Aclaración: cualquier similitud con otra historia o la vida real (lo cual es muy improbable) es pura coincidencia.

Importante: Los personajes de esta historia no me pertenecen, son de Masashi Kishimoto. Yo sólo los utilizo para escribir, sin ánimo de lucro de por medio. No obstante, el contenido de este fic es completamente de mi autoría.


Viaje

by

LadyShizu

Capítulo I: Ruta.

Frotó el dorso de su mano sobre la frente, quitándose el sudor. El sol quemaba y no había nube en el cielo. Ni una.

Bufó.

Todo esto era culpa de su estúpido mejor amigo, su falta de seriedad y despiste los había arrastrado a esa terriblemente abrupta situación. Con una llanta pinchada, en medio de una carretera desolada y con un día particularmente caliente, su humor no podía estar más por los suelos.

Claro que no.

—¿Cuánto más, Usuratonkachi? —con fastidio y tapándose el sol con una mano, giró el cuerpo hacia atrás para ver al otro cambiar la rueda.

—Ya falta poco —respondió en un jadeo de cansancio y esfuerzo. Levantó la mirada para reprochar lo siguiente—: pero no me molestaría un poco de ayuda, ¿sabes?

Y, tal vez, Sasuke le habría ayudado de no ser que todo eso era su culpa. Y cómo toda respuesta pronunció un ronco «Nh», más no movió un solo músculo.

Hace poco más de tres horas, estaban en casa de Naruto. Como siempre, se había quedado dormido luego de haber pasado una noche loca fuera de casa, celebrando su primera semana de vacaciones laborales. Y Sasuke tuvo que ir por él porque la hora del vuelo se acercaba y aquel no daba señales de vida.

No podría decir en cuántos minutos arregló y empacó el vestuario que llevaría Naruto durante la fiesta a la que debían asistir, pero estaba seguro de que no fueron más de cuarenta minutos; incluidos el pequeño plus de que había tenido que meterlo a patadas a la ducha para quitarle el hedor a alcohol y aminorar la borrachera, más la parada de emergencia a una farmacia para comprarle un analgésico y antiácido. Todo, por supuesto, se lo cobraría muy caro, después.

Ahora, lo peor no era eso, sino que por todo el tiempo perdido recibió la peor noticia de todas: su avión ya había despegado y no había vacantes a ese destino sino hasta el siguiente día. Como si fuera poco, era sábado y el cumpleaños de Itachi era esa misma noche y se celebraría en el hotel Palace, reservado desde hace más de cuatro meses.

Sin vuelos hasta el siguiente día, tuvo que tomar una difícil decisión: conducir. La real inconveniencia de ese punto extremo era que Sasuke había llevado su automóvil al mecánico porque un ebrio lunático lo había chocado, provocando importantes abolladuras. Él salió con poco más de algunas raspaduras y una herida más grande, la única seria y que aún debía curar cada cierto tiempo, pero, finalmente, ileso comparado con su vehículo. Como consecuencia, viajarían en el automóvil de Naruto, y aunque Sasuke odiara manejar un auto que no fuera el suyo, con Naruto en condiciones no aptas para conducir, tuvo que hacerlo él hasta que tuvo plena seguridad de que su tonto amigo ya estaba en perfectas condiciones.

Y a unos pocos kilómetros, la llanta reventó.

Volvió a bufar, levantando la mirada al cielo exageradamente azul. Demasiado azul, de hecho. Muy parecido al tono de cierto par de ojos que ahora le miraban fijamente.

—¿Ya terminaste? —le cuestionó con fastidio, y Naruto rodó los ojos mientras se limpiaba las manos.

Continuaron el recorrido en silencio. Sasuke miraba por la ventana abierta y uno de sus brazos colgaba de ella. Naruto conducía con una sola mano y estaba reclinado hacia atrás en el asiento. En medio de una desolada carretera no había preocupación de coque o algún otro accidente, mas que el hecho de que Naruto se durmiera o algo peor mientras conducía, pero eso Sasuke lo veía remotamente lejos de la realidad.

Y otra vez, un inconveniente.

Sasuke llegó a admirar la voluntad de Naruto en ayudar a TODO el mundo; pero ahora, la odiaba profundamente. Y es que si no fuera por esa maldita buena voluntad, Sasuke jamás, pero jamás, habría detenido el vehículo para ayudar a esa pareja que estaba varada a un lado de la carretera.

—¿Qué les pasó? —preguntó Naruto tan pronto bajó del auto. Sasuke permaneció dentro.

—Nos quedamos sin combustible —respondió el hombre, comenzando a explicar su problema—. Tenía repuestos, pero al parecer nos lo robaron en la gasolinera.

—¿En la gasolinera? —confundido, el rubio les miró con una ceja alzada.

—Lo que sucede es que luego de cargar, nos detuvimos por un café en la cafetería. Y nunca pensamos en que podrían habernos robado. —la mujer hacía gestos dramáticos con sus manos. Naruto llevó una mano a su mentón y afirmaba como si analizara a fondo la situación.

—Entiendo…

Y allí es cuando Sasuke comenzó a preocuparse. Sabía muy bien lo que seguía a continuación, por lo que intentó bajar del auto para detenerlo.

Muy tarde.

—No se preocupen, les ayudaremos. —concluyó Naruto, sonriendo anchamente.

Fuera del vehículo, pero no lejos de él; con la mano aún en la manija de la puerta, Sasuke deslizó su otra mano por lo largo de su rostro, desde los mechones de su fleco hasta el mentón.

—¡Muchas gracias, joven!

—Por favor, no me lo agradezcan, mucho menos cuando aún no hemos hecho nada —rió—. Además, con gusto iremos a conseguirles gasolina.

"¿Iremos?"; Sasuke, que había notado los consecuentes verbos en plural, le miró con ojos afilados cuando subían al vehículo, y Naruto sólo le sonrió mientras se alzaba de hombros al prender el motor.

—No debiste hacer eso. —le reclamó. Más no fue suficiente para borrar la sonrisa impresa en los labios del rubio.

—Vamos, Sasuke, no sea tan… —esto último lo acompañó de una risa burlona—. Nadie ha muerto por ayudar a una persona necesitada.

—Claro que sí.

—Pero nosotros, no. —aclaró, sabiendo que la respuesta de Sasuke se basaba en una fidedigna serie de certezas con pruebas incluidas, ya que su padre, Fugaku, era comandante del cuerpo de policía.

—¡Tch!

Discutir con Sasuke era uno de los pasatiempos favoritos de Naruto. Especialmente, porque siempre, de alguna manera, acababa convenciendo a su amigo. Había aprendido a manipularlo, inconscientemente, aunque Sasuke dijera que lo hacía con total intensión. Tal vez, tenía razón. O simplemente, era tan despistado que no se daba cuenta sino hasta que se veía ya arrastrando a Sasuke a otra de sus aventuras.

Así, en silencio, pero no del incómodo, llegaron a la estación de servicio ubicada a un par de kilómetros de aquella pareja. Tan pronto estacionaron, Sasuke bajó del vehículo bufando maldiciones a los pobres necesitados que Naruto prometió ayudar, mientras, éste sonreía negando con la cabeza y cerrando la puerta del piloto. Efectivamente, allí había una cafetería y una tienda de abarrotes.

Naruto observó el lugar al entrar, pero Sasuke caminó directo y sin preámbulo hacia la pareja que brindaba atención al cliente. Habló con ellos sólo lo estrictamente necesario para comprar y, después, jaló del brazo a Naruto, que continuaba absorto en algunas revistas.

Los ojos azules de Naruto estaban prendidos, aunque de reojo, en la bolsa de papas que Sasuke comía mientras que él llenaba los bidones con gasolina. El moreno se hallaba reclinado en el automóvil y correspondía a la mirada que recibía del par de orbes claros. Había clara recriminación en ellos, por lo que sonrió de lado comiendo otro poco más. De hecho, a Sasuke las papas fritas no le gustaban lo suficiente como para comerlas todas, fácilmente podría tener una sola de esas bolsas de las pequeñas por meses, porque nunca llegaría a terminarlas. Ahora mismo, la compró porque sabía que a Naruto le gustaban, y disfrutaba verle desearla, aún más porque no se la daría.

Naruto pagó la gasolina y cuando regresó con Sasuke, tenía en sus manos una de esas mismas bolsas pero de maní. A Sasuke le gustaba el maní, por lo que no pudo evitar mirarle con una ceja alzada y apretar el ceño ante la insistente burla en los ojos azules. Naruto quería guerra.

Si había algo que Naruto no soportaba era ser ignorado, y él era un experto en la materia. Nadie mejor que un Uchiha para fingir desinterés en algo, especialmente cuando se trataba de Sasuke. Con una sonrisa apenas perceptible y mirando por la ventana, comía las papas con gran ayuda de su coca-cola, pues desde hacía muchos minutos atrás deseaba arrojarlas por la ventana. Y Naruto, mirándole de reojo con un mohín de labios, introducía velozmente la mano en la bolsa de maní y se la llevaba a la boca. ¡Él no quería maní, quería papa! Pero debía resistir hasta que Sasuke se rindiera. Y también pasaba el mal trago con una fría coca-cola.

Continuó conduciendo un par de metros más, hasta que no pudo resistir más la tentación. Orilló el vehículo y, ante el asombro de Sasuke, se arrojó sobre éste. Forcejearon entre gritos y reclamos. Sasuke, sabiendo que Naruto hacia eso sólo por sus papas, las mantenía lejos de su alcance, sacando la mano por la ventana. Sonreía y de vez en cuando, reía por la actitud infantil de su amigo. Naruto estaba sobre él; más precisamente, entre sus piernas y regañándolo porque no podía alcanzar su mano que sostenía la bendita bolsa de frituras.

De un movimiento ágil, Naruto estiró el cuerpo apoyándose en el torso de Sasuke. Sin darse cuenta, su mano resbaló hacia el abdomen, donde se encontraba la herida más grande que el Uchiha había recibido en el choque.

—¡Naruto! —gruñó con dolor y furia, doblándose hacia adelante y soltando la bolsa de papas para sujetarse con ambos brazos. Su frente chocó contra el hombro del rubio, que lucía realmente preocupado.

—¡Perdón, perdón! —apoyó una mano en la ventana y la otra intentaba colarse entre los brazos del otro, para ver si había abierto la herida y qué podía hacer de darse el caso—. Déjame ver. ¡Déjame ver, Sasuke! —en otro intento vano de revisarle, movió una pierna golpeándolo en los bajos con la rodilla. Esta vez, sí que estaba desesperado y es que la expresión de dolor en el moreno nunca había sido de tal magnitud.

—¡Cielo santo, no te muevas tanto que duele, Dobe! —le gritó, golpeándolo con un movimiento de hombros. Naruto gimió cuando el hombro derecho del Uchiha le pegó en el rostro, que convenientemente tenía inclinado hacia abajo de tanto intento fallido por descruzarle los brazos.

—¡Lo sé! —estaba desesperado—. Pero si no me dejas… —nuevamente trató de apartar sus brazos para ver si le había lastimado—. ¡Ábrelas, sino no puedo hacer nada!

—Con lo que hiciste es más que suficiente.

Furioso y herido por sus palabras, se incorporó hasta golpearse la cabeza contra el techo de automóvil, le apartó los brazos sujetándole de las muñecas con una mano sobre su cabeza, y con la otra, le levantó la camisa, sacándola de dentro del pantalón. El tiempo que duró la sorpresa en el Uchiha jugó a su favor, también el dolor, pues si Sasuke hubiera estado en sus cinco sentidos le habría golpeado antes de conseguir avanzar tanto. Afortunadamente, Naruto le tenía bien sujeto.

Colar sus manos bajo la prenda fue bastante sencillo, aún cuando Sasuke se removía tanto. Le pidió de la mejor manera que se tranquilizara, y la situación empeoró cuando notó los vendajes alrededor del abdomen manchados ligeramente de carmín. Levantó la vista hacia la camisa y los brazos del Uchiha, y notó que también allí había manchas, aunque más pequeñas y no tan notorias. Y llegó a la conclusión de que todo el berrinche anterior fue porque Sasuke no quería mostrar que su herida se había abierto.

—No pongas esa cara, Dobe. Me harás vomitar.

Pero eso no consiguió levantar el ánimo del rubio. Sus ojos continuaron prendidos en las manchas rojizas y sus dedos temblorosos pronto le hicieron compañía. Sasuke alzó una ceja, siguiendo la dirección de las falanges de Naruto sobre los vendajes. Sinceramente, se veía afligido. Soltando un suspiro, desvió la mirada.

—Te preocupas por nada, Dobe. Ya te había dicho que debes dejar de ser tan sentimentalista.

Sin darse cuenta, había olvidado el dolor en ambas zonas previamente golpeadas por el rubio. Su completa atención estaba en el rostro contraído frente al suyo, y en el roce de las yemas de sus dedos sobre su piel vendada. Le molestaba que Naruto se tomara tan a pecho cosas simples y sin importancia como esas.

—Ya, suéltame —sacudió sus brazos para hacerle saber que comenzaban a dolerle la posición, porque no lo diría abiertamente—. Vamos a dejar la gasolina a esas personas, que te devuelvan el dinero que gastaste y buscaremos un hostal donde pueda curarme. Ya quita esa cara de preocupación.

Naruto afirmó, mirándole con conmiseración. Y no fue hasta que escucharon voces al lado que desviaron sus miradas a la ventana; Sasuke giró el rostro hacia atrás, y Naruto sólo alzó el suyo un poco. En la carretera, detenidos a un lado de su vehículo, había una camioneta de gran tamaño llena de jóvenes que los miraban. En la parte de atrás había tres mujeres con poca ropa y dos jóvenes sin camiseta, en los asientos delanteros, una pareja, en igual condiciones.

—Oh, cielos —comentó una de ellas, con expresión desilusionada—. Tan guapos… ¡Qué desperdicio!

—Pero es que no entiendo ni un poco a este tipo de hombres, ¿cómo no les gustan mujeres como esta? —enfatizó uno de los jóvenes, alzando de la cintura a una hermosa rubia, que comenzó a reír por el halago.

—Déjalos —el conductor sonreía, y acompañó sus palabras con un leve golpe a la puerta de su camioneta—. ¡Ey, amigos! Cerca de aquí, a unos cuantos kilómetros por esa dirección —señaló la dirección contraria a la que ambos se dirigían—, hay un motel de muy buena calidad —indicó tras ver el modelo de vehículo del rubio—. Como la carretera es lineal la hallaran de inmediato —dicho esto, pisó el acelerador—. ¡Suerte!

A lo lejos, aún escuchaban las carcajadas de ese grupo particular. Y la mención de que el hermano del conductor era gay.

¿Gay? ¿Qué tenía eso que ver con…?

Ambos se miraron con duda y sólo entonces, cayeron en cuenta de la vergonzosa situación. Naruto aún sostenía ambas muñecas de Sasuke y su otra mano aún estaba en su torso descubierto. También, notaron finalmente, la postura en la que se encontraban, que no dejaba nada a la imaginación, dando por hecho un penoso malentendido. Naruto se sonrojó y apartó tan bruscamente que acabó golpeándose duro contra el techo. Sasuke maldijo no poder ocultar su vergüenza, pero no por eso actuó arrebatadamente como el rubio. Masajeó sus adoloridas muñecas, mientras Naruto se apartaba esta vez con más cuidado, especialmente para no volver a lastimar al otro. Se incorporaron en sus asientos sin decir una palabra, y en silencio continuaron el recorrido en misma dirección que aquella camioneta y la pareja a la que estaban ayudando.

Continuará…


Notas Finales: El siguiente capítulo lo subiré… mmm… durante el transcurso de la siguiente semana. Tal vez antes. Ya lo meditaré. Jajaja!

Por cierto, no tengo la menor idea de si es así o no en realidad, pero en esta historia a Sasuke le gusta el maní y a Naruto las papas fritas. A mí me gustan ambas —las papas más que el maní—, así que decidí que a ellos también. XD

LadyShizu