INTRODUCCIÓN

El despacho del director de Hogwarts fue siempre un lugar sagrado, templo de la educación mágica desde tiempos remotos, refugio de la sabiduría ancestral y hogar de los más grandes magos que la tierra había visto nacer, fiel testigo de increíbles proezas... sin embargo, nada de todo aquello podía compararse con lo que estaba punto de acontecer en esa oscura y truculenta noche.

Era cerca de media noche y el Profesor Dumbledore se encontraba sentado en un enorme sillón ubicado detrás de su escritorio, tenía la vista fija en unos viejos pergaminos que contenían complicadas teorías y planificaciones, dibujando en ellos cada tanto algún garabato que sólo él sería capaz de comprender. Suspiró frotándose las sienes con sus manos mientras se disponía a desenvolver un dulce de limón, la guerra que golpeaba al mundo mágico era cada vez mas sanguinaria y estaban tan cerca de poder derrotar a la oscuridad, como de ver a Tom Marvolo Riddle repartiendo dulces a los niños muggles en Halloween (sin que estos estuviesen envenenados con alguna increíblemente complicada poción que los hiciera sufrir los peores tormentos hasta la muerte). En eso se encontraba el profesor cuando doce personas aparecieron en su despacho en diferentes situaciones.

En el centro de la iluminada habitación, Alice y Frank Longbottom surgieron con una débil explosión portando un juego de Snap Explosivo a medio terminar mostrando en sus rostros una tremenda expresión de confusión.

Severus Snape, por otra parte, se materializó a un costado del director con algunos extraños ingredientes en las manos y una mueca de profundo fastidio, como si lo hubiesen interrumpido en algo sumamente interesante y miraba con reproche a Albus.

Al costado contrario en el que se encontraba Snape, sentado en un cómodo sillón hizo su aparición Remus Lupin, un hermoso joven de cabellos dorados que, tan inmerso en el grueso volumen que se encontraba leyendo, no pareció darse cuenta del cambio. .

Lilian Evans apareció sentada sobre el escritorio del director, vestida con un ligero camisón de raso negro con su rojo cabello suelto y portando unos pergaminos con que mostraban unas extrañas inscripciones en ellos. Miró a su alrededor y acto seguido extendió los papeles hacia Dumbledore con una sonrisa.- Justo a tiempo profesor, aquí están las traducciones de esas runas que me había encargado.

Sentada en una silla frente al director, Minerva McGonagall surgió envuelta en una bata de tela escocesa, fulminando después de unos segundos a la persona en frente suyo con su típica expresión severa, como si estuviese completamente segura que semejante locura sólo podía atribuírsele a él, mientras acomodaba unos pergaminos que había estado corrigiendo a un costado del escritorio.

Rubeus Hagrid, el guardián de las llaves y terrenos de Hogwarts se materializó en el marco de la puerta del despacho con su enorme ballesta en mano y sus enormes ojos negros confundidos.

Molly y Arthur Weasley aparecieron a continuación, ambos totalmente desconcertados mirando a su alrededor con sorpresa, varitas en alto, ambos en pijama y con caras de dormidos.

Regulus Black apareció en una de las esquinas mas alejadas del despacho, con un pote de crema en las manos, en bóxers, con la camisa desabrochada y la corbata de Slytherin a medio desanudar.

Por último, Sirius Black y James Potter aparecieron en la esquina restante de la habitación, cerca de Regulus, sin embargo, ambos jóvenes ni siquiera repararon en su presencia... Sirius y James enseguida se amoldaron al lugar donde habían aparecido sin darse cuenta del cambio, James empotró contra la pared a Sirius logrando que éste gimiera roncamente, un quejido en la medida justa entre el dolor y el placer, dejando a todos momentáneamente sin respiración. Segundos después se encontraba luchando contra los botones del vaquero de James que era lo único que lo cubría en ese momento, mientras mantenía los ojos fuertemente cerrados disfrutando de los placeres que su captor le provocaba. James se hallaba en esos instantes demasiado ocupado recorriendo con su boca el trecho de piel que unía el cuello de su amante con su hombro... lugar particularmente sensible para el moreno llevándose en el camino la camisa... recorriendo con sus manos el pecho que iba descubriendo.

-¡Oh por Merlín!- susurró la profesora McGonagall contemplando ruborizada la escena que tenia lugar frente a ella.

-¿Pad..?- susurró entre besos uno de los chicos.

-¿Mh?- respondió el otro, si es que a eso se le podía llamar respuesta claro esta.

-¿No te pareció escuchar la voz de Minerva?- cuestionó mientras seguía con la importante labor de convertir a su amante en una masa jadeante y temblorosa.

-¿Es ésta otra de tus locas fantasías Prongs?- preguntó el aludido que por fin había logrado desprender el primer botón e iba a por el segundo.- Porque si es eso, ¡no pienso hacer de Minnie!

-¡Hey, yo cumplí tu fantasía con Moony!- le reprochó mientras seguía descendiendo y repartiendo besos por su pecho.

-Lo se… Pero… ¡Tú lo viste! Él… Es…- trataba de completar en vano su frase entre jadeos el moreno que era literalmente devorado contra la pared.

-¿Caliente?- preguntó con malicia James mientras echaba su frio aliento sobre sus pezones aun húmedos por su saliva ocasionando un estremecimiento en su acompañante.

Mientras tanto el recientemente nombrado enrojecía hasta las orejas.

-Oh… ¡Si! Eso... ¡Caliente!- medio gimió.- ¡Merlín! ¿¡Te quieres apresurar James! ¡No aguanto!

-Oh… ¿Estás ansioso cachorro?- se burló el animago.

-¿Eso contesta tu pregunta…?- respondió el ojiazul sonriendo también con malicia y apretando fuertemente la entrepierna de su acompañante haciendo que sus ojos del color de las avellanas brillaran peligrosamente y se oscurecieran por el placer. Un profundo gemido se escuchó entonces por parte de James que inmediatamente se le lanzó encima como un animal en celo.

-¿Ves lo que te decía?- preguntó de pronto Remus, dejando el libro sobre el escritorio y volteándose hacia la pelirroja como si esa situación fuese de lo mas normal.- ¡Todo el día es así! ¡Uno no puede doblar un pasillo sin encontrárselos!- protestó.- Tienes suerte de finalmente haber decidido que mudarte con cuatro merodeadores hombres era mucho para ti Lils…

-Si ya veo…- si ya lo veo respondió algo ida la pelirroja observando al escena.- aunque tampoco es un mal espectáculo...- bromeó luego de unos segundos volteándose con una sonrisa hacia el licano.

-Yo nunca dije que lo fuera...- coincidió él, observando también con una sonrisa divertida. Después de todo, dos de los magos más guapos del mundo mágico liándose de esa forma era un espectáculo digno de ver sentado en un cómodo sillón con palomitas y todo.- Pero créeme que después de unas cuantas noches sin dormir cortesía de sus ruidos puede empezar a resultar algo molesto.

-¿Has probado con esto?- preguntó la ojiverde levantando la varita como si nada y apuntando a los otros dos merodeadores presentes en la sala.- ¡Aguamenti!

-¡Mierda! ¿Quién por todos los demonios..?- balbuceó un enojado y empapado hasta la medula James.- ¡Lily!- sonrió.

-¡Hola Lily! ¡Siempre es un placer verte preciosa!- la saludó como si nada Sirius con una sonrisa abrochándose el botón del pantalón mientras llegaba a su lado y la estrujaba en un abrazo empapando así también a la pelirroja.

-¡Hola Sirius! ¡James!- habló entonces la pelirroja sonriéndoles encantada y abrazando a cada uno.- Por cierto, disculpen por la mojada chicos...- les dijo con una de esas sonrisas angelicales que comprarías ciegamente si no fuera porque la conoces desde hace años y sabes muy bien lo que oculta detrás.- ¿Pero saben? ¡Esa no es forma de recibir a una dama!

-¡Oh!¡ Tienes razón Lils! Como lo siento…- fingió arrepiento James.- Ali… Lamento no haberte saludado como es debido, ¿cómo has estado?

-¡James!- lo regaño la pelirroja dándole un zape en la cabeza, aunque con una pequeña sonrisa en el rostro. El bullicio de saludos comenzó entonces y a los pocos minutos todos estaban hablando y poniéndose al día con los últimos sucesos, la profesora les había presentado al matrimonio Weasley, miembros de la orden, y Molly ahora les contaba encantada que estaba esperando a su sexto niño.

-¿Y ya pensaste algún nombre?- preguntó Alice, la morena del grupo, mientras acariciaba cariñosamente el prominente vientre de 5 meses.

-Si, mi esposo me pidió llamarlo como su tío... Así que al pobre niño le tocará cargar con el nombre de Billius..- dijo frunciendo el ceño hacia su esposo que hablaba en ese momento con Frank.- ¡Pero al menos pude elegir el primer nombre!- repuso mas feliz.- ¡Va a llamarse Ron!

-¡Es un hermoso nombre...!- halagó la ojiverde quien en ese momento estaba pegando la oreja a la panza de la pelirroja mayor que le estaba haciendo escuchar los latidos del pequeño niño amplificados por un hechizo y la miraba fascinada.

-¡Reg! ¡Pequeño! ¡¿Cómo esta mi Black favorito?- saludó radiante Sirius al percibir que su hermano menor se hallaba presente en la sala y dicho sea de paso que parecía bastante enfadado por el diminutivo usado por el mayor.

-¡Deja de llamarme pequeño Sirius! Apenas me llevas unos centímetros, ¡eres sólo un año mayor que yo!- protestó el mas pequeño en la sala igualmente respondiendo feliz al abrazo de su hermano mayor.- ¡Y tu mismo eres tú Black favorito querido hermano!- le reclamo divertido separándose.

-¿Cómo has estado serpientita?- el menor volvió a fruncir el ceño ante el apodo.- ¡Hace mucho que no te veo!

-Si... Desde que decidiste huir de la vieja bruja a la que yo cariñosamente llamo madre, ¡sólo te veo en cuando vienes a Hogwarts! Me cambiaste por una gran espalda y un trasero bien formado...- sonrío encantadoramente a James con la característica *sonrisa marca Black* que el conocía tan bien.- Sin ofender James

-¡Claro que no serpientita!- le sonrío de vuelta el otro echándole un brazo al hombro y despeinándole el cabello, lo que provocó que este lo fulminara con la mirada.

-¿Esa es Always Silky?- interrumpió la conversación Sirius con una sonrisa arrebatándole a su hermano el bote de crema de las manos a su hermano.- ¡Hace mas de una semana hice el pedido y aun no me ha llegado!

-Ni lo sueñes hermano.- contestó arrebatándole él ahora el bote de las manos.

-Pero como voy a seguir teniendo el cabello mas hermoso, y sedoso, y brillante, y terso, y sublime, y reluciente...- empezó a enumerar el ojigris.

-Creo que ya entendieron tu punto amor…- interrumpió James haciendo que todos suspiraran aliviados.

-¿Si no tengo mi preciosa crema Always Silky?- siguió quejándose como si jamás lo hubiesen interrumpido.

-Ni sueñes que voy a darte mí...- comenzó el menor pero entonces pareció por fin reparar en alguien que lo observaba con expresión divertida desde un rincón de la habitación.- ¡Sev!

-¿Sev? ¿Qué demonios tiene que ver la serpiente mayor en todo esto?- gruñó contrariado Sirius a donde segundos antes se encontraba su hermano y ahora era solo un espacio vacío.

-Sirius... Amor… creo que va a ser mejor que te des vuelta lentamente… Muuuy lentamente...- aconsejó James con cara impactada.

-¡¿Pero que por Morgana es esto?- exclamó afectado al ver a su "pequeño hermanito" con las piernas enrolladas en la cintura de Snape y comiéndoselo a besos... De la forma mas literal posible...

-Creo que serpientita se enamoró de serpiente mayor...- comenzó a intentar explicar James inmensamente contrariado, como si fuese un hecho que no pudiese terminar de creer pudiera ocurrir alguna vez en el universo aunque se lo presentaran ante sus ojos con pruebas y todo.

-¡Asquerosa serpiente! ¡Quita tus sucias y grasosas manos de mi pequeño hermanito!- fue el grito que aturdió a todos en la sala a continuación cuando Sirius al fin reaccionó y se lanzó sobre Snape intentando separarlo de su hermano que se sujetaba a el como una garrapata.- ¡Que lo dejes!

-¡Pero si yo ni siquiera lo estoy sujetando pulgoso..!- se burlo el pocionista. Y entonces, justo antes de que una guerra como la que sacudía al mundo mágico en las afueras de los terrenos de Hogwarts tuviera a lugar en las entrañas mismas del castillo, una tranquila voz interrumpió dejando a todos pasmados por unos momentos.

-¡¿Yo soy acaso el único que se pregunta porque demonios aparecimos todos en un lugar en el que la aparición es imposible a media noche?- pregunto Remus llamando la atención de todos los demás que inmediatamente voltearon hacia el director que seguía sentado en el mismo lugar observándolos a todos con sus profundos ojos azules brillando de diversión.

-¿Alguien gusta un dulce de limón?- dijo por toda respuesta levantando una gran caramelera con una sonrisa.