Hello~!

Tenía ganas de escribir un oneshot y esta semana pensé mucho en esta historia de una de mis OTP favoritas ❤️, así que decidi escribirla de una vez! No sé que decir, solo sentir... Sentir felicidad y vergüenza, felicidad por que finalmente di vida a esta historia y vergüenza por que... ya descubrirán la razón y me dirán si les gustó o no mi trabajo. Sin mas, muchas gracias por sus comentarios y visitas, disfruten su lectura! ^^

Disclaimer: Inazuma Eleven Ares no Tenbin no me pertenece.


Nunca en mis dieciséis años pensé que pasaría por algo así. Pese a que los tuviera frente a mí, mirándose fijamente sin parpadear, casi a punto de saltar el uno encima del otro para continuar la pelea que tuve que separar horas atrás, me costaba creer que realmente estuviera sucediendo. Al principio pensé que se trataba de una broma así que simplemente ignoré sus palabras, pero cuando los vi intercambiando golpes en el vestuario supe que estaba en problemas. Graves problemas.

—Entonces hermanito, ¿qué piensas hacer? —Se dirigió a él sonriendo maliciosamente, usando su tono irónico habitual. Fubuki sonrió de lado.

—¿Yo? Esa pregunta deberías hacértela tú, no pienso cambiar de opinión.

—¿Ah sí? —Atsuya se inclinó hacia él. Presintiendo que sus intenciones no eran buenas, lo tomé por el hombro y lo empujé hacia atrás.

—Escuchen, no entiendo qué tipo de broma sea esta pero creo que ya fueron demasiado lejos.

—No es una broma —respondieron al unísono. Sentí un escalofrío en la espalda al ver cuán serio estaba Atsuya, era la primera vez que lo veía así y definitivamente no era una buena señal.

—Bueno, ya que ninguno de los dos piensa rendirse. —Miró de reojo a su gemelo, el cual le devolvió la mirada—. Solo nos queda una opción. —Dirigió su mirada hacia mí.

—¿Opción? —Lo miré confuso— ¿Cuál opción? —Atsuya frunció el ceño enojado, pero antes de que pudiera decir algo, Fubuki respondió por él.

—Tendrás que elegir.

—¿Elegir? ¿Y qué es lo que tengo que elegir exactamente? —sabía la respuesta, pregunté más que nada para molestarlos, quería ver hasta donde pretendían llegar. Fubuki apartó la mirada mientras que Atsuya me fulminó con la suya—. ¿Me están pidiendo que elija a uno de los dos? ¿Es eso?

—¿Eres idiota? ¿Qué más podría ser? —Quise retribuir el insulto. «Ustedes son los idiotas por bromear con algo así». En cambio suspiré y miré a ambos, sosteniendo la mirada un poco más en Fubuki hasta que volvió a mirarme.

—Escuchen, no sé por qué decidieron hacerme una broma así, pero ya fue demasiado lejos. —Atsuya se enojó aún más, Fubuki intentó intervenir pero no le di tiempo a que lo hiciera—. ¿En serio piensan que voy a creer que les gusto a ambos? No me sorprendería que Atsuya inventara algo tan ridículo, pero tú… —Miré a Fubuki, quien dio un pequeño salto en el lugar y apartó la mirada apenado— Nunca lo hubiera esperado de ti.

—Ridículo eh… Así que nuestra confesión te pareció ridícula… —Sentí un escalofrío, algo no estaba bien. Sentí algo extraño a mi izquierda, como si una gran masa de energía negativa estuviera acercándose a mí, pero no me atreví a mirar, en cambio comencé a temblar— ¡Ridículas son las jugadas mediocres que inventas y no sirven para nada! —Vi como una sombra se abalanzaba sobre mí.

—¡Atsuya! —No fue lo suficientemente rápido para detenerlo. Cuando me di cuenta lo tenía sobre mí, por suerte logré sujetar sus brazos para impedir que me golpeara, pero aun así no dejaba de sacudirse intentando soltarse.

—¡¿Quién crees que eres?! ¡¿Solo porque fuiste enviado por ese estúpido comité lleno de imbéciles crees que eres mejor que nosotros?! —No dejaba de moverse. Fubuki intentaba acercarse para sostenerlo pero cada vez que llegaba cerca lo suficiente debía agacharse o alejarse para no ser golpeado por Atsuya.

—¡Atsuya cálmate!

—¡¿Cómo quieres que me calme?! ¡¿Acaso no escuchaste lo que este imbécil dijo?! —Miró rápidamente hacia atrás para dirigirse a su hermano, luego se volteó y sonrió con malicia—. ¿Es lo único que vas a hacer? ¿Retenerme? ¿Además de imbécil eres un cobarde que no se atreve a hacerse cargo de sus palabras?

—A diferencia de ti, no recurro a la violencia para solucionar mis problemas. —Lo empujé hacia atrás con fuerza, quitándomelo de encima. Antes de que pudiera recomponerse, Fubuki lo sostuvo por detrás.

Luego de recobrar mi postura, masajeé mi cabeza, el golpe no había sido tan severo pero aun así me dolía. Escuchaba como Atsuya se quejaba pidiéndole a su hermano que lo soltara, Fubuki intentaba calmarlo pero estaba claro que aún no había aprendido como hacerlo, si es que eso era posible. Sus quejidos empezaban a molestarme y podía sentir una leve molestia en la frente. Si pasaba un minuto más escuchando sus gritos mi cabeza estallaría. Miré en su dirección, parecía un niño pequeño moviendo sus brazos y piernas sin parar intentando soltarse de su hermano. Cuando nuestras miradas se cruzaron dejó de gritar.

—Y tú, ¿piensas resolver tus problemas haciendo berrinche? —Era cierto que me moría de ganas de devolverle los insultos y al menos en mi mente, hacerlo había sido bastante placentero. Pero en realidad fue todo lo contrario. Ni bien terminé de hablar, sus gritos comenzaron a retumbar en la habitación. Era como si golpearan las paredes y rebotaran directamente hacia mi cabeza.

—¡¿Berrinche?! ¡¿Crees que soy un niño?! —Comenzó a moverse de un lado a otro, ahora con más fuerza—. ¡Está bien, di que soy un niño, al menos ellos son sinceros y no juegan con los sentimientos de los demás! —Cerré los ojos, verlo hacía con que mi dolor de cabeza empeorara—. ¡¿No vas a mirarme?! ¡¿Tanto te molesta que te digan la verdad?! ¡Realmente eres un idiota! ¡Imbécil, estúpido, infeliz! —Dejé que gritara todo lo que quisiera, hasta que finalmente se calmó. Abrí los ojos dispuesto a ponerle punto final a la historia, pero lo que vi me dejó sin palabras.

Atsuya tenía la mirada fija en el suelo impidiéndome ver su rostro, sin embargo no fue necesario que lo hiciera, de solo ver la forma en como Fubuki lo abrazaba y acariciaba su cabello pude entender el significado por tras de la escena. Tragué en seco, no estaba seguro que debía hacer o decir. Una parte de mi tenía la esperanza de que a cualquier momento Atsuya se reincorporaría y empezaría a gritar de nuevo, usando una infinidad de insultos, pero eso nunca sucedió. Aparté la mirada, no por que quisiera, sino que por que no podía hacerlo, sentía un gran peso sobre mis hombros. Era el culpable de que la habitación hubiera sido envuelta en una atmósfera pesada y silenciosa, y más que eso, por mí culpa Atsuya no había dicho ni una sola palabra en todo este tiempo, las caricias de su hermano y los susurros que le dedicaba no habían sido capaces de hacerlo moverse, ni siquiera para apartarlo de su lado. No podía soportarlo, tenía un nudo en la garganta que se ajustaba más a cada minuto que pasaba. Tenía que hacer algo. Pero ¿sería suficiente pedirles disculpas? Atsuya tenía razón, me había portado como un idiota y todo por una simple broma. Fuera o no suficiente, era lo único que podía hacer. Alcé la mirada hacia ellos, Fubuki había apoyado su barbilla sobre la cabeza de su hermano, acariciaba su cabello suavemente hasta que percibió que lo estaba mirando, cuando nuestras miradas se cruzaron, entreabrí los labios para disculparme.

—Someoka.

—Idiota. —Ambos nos sorprendimos al escucharlo y dirigimos nuestras miradas hacia él. Continuaba cabizbajo, pero al menos había abandonado el silencio—. Eres un idiota… —Su voz sonaba ahogada, como si intentara contener el llanto— Pero lo peor de todo es… —Levantó su cabeza lentamente hasta que ambos pudimos ver su rostro. No podía creer lo que estaba viendo ¿Lágrimas? ¿Había lágrimas en sus ojos?— Que nosotros somos aún más idiotas por habernos enamorado de alguien como tú.

Al ver caer la primera lágrima tuve la certeza de que no se trataba de una broma. Intenté acercarme a él pero me detuve al ver que se daba la vuelta y escondía su rostro en el pecho de su hermano para evitar que lo viera llorar. Fubuki lo rodeó con sus brazos. Su gesto hizo con que el menor liberara sus emociones con facilidad y poco a poco el silencio de la habitación fue reemplazado por sollozos.

—Fubuki… —Alzó la mirada. No era la primera vez que lo veía triste, pero definitivamente era la peor de todas ya que la causa de su tristeza era mi estupidez.

—Es verdad, tú nos gustas, no sé qué te hizo pensar que podíamos bromear sobre eso. —Sentí que mis mejillas comenzaban a calentarse.

—¿Co-cómo iba a saber que era verdad? Atsuya siempre está haciéndoles bromas a los miembros del equipo, además… —Me sentí aún más avergonzado así que aparté la mirada— Yo… yo soy… un chico… —Lo miré nuevamente, aunque me costaba mantener contacto visual— Es obvio que pensaría que se trataba de una broma. —Me miró por unos instantes antes de sonreír.

—Bueno, es verdad que no es muy común que un chico se le declare a otro, o que lo hagan dos, al mismo tiempo… y sean gemelos. —Fruncí el ceño. ¿Recién se daba cuenta? Rio—. Perdón, tal vez debimos haberlo hecho de otra manera. —Atsuya levantó la cabeza tan repentinamente que golpeó a Fubuki en la barbilla, me sorprendió que fuera capaz de mantener el equilibrio y no caer hacia atrás.

—¡¿Estás diciendo que la culpa es nuestra?! ¡Claro que no! —Me señaló sin mirarme—. ¡Todo esto es su culpa! ¡¿Qué culpa tenemos de que su cerebro no sea capaz de distinguir la verdad de una mentira?!

—¡Ah, veo que ya no lloras! ¡¿O acaso no puedes llorar e insultarme al mismo tiempo?! —No pude resistirme. Volteó hacia mí, aún tenía un par de lágrimas en los ojos, pero al menos me miraba con ira, algo que pese a la negatividad del sentimiento, no dejaba de ser una buena señal.

—Debemos admitirlo, en su lugar también lo habríamos malinterpretado. —Fubuki acariciaba su mentón.

Aparté la mirada poniéndole fin a nuestra disputa interna para poder verlos a ambos por igual. Atsuya secó sus últimas lágrimas con la manga de su camiseta y se enderezó, sentándose junto a su hermano.

—Perdón, fui un estúpido, no quería hacerlos sentir mal, pero realmente me sorprendió, nunca pensé que ustedes… —Me llevé una mano a la nuca— Que yo… —Mire a ambos, me sentía realmente mal, en cierta forma había jugado con sus sentimientos y lo único que quería hacer era remediar el daño que había causado, pero tener su atención me estaba dejando aún más nervioso de lo que ya estaba. Mi corazón latía acelerado y comenzaban a sudarme las manos.

—Ya sabemos que eres un estúpido, ahora deja de tartamudear y escoge de una vez. —Otra vez ese verbo. Ya lo había olvidado.

—No es tan fácil, además, estoy seguro de que no es así como… —no esperó a que terminara de hablar.

—Muy bien, si no quieres escoger, nosotros lo haremos. —Volteó en dirección a su hermano, lo miró serio y sin titubear, exclamó—. Él es mío.

—«¡¿Qué?»! —lo dijo con tanta seguridad que sentí miedo solo de pensar qué haría si lo contrariaban. La sonrisa en el rostro de Fubuki se desvaneció y volteó a ver a su hermano de la misma manera en que él lo hacía.

—No lo creo, como el hermano mayor, creo que tengo el derecho de quedarme con él.

—Pft ¿piensas usar la carta del hermano mayor conmigo? ¿Cuántas veces ha funcionado? ¿Eh? —Sonrió juguetón.

—Oigan, no creo que…

—¿Prefieres que use la carta del tiempo? ¿Quién de los dos conoce a Someoka desde hace más tiempo? – Sonrió. Atsuya apretó los dientes con fuerza.

—Eso es jugar sucio, además, el tiempo es lo de menos, podrían conocerse desde pequeños y aun así podrías no gustarle.

—Mira quien habla sobre jugar sucio. —Rio—. Además, justamente porque lo conozco hace más tiempo puedo afirmar que le gusto.

—¡¿Co-cómo?! —Por primera vez dejaron de enfrentarse para prestarme atención.

—¿Acaso no es cierto? —Me miró confundido. ¿Por qué lo dijo con tanta seguridad? ¿Era eso lo que le había dado a entender? ¿Pero cómo?

—No… —Atsuya sonrió de oreja a oreja antes de interrumpirme.

—¡Dijo no! ¡¿Lo ves?! Acéptalo, es mío, ahora sal del cuarto y no regreses hasta que te llame. —Se arrodilló y comenzó a acercarse a mí, pero Fubuki lo jaló de la camiseta.

—¡Ni siquiera lo dejaste terminar de hablar!

—¡No era necesario, tú no le gustas!

—¡Cállense los dos!

Ambos hicieron silencio y me miraron con los ojos como platos. No sabía qué pensar, nunca antes nadie se había peleado por mí, mucho menos dos chicos y si eso ya no fuera suficientemente extraño, se trataba de gemelos. Estaba seguro de que si no ponía orden en la discusión, nos pasaríamos toda la noche así. Intercalé la mirada entre ambos, di un largo suspiro y me aclaré la garganta para proseguir.

—Esto no puede seguir así, de esta manera nunca vamos a llegar a nada. —Ambos me miraron por un momento antes de responder.

—Es verdad. —Me sorprendió que Atsuya fuera el primero en estar de acuerdo conmigo. Apenas pude empezar a sonreír cuando lo escuché decir algo que me sorprendió, pero no gratamente—. Hagamos una competencia para ver quién es el mejor de los dos, el que gane la mayor cantidad de retos se queda con él.

—Hecho. —Ambos se dieron la mano para cerrar el trato. No pude hacer nada, simplemente los miré boquiabierto.

Demoré en recomponerme del shock y para cuando lo hice era demasiado tarde. Ambos eligieron una serie de juegos mediante los cuales competirían para ver quién era el mejor. Intenté decirles que no estaba de acuerdo con lo que estaban haciendo y que habían interpretado mis palabras de la peor manera posible, pero hicieron oídos sordos a mis quejas y continuaron su "competencia" hasta haber completado todos los juegos que habían listado. Estaban empatados. No estaba feliz con el resultado y a juzgar por las miradas asesinas que intercambiaban, ellos tampoco lo estaban. Intenté entrometerme una vez más pero el miedo me lo impidió, no sabía qué esperar de ellos y algo me decía que nada de lo que decidieran hacer me sería favorable. Sentí un escalofrío en la espalda cuando vi como una sonrisa pícara se formaba en el rostro de Atsuya.

—Ya que estamos empatados, propongo un último reto para decidir cuál de los dos es el mejor. —Fubuki arqueó una ceja. Tragué saliva—. Un beso, el que mejor lo haga, gana. —Fubuki lo miró sorprendido, en cuanto a mí, perdí el equilibrio y caí hacia atrás, golpeando mi espalda contra la cama.

—¡¿UN QUÉ?! ¡¿ESTAS LOCO?! —Me miró molesto.

—¿Algún problema?

—Cre-creo que es me-mejor pensar en o-otra cosa. —Fubuki estaba tan avergonzado que comenzó a tartamudear.

—No hay nada mejor que probar cuál de los dos besa mejor, ¿o preferirías tener un novio que no sepa besar? —Sentí que la sangre me subió al rostro. No quería, pero debía admitir que tenía razón.

Aun así no podía aceptar la idea de tener que besarlos, pero ¿qué podía hacer? Hacían oídos sordos a todo lo que decía, nunca lograría que cambiaran de idea. Por más que pensara, no se me ocurría nada.

—No me digas… —Alcé la mirada al escuchar su risa burlona— ¿Acaso este sería tu primer beso? —Sin lugar a dudas mi rostro estaba tan rojo como un tomate. Sonrió victorioso—. En ese caso Shirou debería ir primero, él tampoco ha tenido su primer beso.

—¡Atsuya! —Estaba tan avergonzado que hasta sus orejas estaban un poco rojas.

—Deja de reclamar y hazlo de una vez, ya perdimos mucho tiempo. —Se cruzó de brazos a esperar a que llegara su vez.

Estaba tan perplejo que lo único que pude hacer fue intercambiar un par de miradas con Fubuki, lo cual fue difícil ya que él se negaba a mantener contacto visual por más de unos pocos segundos. Sabía que era demasiado tímido como para tomar la iniciativa y que si dependiera de él, se mantendría en su lugar el resto de la noche y limitaría sus movimientos a cubrirse parte de la cara con el cuello de su suéter, con el afán de esconder su rubor, y mirarme discretamente por breves momentos, temiendo ser descubierto. Casi podía sentir sus nervios. Su indecisión me estaba impacientando, así que decidí darle una mano.

Descrucé las piernas y alcé la mirada en su dirección, nuestros ojos se encontraron por un breve instante, el cual aproveché para asentir levemente con la cabeza, indicándole que podía hacerlo. Pese a que le hubiera dado mi aprobación, aún estaba inseguro, así que hice un gesto con la mano indicándole que se acercara. Tardó un poco en hacerlo, pero eventualmente dejó su lugar para acercarse a mí, sentándose sobre mi regazo. Nos miramos sin decir nada, sentía como mi corazón se aceleraba solo de pensar en lo que estábamos a punto de hacer. Es verdad que en un principio no estuve de acuerdo con la idea, me parecía extremamente absurda, pero al tenerlo sobre mí, ruborizado hasta la punta de las orejas y mirándome con una mezcla de deseo y miedo, no podía evitar sentirme ansioso.

Apartó la mirada fijándola en mi pecho y comenzó a alzar sus manos hasta colocarlas suavemente sobre mis hombros. Se mantuvo así durante unos segundos, supuse que temía que su gesto me molestara y por eso esperó para ver mi reacción. Seguro de que no apartaría sus manos, levantó la mirada temerosamente hasta encontrarla con la mía. Comenzó a acercar su rostro lentamente, cerrando sus ojos. Observé sus labios por un instante antes de cerrar mis ojos, no poder verlo hizo con que me sintiera más nervioso y expectante. Unos segundos después sentí algo cálido y suave rozar mis labios antes de presionarlos. La sensación duró apenas unos segundos, no los suficientes para transmitir su calor a mis labios. Abrimos los ojos casi al mismo tiempo. Se veía dudoso, como si debatiera mentalmente si lo había hecho bien o mal. Esperé a que se acercara una vez más, pero no lo hizo.

«¿Eso fue todo? ¿Un simple roce de labios?»Tal vez para él había sido suficiente —aunque estaba seguro de que quería continuar pero su timidez se lo impedía— pero definitivamente para mí su "beso" no había sido suficiente, al contrario, lo único que había logrado era hacerme querer más.

Coloqué mis manos sobre sus muslos y ejercí un poco de presión sobre ellos al mismo tiempo en que lo miré serio, mordió su labio inferior, aferrando más sus manos a mis hombros. Su rostro comenzó a acercarse, pero esta vez esperé hasta el último momento para cerrar mis ojos, quería apreciar un poco más la vista. Presionó sus labios con la misma suavidad que la primera vez, permitiéndome sentir una vez más su calidez. Sus labios finos y delicados contrastaban a la perfección con los míos, pero aun así, apenas sentirlos contra los míos no era suficiente. Recorrí su cuerpo con una mano, haciéndolo estremecerse, hasta depositarla en su nuca, entrelazando mis dedos con algunas hebras de su suave cabello. Entreabrí los ojos para poder verlo, él hizo lo mismo, separé nuestros rostros lo suficiente para poder entreabrir los labios, indicándole que copiara mi gesto, lo cual no dudó en hacer. No le di tiempo a que se preparara, ya que apenas separó sus labios, volví a unirlos con los míos. La sensación era diferente, ahora, además de sentir el calor de sus labios, podía apreciar el calor de su boca, el cual comenzaba a mezclarse con el de la mía. Poco a poco comencé a mover mis labios, permitiéndome saborear al máximo los suyos. Sus brazos no tardaron en rodear mi cuello, mientras que mi mano libre subió a su espalda para acercar su cuerpo más al mío. No tenía idea de cuánto tiempo había pasado, pero a juzgar por la falta de aire que comenzaba a sentir, seguramente nos habíamos excedido del límite. Aun así no quería dejarlo, todo lo contrario, cada movimiento, cada roce, cada mordida sutil acompañada de un gemido casi inaudible me hacían querer más y más.

Esa sensación no se limitaba solo a mis labios, sino que recorría todo mi cuerpo, en especial una zona que nunca pensé reaccionaría de tal manera a un beso que ni siquiera era de lengua. Noté que Fubuki comenzaba a quedarse sin aire e intentaba aprovechar aquellos momentos en los que lograba escapar de mis labios para tomar aire, pero aun así no lograba detenerme. Acerqué mi rostro al suyo y usé mi mano para impedir que se alejara, al mismo tiempo recorrí su espalda con mi otra mano hasta colocarla por debajo de su suéter, su cuerpo se estremeció al sentir mi toque y dejó escapar un gemido al mismo tiempo que aferró con fuerza sus brazos. Por desgracia solo pude sentir el calor de su piel por unos breves segundos, ya que Atsuya apartó mi mano y cruzó un brazo por el cuello de su hermano, empujándolo hacia atrás, separándonos.

—Suficiente, es mi turno —no me había gustado su intromisión, pero quizá había sido lo mejor. Fubuki se había llevado una mano al pecho intentando calmar su respiración. Mi situación no era tan diferente, pero estaba demasiado abrumado por las emociones como para preocuparme en recobrar el aliento.

Queriendo o no, no tuve tiempo para hacerlo, ya que Atsuya no demoró en tomar su lugar frente a mí, cubriendo la imagen de Fubuki. A diferencia de su hermano, su acercamiento fue diferente, hasta podría describirlo como sensual. Se acercó gateando lentamente con la mirada fija en mis ojos y aquella sonrisa maliciosa que nunca dejaba su rostro. Tuve que hacer un poco de espacio entre mis piernas para dejar que se acercara lo suficiente. Cuando finalmente lo tuve en frente sentí un poco de miedo. Si tuviera que describirlo en una sola palabra, elegiría "impredecible". Sonrió victorioso y por un momento pensé que se había percatado de mi miedo, colocó una de sus manos sobre mi pecho y acercó su rostro lo suficiente para dejarme sentir el calor de su aliento.

—Esto es un beso.

Cerré los ojos segundos antes de sentirlo presionar sus labios a los míos, acto que no duró mucho, ya que casi al instante los separó, atrapando los míos de una forma salvaje. No tuve que hacer nada, solo dejarme llevar por sus movimientos, los cuales comenzaban a hacerme perder la noción del tiempo de nuevo. Era tan habilidoso que un par de besos ya habían sido suficientes para hacer que mi cuerpo comenzara a sentirse caliente otra vez. De pronto sentí como su rodilla rozó mi entrepierna. Abrí los ojos de inmediato, sorprendido. Él se acercó más a mí y sin separar nuestros labios hizo con que inclinara la cabeza hacia atrás. Comenzó a mover su pierna rozándola cada vez más contra mi ingle. Cerré los ojos con fuerza, intentando concentrarme en otra cosa, pero la sensación era demasiado buena como para ignorarla. El calor de mí cuerpo pareció concentrarse en un solo lugar y en cuestión de segundos comencé a sentir como un bulto se formaba en mis pantalones. Rodeé su cuerpo con mis brazos y lo atraje hacia mí, sentí como sonrió contra mis labios antes de volver a besarme, pero esta vez fue diferente, ya que pude sentir como algo caliente se abría paso en mi boca. La mescla de sensaciones que me provocaban el roce salvaje de nuestras lenguas y la fricción que no dejaba de ejercer en mi entrepierna estaban a punto de hacerme perder la cabeza. Dejándome llevar, deslicé una de mis manos por su espalda hasta sentir su nalga y apretarla con fuerza, haciéndolo gemir. Nos separamos para tomar un poco de aire y aproveche el momento para alzar mi pierna izquierda, entre la cual estaba arrodillado, al sentirla, se deslizó suavemente, sentándose sobre ella. Mi corazón se aceleró al entender el mensaje tras tan simple acción y lo único que quise fue sentir sus labios otra vez, pero antes de poder inclinarme hacia él, Fubuki se interpuso entre nosotros.

—¡Ya basta! —Estaba un poco agitado y sonrojado a mas no poder. Lo miré algo confundido mientras que Atsuya le dedicaba una mirada molesta—. E-es su-suficiente, ¿no? N-no es necesario que sigan. —Atsuya aqueró una ceja, pero luego de unos instantes volvió a sonreír.

—¿Qué pasa? ¿Demasiado avergonzado como para interrumpir antes? —Fubuki no respondió, simplemente lo tomó por los hombros y empezó a jalarlo para que saliera de encima de mí.

Recosté la espalda contra la cama mientras intentaba calmarme, la cabeza me daba vueltas, nunca había sentido tantas emociones de una sola vez y no estaba logrando lidiar con ello. Me llevó unos minutos ordenar mis pensamientos, aunque a decir verdad no estaba seguro si la conclusión a la que había llegado era la mejor, al menos no para todos. Ambos me miraban atentos. Fubuki era incapaz de esconder su nerviosismo, mientras que Atsuya intentaba verse lo más seguro posible, aunque noté que por momentos observaba de reojo a su hermano, dudoso. Sin embargo él fue quien hizo la tan temida pregunta.

—¿Y bien? ¿Cuál de los dos fue el mejor? —Me tomé un momento para responder, sabía que eso los hacía sentir más nerviosos, pero nada podía ser peor que lo que iba a decirles.

—Pese a que haya sido contra mí voluntad. —Desvié la mirada por un momento—. Debo admitir… que me gustaron ambos. —Estaban tan sorprendidos que abrieron la boca al mismo tiempo, pero no lograron decir nada. No sabía hacia dónde mirar, así que clavé la mirada en un mueble que estaba a la derecha, detrás de Fubuki.

—Ni-ninguno me gustó más que el otro, fueron besos diferentes, pero no puedo elegir uno solo. —Sentía como la sangre me subía al rostro, quería mirarlos pero estaba demasiado avergonzado, sin embargo no tenía muchas opciones.

Junté coraje y los miré de reojo, se habían inclinado el uno hacia el otro e intercambiaban susurros, la expresión en sus rostros me dio a entender que se trataba de una charla seria. Poco después, ambos de enderezaron y volví a ser el centro de atención.

—Sabemos que no podemos hacerte cambiar de opinión y como ya lo dijimos antes, tampoco pensamos hacerlo. —La serenidad en la voz de Fubuki hizo con que me calmara un poco—. Es por eso que llegamos a una conclusión. —Sonrió dulcemente dejando que Atsuya continuara, el cual sonrió juguetón.

—Acordamos compartirte.

—¡¿A-ACORDARON QUÉ?! ¡¿CO-COMPARTIRME?! —Fubuki se sobresaltó y me miró tanto triste.

—¿No te gustó la idea?

—¡Claro que no me gustó, no pueden compartirme!

—¿Por qué no? Es mucho mejor así, en lugar de tener un novio, tendrás dos. —Atsuya sonreía divertido, señal de que la idea le había encantado.

—¡No podemos tener una relación los tres!

—Si podemos, a Shirou y a mí no nos molesta.

—¡¿Y qué hay de mí?! ¡¿No piensan pedir mi opinión?!

—Ya nos la diste, ambos te gustamos, no puedes elegir a uno, nosotros tampoco pensamos cambiar de opinión, la única solución es compartirte. —Gesticulaba con las manos mientras discursaba—. Ahora deja de hablar y volvamos a lo nuestro. —Se abrió camino hacia mi tan rápido que no pude reaccionar, pero antes de que pudiera darme un beso, Fubuki le cubrió la boca con una mano y lo jaló hacia atrás.

—¡Ya tuviste suficiente, es mi turno!

—¡Era mi turno cuando nos interrumpiste!

Intenté separarlos pero solo logré ser empujado al suelo mientras ambos intentaban mantenerse más de un minuto sobre mí sin que el otro intentara quitarlo, empujándolo hacia un lado o jalándolo por la ropa.

—«Dios mío, ¿seré capaz de sobrevivir a estos dos?»