Para mí los Slytherin no son completamente negros, sino más bien son una escala de grises. La historia transcurre a finales del sexto curso y de lo que pudo pasar en la sala común de las serpientes mientras Hogwarts era atacado por los mortifagos, todo producto de mis musas.
Sobre los personajes: Dos lienzos en blancos. Aunque se ha escrito mucho sobre Theodore Nott, todo lo que encuentras es ficción y lo poco que se vea en este fic, no es más que eso, un esbozo de mi imaginación. Aun peor: Tracey Davies, quién es prácticamente ignorada por el fandom en español, con algo de vida en el fandom en inglés. Ambos son dos personajes en blanco, que he moldeado según lo que yo pienso que podrían ser en verdad, respetando lo poco o nulo que se sabe de ellos. Son personajes de relleno, ni siquiera secundarios, pero puede que ellos tengan tanta importancia como los protagonistas.
Advertencia: No hay drogas, no hay alcohol y no sueñes con ver un Nott desnudo. No soy rica, ni rubia y mucho menos inglesa, así que nada esto es mío y no gano nada por ello, solo el placer de escribir.
Sin más que decir, espero que disfruten la historia.
Jaque Mate
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¿Blancos o Negros?
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Las piezas de ajedrez parecen relucir ante la mortecina luz que emiten las llamas desde la chimenea, deslizándose por el tablero y cobrando una vida antinatural cuando el sonido de su voz se los ordena. Sus ojos azules siguen la partida con un interés que va más allá de las jugadas, como si ella también fuera un peón atrapada en una guerra donde no existen grises, ni intermedios, solo piezas blancas o negras. Está sola, con la única compañía de su gata, que desde el sillón le observa fijamente con su mirada dorada, y el silencio que le rodea, aquel que anticipa la tormenta.
—Negras: Torre a7 —susurra, aunque su voz resuena en la desierta sala común.
Extraño, cuando el reloj solo marca las once de la noche.
Cierra los ojos involuntariamente cuando la torre negra se devora un caballo blanco y sus restos se esparcen inertes sobre el tablero. Su vieja gata maúlla y le recuerda que debe ser valiente, solo un poco, lo suficiente para no echarse a llorar en su cama, tal cual chiquilla de cinco años. No puede evitarlo, sabiendo que las manecillas del reloj siguen andando, anticipando el fin de una época de aparente calma y el inicio de una no tan clara. Todos los que llevan el verde y plateado en sus uniformes, lo saben. Quizá, por eso, nadie se ha escurrido por las escaleras para una escapada de medianoche, ni se ha quedado charlando más de lo necesario. Solo ella, con su tablero de ajedrez.
—Blancas: Rey d5.
No puede evitar que el rostro de Pansy se dibuje una y otra vez en su mente. Pálido, afligido y carente de aquella expresión altanera tan característica de ella, con sus ojos verdes gritando en silencio, anunciando que algo muy dentro de ella se ha marchitado para nunca más florecer. Ese mismo algo que ahora Tracey siente que está a punto de quebrarse en su interior, al reproducir una y otra vez las palabras de la morena en su cabeza.
—Esta noche no salgan, es peligroso —les había susurrado Pansy, una vez reunidos en la sala común tras la cena.
Hasta Zabini, quién siempre se encontraba dispuesto a desafiar las normas que se le imponían, se ha quedado tranquilo, sentado en un mullido sillón, hasta que el reloj marcó las diez de la noche y se retiró a su habitación. Nadie de su curso la desafío, la advertencia estaba dada y todos los que allí se encontraba, desde la sofisticada Daphne hasta Millicent con su edición de Corazón de Bruja —hasta él, siempre silencioso—, comprendían perfectamente lo que eso significaba. Y cuando las manecillas del reloj indicaron las nueve de la noche sin que Malfoy atravesara la puerta de la sala común, todos ya conocían lo que se avecinaba o al menos se lo imaginaban.
Uno a uno se marcharon, menos ella.
—Negras: c4.
El eco de los pasos acalló las sombras que se habían apoderado de la sala común, rompiendo el silencio en el que se encontraba inmersa y provocando que apartara la mirada del tablero de ajedrez, desviándola hacia el inicio de las escaleras que dirigían a las habitaciones de los chicos, descubriendo que ya no se encontraba tan sola como se pensaba. Theodore Nott la observaba intensamente, ocultando tras una fría mirada las palabras nunca dichas.
Su gata maulló, se desperezo y salto, perdiéndose entre la sombras, seguramente emprendiendo la caza de algún ratón.
Tracey volvió a fijar los ojos en su tablero, sintiendo aun la mirada penetrante de Nott sobre sus hombros, hasta que este pareció cansarse, se adentró en la sala y se dejó caer en el sofá de dos plazas cerca de ella. Los brazos cruzados tras la nuca, la mirada pérdida en algún punto en el techo, las piernas extendidas a todo su largo y su mente muy lejos de ahí.
Al menos no era la única en vela.
—Blancas: Rey e5.
Cuando el Sombrero Seleccionador le mando a Slytherin, supo al instante que no se había equivocado. Aunque era una mestiza, hija de una sangre sucia y el respetable hijo de una familia de sangres limpias, había luchado con uñas y dientes, abriéndose paso hasta encontrar su lugar, encajando en aquel nido de serpientes de una forma un tanto retorcida y un poco vil.
Su madre había muerto en pleno parto, hecho que su padre nunca le había llegado a perdonar. Aunque nunca lo mencionara, no era necesario; solo bastaba con captar la forma en que la observaba, culpándola bajo capas y capas de un falso cariño. Quizá, aquella parte de su vida, había moldeado su personalidad egoísta, su ambición personal, sus sonrisas falsas y su capacidad de supervivencia, de prevención, permitiéndole adaptarse al medio que le rodeaba. Uno, que en su caso, estaba plagado de sangre puras o mestizos que renegaban de sus raíces, de serpientes venenosas y miradas afiladas.
Pero ella había triunfado, a bases de sutiles mentiras, sin tener que renegar la herencia de madre; a la cual, día a día se iba pareciendo más y más, como se empeñaba en recordarle el espejo. Aunque no había sido una batalla fácil, no cuando Malfoy, Crabbe y Goyler aún la miraban con recelo, y Daphne y Pansy sobre sus hombros. Pero se había ganado el favor de Millicent, las sonrisas de Zabini y las miradas de Nott. Había ganado, como muchas veces al jugar ajedrez. Pero ahora no sabía muy bien cuales debían ser sus movimientos en esta nueva partida, las bestias en la oscuridad aun le aterraban.
—Negras: Rey e3.
Alzo la vista al sentirse vigilada, encontrándose con los ojos azules de Nott. Alguna vez, Daphne había comentado que no había ojos más fríos que los de Theodore, una mirada hecha de hielo, un muro completamente impenetrable. En aquel momento, ella recordaba haber pensado que eso era falso, los ojos de aquel niño silencioso que pasaba sus tardes en la biblioteca, en algún rincón de su sala común o a orillas del lago, no eran para nada fríos y mucho menos impenetrables, aunque sí misteriosos. Y ahora, en ese instante, Tracey aun piensa lo mismo, como si aquella mirada ocultara más de un secreto que esperaba ser desvelado.
Con todos sus años en Hogwarts, era capaz de contar con los dedos las veces que hubiera cruzado palabra con Nott, siempre inalcanzable. Algunas veces él solía acompañarlas, a Millicent y a ella, a estudiar. Entablando alguna que otra conversación sin importancia con su compañera pero nunca con ella. No es que se quejara, ella tampoco se había interesado en hablarle, no es que lo necesitara. Pero desde hace unos meses para la fecha, eso había cambiado. Tras haberlo descubierto en más de una ocasión observándola, queriéndole decir algo tan solo con una mirada, un algo que ella aun no lograba captar.
Un algo que le gritaba desde sus ojos azules, justo en ese instante.
Cuando las manecillas del reloj apuntaron las doce de la noche, ellos aún se encontraban observándose fijamente, y el primer sonido que desgarro la paz del castillo llegó hasta ellos desde algún lugar lejano.
"Una explosión", pensó Tracey. La tormenta había comenzado.
—Blancas: Rey d6 —dijo, sintiendo como un escalofrío le recorría todo el cuerpo.
Dirigió nuevamente sus ojos al tablero, dándose cuenta de que los peones negros acosaban al rey blanco. El fin de aquella partida estaba cerca, y ella tenía miedo, demasiado, de aquel nuevo juego que estaba a punto de iniciar.
—Ha comenzado…—susurro, más para sí que para su acompañante de vigilia.
—Así es —afirmó Nott, volviendo a perderse en sus pensamientos y dejando que ella fuera presa nuevamente de sus miedos.
Se imaginaba a Pansy en su cama, encogida en sí misma y con los ojos fuertemente cerrado, seguramente aun húmedos por todas esas lagrimas mal contenidas, con el corazón hecho pedazos y los nervios a flor de piel. Aterrada por la posibilidad de no volver a ver a Malfoy nunca más. Daphne seguramente estaría sentada en su lecho, un libro abierto en su regazo sin ser leído y su mente lejos, en su opulenta mansión, donde no había sombras ni monstruos bajo la cama que le pudieran llegar a hacer daño. En cambio, Millicent estaría durmiendo, refugiada en su mundo de mentiras. Esta casi segura de que Crabbe y Goyle están despiertos en su habitación, hablando entusiasmado sobre la misión de Malfoy y lo que podrían conseguir ellos algún día, soñando con un tatuaje en su antebrazo, y a Zabini escuchándolos desde su cama, sin decir nada. Todos presas del miedo y la excitación causada por el cambio inminente, o acobijados en sus camas por la falsa seguridad.
— ¿Y a ti? —Pregunta, encarando a Nott desde su asiento— ¿Qué te mantiene despierto
—Lo mismo que a ti —responde, tras haberse tomado su tiempo —La incertidumbre de no saber qué nueva jugada he de usar ahora —Tracey asintió, comprendiéndolo.
—Blancos o negros ¿Quién ganara? —Lanza la pregunta al vacío, sin esperar respuesta alguna.
— ¿A qué bando le apuestas? —pregunta Nott, tras unos segundos en silencio. Cerrando los ojos, permitiéndose escuchar la cacofonía causada por una batalla lejana.
—En este momento: al negro —responde, poniéndose de pie —Negras: Rey e4, Jaque Mate.
El Rey Blanco deja caer su espada, ha perdido.
Tracey cree haber escuchado un grito lejano, pero lo adjudica a su imaginación. Se acerca lentamente al sillón, las piernas le tiemblan y un nudo en la garganta le corta a respiración. Nott le hace espacio sin mediar palabra y ella no duda en recostarse a su lado, junto a él, sin decir nada. No lo necesitan, ambos se comprenden mejor en silencio, justo como los monstruos que se ocultan en la sombras.
Escucha maullar a su gata en algún lugar, seguramente ha logrado atrapar a su presa.
— ¿Sabes que soy mestiza? —pregunta, acercándose mucho más a Nott y posando su cabeza en el pecho del chico.
—Sí, lo sé —responde, sin siquiera dirigirle una mirada. A ella no le importa.
— ¿Entonces, por qué?
—Porque ambos somos iguales, dos serpientes más atrapadas en este nido —dice Nott, y Tracey siente que no necesita más de él.
—Daphne me va a matar —comenta, logrando que una media sonrisa se dibuje en el rostro del chico—. O quién sabe, quizá sea alguien más.
—No, no lo harán —susurra, una promesa implícita que le calma momentáneamente—. No les dejare.
Después de todo, a la mañana siguiente el mundo será distinto. La tormenta ha iniciado y ella sabe muy bien que su seguridad depende del joven que está a su lado, el único sangre pura que está dispuesto a protegerla de los monstruos que le esperan en la oscuridad. Se lo ha prometido, su jugada perfecta.
Jaque Mate.
Nota: No espero mucho, pero si te tomaste tú tiempo para leerlo y lo disfrutaste o no, no sería mala idea que lo comentaras.
Un Review, un autora feliz.
¡Besos!
:)
Editado: 13/10/2018
