—Hablando
"Pensando"
—Kyûbi hablando
"Kyûbi pensando"
Técnicas
Nota del autor: He reeditado este capítulo, cambiándole varias cosas, porque realmente no quedaban bien. Había algunos fallos enormes que me dan vergüenza (que no son ortograficos, por eso). En fin, ahora ya esta corregido y espero que mucho mejor. Corregiré los siguientes capítulos también, pero esos ya serán leves variaciones o correciones ortográficas.
Prólogo
Amigo vs. Amigo
Konoha, 13 años después de la desaparición del Kyuubi y de la muerte de Namikaze Minato
Naruto se encontraba tumbado en una camilla del hospital de Konoha, meditando sobre su enfrentamiento con Gaara, el Jinchūriki del Ichibi, el bijû de una cola de Sunagakure no Sato, que estaba sellado en su interior. Él… él comprendía cómo era Gaara, lleno de sentimientos negativos y de sed de sangre. Por ser lo que eran, los Jinchûriki eran temidos y odiados a partes iguales. Naruto lo sabía bien, él era el Jinchûriki de Kyûbi no Kitsune, el zorro demoníaco de nueve colas que hacía 13 años atacó Konoha. Y siempre, siempre fue odiado y despreciado por los habitantes de la aldea en la que vivía. Él hacía ver como que no le importaba, pero dolía. Y mucho. Dolía que no tuviera una madre a la que abrazar, un padre con el que reír, amigos con los que jugar. Dolía estar solo. Dolía ser observado por ojos glaciales de odio y desprecio, negando su existencia como persona y afirmándola como demonio.
Pero ahora ya no era más así. Había encontrado gente con la que compartir sus penas, sus alegrías, las bromas… Primero fue Hokage-ojisan y poco después Iruka-sensei, su instructor en la academia ninja. Naruto sonrió, él fue la primera persona que lo aceptó como era aunque fuera un espanto en la academia. Luego fue sus compañeros en el equipo 7: Kakashi-sensei, Sakura-chan, y Sasuke-teme. Pero ellos no fueron los únicos; la generación de los 9 novatos también era algo importante para él. Allí estaban Shikamaru Nara, el futuro líder del clan Nara, Kiba Inuzuka, Choji Akamichi, el amante de la comida, Rock Lee, el fanático del entrenamiento, Neji Hyuuga, un genio que cayó contra él en el reciento torneo… Y finalmente a Jiraya, o Ero-sennin, que le había empezado a enseñar y con el que se había encariñado bastante, a pesar de que fuera un apasionado (y escritor) de las novelas eróticas. "Ahora tengo… amigos" pensó Naruto.
En ese momento la puerta de su habitación se abrió, dejando ver a Shikamaru, a Kiba, a Choji y a Rock Lee.
—¡Hey, Naruto! Nos hemos enterado de que estabas aquí después de pelearte con el ninja de la arena –habló Kiba.
— Parece que, como siempre, te sobrepasaste en la pelea. Estás embozado en vendas de pies a cabeza, debe ser muy problemático. ¿Cómo te encuentras, Naruto?–preguntó Shikamaru, con su habitual pereza.
—¡Hey, chicos! No demasiado roto, jeje. Creo que aún me duele un poco el brazo izquierdo pero me voy recuperando. En menos de un parpadeo volveré a estar molestando por la villa –respondió él.
—¡No te preocupes, Naruto! ¡Comes un poco de carne a la brasa y quedarás como nuevo en un momento! –respondió Choji.
—¡Ey, Choji, no vuelvas con eso!, recuerda que arruinaste al Asuma-sensei la última vez –recriminó Kiba.
—¡No es mi culpa si tengo el estomago grande! –replicó él.
—¡Tranquilo, Naruto! ¡La poderosa fuerza de la juventud arde en ti! –metió baza Lee, con llamas en los ojos, a lo que los demás se les formó una gotita de sudor en la frente al estilo anime.
Pronto se desató una discusión entre Kiba y Choji sobre carne a la parrilla, estómagos, dinero y Asuma. Shikamaru suspiró y se fue a sentar en la silla que había al lado de la cama. Rock Lee se quedó de pie al otro lado de la cama
—Que problemáticos. Seguro que acaba viniendo una enfermera y entonces y si que tendrán una razón para salir corriendo –dijo, a lo que Naruto solo rió−. En fin, Naruto, la verdad es que me has dejado sorprendido, no pensé que fueras a poder vencer a Gaara.
—Sí, fui yo –asintió el rubio.
—¿Cómo lo conseguiste? Recuerdo que cuando nos encontramos con él en la última fase del examen, en aquellas escaleras, vimos como mataba a sangre fría y en su pelea contra Sasuke todos comprobamos que era realmente fuerte.
—Shikamaru, piensa que Naruto venció a Neji, el que llaman el primero de los novatos del año pasado y un genio del clan Hyuuga. Naruto… es fuerte –dijo Lee, con una sonrisa que no llegó a los ojos, pero para Naruto no pasó desapercibido, y sabía exactamente lo que significaba esa triste sonrisa.
—Lee, piensa que yo antes era un desastre como ninja. He llegado hasta donde estoy ahora gracias al esfuerzo y al duro entrenamiento como tú. Lee, lo que has de hacer es no dejar de entrenar nunca y ya verás, llegará el día en que venzas a Neji. ¡Superaremos a todo el que se nos ponga por delante! –le animó Naruto, sabiendo lo que debía estar pensando en ese momento; el siempre había querido superar a Neji. Lee simplemente sonrió.
—¡YOSH! ¡Naruto, la fuerza del compañerismo brilla en ti! ¡Me volveré mucho más fuerte y pelearemos! –exclamó, recobrando su habitual energía.
"Creo que deberíamos hablar de verdad con Gai-sensei" pensaron Shikamaru y Naruto a la vez con una gota de sudor, mientras Choji y Kiba seguían enfrascados en su importantísima (para ellos) discusión.
Naruto se quedó pensativo unos instantes y suspirando, empezó a hablar con un tono triste:
—Mira Shikamaru, él siempre ha estado solo, con todo el pueblo de Sunakagure odiándole, intentándole asesinar. ¿Te acuerdas que nos dije que desde los seis años, su propio padre, el Yondaime Kezakage, le ha intentado matar? Así no es de extrañar que acabara siendo un monstruo con una permanente sed de sangre. Pero yo le entiendo… Sé cómo se siente uno al no tener nada, al ser ignorado por todos. Ya también odiaba a la gente de la villa por despreciarme de una manera tan fría y sin saber el motivo. Pero… si pude vencerlo fue porque tenía algo importante que proteger: mis amigos –explicó Naruto−. Las personas solo pueden volverse realmente fuertes… si tienen algo que proteger –dijo Naruto mirando al techo mientras recordaba a Haku.
Shikamaru se quedó pensativo, pensando en lo que había debido de soportar Naruto como para que llegase a entender de esa manera a Gaara. Shikamaru frunció el ceño: aún así, era cuanto menos raro que Naruto pudiese entender tan bien a Gaara… Y luego ese comentario sobre los aldeanos odiándole… Sabía que había algo raro en Naruto, pero ¿qué?
—Bueno Naruto, vamos a ver a Sasuke, a ver qué tal se encuentra –dijo de repente, levantándose.
—Claro chicos, nos vemos más tarde –respondió Naruto.
Luego de que todos se hubieran despedido (Shikamaru y Lee arrastrando a Choji y Kiba, que seguían con su "discusión") y cerrado la puerta, Naruto cerró los ojos e intentó descansar, pero unos minutos más tarde, una sombra se interpuso entre él y el sol. Naruto, frunciendo el ceño, abrió los ojos y comprobó quien era el desgraciado que le tapaba el sol…
—Ey, Naruto, ¿cómo lo llevas? –saludó una voz masculina, ya entrada en años.
—¡Ero-sennin! –respondió sorprendido Naruto.
—¡Maldita sea, chico, no me llames así! ¡Yo soy uno de los tres legendarios Sannin de Konoha, Jiraya, el maestro de los sapos! –dijo este de manera cómica.
—¡Oye, Ero-sennin, que sepas que entrenarme en el control del chakra rojo del zorro me ha ayudado mucho! ¡Pude barrer el suelo con Gaara! –dijo el rubio hiperactivo, ignorándole por completo.
Jiraya con un tic en el ojo solo pensó: "Maldito mocoso irrespetuoso… No hay manera de que aprenda" Pero entonces sonrió.
—Oh, bueno, Yo no estaría tan seguro de eso último, mocoso, ya que estás en el hospital, vendado de arriba abajo, ¿no? –rió entre dientes el Sannin. Naruto, sabiendo eso, puso mala cara e indignado solo masculló un "hmpf", apartando el rostro. Jiraya volvió a reír, esta vez ligeramente más fuerte.
—En fin, hablando del zorro, a eso mismo venía, Naruto. Vengo a advertirte –empezó el Sannin, poniéndose serio repentinamente.
—¿Advertirme? ¿De qué?
—Usaste el chakra del zorro como me acabas de decir –empezó, afirmándolo.
—Sí. ¿Qué pasa con eso? –preguntó Naruto.
—Verás. Recuerdas que Kyûbi, tiene 9 colas, ¿verdad? –Naruto asintió-. Pues bien, vigila mucho con eso porque si en un combate o en alguna situación extrema, emociones como la ira, la rabia, el odio, o la desesperación en un grado realmente elevado te superan empezarás a perder el control, justo como te pasó en el país de las Olas, cuando peleaste contra ese chico, Haku (Kakashi me lo explicó, así que no hagas preguntas innecesarias). Cuanto más te vayas sumergiendo en esas emociones más perderás el control y empezarán a aparecerte colas de chakra en tu cuerpo, ya que el chakra de Kyûbi necesita una manifestación física para aparecerse en este mundo, al filtrarse por el sello que el Yondaime puso en ti. Si llegasen a aparecer más de cuatro… −explicó sin finalizar la advertencia. Se entendía perfectamente.
Naruto bajó la cabeza, mirándose las manos.
—Y… ¿qué puedo hacer para evitarlo, Ero-sennin? –preguntó serio.
—Entrenarte para llegar a controlarlo y que no te controle él a ti, por supuesto –respondió el Sannin.
—¿En serio? –preguntó el rubio, sumamente emocionado-. ¿Y quién me va a entrenar? ¿Quién? ¡Vamos, dime!
—Evidentemente, seré yo. ¡Voy a enseñarte una técnica que era del cuarto Hokage y que incluso él no llegó a dominar a su máxima complejidad! Se llama Rasengan, pero por ahora no diré nada más. Cuando te recuperes, me encontrarás en la Torre Hokage, de allí cogeremos nuestras cosas inmediatamente y nos iremos en un viaje –explicó Jiraya.
—¿Un viaje? –preguntó extrañado.
—Sí. Un viaje para encontrar a la futura Quinta Hokage: Tsunade, la reina de las babosas, o la Legendaria Perdedora, si lo prefieres. Bueno Naruto, yo me voy a "investigar" –dijo con una sonrisa pervertida−. ¡Nos vemos! –dijo mientras saltaba a la espalda de el sapo que lo había traído hasta el hospital.
—¡Eres un maldito pervertido, Ero-sennin! –le gritó Naruto mientras se alejaba.
—¡Cállate, mocoso! –le reprendió. Lo que ninguno de los dos sabía es que el otro estaba sonriendo.
Luego, Naruto se quedó pensativo. "Una técnica que ni el cuarto Hokage pudo llegar a dominar por completo… Muy bien, ¡obsérvame Yondaime Hokage! ¡Te superaré y me convertiré en el mejor ninja de todos!" Luego se quedó dormido con una pequeña sonrisa en la boca.
—¿Es que acaso es tan malo querer salir de vez en cuando? ¡Naruto, estoy encerrado en tu interior! Llevo toda tu vida viendo estas jodidas paredes asépticas sin ningún adorno, las mismas 15 barras de poder y el sello que me retiene. ¡Para mí, un ser inmortal, es la peor condena! –se quejó Kyûbi.
—Lo siento, Kyûbi pero si no empezarías a destruirlo todo –intentó justificar Naruto.
—Blah, blah, blah. Siempre las mismas excusas. ¡Yo soy una acumulación de odio y poder! Está en mi naturaleza como ser demoníaco destruirlo todo. ¿Acaso irías tú contra tu propia naturaleza humana? –cuestionó el zorro, con un gruñido.
—Vaya, Kyûbi. No pensé que fueras tan… ¿complejo? –se preguntó Naruto, dudoso de que fuese la palabra adecuada. Aún así Kyûbi entendió el significado.
—Chico, 5.000 años dan para mucho, ¿no crees? –reveló Kyûbi con suficiencia.
—Desde luego, para que en estos cinco milenios se te pegue humor negro –rió Naruto a lo que Kyuubi solo gruñó
—Supongo que en este entrenamiento con el Sannin tendrás que acceder a mi chakra… en fin, ya me voy acostumbrando. Aunque realmente me molesta tener que darle mi chakra a un debilucho como tudijo Kyûbi resignadamente, cambiando de tema. A Naruto se le marcó una vena en la frente, ofendido.
—¿Tienes algún problema conmigo, Kyûbi? ¡Por qué estaré encantado de solucionarlo! –contestó Naruto, cruzándose de brazos, a lo que el zorro de nueve colas solo se rió.
—Oh, ¿el mocoso se ha ofendido? Qué pena… ¡Crece un poco más, enano, y entonces desafíame!–replicó Kyûbi, pero antes de que Naruto pudiese seguir con ese estira y afloja, el zorro demoníaco siguió hablando-. Supongo que no hay más remedio que dejarte usar mi chakra; al menos no lo desperdicies y si lo usas, que valga la pena, ¿entendido, mocoso? No quiero que lo vayas malgastando en cualquier entrenamiento y/o batalla inútil –gruñó él.
—¡Bah! –respondió Naruto, mientras el aludido bufaba levemente.
"A pesar de que a veces sea realmente irritante, supongo que podría haber sido peor…. Aunque no se de que manera" pensó el Kyûbi.
Unos días más tarde. Torre Hokage
—¡Hey, Ero- sennin! ¿Estás aquí? –preguntó mientras abría a puerta de una habitación, a lo que se encontró con este durmiendo la mona con varias botellas de sake en una mesa cercana. Incluso le salía una pequeña burbuja A Naruto le apareció un tic en el ojo derecho de lo enfadado que estaba y viendo una pequeña jarra de agua fría, sonrió maliciosamente y se la tiró toda a la cara.
—¡Buagh! ¿Cof, cof, pero cof, que cojones…? –preguntó tosiendo.
—¡Ero-sennin! Se supone que me deberías estar esperando y no durmiendo la mona, medio borracho –reprendió Naruto.
—Bueno, bueno, no te enfades y recuerda que soy tu maestro. ¿Quién va a enseñar a quién? –dijo sonriendo alegremente. Eso calló inmediatamente al rubio, evidentemente.
Rápidamente cogieron sus cosas (obviamente, Naruto tuvo que dejar su bolsa tamaño extra grande) y se presentaron en la oficina del Hokage. Con la muerte de Hiruzen Sarutobi, la oficina era un verdadero caos, el papeleo estaba apilado en columnas que se balanceaban peligrosamente. Naruto, al pensar en la muerte de Sarutobi, sintió unos deseos enormes de gritar y destruir toda la oficina, pero consiguió contenerse a duras penas. Aún así, se hizo a sí mismo una promesa. Acabaría con esa víbora de Orochimaru-teme en honor al viejo, por cuidarle todos esos años cuando era un niño. Era una promesa. Volviendo a la tierra después de su viaje por sus pensamientos, contempló a los antiguos consejeros de Sarutobi-jiji: Homura y Koharu.
—Bien, Jiraya. ¿Ya sabes dónde debes ir? –preguntó Homura.
—No os preocupéis, viejos consejeros. Tengo mi propia red de espías. Puedo encontrarla. En realidad, creo que solo debería mirar o los casinos o los bares de los pueblos o ciudades a las que vaya –afirmó Jiraya, algo molesto porque pusieran en duda sus capacidades.
—¿Estás seguro que no quieres que te acompañen esos tres escuadrones Anbu? –inquirió Koharu.
—No, gracias. No necesito a tanta gente para traer a Tsunade, la Legendaria Perdedora. Además distraerían a mi pupilo de su entrenamiento –añadió él.
—¿Pupilo? −preguntaron confusos los dos consejeros.
—Naruto, preséntate –le dijo a su alumno, que había estado detrás de él todo el rato.
—¡Buenas! –saludó él con su habitual desparpajo (N/A: supongo que entendéis a lo que me refiero).
—Jiraya… ¿Naruto es tu aprendiz? –preguntó Koharu con el ceño fruncido.
—Sabes bien que no podemos permitir que salga de la aldea. Es peligroso. Lo siento, pero no podemos autorizar esto −espetó Homura. Koharu asintió.
Naruto puso mala cara. La expresión de los dos consejeros era la misma que la del todos los aldeanos, aunque en menor medida. Ese hielo en los ojos… Les iba a decir cuatro cosas cuando Jiraya se le adelantó.
—Muy bien –dijo simplemente sorprendiendo a los demás. La estancia se quedó en silencio y antes de que nadie tuviese tiempo de reaccionar, Jiraya siguió hablando−. Si eso es lo que queréis, os advierto que pienso desertar de la aldea y me llevaré a Naruto conmigo –amenazó cruzándose de brazos, con la cara realmente seria. Naruto se lo quedó mirando, era la primera vez que alguien lo defendía de esa manera y no pudo evitar que una lágrima solitaria le rodase por la mejilla pero tuvo la suficiente rapidez como para que nadie lo notase.
Los consejeros se quedaron callados, mirándose el uno al otro sin saber que hacer, era una situación de lo más incomoda y los había pillado con la guardia baja. No se esperaban algo así de un Sannin. Homura pensó en razonar pero entendiendo sus intenciones, Koharu lo retuvo y negó con la cabeza. Razonar con Jiraya cuando se ponía así era imposible.
—Muy bien, si eso es lo que quieres, que así sea. Pero te advierto que esto tendrá consecuencias –advirtió Koharu.
—No esperaba menos de vosotros… consejeros –poniendo todo el desprecio del mundo en la última palabra−. Vamos, Naruto.
Después de que el Sannin y su estudiante se marcharan, los dos consejeros siguieron deliberando la perspectiva de la situación.
—El chico es un peligro latente. Con el zorro sellado dentro de él… es posible que el sello acabe debilitándose. –dijo con porte grave Koharu.
—Estoy de acuerdo, pero no podemos hacer nada –asintió Homura.
—Eso dejádmelo a mí, consejeros –dijo una voz grave, que provenía de las sombras.
—Danzo… −susurró Homura.
—Sí. Dejadme el chico zorro a mí. Yo me encargar de eso –y sin esperar respuesta salió de la oficina del Hokage, con paso lento.
Puerta sur de la villa
—Vamos, Naruto. ¿Estás listo? –preguntó Jiraya.
—¡Sí! Pero… me gustaría preguntarte algo, Ero-sennin –acabó algo nervioso.
—¿Si? –preguntó el maestro de los sapos, realmente intrigado.
—Eso que dijiste antes, en la oficina del Hokage… ¿era cierto? –preguntó desviando lo vista.
Jiraya entendió porque lo preguntaba. Su vida debía haber sido un verdadero infierno y se aferraba a lo poco que tenía de valor para él como una tabla salvavidas. Sus declaraciones de antes le debían haber llegado hondo.
"Ha crecido de la peor forma posible. A pesar de que sea un niño, tiene una madurez poco común a pesar de que sea tan hiperactivo. ¿Qué dirías si le vieras ahora, Minato? ¿Seguirías queriendo proteger a Konoha? Se preguntó, algo melancólico en pensar en su antiguo alumno.
—¡Por supuesto que sí, estúpido! ¡Soy un Sannin, yo siempre hablo en serio! –exclamó Jiraya.
—¡No me llames estúpido, Ero-sennin! Mira que me voy, ¿eh? –amenazó Naruto, a lo que Jiraya suspiró. Sabía cómo combatir eso.
—Vaya, que lástima. Y yo que pensaba que ya había encontrado a un alumno al cual enseñarle el Rasengan y eso que es mucho mejor que el Chidori de Kakashi… bueno, supongo que habrán otros…−dijo, suspirando resignadamente.
—Bueno, jeje. Que no me voy, que no me voy. ¿Cómo es ese Rasengan? –dijo cambiando de idea rápidamente al oír lo referente a su superioridad sobre el Chidori.
Jiraya sonrió. Por mucho zorro que tuviese en su interior seguí siendo un niño.
—En fin, vámonos ya. Tenemos mucho trabajo por delante –habló Jiraya.
—¡Si, vamos! –gritó Naruto, emocionado, mientras salían de la aldea.
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El Valle del Fin
—¡SASUKE! ¡¿Por qué no quieres entenderlo? ¡Orochimaru solo te quiere para poder traspasarse a tu cuerpo! –gritó Naruto, desde la estatua de Harashima Senju.
—¡No me importa! Si con eso puedo matar a Itachi no me importa lo que haga. ¡Yo solo quiero más poder! Más poder para vengar la destrucción de mi clan –dijo Sasuke desde la estatua de Madara Uchiha, entristeciendo a Naruto.
—Sasuke… por lo que veo no funcionará nada de lo que te diga –musitó el rubio.
—¡Naruto, acabemos con esto de una vez! –retó Sasuke.
Sasuke formó en su mano derecha un Chidori negro, producto de su transformación al nivel 2 del sello de Orochimaru. Al mismo tiempo Naruto, respondiendo a la provocación, formó un Rasengan rojo, producto de la influencia del Kyûbi sobre él, prestándole el chakra. Por suerte para Naruto, solo se le había formado una cola de chakra por lo que podía controlarlo perfectamente.
Durante unos segundos los dos jóvenes shinobis acumularon y aumentaron la potencia de sus respectivos ataques. Después de unos interminables segundos que se alargaron hasta parecer minutos, los dos saltaron en dirección al otro. Ese era el último ataque, el que decidiría el destino de los dos… Cuando llegaron enfrente del otro, impulsaron el brazo en el que tenían su técnica y atacaron al otro, al shinobi que había llegado a ser un amigo, un compañero…un hermano. Naruto, dirigió el Rasengan adonde no hubiese ningún punto vital pero aún así la onda expansiva dejó muy malherido al heredero del clan Uchiha. En cambio, Sasuke si que apunto a los órganos vitales y no tocó varios por un movimiento brusco del Uzumaki, pero lo dejó en un estado crítico. La explosión resultante del choque de esas dos técnicas provocó una gran columna de humo que se veía desde varios kilómetros. Sasuke fue despedido hacia una pequeña meseta de hierba, completamente inconsciente y con varias heridas de gravedad. Sin embargo, aunque hubiese estado despierto, no podría haber hecho nada por Naruto, que había caído al rio, sin fuerzas suficientes como para aguantar en el agua usando el chakra. Kakashi llegó casi al momento y viendo a Sasuke corrió hacia él, comprobando su estado.
—Pakkun, Sasuke está vivo. ¿Dónde está Naruto? –gritó, preocupado por el rubio. No se lo veía por ninguna parte. ¿Habría quedado reducido a cenizas por la explosión?
—No siento su chakra por ningún lado, ni en estado latente. Kakashi… creo que ha muerto –respondió gravemente el perro invocado.
—¡¿QUÉ? Pakkun, sabes que es imposible, si estuviese muerto, el zorro se habría desencadenado y habríamos sentido su chakra – le recordó Kakashi, algo nervioso.
—Lo sé, Kakashi, pero te digo que yo no siento su chakra. Ni el de Naruto ni el de Kyuubi. Y sabes perfectamente que los bijûs se liberan por completo antes de la muerte total de su contenedor, porque sino morirían con ellos. Resígnate Kakashi. Naruto ha muerto y parece que Kyûbi con él, o, como mínimo, atrapado para siempre en su cuerpo. ¿Quieres qué también muera el Uchiha por tu indecisión? –aconsejó simplemente, intentando centrar a Kakashi.
El ninja copia se debatía entre el afecto y el orgullo que sentía por Naruto y el estado crítico de Sasuke. Sabía que debía tomar una decisión en pocos segundos pero esta era una de las pocas ocasiones desde que era joven que no sabía qué hacer. Se mordió el labio inferior, indeciso, sin decidirse. Debía tomar una decisión y rápido. Los pensamientos volaban raudos por su cabeza. ¿Y si intentaba saber dónde estaba Naruto y Sasuke moría a causa de sus heridas? ¿Y si se llevaba a Sasuke y Naruto moría, solo y olvidado por todos? Kakashi no sabía qué hacer. Hasta que su cuerpo tomó una decisión. Se posicionó al lado de Sasuke y cogiéndolo por los brazos se lo cargó a la espalda. Luego, miró una última vez el Valle del Fin. Sabía que una parte de si mismo se quedaría en ese lugar para siempre por lo que estaba a punto de hacer. "Lo siento, Minato. Espero que algún día me llegues a perdonar" Y sin más se fue corriendo en dirección a Konoha. Si se hubiera quedado un poco más, hubiera podido ver como una especie de planta humanoide, con una túnica negra con nubes rojas, estampadas emergía del suelo lentamente.
—Realmente ha sido un combate muy interesante, ¿no crees? Ya te digo, algunas de las técnicas eran poderosas. El Chidori y el Rasengan… tendremos que vigilar. Esto puede volverse un problema… En fin, vayamos a recuperar al Kyûbi. Tendremos que ir rápido, no quiero estar más de lo necesario en el agua –habló al aire. Lo extraño es que una voz diferente le respondió, como si hubieran dos personas. Empezó a caminar hacia la cascada pero paró súbitamente.
—¿Qué pasa? ¡Tenemos que irnos! Se acercan tres presencias muy fuertes. Nosotros solos no podemos acabar con ellos. Tsk, ¿nos retiramos? Supongo que sí, líder-sama nos advirtió de no caer en manos enemigas –acto seguido, el hombre planta volvió a fusionarse con la tierra, desapareciendo.
Al mismo tiempo, en el río (por cierto, ahora sería buena idea poner el video)
¿Cuánto hacía que caía? ¿Dos minutos? ¿Veinte? ¿Una eternidad? Estaba perdiendo el sentido de la realidad, al mismo tiempo que se ahogaba en el río. Caía, caía, seguía cayendo, lentamente, sin prisas, como si Shinigami se tomara su tiempo para reclamar su alma. Sería tan agradable si solo se dejara llevar…
—Mierda, chico, no hagas eso. ¡Pelea, joder! ¿No se supone que querías convertirte en Hokage? ¿Vas a dejar que unas heridas te aparten de tu sueño? –azuzó Kyûbi. No quería morir de esa manera, ahogado por toneladas de agua. Pero tampoco quería que muriera el crío. Le tenía cierto…respeto. Si, se podría decir así. En alguna enferma y retorcida manera, claro.
"¿Por qué, Kyûbi? Podrías liberarte en cualquier momento. ¿Por qué te quedas aquí?" pensó confuso Naruto.
—¡No puedo liberarme, crío! Aquí lucharon Harashima Senju y Madara Uchiha y la sangre derramada de Harashima imbuyó de ciertas capacidades a esta agua. Una de ellas es la de retener a los seres como nosotros, los bijûs –explicó algo apresurado el Kyûbi. Se les acababa el tiempo.
"Vaya…lo siento, Kyûbi" pensó el rubio, apenado.
—¡Maldita sea, mocoso! ¡Si tienes fuerzas para apenarte, inviértelas en salir de aquí! ¡Tanta agua de esta especial anula mi chakra, mocoso! ¡Hemos de salir con tus medios. Vamos, ¡tienes que nadar! –apremió el zorro demoníaco.
Naruto lo intentó, De verdad que lo intentó, pero el Chidori le había tocado varios puntos nerviosos y no se podía mover ni un centímetro. Nada. Mientras, seguía cayendo. A Naruto se le acababa el aire.
"Mierda… Bueno, Kyûbi. Ha sido un placer y una mierda al mismo tiempo ser tu contenedor" empezó Naruto.
—Joder. Lo que habría dado por devorarte, criajo. Al menos hemos dado bastante guerra, ¿no? Aúnno puedo creerlo. Voy a morir de la manera más deshonrosa posible. ¡Se supone que soy el gran Kyuubi no Kitsune, Kyuubi no Youko! ¡No debería morir así!–se quejó el Kyuubi.
Naruto sonrió en la creciente oscuridad. Kyûbi no cambiaría nunca. Cada vez le costaba más pensar pero se esforzó en mantener el contacto.
"…Quejica…" pensó de manera tenuemente.
—¿Qué? Soy el más poderoso de mis hermanos. La perspectiva de la muerte no es agradable, por mucho que los ninjas digan. Y mucho menos para entidades inmortales como nosotras –se justificó su bijû.
Estuvieron unos segundos callados mientras los dos se resignaban a la muerte, cada uno a su manera, ofreciendo unos últimos pensamientos a los poseedores de sus afectos.
—Naruto… −empezó Kyûbi, inseguro de que decir. La verdad es que a pesar de ser una masa de odio y chakra viviente, también podía llegar a sentir cierto respeto por el rubio, después de todo lo que habría sufrido aún seguía resistiendo y no era un monstruo sanguinario como ese chico, Gaara. No es como si sintiese pena, por supuesto que no. Simplemente era digno de reconocimiento.
"…¿Hmm?" ya casi no podía concentrarse.
—Supongo que no fue tan malo que fueras mi contenedor. Tu capacidad de no rendirte nunca no deja de asombrarme, aunque lo eches todo a perder con esa bocaza que tienes, esa seguridad suicida que algún día te matará, esa inmadurez que… bueno, ya te haces una idea –así era Kyûbi, un cumplido enterrado bajo toneladas de críticas.
"…Tienes suerte de que estemos en esta situación. En fin, supongo que esto es una despedida" pensó al notar como se le acababa el aire y empezaba el colapso nervioso.
—Adiós, Naruto.
"Adiós, Kyuubi"
Unos segundos después el negro engulló su mente, mientras su cuerpo tocaba el fondo del río. El cuerpo de un ninja de Konoha.
Varios minutos después, tres figuras aparecieron, vistiendo unas túnicas negras con unos dragones rampantes de color verde esmeralda estampados en ellas.
—Uf, ¿por fin hemos llegado? Me duelen los pies –se quejó la figura de la derecha.
—Deja de quejarte y vamos a recoger al Jinchûriki. Cuanto antes acabemos, mejor. Además, sino el líder se irrita –replicó la figura de la izquierda.
—Vamos –ordenó simplemente la del centro. Las tres figuras echaron a andar y saltaron a la orilla del río, listos para saltar al agua pero en ese momento, el que parecía el líder detuvo a los otros dos.
—Esperad, parece que aquí hay un rastro de agua… Mmm, diría que son dos personas por la cantidad de agua, pero no puedo asegurarlo.
—¿Puedes rastrearlos? –preguntó uno de sus compañeros. El aludido solo inspiró por la nariz fuertemente y soltó una maldición, sorprendido. Los otros dos lo miraron, extrañados por esa reacción.
—¿Qué pasa? ¿Qué has encontrado?
—Encontrar no sé si es la palabra que yo utilizaría… -masculló-. No hay nada. Ni un mínimo rastro, por mínimo que sea. ¡Es como si no hubiese habido nadie por aquí! –explicó, levemente alterado.
—¡¿QUÉ? ¡Eso es imposible! ¡Nadie puede ocultar su esencia a ese nivel! –argumentó uno de los compañeros del líder. Este frunció el ceño.
—Pues parece que alguien es capaz de ello… -replicó, con irritación-. Como odio ser portador de malas noticias… En fin, tendremos que reportar el fracaso en la misión.
—Hay que joderse… En fin, vámonos ya. Quedarnos aquí no solucionará nada –dijo una de las figuras. Pocos minutos después, los tres desaparecieron en el bosque.
OK, pues aquí teneis el capítulo corregido. La verdad es que no hay mucho que decir, a parte de que espero que os haya gustado el inicio de este fic.
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