Disclaimer: Los personajes, objetos y lugares de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling.
PRÓLOGO
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Hermione era feliz. Era muy feliz, realmente feliz. Tan feliz que si la felicidad se midiera en litros, sería más grande que el océano pacífico.
Sí, Merlín la bendijera en su dicha y felicidad.
Era bruja, sus padres la amaban, sus amigos también. Tenía un trabajo de lujo, y su apartamento era un ensueño. No tenía problemas de salud, económicos, anímicos y mucho menos, tenía problemas sociales.
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Bueno, aunque sincerándose un poco consigo misma, tampoco es como si fuera el epítome de la felicidad. Tenía sus momentos.
Era bruja, y por opinión popular, la mejor de varias generaciones. Además era veterana de guerra, un tercio del trío de oro. Punto a su favor.
Y si bien sus padres la amaban, estamos hablando de verbo pasado, porque desgraciadamente no los veía desde la guerra. Pero ella estaba segura de que la amaban.
Si bien sus amigos eran unos insensibles egoístas y majaderos, también le querían, solo que tenían raras maneras de demostrarlo, pero le querían.
Su trabajo... bueno, que su jefe y compañeros jamás le hablasen mas de lo estricto y frunciesen el ceño cada vez que pasaba no significa que la odien, ¿verdad?
Si de salud hablamos tampoco estaba nada mal, una gripe de vez en cuando era normal, el dinero era suficiente para vivir y mantener su pequeño apartamento de cinco metros cuadrados. Era autosuficiente y se amaba a sí misma, mantenía una autoestima que a veces decaía, pero que en sus buenas rachas rallaba el narcisismo.
El único problema que podría considerar era con respecto a la vida social. Y es que Ginny se la pasaba diciendo que necesitaba salir más, conocer gente nueva, y en palabras textuales: "encontrar uno que otro revolcón".
Hermione no estaba segura de que eso fuese exactamente lo que buscaba, pues si bien a sus veintiocho años recién cumplidos, solo había tenido tres relaciones formales y cero informales, ella se sentía completa. No necesitaba abrazos a media noche, ni besos de buenos días, mucho menos desayuno en la cama.
Puaj.
Habían cosas más importantes como ayudar a los demás, estar bien consigo mismo, y hacer de este mundo mejor. Aunque sonase como una de esas campañas de "haz un mejor mundo".
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Sí, no importaba cuanto insistiesen Ginny o sus amigos, con veintiocho, el reloj biológico avanzando, el pelo de estropajo y dos gatos; Hermione Granger era feliz.
O al menos lo necesaria, y decentemente, feliz.
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Hola, aclarando, esto es solo el prologo, un pequeño adelanto. no es mucho material pero prefiero que la historia se vaya desarrollando de poco a poco. Espero que les haya gustado.
Con cariño,
U.M.
