el Vaticano, en el cual de manera oculta, pudo también estudiar algo que le apasionaba: la arquitectura.
Había desarrollado su vocación en algunas capillas del Vaticano y ayudando a su mantenimiento, hasta que pidió ser transferido a su país, tenía 33 años cuando regreso al pueblo que lo vio crecer, tomando en ocasiones el lugar del Padre Letan. Asustado y emocionado esperaba saber que había hecho su mejor amiga en todo este tiempo.
Umi pasaba por la iglesia y recordaba con dolor y un poco de rencor a aquella amistad, que se había olvidado de ella, hasta que lo vio platicando una mujer mayor afuera del templo.
Las piernas de Umi flaquearon, su corazón se aceleró y dejo de respirar mientras se acercaba. Ascot que se dio cuenta de la situación la seguía de cerca preocupado por ella, sabia de los sentimientos que ella le tenía a aquella persona que ya no era un adolescente.
Cuando Clef dejo de atender a la señora, volteó al frente y vio al ser más hermoso que jamás haba visto en su vida, su cabello ya no estaba recogido, ahora lo usaba lacio, lo tenía larguísimo, su cuerpo había cambiado, su estrecha cintura hacían una combinación con su cadera y sus amplios senos, se dio un golpe mental, no debería verla así.
Umi vio al padre que estaba con su sotana y jamás en toda su vida vio a un hombre tan atractivo, su cabello caía de manera sensual sobre su rostro, mientras que sus facciones se habían vuelto más varoniles, era un hombre devastador, cuando le sonrió sintió que se desmayaba, para Umi tenía los ojos más hermosos de este mundo.
–Umi –dijo en un susurro, casi para sí mismo. Umi se quedó muda, tardó en reaccionar.
–Padre Clef –dijo con un sabor de boca amargo, recordando en ese instante sus 17 años de abandono, a Clef le dolió la forma en cómo se dirigió a él.
–Puedes tutearme Umi –dijo triste.
–Es mejor así – dijo muy seria –recuerdo que no respondiste a mis cartas, veo que lo has conseguido, ahora eres sacerdote, te felicitó –dijo seria pero dolida, él se sintió morir.
–Umi de verdad, no es lo que crees, déjame explicarte – suplico hasta que una tercera persona intervino.
–Umi, deberías olvidarlo, deberías de estar feliz de que esta aquí –dijo el hombre al lado de la chica, el cual tomo su mano y la besó. Clef se mantuvo tranquilo pero ese gesto le dolió hasta la medula.
–Lo se Ascot– dijo Umi mientras le sonreía – Padre, él es mi prometido –dijo Umi, el chico le ofrecía su mano, mil pensamientos pasaron por su cabeza, y el estrechar la mano de él fue de las cosas más difíciles que tuvo que hacer–Mucho gusto –contesto serio.
–Es tarde –dijo Umi mientras rompía el silencio incomodo –ya luego hablaremos padre, me da muchísimo gusto verte, digo verlo –corrigió de inmediato. Tomo la mano de su prometido y se echó a correr.
Entró al templo con el corazón en la boca, con el corazón roto, esperaba que cuando la viera con alguien se sentiría feliz, fue todo lo contrario, como si su necio corazón quisiera sentir por ella, algo que estaba prohibido para él.
Pidió a Dios no sentirse de esa manera, pero cada vez que oraba por no sentirse así, su sentimiento por ella crecía de una forma abismal. Después de 17 años, fue la primera vez que soñó con ella, como si fuera un ángel, un hermoso ángel, que se colaba cada noche en sus sueños para torturarlo. Para ella, un recuerdo del pasado que quería olvidar por completo. Jamás en su vida había soñado con el hasta ese día que lo volvió a ver, su sonrisa en sueños era encantadora, muchas veces le robó el sueño. No la vio en tres semanas, el Padre Letan ya estaba demasiado grande para dejarlo solo y demasiado terco, a pesar de eso, Umi no iba al templo como lo comentaba el Padre Letan, no era tonto, sabía que él era el culpable de su ausencia.
Por su parte Umi inventaba reuniones para no asistir, a pesar de los reclamos de sus padres, dejo de ir a misa por tres semanas, hasta que la chica investigo en que horario no oficiaba la misa su ex amigo para asistir. Y aunque cuando asistió después de los reclamos de sus padres, no tuvo más remedio que verlo en el pulpito con el Padre Letan. El en su miraba le decía todo lo que sentía aunque quisiera ocultarlo, ella al contrario trataba de no verlo, no quería sentirse de esa forma, él tenía a su prometido y no había lugar para nadie más.
Un día en la cena, la figura paterna de Clef vio como cenaba su protegido triste y melancólico.
–Umi se convirtió en una mujer hermosa ¿no es así? –dijo el Padre Letan mientras daba un sorbo a su té. Clef hizo a un lado la comida como si esta apestase.
–Me odia – dijo sobándose la sienes con preocupación.
–¿Cómo lo sabes? – preguntó tranquilo.
–Veo el rencor en sus ojos y ahora me dice "Padre Clef", le pedí que me tuteará pero se negó –dijo con tristeza.
–Dale tiempo hijo, aun no entiende tu vocación –dijo el Padre con mirada triste, lo que no sabía el padre es que Clef empezaba a dudar de la misma.
Pasaron los meses en los cuales no hablaron, se veían discretamente desde lejos con una maraña de sentimientos, Umi aun sentía rencor, después mucha tristeza. Le daba sentimiento y le asqueaba todo lo que habían cambiado las cosas, eran pensamientos que tenía en la privacidad de su habitación y lloraba.
Por su parte, Clef pasaba todo el tiempo que podía en el templo, suplicando, orando que ella lo quisiera en su vida de nuevo. Su plegaria tuvo respuesta. El Padre Letan le había avisado que se venía la fecha en la cual empezaba el proyecto de la construcción de la escuela, el cual dirigía Umi, su alegría fue mayor cuando se enteró que su prometido tuvo que irse del pueblo por 6 meses por cuestiones de trabajo y que regresaría para la boda.
Los primeros días fueron difíciles, la chica apenas le dirigía la palabra y él tuvo que aguantar días en los cuales se portaba distante y hasta grosera, un día revisando los planos de la escuela, Clef le alego a su ex amiga que estaba mal.
–No tiene ni pies ni cabeza Umi ¿Quién hizo semejante barbaridad? –preguntó molesto mientras la chica lo miraba confusa.
–Un amigo de Ascot –dijo apenada –¿Qué tienes de malo?
–¿Alguna vez se paró por aquí para estudiar el terreno?
–No –dijo más apenada.
–¡Con razón! –dijo aún más molesto.
–¡Hey! ¿Y tú como sabes tanto? –contraataco su ex amiga, Clef la miro fijamente mientras se daba la sonrisa más sexy que Umi había visto en su vida.
–Soy arquitecto –dijo en voz baja –Estudié a escondidas en el Vaticano pero shhhhh, nadie lo sabe, ni siquiera el Padre Letan –hizo la seña con el dedo, Umi sonrió ampliamente y se empezó a reír. Desde ese momento, todo fue como antes, como si hubieran recuperado esa complicidad de amigos y así fueron pasando los meses en donde la cercanía que tuvieron de pequeños y fue olvidada por 17 años se recuperó.
–Aun no me explico cómo pudiste estudiar ambas cosas, de verdad que es increíble –dijo Umi fascinada mientras tomaba té en el templo con Clef.
–Cuando amas algo Umi, no te cuesta trabajo hacerlo –dijo con una sonrisa, vio que el semblante de su amiga cambio y desvió la mirada a otro lado.
–¿Cómo conociste a Ascot? –preguntó lo que su mente desde hace meses moría por preguntar.
–De hecho él es de aquí Clef, el día que te despediste de mi él estaba conmigo, primero fuimos amigos, dos años después nos hicimos novios y desde esa fecha estamos juntos.
–Vaya… –dijo con tristeza –llevan más de 10 años de relación.
–Es un gran chico, le tengo un gran cariño –dijo Umi con una sonrisa triste.
–Y ahora que está lejos ¿no lo extrañas? –preguntó curioso.
–La verdad no –respondió triste –y es algo que me empieza a preocupar.
–¿Y aun así te casaras con él? –preguntó mirándola a los ojos.
–Si –contesto con firmeza –es algo que decidí desde hace tiempo.
El proyecto era agotador, a pesar de que Umi y su familia habían donado casi el 70% de la escuela, Clef y Umi tuvieron que moverse para conseguir las demás donaciones con kermeses, rifas, incluso vendiendo comida.
Cuando terminaron de recaudar lo suficiente, ambos eran uno de los tantos voluntarios para la construcción. Clef era feliz de día, miserable de noche, cada vez que soñaba con Umi, se castigaba así mismo, esta costumbre se convirtió en un hábito, habito que se intensificaba al acercarse la fecha de boda de Umi.
–¿Qué te paso en la mano? –preguntó Umi con preocupación mientras tomaba su mano, la corriente eléctrica fue tan fuerte que se vieron a los ojos.
–Me quemé con la estufa –dijo restándole importancia, mientras tomaba con fuerza la mano de Umi, ella moría de la angustia.
–Por favor cuídate, últimamente te he visto muy raro ¿está todo bien?
–Si Umi, sí, creo que lo mejor es retirarme a descansar.
Umi se quedó preocupada y no pego ojo en toda la noche, no quería que se alejara de ella, pero ya lo había hecho antes ¿Quién le aseguraba que no se iría como la última vez? Además empezaba a admitir que los sentimientos por Ascot estaban disminuyendo mientras que los sentimientos hacia Clef se intensificaban. No tenía a quien decirle las cosas y el sentimiento le calaba en el corazón y en los huesos. Era un amor imposible, no debía poner su esperanza en él. Al no tener a sus amigas cerca y teniendo esa pesadez en el corazón fue al templo.
Sabía que el padre Letan estaría confesando. Lo que no sabía, era que al Padre se le había subido la presión y se había retirado a descansar.
–¿Cuál es la situación hijo? ¿Qué aflige tu corazón? –dijo del otro lado del confesor una voz que le resultó terriblemente familiar. Umi lo sopesó y tal vez con esta confesión su corazón descansaría.
–No siento las cosas que debería de sentir – contestó Umi tratando de controlar en llanto.
–Dime hija, que aflige tu corazón –comentó con voz cortada, sabía perfectamente que era Umi del otro lado del confesionario.
–Cuando mi prometido me toca, quisiera que fuera otra persona, cuando me besa, pienso en otra persona. Ahora que está lejos, no lo he extrañado, creo que ya no lo amo –y se soltó a llorar.
–Cuando hablas de tocar ¿te refieres a algo íntimo? –preguntó con voz ahogada.
–Sí, desde hace meses me siento así –confesó aún más ahogada en llanto. Para Clef su corazón se rompió.
—Dime algo, esa persona en la que piensa ¿te corresponde? —preguntó con la respiración acelerada.
—No padre, su vocación es otra, hace años me abandono y no supe de él hasta hace poco —dijo sensible y reflexiva. S le bajo la presión por la confesión y sintió que se desmayaría. Estaba a punto de responderle cuando Umi lo interrumpió—No necesita decirme nada padre de verdad, creo que ahora entendido la vocación, la vocación de servir a Dios, fui muy tonta mucho tiempo, pero ahora veo que malgasto mis energías cuando tengo a un hombre maravilloso a mi lado que no se merece mi traición.
Clef no lo soporto, se sentía sumamente confundido, estaba a punto de salir del confesionario cuando escucho una voz lejana llamar a su amiga.
—¿Escucho eso padre? Ese hombre maravilloso está aquí como lo prometió, el nunca rompe sus promesas ni yo las mías. Volveré a amarlo, lo sé. Gracias por escucharme, solo quería desahogar mi alma—y sin más salió.
No supo cuánto tiempo pasó en el confesionario, si habían sido minutos u horas. Sus ojos desbordados por lágrimas le daban la respuesta. Estaba confundido, la amaba pero también amaba su vocación, la amaba pero había hecho un juramento, no quería perderla pero no era de ella.
—"Es solo un amor platónico, si eso es" —pensaba Umi con convicción, mientras tomaba fuertemente de la mano a Ascot.
—Amor ¿está todo bien? Te vi llorando.
—Sí, solo nervios de la boda, eso es todo —mintió para no preocuparlo.
—Ya falta un mes, estoy muy emocionado —dijo mientras la tomaba de la cintura y la acercaba a él.
—Sí, yo también —dijo con una sonrisa falsa mientras que en su mente trataba de enterrar ese sentimiento por siempre.
