(Spanish translation by damita118. ALL HAIL DAMITA118)
Ok, mentí. Hay algo del universo de los comics, pero este AU está mayormente ubicado en el universo cinematográfico. He dividido esta historia en cuatro partes: Prologo, acto 1, acto 2 y acto 3. Cada acto es demasiado intenso para ser dividido en capítulos, en mi opinión, de modo que están posteados como una sola obra.
¡Disfruten!
PROLOGO: Un Fin y un Comienzo
Magda Lehnsherr era feliz. Estaba viviendo su sueño de la niñez: una hija saludable, un techo sobre sus cabezas, y un matrimonio con un hombre que amaba. Incluso mejor –ya no vivía con el miedo de que los Nazis algún día alejaran a su familia con sus caprichos sádicos.
Anya, de cinco años estaba meciendo sus cortas piernas contra la silla de la cocina, cantando suavemente y pintando con viejas acuarelas. La silla rechinaba mientras la niña se movía porque en efecto, todo en esta casa era viejo. De hecho, la casa ucraniana en si era vieja, pero Magda adoraba su encanto. Su pequeña escala era perfecta para la familia Lehnsherr, de tres.
Pero no por mucho tiempo más, Magda pensó para sí misma mientras cariñosamente acariciaba su levemente hinchado vientre. Magda sonrió anticipando lo que estaba por venir. Era esta noche en la que ella le diría a Erik las buenas noticias –otro bebé estaría uniéndose a su familia en unos pocos meses.
¡Knock! ¡Knock! ¡Knock!
Magda levantó la mirada en sorpresa, no esperaba ningún visitante. A través de la ventana, en su angosta puerta frontal, pudo ver al Apóstol Melnyk impacientemente checando dentro de la casa. Con el ceño fruncido dejó a Anya para abrir la puerta.
"Magda, ¿Max está aquí?" Urgió el apóstol en ucraniano tan pronto como la puerta estaba abierta. No esperó una respuesta entrando a la casa y viendo alrededor con impaciencia.
Magda frunció el ceño ante su falta de modales, pero su preocupación por Erik (conocido por la gente del pueblo como Max) era más abrumadora. "No, aún está en la fábrica"
El apóstol sacudió su cabeza tomando su gorra entre sus manos. "Salió de allí temprano. Fue a ver al jefe y después salió del lugar. ¡El jefe llamó a la policía Magda! No quieren hablar de lo que pasó. ¡Dicen que Max es peligroso Magda!
Magda palideció, fácilmente llenando los vacíos de la historia del Apóstol.
"¿Mamá?" Anya se paró de la mesa. Curiosamente miraba al Señor. Melnyk.
"¿Sabe dónde podría estar Max?" Preguntó Magda ansiosamente, mientras caminaba alrededor de la cocina, sacando tres pasaportes fuera de una gaveta y colocándolos dentro de los bolsillos de su falda.
El apóstol sacudió su cabeza, aún apretaba su gorra. "No, pero ellos están buscándolo Magda. Deberías…"
"Gracias apóstol" respondió cortamente, sacando una faja de dinero escondida en la parte trasera de una gaveta en la cocina. Lo puso en su falda también antes de voltearse para ver a Anya.
"¿Mamá?" La niña preguntó viéndola con grandes ojos café. "¿Qué pasa con papá?
Magda sacudió su cabeza y acarició el corto cabello marrón de su hija. "No pasa nada cariño. Papá va a estar aquí pronto"
Anya frunció el ceño pero regresó a sus acuarelas.
"Deben irse" Dijo el Apóstol suavemente, echando un vistazo a la pequeña Anya. "Ustedes tres ya no están a salvo aquí"
Magda asintió levemente antes de arrodillarse frente a su hija. "Anya, necesito que vayas a tu cuarto. Espera que papá o yo vengamos a recogerte, ¿De acuerdo?"
Anya pareció molestarse levemente. Nunca antes la habían dejado sola- "¿A dónde irás?
"Tengo que encontrar a papá" replicó calmadamente, incluso cuando sus nervios amenazaban con salírsele por la garganta. "No voy a ir lejos, solo al inicio del bosque."
"Yo iré a buscarlo en la ciudad" Ofreció el apóstol saliendo de la casa. Magda asintió con agradecimiento mientras él le dirigió un asentimiento igual antes de salir de la propiedad.
"No quiero que te vayas", Suplicó Anya temerosamente aferrándose a la manga de su madre.
"Regresaré en seguida" Prometió Magda, tomando las pequeñas manos entre las suyas. "Ve arriba y no vayas a abrir a menos que sea yo o Papa."
El labio inferior de Anya tembló pero se levantó de la silla obedientemente, Magda la encaminó a las escaleras de madera y la niña subió lentamente hacia su habitación.
Tan pronto como escuchó el clic de la puerta de Anya cerrándose, Magda corrió hacia el bosque.
No había sido mucho tiempo. Magda había estado esperando a la orilla del bosque por una media hora cuando Erik finalmente apareció a la vista.
"¿Magda?" La vio dubitativo. Sostenía un cuaderno forrado de piel en una de sus manos.
"¿Erik, que pasó?" Le exigió. Lo vio con alivio notando que no estaba herido. "El apóstol vino a la casa y dijo que la policía está detrás de ti."
Erik tensó la mandíbula y la rodeó con uno de sus brazos. "No pasó nada. Usé mis poderes en la fábrica y ahora los hombres están asustados" Trató de guiarla por el bosque hacia su casa pero ella se apartó.
"¿Paro porque la policía?" Demandó "¿Alguien salió herido?"
Erik frunció el ceño y sacudió su cabeza. "Ellos no lo entienden, de modo que quieren controlarlo. Pero no tenemos nada que temer Magda; no hemos hecho nada malo."
Magda escudriño sus ojos y solo encontró verdad en ellos. Se dejó caer contra su pecho mientras él la abrazaba con fuerza. "Oh Erik, ¿Por qué siempre tenemos que vivir con miedo?"
Erik brevemente descansó su quijada sobre su cabeza "No siempre será así Magda"
Con un suspiro preocupado Magda retrocedió.
Erik consternado vio alrededor de su esposa. "¿Dónde está Anya?
Entonces el olor los golpeó: madera vieja quemándose.
Humo.
Cruzaron una mirada de pánico antes de correr a través de los árboles, forzándose a ir tan rápido como sus piernas pudieran llevarlos. El olor a quemado golpeaba sus sentidos cada vez más fuerte mientras se acercaban a la casa.
"¡Anya!" Gritó Magda desesperadamente cuando alcanzaron la estructura de madera. Todo el primer piso estaba en llamas, y el humo cubría el segundo piso.
"¡Anya!" Gritó Erik mientras alcanzaba la puerta frontal. Con sus poderes giró el metal caliente de la manecilla y se adentró a la casa. Cubrió sus ojos de las llamas y atravesó el espeso humo con la vista sin encontrar ningún signo de su hija "¡Anya!"
Magda lo seguía de cerca. "¡La dejé en su habitación!"
"¡Papa…!" El llanto de la niña era muy leve, ahogado por los rugidos del fuego.
La única vía hacia arriba eran las angostas gradas. El pasillo hacia ellas estaba totalmente envuelto en llamas. Aun así, Erik se adentró al calor en busca de su hija.
CRACK. Una gran viga quemándose se desprendió del techo directamente hacia Erik y Magda. Magda solamente tuvo tiempo para gritar antes de sentir –Nada. Magda parpadeó a través del humo en sorpresa. La viga había rebotado en una especie de campo de fuerza rodeándoles. Erik vio sus manos con absoluta sorpresa mientras la viga cayó a su lado.
"¿Erik?" Magda le preguntó, mientras veía sus aparentemente normales manos. ¿Cómo había hecho eso su esposo? La viga no era siquiera de metal.
"¡MAX EISENDARDT!" El grito venía de la puerta de entrada, y la pareja se giró con miedo. Un oficial de policía entraba a la casa, otros tres oficiales flanqueándolo. Aun en estupor, Erik fue tomado por el policía y llevado lejos de la escalera en llamas "Está bajo arresto por atacar…"
"¡NO!" Gritó Erik luchando contra el hombre "¡Mi hija! ¡Por favor!" Otro policía se unió a su camarada para forzar al mutante lejos de la casa.
"¡No por favor!" Magda suplicaba mientras un tercer policía se acercaba para sacarla de la casa en llamas. Ella luchó pero el hombre la alejó igualmente.
"¡Papa!" Anya gritó desde el segundo nivel de la casa. "¡Mama, Papa!" Mientras Erik era derribado al polvo en frente de su casa, podía ver a la pequeña Anya gritando en la ventana del segundo nivel.
"¡Déjenme salvarla!" Erik suplicó en pánico. Rabia, miedo y desesperación lo inundaron, mientras sus ojos se fijaban en la pequeña niña atrapada de una manera tan cruel y dolorosa. "¡Por favor! ¡Ayuden a mi hija!"
Un policía pateo a Erik en la cara, tirando uno de sus dientes al polvo. "¡Nadie va a arriesgar su vida por la hija de alguien que es un enemigo del estado!"
"¡Por favor!" Magda gritaba llorando, aferrándose al uniforme de uno de los policías. "¡Mi Anya, por favor ayuden…!" El policía la agarró de las muñecas y la tiró al suelo. Su cabeza golpeó una raíz con un golpe sólido y Magda se desmayó al instante.
"¡PAPA!" Los fritos de Anya crecían en desesperación y miedo.
Erik veía entre su desvanecida esposa y su hija casi quemándose. Trató de levantarse y alejarse del policía con un grito frustrado y el metal del uniforme de los hombres tembló.
Con sus mugrosas botas los tres policías sostuvieron su cara pegada al suelo. Uno pateó su costado mientras otro luchaba para colocarle esposas en las muñecas.
"¡PAPA! ¡PAPA!" Los gritos de Anya crecían tortuosos y desesperados. Erik no podía hacer nada además de escucharlos con lágrimas corriendo por sus mejillas. Los gritos se convertían tortuosamente en alaridos de agonía, elevándose en intensidad y perdiendo toda forma de palabras. Y luego se detuvieron.
Erik estaba temblando. Las lágrimas fluían libremente a través de su rostro mientras la idea de su pequeña niña siendo devorada por las llamas consumía su mente. Estos bastardos la habían dejado morir. Esos bastardos posiblemente habían empezado ellos mismos el incendio.
Y ellos. Iban. A pagar.
Las piezas de metal en los cinturones de los hombres empezaron a contraerse. Los botones de sus uniformes empezaron a sacudirse. Los policías se vieron entre sí con miedo, y luego sus armas empezaron a vibrar.
Los tres se alejaron de Erik, y el cuarto se alejó del cuerpo de Magda. Pero fue muy tarde para ellos.
Erik se sentía absolutamente vacío. No tenía nada más que sentir. Pero en los recovecos del borde oscuro de su alma un odio parpadeó a la vida. Un odio que lo estaba quemando vivo. Justo como esos hombres habían hecho con su pequeña.
Las esposas de sus muñecas se abrieron de repente cayendo al polvo vibrando con todo el resto del metal mientras Erik se levantaba del suelo y se ponía de pie. Con ojos muertos y el rostro sucio por lágrimas y polvo, Erik vio fijamente a los policías.
"¡Quédate abajo!" Uno de ellos le ordenó, sacando su arma y apuntándole al mutante. El arma se sacudió, quizá por la furia de Erik o por el mido del hombre. Quizá por ambos.
Los otros tres sacaron sus propias armas, atemorizados, listos para disparar.
Erik los vio con ojos vacíos. No había punto en ningún discurso dramático con estos hombres. Sería como tratar de regañar a un perro por un error que cometió hace horas; son demasiado pequeños de mente para conectar el significado de la reprimenda. Estos Homo sapiens jamás podrían comprender lo que hicieron.
Así que Erik Lehnsherr volteó las armas de los cuatro hombres aún en sus manos. Ellos vieron en un terror mudo como los barriles les encararon, y vieron también como se gatillaron.
Cuatro armas disparadas por un solo hombre.
Los policías cayeron fulminados al suelo, y Erik se mantuvo allí. Parado en el bosque. Esos hombres merecían morir, y lo hicieron. Pero Erik aún no se sentía ni un poco mejor.
Se giró y vio su hogar colapsando consumido por las llamas. En algún lugar, en esa estructura desintegrándose, la carita de su hija estaba siendo consumida a cenizas.
Ya no había una razón para vivir.
Un gemido suave atrajo la atención de Erik. Notó que Magda estaba con dificultad levantándose del suelo.
"¿Magda?" Dijo Erik cayendo en sus rodillas a su lado. La envolvió con sus brazos mientras ella parpadeaba en confusión.
"¿Anya…?" Ella buscó en el rostro de su esposo e inmediatamente encontró la respuesta. Su labio inferior tembló y lentamente sacudió su cabeza.
La expresión de Erik cayó en desesperación mientras se aferraba más a ella. La meció mientras ella sollozaba, y agradeció a Dios que no había quedado completamente solo en esta situación. Magda era la única persona que le quedaba en esta tierra.
Eventualmente, el fuego había acabado con el hogar de la familia Lehnsherr. Chispas parpadeaban sobre las cenizas atrayendo la atención de Erik de vuelta al presente.
"Magda tenemos que irnos" Dijo Erik. Le ayudó a sentarse, mientras ella veía alrededor en desolación.
Hasta que sus ojos aterrizaron en los cuatro cadáveres a pocos pies de ellos. Los vio fijamente hasta que logró devolver la vista a su esposo. "Erik…"
"No los veas," Dijo Erik bruscamente. "No merecen que los veas"
Magda lentamente sacudió su cabeza mientras alejaba sus manos de las de él. "Tu… ¿Los mataste?"
Erik no mostro remordimiento. "Ellos dejaron morir a Anya. Quisiera que ellos se quemaran como ella"
Magda dio un paso tembloroso hacia atrás, compartiendo su mirada entre los hombres sin vida y su esposo… "Tu usaste tus poderes… para mater personas"
Erik estaba inamovible "No merecían nada más"
Magda tropezó hacia atrás, y Erik se acercó a ella. Inmediatamente, levantó las manos en defensa y se apartó de él. Erik se quedó quieto, pero estaba horrorizado por su reacción.
"Tú no eres el hombre que yo conozco," dijo en pánico. Se alejó más de él. "Tú no eres el hombre que yo amo"
Tomó todo lo que Erik tenía para no acercarse a ella y abrazarla a la fuerza: ella era lo único que le quedaba en el mundo. "Magda, lo hice por Anya."
Las lágrimas se agolparon en los ojos de Magda mientras se alejaba a rastras. "Eres un monstruo. Ningún hombre sería capaz de cometer un acto como este por compasión a causa de su hija" Con esas palabras finales Magda se levantó y corrió a través de los bosques.
"¡Magda!" Erik llamó colapsando contra el tronco de un árbol. "¡¿A dónde vas?!" El cabello marrón de Magda fue lo último que vio, al mismo tiempo que sus frías palabras se enterraban en su pecho.
"¡MAGDA!"
FEBRERO 1957, Alexandria, Virginia
Magda Lehnsherr (Ahora ciudadana de Estados Unidos Magda Maximoff) había enfrentado nada más que meses de desesperación. Había sido difícil migrar a los Estados Unidos, un lugar que prometía libertad cuando ella se sería particularmente contrita por las circunstancias. Había sido más difícil encontrar un lugar para vivir. Había sido incluso más difícil encontrar suficiente comida para comer.
Magda no podía recordar lo que se sentía ser realmente feliz.
Hasta el 24 de febrero de 1957. En Alexandria, Virginia, a las 2:42 a.m., Magda Maximoff dio a luz a un saludable niño.
Su llanto inundó el servicio de partos, inundó también a su madre con alivio y antelación. El doctor trajo a su hijo con una sonrisa, y ella con agradecimiento acunó al pequeño ser humano cerca de su pecho.
Ella había estado pensando en nombres durante meses, preguntándose si debería nombrar al bebe de alguna manera conmemorando a su hermana fallecida. Pero ahora, viendo sus ojos marrones, sabía que el nombre que merecía era el que habían escogido Erik y ella si Anya hubiera sido un niño.
"Pietro" arrulló suavemente. El bebé hizo ruiditos a manera de aceptación y cerró sus pequeños ojos. Magda sonrió.
Pietro era el nombre de su hijo, incluso cuando planeaba llamarlo Peter, en el ojo público de los americanos. Se sentía bien, hasta que le alcanzaron el certificado de nacimiento.
Con un bebé en el hueco de su brazo izquierdo, la mano derecha de Magda apretaba el lapicero sobre el documento de suma importancia. ¿Nombre del padre? La pluma trazó en el aire antes de escribir "Erik Lehnsherr"
¿Nombre de la Madre? Apretó la pluma mientras pensaba. Dios, ella ni siquiera sabía su propio nombre. Cuando era muy joven, sus padres habían sido asesinados en un campo de concentración; ella nunca había usado un nombre de soltera. De modo que, ¿Lehnsherr o Máximoff? Dudó antes de decidir que "Magda Maximoff" había dado a luz a este bebé.
¿Nombre del niño? Pietro… El bolígrafo se detuvo. ¿Sería un Maximoff o un Lehnsherr? Su padre era un Lehnsherr. Pero su padre no estaba presente… Magda trajo el bolígrafo de vuelta y terminó el nombre con un "Django Maximoff"
Con el nacimiento de su hijo, Magda había revivido.
ABRIL 1959, Alexandria, Virginia
Desafortunadamente el mundo seguía desmoronándose en los bordes incluso si Magda ahora tenía alguien con quien compartirlo.
Con un suspiro, Magda colocó el periódico en la mesa de la cocina. MUTANTE ATACA EN BAR EN NUEVA YORK. Declaraba el titular. Debajo de este, había una borrosa, y lejana fotografía que solo Magda podía identificar, y no era la primera vez que sus ojos lo veían en los años recientes. Mientras Magda inmigró a los Estados Unidos para tener una mejor vida para su hijo, Erik había venido al país buscando venganza. Los hombres en el bosque no habían sido suficiente para su baño de sangre.
Pero está intentando destruir a los Nazis… El sub consciente de Magda le recordó. Ella suspiró y puso el periódico lejos. Aunque algunos transeúntes habían sido asesinados, era obvio que el mutante manipulador de metal estaba apuntándole a los villanos de la Segunda Guerra Mundial.
En días como estos ella deseaba haber migrado de vuelta a Polonia en vez de a este país.
"¡Maaaa!"
La atención de Magda se volvió hacia su hijo. Estaba sentado en la alfombra, apretando dos pequeños trenes en sus puñitos regordetes. Vio a su madre y gritó otra vez.
"Vamos Peter" dijo ella mientras levantaba al pequeño en sus brazos. "¿Tienes hambre mi niño?" Sonrió al ser envuelta por los cortos brazos de su hijo en su cuello. Suavemente acarició su corto y gris cabello.
El cabello había sido impresionante al inicio. Ella gastó todo el dinero que pudo en varias visitas al doctor para que diagnosticaran la razón del color plata. Y aunque el dinero fue gastado, sus temores fueron calmados; su hijo simplemente era especial (y muy saludable).
Magda lo colocó en su silla alta y colocó un sándwich de mantequilla de maní y jalea frente a él. Al tratar de alimentarlo, Peter volteaba su cabecita lejos del sándwich y fruncía el ceño.
"Vamos Peter" ella le animaba "Sé que estas hambriento…" Y ese sándwich era casi lo último de su comida.
Peter se quejó mientras alejaba su cabeza del sándwich "¡No!"
Magda retrocedió a una de las sillas de la cocina y dejó caer el sándwich. "No" era definitivamente la palabra favorita de Peter últimamente, y él se reusaba a comer casi cualquier cosa, excepto Twinkies y pastelillos de Hostess. Magda se pasó una mano por la frente odiándose a ella misma por haberle presentado a su hijo los aparentemente adictivos postres de Hostess.
Necesitaba alimentar a Peter, llevarlo con la vecina y encaminarse a su turno nocturno. ¿Y sería mucho pedir que su eterno dolor de cabeza desapareciera? Con un suspiro y renovada determinación de darle a su hijo el sándwich, se frotó la nariz con una mano.
Y bajó la mano manchada de escarlata.
MARZO 1959, North Salem, Nueva York
El pasado año Magda se sintió como un embudo. Un embudo de opciones cada vez más reducidas.
Todo había iniciado con las hemorragias nasales y dolores de cabeza; ¿ignorarlo o ver un doctor? Pero solo eran hemorragias y dolores de cabeza. Todo mundo tiene de esos, además, Magda no tenía el dinero para ver a un doctor.
A causa de que ella lo ignoró, las hemorragias fueron más seguidas, y los dolores de cabeza más fuertes. No tuvo opción entonces: tuvo que ver a un profesional. Y él le ofreció su diagnóstico: Cáncer cerebral. Y le ofrecieron una opción: vivir con ello (tanto tiempo como pudiera) o tratar de luchar con un procedimiento nuevo y radical llamado quimioterapia.
Pero Magda no tenía el dinero para tratar con medicinas y tratamientos experimentales. De modo que decidió que podía vivir con ello; ellos no le dijeron cuanto tiempo tenía, así que tal vez podría tener una buena y larga vida sin tratamiento.
Pero la vida es cruel, y la suya era sádica. Unos pocos meses después de su decisión de existir con las hemorragias y el dolor, se desmayó en el trabajo. Fue llevada al hospital donde le ofrecieron un pronóstico más exacto. Menos de un año de vida.
Dos aterradoras opciones le fueron presentadas: encontrar algún familiar para que cuidara de Peter, o alguna pareja que lo adoptara. Ambas opciones quebraban su alma. Ella quería cuidar de su hijo. Ella amaba a Pietro. Pero a la vida no le importaba qué diablos quería ella; Peter iba a ser un huérfano en menos de un años, fuera que a ella le gustara o no.
Una familia linda y normal podría cuidar de su hijo. Podrían ser capaces de ofrecerle todo lo que ella nunca pudo. Pero Pietro Maximoff no era para una pareja linda y normal. Tenía cabello plateado y su padre era un mutante poderoso. Siempre estaba la posibilidad de que Peter fuera un mutante, y entonces, la linda y normal pareja lo pondría en la calle.
Magda no tenía ninguna familia: todos habían sido asesinados en Polonia. Erik no tenía ninguna familia; todos habían sido asesinados en Polonia. Lo que dejaba a un único posible candidato para criar al joven Peter…
La vida era tan condenadamente cruel.
Magda trató de encontrar a Erik Lehnsherr, pero era escurridizo. La única forma que pudo pensar para rastrearlo era seguir el rastro que dejaba: la caza de los Nazis. Mientras la venganza podría ser satisfactoria, parecía también un riesgo, especialmente cuando ella cargaba un hijo de tres años con ella.
Y luego el periódico había traído una especia de gracia salvadora; MUTANTES: EXPLICADOS. El artículo había sido escrito por el Doctor Genetista Charles Xavier, quien tenía el centro de operación de sus estudios en su mansión en North Salem, Nueva York. Este Dr. Xavier mencionaba tener perspicacia aguda en mutantes como nadie había visto nunca antes.
Era difícilmente una opción a este punto: lograr que el Dr. Xavier la ayudara a encontrar a Erik o morir intentando. Magda Maximoff empacó todo lo que quería conservar, vendió el resto y usó cada centavo que tenía para viajar con su hijo a North Salem NY.
"¿Mamá, qué estamos haciendo aquí?" Preguntó el pequeño Peter viendo las enormes puertas a la mansión.
Magda sostuvo a su hijo más alto en su cadera, dos bolsas de viaje en su otro brazo. "Vamos a conocer a alguien Peter" Magda vio alrededor de los extensos campos que rodeaban la mansión más allá de las puertas. Las puertas ligeramente entreabiertas…
Magda entró a través de las puertas y apenas llegó a las enormes puertas de madera. (Cargar dos bolsas de viaje y un niño eran demasiado en un cuerpo convaleciente)
"¿A quién vamos a conocer?" Peter inquirió, jugando con las puntas de su cabello.
"Solo espera y verás, Pietro" dijo ella con dificultad para respirar. Estaba exhausta de veras. Levantó su puño y tocó la puerta tres veces.
Luego de un sólido y tenso minuto esperando (y practicando lo que diría), la puerta finalmente se abrió. Un hombre de casi treinta apareció analizando su presencia.
"Oh" dejó escapar ella cuando el hombre abrió "¿Dr. Charles Xavier?"
El hombre la vio confundido. "si"
"Oh" dijo ella. "Usted es mucho más joven de lo que me imaginé. Bueno no había una fotografía suya, así que…"
Charles se asomó a través de ella para echar un vistazo a las puertas entre abiertas de la reja. "Lo lamento ¿Nos conocemos?
Magda parpadeó en sorpresa y se sonrojó. "Oh, sí. Quiero decir, no. Nosotros, uh, nosotros no nos conocemos. Pero yo leí sobre usted en el periódico. Y estaba esperando que pudiera ayudarme" Sus ojos demostraban a gritos la desesperación que se amontonaba en su pecho.
Charles echó un último vistazo al portón abierto antes de abrir totalmente la puerta para ella. "Por favor, entre"
Magda se apresuró a obedecer, y siguió a Charles hacia un recibidor.
"Por favor, tome asiento, Señora…" Se detuvo, dándose cuenta de que no sabía su nombre.
Magda se sonrojó otra vez y extendió la mano que no estaba sosteniendo a su hijo. "Oh lo lamento mucho. Soy Magda Maximoff. Y este es Peter."
Charles le dio la mano antes de sonreírle al pequeño. "Hola Peter"
"¡Hola!" Saludó Peter con entusiasmo.
Magda le dirigió una mirada exasperada. "He estado tratando de enseñarle a ser cuidadoso con los extraños, pero él parece amar a todo mundo inmediatamente"
Charles sonrió. "Es encantador" El notó las bolsas en el hombro de Magda y la ayudó a colocarlas abajo antes de ofrecerle asiento en uno los sofás. "¿Qué puedo hacer por usted. Señora Maximoff?"
"Magda está bien" le dijo ella. "Y he leído acerca del trabajo que usted hace. Los estudios acerca de la mutación." Peter se sacudió fuera de su agarre y se encaminó hacia un florero cercano.
"Peter no toques nada" Le advirtió Magda con ferocidad. Estaría condenada si la sacaban a patadas antes de si quiera poder explicar a qué había venido.
Peter frunció el ceño pero no tocó nada.
"¿Es usted una investigadora también?" Adivinó Charles.
Ella sacudió su cabeza y volvió a la conversación. "Yo… bueno, el padre de Peter tenía una… mutación. Y esperaba que usted pudiera ayudarme a encontrarlo."
Las cejas de Charles se elevaron en sorpresa. "Yo si estudio mutaciones Señora Maximoff…"
"Magda"
"Magda" Charles se corrigió a sí mismo, "pero no estoy seguro de que sea capaz de ayudarle a localizar a un hombre con una mutación".
"Entiendo," Magda le aseguró. "Yo vine aquí, sin esperar nada. Pero usted es la única persona en este mundo que posiblemente podía ayudarme."
Charles se intimidó. "No estoy seguro de que eso sea verdad…"
Magda se inclinó hacia adelante. "¿Hay algún lugar en donde la gente con estas mutaciones se congregue? Yo, yo necesito a alguien que sea capaz de encontrar al padre de Peter, Charles, y usted es el único que sabe acerca de esta población."
Charles la vio adolorido. "Magda… no creo que yo pueda…"
¡Crash!
Magda levantó su cabeza de un tirón para ver a Peter con mirada culpable. Sus zapatitos estaban rodeados de restos de cerámica de lo que alguna vez fue un caro y antiguo florero.
"¡Oh Dios!" Magda se apresuró y levantó a su hijo de los fragmentos.
Le dio una palmada en la región posterior y le dio una firme y veloz reprensión en ucraniano. Peter emitía pequeños gemidos y Magda se volvió hacia Charles. "Lo siento tanto. Esto fue un error. Le hice desperdiciar su tiempo y…" Dirigió su mirada al florero roto con un dejo de horror.
Charles se puso de pie haciendo un gesto apaciguador con las manos. "No hay absolutamente ningún problema. Por favor, no se preocupen de esto. Siéntese. Quiero ser capaz de ayudarle Magda. Déjeme escuchar el resto de su historia."
Magda dudó, pero ¿Qué otra opción tenía? Tomó a Peter en brazos y se sentó en el sofá otra vez.
Charles se sentó y se inclinó hacia Peter para susurrar, "Nunca me gustó ese florero de todos modos"- Guiñó el ojo y Peter emitió una pequeña risita.
Magda se relajó un poco. "Gracias. Yo… yo solamente no podría ir a ninguna otra parte."
Charles asintió. "Siento que hay más en su historia. Por favor, si se siente cómoda, ilumíneme."
Magda dudó y vio con recelo a su hijo. Con una profunda respiración, ella contó su historia. Como conoció a Erik en el campo de concentración de Auschwitz, cómo dejaron los campos juntos. Como se enamoraron y se casaron. Su hija. Ucrania. El asesinato de su hija. Los asesinatos de Erik. Escapar. Peter. El cáncer. Todo.
Luego de terminar, Charles la veía, petrificado. "En serio lo lamento Señora Maximoff."
"Magda," débilmente lo corrigió, limpiando alguna lágrima que intentaba salir.
Charles frotó su mandíbula y los vio a ella y a su hijo. "Tengo una confesión que hacerle. Yo, yo mismo soy un mutante."
Magda parpadeó.
"Yo, yo soy un telépata" Explicó Charles "Puedo leer la mente y enviar mensajes mentales"
Magda tocó su sien. "Puede ver…"
Charles levantó sus manos. "No, no. No invado la mente de los otros sin su permiso. Pero siento que debería saberlo. Especialmente cuando eso podría ayudarnos a saber en dónde se ha metido Erik."
Ella lo vio petrificada e incrédula, pero no porque el acababa de admitir que podía leer mentes.
"¿Usted… usted me ayudará?"
"Bueno, estaba pensando en tomarme un mes para descansar del doctorado que estoy sacando actualmente." Le dio una suave sonrisa. "Estaré más que feliz de pasarlo ayudándole de cualquier manera que pueda."
Lágrimas inundaron sus ojos, y se vio forzada a cerrarlos. Igualmente las lágrimas escaparon. "Gracias"
"Ahora" Charles dijo, sacando un periódico de la mesa de café, "creo que de hecho leí donde fue visto por última vez su esposo…"
ABRIL 1960, New Port, Rhode Island
Los tres habían pasado semanas juntos, prácticamente cazando a Erik. Sus esfuerzos los habían llevado al norte de Nueva York, a un pequeño pueblo en Connecticut, a Pittsburgh, y ahora, a la punta de Rhode Island.
Y Magda le pedía a Dios que encontraran a Erik allí.
"Quizá deberías quedarte aquí mientras yo voy a buscarlo" Sugirió Charles amablemente mientras ataba su corbata.
Magda estaba hundida en la cama de hotel, pero consiguió vagamente sacudir su cabeza. "No, estoy bien. Solo estoy un poco cansada." Un fuerte dolor de cabeza estaba consumiendo su mente, pero pensaba que Charles no se daría cuenta
"¡Mamá, tengo hambre!" Gritó Peter rebotando en la orilla de la cama. Magda encogió el gesto ante el sonido cortante y el movimiento, pero el niño no se dio cuenta.
"Peter, ¿Por qué no tomamos un paseo para conseguir algo de desayunar eh?" Sugirió Charles. Dirigió su mano al pequeño y Peter salió disparado de la cama para tomarla.
"Gracias" Susurró Magda cerrando sus ojos. Ella iba a morir con nada más que gratitud por ese hombre.
Charles le dio una sonrisa pequeña mientras guiaba al pequeño fuera del cuarto de hotel. "Trata de descansar". Magda asintió, y él suavemente cerró la puerta y se dejó guiar por Peter hacia el lobby del hotel.
"Quiero huevos, y um, tostadas, y…" Peter declaraba mientras guiaba a Charles a través de las puertas del hotel "Y tal vez salchichas, y uhh…"
¡Su cabello!
Charles se estremeció ante los pensamientos. Él en realidad trataba de nunca invadir la mente de otros, pero algunas personas mentalmente le gritaban. Como cuando caminaba con niñito de tres años de cabello plateado.
Charles le dio a la indiscreta mujer una mirada de desaprobación mientras seguía a Peter.
"… y tal vez algún pastelillo!"
Charles vio hacia abajo al jovencito entusiasta. "Eso es un montón de comida, Peter. ¿Estás seguro de que puedes comer todo eso?"
Peter le dedicó una brillante sonrisa y asintió. El niño vio una pastelería al final del bulevar, y jaló a su actual cuidador hacia ella.
Con una sonrisa afectuosa, Charles obedeció. En realidad se estaba encariñando con el niño; extrañaría a Peter cuando llegara el tiempo de ir por caminos separados.
Si Shaw importa sus materiales a esta bahía…
Charles pausó, completamente rígido jalando a Peter a una pausa abrupta. ¿Shaw? ¿Sebastian Shaw? ¿De dónde había venido ese pensamiento?
Magda casi se quedaba sin tiempo; Charles dejó de lado su código moral y se concentró en seguir la voz mental…
Ha estado haciendo crecer sus filas. Si no lo intercepto ahora…
Charles se enfocó en esa mente y siguió los pensamientos, casi arrastrando a Peter consigo mientras cruzaba la calle.
"¡Señor Charles!" se quejó el pequeño "¡Quiero una dona!"
Corrieron hacia un complejo de apartamentos y se detuvieron un momento enfrente antes de que Charles se apresurara escaleras arriba siguiendo la voz.
"¡Señor Charles!" Peter hizo un puchero, débilmente jalando la mono del adulto, pero al final siguiéndolo.
Voy a terminarlo aquí.
Charles se detuvo enfrente del apartamento 4B. Esa voz, quien fuera que estaba pensando en Shaw estaba tras esa puerta. ¿Debería tocar? ¿Espiar? Sus años de entrenamiento de etiqueta no lo habían entrenado para esta situación.
Debo dirigirme al muelle.
Justo cuando Charles levantó su puño para tocar, la puerta se abrió. Erik lo vio impasible, sus pensamientos arremolinados eran la única indicación de que había sido tomado por sorpresa. Ante su mirada de piedra, Peter se escondió detrás de las piernas de Charles.
"Hola" Dijo al fin Charles después de unos segundos. Aclaró su garganta antes de continuar. "¿Es usted el señor Erik Lehnsherr?"
Erik seguía sin mostrar ningún signo de estar sorprendido. Su mirada viajó hacia el niño escondido detrás de las piernas de Charles, antes de viajar al mismo Charles. "No"
Pero tus pensamientos confirman lo contrario, Le dijo telepáticamente.
Los ojos de Erik se enfocaron en Charles entonces, viendo de reojo a Peter. "¿Qué quieres?"
"Es una historia larga" admitió Charles asomándose a través de Erik para ver el apartamento. "¿Podemos pasar?"
Con cierta desconfianza, Erik se hizo a un lado para dejarlos pasar. Charles levantó a Peter antes de tomar asiento en una de las sillas de la cocina.
Erik no se sentó. Cerró la puerta, caminó hacia ellos y se detuvo con sus manos empuñadas en los bolsillos. "Yo sugiero que hagas de esta una historia corta; tengo que estar en un lugar."
Charles asintió. "Shaw, sí. Yo lo se"
La mandíbula de Erik se tensó. "Prefiero que te mantengas fuera de mi cabeza"
Charles acomodó a Peter en su regazo. "No, lo siento, lo malinterpretaste, he estado tratando de encontrarte por algún tiempo, y también se que tu estas detrás de alguien. No me meto en la mente de otros si puedo evitarlo."
La mirada de Erik no mostraba sentimiento alguno.
"Yo…." Charles vio al niño de cabello plateado y suspiró. ¿Cómo se suponía que daría estas noticias? Volvió su mirada a Erik. "Soy el Dr. Charles Xavier"
Erik continuó impasible. El telépata ya sabía su nombre.
Charles contuvo un suspiro. Este realmente no era el lugar. Se levantó y sostuvo al niño en sus brazos. "Quizá pueda persuadirte para que me acompañes a nuestro hotel, solo por un segundo. Hay alguien allí que desea hablar contigo.
Los ojos de Erik se entrecerraron un poco. "Tengo compromisos previos"
Si claro. Charles apretó los dientes. "Por favor, lo prometo, solo será un momento y valdrá la pena"
Erik aún no parecía persuadirse. "Fue bueno conocerlo, Doctor." Empezó a encaminarlos a la puerta.
"Por favor, Erik" Charles suplicó mientras la puerta se abría. "Es Magda"
Erik se congeló, su mano aun en la puerta entre abierta. Lentamente giró la mirada hacia Charles. "¿Quién te mandó?"
Charles sacudió su cabeza. "Malentiendes otra vez, Magda está aquí. Ella me pidió que la ayudara a encontrarte."
Erik vio fijamente al telépata por un tiempo. Si era verdad, Erik no pararía hasta reunirse con su esposa. Si era un chiste… bueno, tenía bastante experiencia reciente en usar sus poderes para matar.
Erik hizo un gesto con la mano indicándole a Charles que lo guiara. El Doctor se apresuró agradecido a hacerlo.
Mientras el trio descendía por las escaleras, de vuelta a la calle, Peter tiró de la manga de Charles. "¿Señor Charles, quién es ese?"
"Un amigo" Dijo Charles. Pensando que el no era el indicado para darle la noticia al niño.
Mientras caminaban los ojos de Erik aterrizaron en el pequeño y curioso niño. Su mente corrió rampante con posibles razones para la presencia del niño. Podría ser el hijo de Charles, su sobrino, alguien a su cargo, podría ser el nuevo hijo de Magda, podría ser el hijo de Magda y Charles… una puerta distante crujió ante dicho pensamiento.
"Ella está en el cuarto del hotel" Dijo charles guiándolo por el lobby.
Erik quería saber por qué estaban compartiendo una habitación de hotel. Pero non estaba seguro de si quería oír la respuesta.
"Señor Charles, ya nunca conseguí mi dona" Peter hizo un puchero
"Conseguiremos una en un momento", Charles prometió ausentemente. Continuando mientras el niño se resignaba infelizmente en sus brazos.
Cuando alcanzaron cierta puerta Charles tocó suavemente y llamó "¿Magda, esta bien si entramos?"
"si" respondió débilmente. El corazón de Erik se aceleró al oír su voz. Magda. Su Magda. Ella estaba aquí.
Charles sacó una llave de su bolsillo, la colocó en la puerta y abrió.
Erik entró, sus ojos buscándola, y luego la vio, en realidad la vio – sus ojos cansados, su cabello débil y maltratado, sus mejillas sin vida. No la había visto tan descuidada desde Auschwitz. Su corazón se contrajo y se hundió en su vientre.
"Erik" Respiró débilmente. Sus ojos brillaron al incorporarse para sentarse.
Erik caminó hacia adelante, aún incrédulo.
"Estás aquí" dijo ella. Algo en su expresión se calmó; hizo las paces con algo, ahora que él estaba aquí.
"Magda" fue todo lo que Erik pudo susurrar. Se arrodilló al lado de la cama, junto a ella, y envolvió sus pequeñas manos con las de él.
"Te he estado buscando" le dijo ella en polaco "por meses"
"Estoy aquí" le aseguró él en su lengua natal.
Ella cerró sus ojos con alivio, y la preocupación de Erik floreció. Cuando abrió sus ojos otra vez admitió bruscamente. "Estoy muriendo Erik"
Los ojos de Erik vagaron por ella, viendo la evidencia de esa declaración, pero no queriendo creerlo.
"Tengo cáncer", dijo. Y no me queda mucho tiempo.
Erik llevó una de sus manos a su suave cabello. –"No, estoy aquí, te ayudaré a combatirlo."
La esquina de la boca de Magda se tiró hacia arriba. Erik pudo haber sido un monstruo ante sus ojos, pero todavía amaba al hombre con el que se había casado, y ese hombre sentía que podía controlar el mundo. "Esta vez no, Erik."
Los ojos de Erik se clavaron en los de ella. Notó que sus ojos estaban llenos de aceptación. Se dio cuenta de que su nariz estaba goteando sangre.
-"Tenía que encontrarte" -dijo ella- "para poder decir adiós, y eso... lo siento mucho." Sus ojos se llenaron de lágrimas.
Erik empujó sus lágrimas con los pulgares.
"Lo siento por lo que dije", admitió. –"Tú me asustaste, Erik, pero lamento cada día que no me hubiera quedado a tu lado."
Sacudió la cabeza. "Ahora está bien."
Ella negó con la cabeza entonces. –"No puedo retirarlo ahora, y supongo que es mi penitencia, pero estoy llena de arrepentimiento, y lamento no haberte permitido tenerlo."
Erik frunció las cejas, sin entender.
Los ojos de Magda se dirigieron hacia el niño sentado en el suelo alfombrado. Erik siguió su mirada, explicó: "-Es tuyo, Erik, quería decirte la noche del incendio, y lamento que nunca lo haya hecho."
Erik se volvió hacia ella en estado de shock. ¿Él tenía... un hijo? ¿Era un padre?
"-Espero no llegar demasiado tarde" -suplicó ella-. "Ahora es tuyo, Erik." Más lágrimas rodaron por sus mejillas.
Erik miró fijamente a su esposa y a su hijo. No podía creer que estuviera realmente despierto, que aquella realidad era su realidad. Su esposa estaba de vuelta. Su esposa estaba muriendo. Tenía un hijo.
La nariz de Magda empezó a gotear sangre, y se sentó para apretarla con su pañuelo.
"-Tal vez deberíamos regresar a mi propiedad" -sugirió Charles con mirada preocupada a Magda-. Y mentalmente le añadió a Erik, ella estará más cómoda allí.
Erik ayudó a Magda a ponerse de pie mientras Charles recogía sus pertenencias.
¿Vamos a comprar donas? -preguntó Peter cuando notó que todos estaban de pie.
-¿Qué tal una manzana por ahora? Sugirió Charles, extendiendo una manzana roja al niño. -¿Y donas más tarde?
Peter frunció el ceño. No era un donut. Pero tenía mucha hambre... A regañadientes, aceptó la manzana y tomó un pequeño bocado.
Erik observó la conversación antes de mirar a Charles. "¿Y quién eres tú para él?"
Charles ofreció una delgada sonrisa. "Sólo un hombre dispuesto a ayudar a una familia a reunirse."
"Charles nos ha ayudado mucho, Erik" dijo Magda a través de su pañuelo enrojecido. Ha pagado por todo, y me ha ayudado mucho con Pietro.
Pietro. Erik se volvió hacia su hijo. Su hijo. Se llamaba Pietro.
"Podemos tomar el tren del mediodía si nos apresuramos" dijo Charles con una mirada a su reloj-. Erik ayudó a Magda a apoyarse.
"Vamos, dulce niñito" dijo Magda, extendiendo la mano hacia Peter-. Peter se empujó fuera del piso y utilizó una mano para sostener a su madre y la otra para agarrar su manzana.
"Deberíamos llegar a la mansión a tiempo para la cena" les informó Charles mientras se dirigía hacia el vestíbulo-. Miró de nuevo a Erik. "¿Hay algo que necesites en tu apartamento que quieras llevarte?"
Todavía aturdido, Erik sacudió la cabeza.
Charles siguió adelante, abriendo el camino hacia la acera. Peter se apartó de su madre para ser alzado por el telépata. Incluso con las bolsas, pudo sostener fácilmente al niño.
"¿Cuánto tiempo te dieron los médicos?" le preguntó Erik mientras salían al aire libre.
Magda trajo su pañuelo ensangrentado; Su hemorragia nasal se había detenido por ahora. "No mucho tiempo, Erik."
El agarre de Erik se apretó sobre su esposa.
Ella se inclinó hacia él y suspiró cansinamente. "Lo siento por mantenerlo lejos de ti, Erik. Ojalá nuestras vidas no se hubieran convertido en esto."
Erik la calló mientras continuaban siguiendo a Charles y Peter. "No es demasiado tarde, estás aquí, él está..." Erik miró a su hijo de cabellos plateados maravillados. "... aquí." Aún en los brazos de Charles, el muchacho apuntó excitadamente a una vitrina mientras contaba una emocionada historia con grandes gestos de sus manos.
Era todo lo que no sabía que había estado desaparecido.
"Odio que tenga que dejarlo," Magda dijo suavemente. Es extraordinario, Erik, por favor, no lo opaques.
Erik la miró.
Magda levantó la vista antes de mirar el camino. "Eras un hombre bueno para Anya. Sé ese hombre para él."
Antes de que Erik pudiera responder a eso, los cuatro rodearon una esquina, y un muelle se abrió frente a ellos. Y allí, en el muelle no había otro que Sebastian Shaw.
"Quédate aquí," Erik ordenó sombríamente. He ayudado a Magda a apoyarse contra un edificio de ladrillos.
"Erik, no," se aferró, agarrando débilmente su brazo. "Aquí no."
"¿Mamá?" Peter salió de los brazos de Charles y se acercó a su madre. Observando confuso como el alto "amigo" bruscamente se daba la vuelta y se encaminaba al muelle.
"¡Erik, no lo hagas!" suplicó Charles, dejando caer las bolsas y persiguiéndolo.
"Shhh, está bien, mi dulce niñito," Magda le dijo a su preocupado hijo. Sostuvo una de sus manos Y luego señaló la otra. "Come tu manzana."
Peter miró su manzana y frunció el ceño.
"¡Déjame ir!"
Madre e hijo levantaron la vista para ver a Charles usando sus poderes telepáticos para alejar a Erik de los muelles.
Shaw, al oír los gritos, miró hacia arriba y sonrió con satisfacción. Lentamente, se dirigió hacia los mutantes, una mujer rubia a su lado. "Erik Lehnsherr, cómo has crecido."
Mientras Erik tiraba contra el agarre mental de Charles, un bote de remos de metal se deformó bruscamente.
Shaw lo miró con vago interés. Y tus poderes son tan magníficos como siempre. Echó un vistazo a su reloj. "Desafortunadamente, hoy no tengo tiempo para un show". Agitando su mano, se dio la vuelta y se dirigió hacia atrás para entrar a su barco. La mujer se giró detrás de él.
"¡NO!" Erik se sacudió del asimiento mental de Charles y usó sus poderes para levitar dos armas de su cinturón. Apuntaron y dispararon contra Shaw, pero la mujer se volvió al diamante y lo cubrió a tiempo. En su lugar, las balas rebotaron y Shaw entró en su nave ileso.
En un ataque de ira, Erik disparó las pistolas una y otra vez, incluso cuando eran completamente inofensivas ante el exterior de Emma Frost. Los proyectiles rebotaron alrededor, golpeando barcos cercanos, golpeando el muelle, el agua, de vuelta a ellos…
Y directamente al pecho de Magda Maximoff.
El sonido ahogado que hizo fue el único sonido que pudo haber detenido a Erik como lo hizo. Se congeló, los cañones cayeron al océano, y luego se volteó. Su Magda estaba cayendo al piso de hormigón con una herida en el pecho.
"¿Mamá?" -preguntó Peter, completamente asustado. La había visto enferma, pero nunca la había visto caer.
Torpemente, Erik vaciló hacia su esposa moribunda. La alcanzó justo cuando su cabeza golpeaba el pavimento, justo cuando Charles trataba de alejar al niño de su madre.
"¡No!" -gritó Peter, luchando contra el agarre de Charles. Se agarró a la manga de Magda y la tiró con todo lo que tenía. "¡Mamá!"
Erik estaba de rodillas a su lado. Él había hecho esto. Magda había vuelto a su vida durante quince minutos, y ya se estaba muriendo... por él.
Magda miró fijamente a Erik mientras la sangre brotaba de sus labios. Su pañuelo ensangrentado todavía estaba atrapado en su puño mientras se esforzaba para tocar la mejilla de su marido. "Por favor... cuida... de nuestro hijo, cuida.. de nuestro hijo".
Erik sostuvo la mano de Magda sobre la suya y la miró. Una lágrima brotó de sus ojos congelados. "Lo siento mucho, Magda."
Su cabeza tembló, apenas. "Sé... sé el hombre..." Luchó para sacar sus palabras mientras más sangre se escurría de su boca. "Sé bueno... para él."
Erik permaneció helado mientras el pecho de Magda se movía y se levantaba y luego se calmaba. La luz se desvaneció de sus ojos, y su mano se aflojó en el agarre de Erik.
"No," susurró, sin querer creer que había visto a otro miembro de la familia morir delante de él. Morir por él. "No, Magda, vuelve, vuelve a mí." Las lágrimas fluían libremente mientras él la apretaba contra su pecho. "¡No me dejes otra vez!" Cerró los ojos con desesperación mientras la sacudía contra su pecho.
"¡Mamá!" -gritó Peter, todavía sosteniendo su brazo flácido. Charles lo abrazó, pero Peter no la soltó.
"Magda," Erik sollozó en desesperación. Siempre eran los que amaba y nunca los que se lo merecían.
La vida era tan cruel.
Distante, sonaban las sirenas. A Erik no le importaba nada. La tierra podía tragárselos a todos, y él se habría sentido perfectamente satisfecho.
"Erik, tienes que correr" -dijo Charles. Sacudió el brazo de Erik para llamar su atención. La policía estará aquí en cualquier momento, te reconocerán, Erik, no puedes ser arrestado.
Erik abrió sus ojos rojos, pero no dejó ir al cadáver de su amor.
"Él te necesita ahora, Erik" -insistió Charles-.
La declaración sacó a Erik de su estupor. Lentamente, dejó a Magda en el pavimento mientras miraba a su hijo en pánico. Peter no dejaba de llorar por su madre.
Charles colocó una tarjeta con una dirección y un puñado de billetes en la mano de Erik. "Ve, sube al tren y ve a la mansión, y estaré allí cuando pueda."
Erik miró el papel y luego el cuerpo inmóvil de Magda.
"¡Vete!" suplicó Charles.
Erik parpadeó y luego miró a Peter. Su hijo estaba llorando, suplicando por su madre. Rápida y robóticamente, Erik soltó los dedos de Peter de su manga y levantó al niño en sus brazos.
"¡NO!" -gritó Peter, sacudiéndose violentamente, tratando de alejarse de Erik-. "¡MAMÁ!" El agarre de Erik sobre su hijo era de hierro; No iba a perder el último pedazo de familia que le quedaba en esta tierra. Con sólo el bienestar de su hijo en mente, Erik se obligó a caminar lejos de Magda y hacia la estación de tren.
"¡MAMA, MAMA!" Gritó Peter. Estiró la mano sobre el hombro de Erik hacia la ensangrentada mujer a los pies de Charles. Extendió sus pequeñas manos en desesperación, y dejó caer su manzana roja. Golpeó el pavimento y rodó lejos, aterrizando en los pies sin vida de Magda.
Voy a hacerlo dormir, le dijo Charles mentalmente a Erik. Y justo antes de que el par diera la vuelta a la esquina, Charles empujó la mente del niño a un sueño. Peter se aflojó en los brazos de Erik, y Erik echó al doctor una inclinación de cabeza agradecida antes de girar la esquina de la calle.
Charles miró a la mujer con la que había pasado el último mes. Un charco de su sangre se había reunido bajo ella. Charles suspiró desesperado.
Las sirenas gritaron y se dirigieron hacia Cessation Boulevard.
Más tarde ese día en North Salem
Erik había tomado un tren a New Haven. Había tomado un tren hacia Norwalk. Había tomado un taxi hacia el norte de Salem, donde lo dejaron en frente de una enorme propiedad, todo mientras sostenía a un niño dormido y traumatizado.
Nadie había hecho comentarios acerca de su ropa manchada de sangre, pero eso era probablemente debido a que Peter lo cubría. Además, una mirada de Erik enviaba a cualquier espectador curioso en la otra dirección.
Erik levantó la vista hacia las puertas de metal y las manipuló fácilmente para abrirlas. Miró hacia abajo a su hijo durmiente. Aunque estaba agradecido de que el muchacho estuviera en una suspensión inconsciente, esta siesta de cinco horas empezaba a preocuparle.
Siguió por el camino pavimentado hasta las grandes puertas de madera y manipuló las cerraduras. Entró y cerró la puerta. Miró a su alrededor, preguntándose dónde debía ir.
Con Magda enferma, su habitación debía de estar cerca de la de Charles. Y probablemente Charles tenía la suite principal. Y la suite principal debía estar... Erik subió la gran escalera y giró a la derecha. Después de mirar en unos cuantos dormitorios, encontró uno que tenía el traje de un niño pequeño esparcido por la cama.
Erik entró y empezó a buscar en los cajones más ropa para niño. Rápidamente encontró alguna, guardada junto a unos trajes para una mujer. Erik cerró de golpe el cajón.
Erik vio un baño contiguo, pero Magda había usado esta habitación. Simplemente no podía soportar... Agarró la ropa del muchacho y salió de la habitación. El cuarto de al lado estaría bien.
La siguiente puerta, resultó, era la suite principal de Charles. Sabiendo que era lo suficientemente rico para comprar más ropa, Erik sacó una camisa y unos pantalones del armario. Vio un gran cuarto de baño dentro de la suite y miró a Peter. Suavemente, dejó al muchacho en la cama masiva y agarró su ropa.
Mientras se dirigía al baño, sus brazos se sentían vacíos. Habían estado llevando el peso del niño de tres años durante horas, y ahora parecían flácidos e incompletos. Era curioso cómo las cosas podrían cambiar en el transcurso de un día.
Erik había dejado la puerta del baño entreabierta mientras tomaba una ducha rápida. Trató de no pensar en la sangre o de donde había salido; Simplemente la dejó escurrirse de su cuerpo y arremolinarse por el desagüe. Fue cuando estaba tomando la ropa prestada (y un poco demasiado pequeña) que oyó el gemido.
Erik volvió hacia el dormitorio para ver a Peter sentarse de bruces. En medio del gran edredón azul oscuro, el chico de pelo plateado parecía tan pequeño.
Peter miró fijamente a Erik con los ojos heridos, interrogantes.
Erik se acercó lentamente hacia él, con las manos vacías mostrando que el chico no tenía nada que temer. "-Está bien, Pietro, nunca te haré daño."
Peter se alejó de él de todos modos. –"Quiero a mamá." Sus manos minúsculas arrugaban el edredón.
Erik se arrodilló junto a la cama. "-Yo también quiero eso, Pietro, pero no puede estar aquí ahora."
Peter frunció el ceño. "-¿Por qué sabes mi verdadero nombre?"
El corazón de Erik se contrajo al decir claramente: "-Porque soy tu padre, Pietro."
El ceño del muchacho se profundizó. "No tengo un padre, mamá dijo que no."
"Sí lo tienes", insistió Erik una vez que su voz volvió. "-Yo no sabía de ti, pero ahora sí, y no te dejaré, Pietro." Él alcanzó una mano apacible y acarició la rodilla de Peter.
Los ojos de Peter se llenaron de lágrimas. "-Quiero a mamá."
El pecho de Erik ardía, y obligó a sus pulmones a inflar y desinflarse. Lentamente, se levantó y buscó a Peter. "Necesitas ropa nueva, hijo." Hijo. La palabra era nueva en su lengua.
"Quiero a mi mamá" -gimió Peter cuando Erik lo levantó entre sus brazos y lo llevó al baño. Erik suavemente colocó a su hijo en el mostrador y llegó a mojar un paño.
"-¿Dónde está mi mamá?" -preguntó Peter.
Erik permaneció estoico mientras arrastraba la tela mojada por la piel del niño. Una vez más, se obligó a no pensar en dónde había salido la sangre y por qué estaba allí. Solamente estaba limpiando a su hijo después de un largo día, de la misma forma en que había hecho muchas veces con Anya.
Peter estaba llorando en este momento, lamentando por su madre. Erik continuó bañándolo, dejando caer sus propias lágrimas.
"-Esta ropa está sucia, Pietro" -susurró Erik sobre los gritos de Peter. Le quitó los pantalones de su hijo, pero la camisa era un poco más difícil.
"¡No!" -gritó Peter, retorciéndose contra el agarre de Erik. La camisa se amontonó en el cuello de Peter y enredó sus brazos cortos. –"¡Quiero a mi mamá, mamá, mamá!"
Erik agarró la camisa y la rompió por la mitad. Se dividió el centro, y fue fácilmente capaz de manipularla fuera del niño; Esas manchas de sangre nunca habrían salido de todos modos.
Peter se aflojó contra el mostrador y el espejo, y sus gritos perdieron toda forma de palabra.
Erik fue capaz de colocarle un suave par de pantalones de pijama a Peter, pero fue entonces cuando pensó que ambos habían tenido suficiente. Erik cogió al niño sin camisa y lo llevó de vuelta al dormitorio.
"Quiero mi mamaaaaaa", Peter lloró suavemente, sus brazos alrededor del cuello de su padre.
Erik frunció el ceño y sostuvo a su hijo cerca de su pecho. Poco a poco se depositó en la cama con su hijo, sin soltarse ninguno de los dos.
"Mamá," el niño de tres años continuó llorando.
"Pietro," Erik exhaló suavemente. ¿Cómo iba a decirle a un niño que su madre estaba muerta? –"Tu madre... no volverá."
"¡No!" -gritó Peter, intentando levantarse del pecho de Erik-. "¡La quiero!"
Erik se sentó y agarró los pequeños brazos desnudos del muchacho. –"También yo la quería, Pietro, la extraño desesperadamente y le daría cualquier cosa para traerla de vuelta."
El rostro de Peter se frunció mientras sollozaba.
"-Pero yo no estoy solo, Pietro" -le dijo Erik con urgencia-. Su mirada se fijó en su hijo mientras le daba una pequeña sacudida. "Tú no estás solo, soy tu padre y siempre te cuidaré."
No era lo mismo. Nunca sería lo mismo. Pero Peter comprendió que no estaba abandonado. Comprendió, en algún nivel, que todavía tenía a alguien.
Peter cayó cansado contra Erik. Un poco sorprendido, Erik envolvió sus brazos alrededor de su hijo y se recostó. Abrazó al niño mientras sollozaba, mientras el chico lloraba, mientras el chico gemía, y mientras el chico se calmaba en un sueño agotado.
Erik lo siguió poco después.
ABRIL 1960 North Salem Nueva York.
La semana anterior había sido comprensiblemente solemne. Desde el momento en que Charles llegó a casa para encontrar a padre e hijo durmiendo (en su cama) con caras manchadas de lágrimas, el estado de ánimo de la mansión era estancado y sombrío.
El estado de ánimo sólo se desplomó cuando el cadáver de Magda fue entregado de la oficina de un forense. Su funeral había sido un asunto pequeño. El único forastero invitado había sido un rabino que simplemente recitaba oraciones de entierro y el Salmo 91; Magda no tenía a nadie más. Los tres hombres vestían trajes oscuros, tiras de cinta negra sujetas a la ropa de Erik y Peter. Estuvieron al borde de la mansión Xavier cuando el sencillo ataúd de pino de Magda fue sepultado bajo un gran roble.
No se había discutido que ella sería enterrada allí; No se había discutido que Erik y Peter permanecerían allí. Charles les ofreció a ambos refugio, y Erik simplemente, asintió con gratitud.
Y Peter, el extremadamente bullicioso y demasiado amistoso niño de tres años de edad, rara vez se emocionaba en estos días. Era un reto ponerlo a dormir, poniéndolo de mal humor durante el día. Y comer (uno de sus pasatiempos favoritos) era ahora una tarea de prueba.
"-Pietro, tienes que comer la cena"-dijo Erik con aplomo-. Se sentó al lado del chico, cada uno con un plato de pollo y puré de patatas. Peter, todavía con su traje negro, dejó su comida intacta.
"-No quiero –"refunfuñó Peter con un ceño fruncido a su plato-.
"Te enfermarás si no comes", insistió su padre. Él miró fijamente a su hijo.
Peter miró a la mesa y pateó sus pies contra su silla.
La paciencia de Erik se puso a prueba. ¿Cómo iba a convencer a un niño a comer? ¿Cómo había manejado a Anya cuando se ponía difícil?
Magda lo había hecho, una voz en el hueco de su mente le recordó. Erik frunció el ceño ante su plato.
"-Peter, todavía tengo una caja de Twinkies" -dijo Charles desde el otro lado de la mesa. "-Podrías persuadir a tu padre para que te deje comer uno si terminas la cena."
Peter lo pensó por un momento antes de tomar el tenedor y tomar un bocado.
Erik apoyó un codo contra la mesa y siguió comiendo su propia comida.
"Él... él es un gran fan de la compañía de la Hostess desde que lo conozco" Charles explicó a Erik.
Erik asintió pero no apartó su atención de su plato.
Esa noche, después de que Peter comiera su Twinkie, fuera bañado y acostado, Erik se sentó en el estudio de Charles. Desde una silla grande y roja, observó el terreno iluminado por la luna y reflexionó sobre lo inapropiado de toda esta situación.
No debería estar aquí, pensó Erik. No debería ser padre; Fallé la primera vez. Magda debería estar aquí.
"-¿Quieres tomar una copa?"
Erik no se volvió cuando Charles entró en la habitación con las manos en los bolsillos.
"-Puede que no esté entrando en tu mente, pero tus pensamientos son bastante evidentes" -dijo Charles-. Sirvió de una botella grande de Brandy en dos vasos.
Erik aceptó el vaso y tomó un buen trago. "Yo no debería estar en la vida de ese niño"
Charles se apoyó en el alféizar de la ventana para mirar al manipulador de metal. "Pero tú eres…"
Erik miró a su Brandy. "Se merece algo mejor."
"Se merece a su padre."
"¿Qué clase de padre no puede convencer de comer a su propio hijo?" -dijo Erik bruscamente, mirando al telépata.
"-Sólo lo conoces desde hace una semana, Erik" -le recordó Charles con suavidad-. "Dale tiempo."
Erik agitó el alcohol oscuro alrededor de su vaso. "¿Magda te dijo que teníamos una hija?"
"Lo hizo."
Erik asintió bruscamente. "Y sabes lo que pasó."
Charles vaciló. –"Me contó toda su historia para convencerme de que la ayudara a localizarte."
Erik tragó el resto del brandy y se recostó en su silla. "No puedes entender realmente el dolor hasta que presencias el horror de tu niño gritando mientras se quema vivo"
Charles ofreció solamente un asentimiento porque, honestamente, ¿qué podía responder a eso?
"No puedo dejar que nada de eso vuelva a suceder." Erik deslizó una mano por su cansado rostro.
"Y no lo hará" -dijo Charles-.
"Soy un peligro para el chico" -murmuró Erik-.
"Está en peligro sin ti" -insistió Charles-. "Es un mundo peligroso, especialmente para mutantes como nosotros".
"-No es un mutante" -gruñó Erik con tono medio-.
Charles levantó una ceja. "¿Has visto su pelo, Erik? Es sólo cuestión de tiempo".
Erik no respondió.
"Necesita a alguien con quien pueda contar para cuidarlo", presionó Charles. "Necesita a su padre."
Erik volvió a poner los ojos en el suelo iluminado por la luna mientras la insistencia de Charles le calaba lentamente.
"Tendrás tiempo" -dijo Charles mientras se levantaba del alféizar y colocaba una mano en el hombro de Erik. "Dale tiempo." Le dijo, dándole un reconfortante apretón, Charles salió del estudio.
Una vez cerrada la puerta, Erik suspiró y se frotó los ojos. Realmente no había una opción de todos modos; No podía soportar la idea de dejar a su hijo.
Además, le había hecho una promesa a Magda; tenía la intención de cumplirla hasta que muriera.
