''Si pudiera pedir un deseo antes de irme de esta ciudad, sería el ver, sin miedo ni arrepentimiento, como mi mundo cambia completamente en cuestión de días para bien...''
Amy Rose, la eriza rosada de brillantes ojos verdes que todos conocemos, con su típico vestido rojo de borde blanco y botas a juego que porta el ''Piko Piko Hammer'', su característico martillo (por no llamarlo mazo) con el que aplasta a cualquier robot del Dr. Eggman (por no decir a Sonic en sus pequeñas persecuciones).
Pues sí, empezamos con ella; pero no estará ni persiguiendo a Sonic, ni ayudándolo en sus misiones, ni pensando en él, ni tonterías del cliché de siempre. Esta vez ella está sola, por sí misma, entretenida con su vida.
Casualmente, paseaba por las calles de Mobius, observando el paisaje, alejada de la ruidosa ciudad. Disfruta mucho este tipo de salidas donde sólo está ella y que su compañía es la tranquilidad; le ayudaba a pensar sobre ella misma y lo que ocurre a su alrededor, o a vaciarse y dejarse llevar por la hermosura del paisaje.
Amy se daba cuenta de muchas cosas, ya no era la ingenua o insistente eriza que alguna vez fue. Notaba que Sonic estaba incómodo cuando lo abrazaba sin permiso, o si actuaba de manera egocéntriza o egoísta. Se dio cuenta después de muchos errores e intentos fallidos. Su amor no era correspondido, su adorado erizo azul sólo la veía como una amiga y podía notar que él quería mantener una estrecha relación entre ellos, pero no llegar tan lejos como que fueran novios. Esto la entristecía, pero le alegraba ver que poco a poco veía las cosas con más claridad y que no necesitaba que Sonic llegara a su límite y explotara por agotar su paciencia. Su Sonic, su héroe... ¿Por qué no podía amarla tanto como ella lo hacía con él?
A Amy le gustaba recordar cuando él le ofreció aquella rosa blanca. Tan pura y hermosa. Representa el amor eterno, por eso es usada en las bodas. Pero Sonic no la amaba, ¿no?; ¿sería un signo de que la quería pero no deseaba llegar a ese punto aún? ¿Una señal de que hay futuro entre ellos?
Mas Amy negaba con una entristecida sonrisa cuando tales preguntas se le venían a la cabeza. Sabía que no era posible, y que ilusionarse sólo le traería dolor.
Miró el horizonte, encontrándose con el mar, la playa a un par de manzanas. Uno de sus paisajes favoritos. ¡El mar! ¡Tan misterioso, bravo, pero sosegado y precioso a la vez!
El Sol caía, el atardecer comenzó, tornando el mar a un color rojizo. Hora de volver a casa.Pero... La playa le tentaba. Vacía, con pocas probabilidades de indeseadas sorpresas. ¿Por qué no disfrutar mientras puede de esos escasos momentos donde nadie la molestaría?
Y fue. Se descalzó y corrió a la zona de las rocas, zona más privada, donde podría bañarse en el agua sin que ningún ser la viese.Sacándose el vestido con cierto pudor, la eriza rosada se adentró con cuidado en las calmadas aguas del mar. Admiró el paisaje de la distancia una vez más, percatándose de los hermosos brillos que decoraban a la bella superficie líquida.
La paz reinaba en esos instantes, permitiendo a la joven deleitarse con un pequeño tarareo de sus canciones favoritas.
Pero esa paz se arruinaría rápido, cuando cierta voz ronca carraspeara su garganta a propósito. Amy, al escuchar ese raspeo, sin llegar a reconocer su dueño, pegó un chillido a la vez que se ocultaba, sumergiéndose en el agua.
Un erizo negro con cada púa acompañada de una raya roja, de mirada seria e intimidante, ojos rojos como la sangre y pelaje blanco por su pecho, observó a la rosada ocultarse. Sin inmutarse por completo de su actual estado, le tocó el hombro.
- Rose. -Dijo simplemente. Amy se sorprendió ante la familiaridad que esta voz le causaba. Paró a pensar por un segundo y preguntó de manera incierta:
- ¿Shadow?
El erizo asintió, pero al ver que ella no pretendía girarse, lo dijo en alto. Amy, al saber que era Shadow, suspiró aliviada, pero la vergüenza aún la invadía. Tapándose el pecho, notó que sus mejillas comenzaban a calentarse. A pesar de que se encontraba detrás de ella, él pudo ver su rubor igualmente. Le resultó tierno, ya que, para él, Amy no debería sentir tanta vergüenza. Él simplemente llevaba guantes y calzado, y nadie le decía nada por no llevar pantalones o camiseta. Pero un erizo hombre es eso, un hombre, y una mujer, ya es otro tema. Partes que consideran más íntimas no gustan de enseñarlas, y estando desnuda son completamente visibles.
- ¿Qué haces aquí? -preguntó la oji-verde con cierto temblor en su voz.
- Este lugar lo visito mucho. Me paso mucho por aquí para pensar. -Dijo sin darse cuenta, a pesar de estar acostumbrado a controlar sus palabras.
- Ya veo... Me pasó justo lo mismo. -Una pequeña sonrisa se asomó en el rostro de Amy, girando la cabeza en dirección al horizonte, donde la superficie marina brillaba.- A veces lo veo desde la distancia, y esta vez me di cuenta de que, a lo mejor, debería de disfrutarlo desde más cerca.
Ante esta descripción con gran sentimiento, Shadow miró a Amy. La observó por unos segundos, prestando atención al hecho de que la eriza había cambiado desde la última vez que se vieron. Sus ojos, aunque sólo podía ver de manera muy ligera su perfil, tintineaban con bonitos sentimientos, llenos de los recuerdos y la experiencia que la vida nos hace pasar. Se notaba un atisbo de tristeza y lejanía, y supo que muchas cosas tuvieron que pasar para que alguien como Amy mirara de esa forma.
En ese momento, Amy reaccionó.
- ¿Te importa si salgo? Es para secarme al Sol antes de que desaparezca. -pidió Amy.- Y, por favor, no mires.
- Por supuesto. -Ante esta petición, Shadow se giró al lado contrario del que Amy se disponía a salir, permitiendo a la eriza sentir mayor tranquilidad y confianza. Ella se tumbó en una de las rocas, la cual era lisa y suave, al menos lo suficiente como para estirar el cuerpo sobre ella, y cerró los ojos, soltando un largo suspiro.
El silencio permaneció entre los dos de una forma cómoda, pero tensa al mismo tiempo. Era raro estar juntos de nuevo, después de un par de años sin verse, sin saber nada sobre ellos en ese lapso. Una distancia los separaba, y ellos lo sabían.
Tampoco es que supieran mucho el uno del otro, y tampoco es que lo intentaran. Eran conocidos, pero con algo especial entre ellos. Shadow no puede negar aún el hecho de que esa eriza fue quien le hizo recordar sobre él último deseo de María, y como cumplió lo prometido pedido por ella; más bien, por ellas.
Amy Rose era una eriza especial de una manera extraña. Aunque hubiera una muralla''invisible'' entre ellos que los separaba emocionalmente, sabía que ella estaba ahí y que notaría su presencia sin siquiera intentarlo. Era insistente, infantil, terca, agresiva, enojona... Al menos, hasta donde podía recordar. Pero... También, a la vez, era una chica con mucha empatía, de buen corazón, amable, y de esas veces que se cruzaba con ella sin que lo lograra ver, dulce, divertida, protectiva... Sentía de una manera muy viva. Eran tan distintos, lo opuesto quizás. Oprimido por lo que el llamaba ''destino'', siguió un camino solitario y de gran dificultad para saber que límites la ''forma de vida perfecta'' podía tener. Mientras, ella... Ella tenía amigos, un amante...? O mejor dicho, ''enamoramiento'', una vida sencilla, tranquila, pacífica y con sólo al idiota del Dr. Eggman como enemigo. Creció en un ambiente donde su opinión y sentimientos importaban, lo cual la invitaba a mostrarlos y a sentir con viveza. Algo tan puro y valioso que no todo el mundo expresaba con tanta sinceridad hoy en día.
Por parte de Amy, Shadow The Hedgehog era ese misterioso erizo que mantenía una supuesta rivalidad con su héroe, Sonic. El ''faker''.Pero, ¿era realmente sólo eso? ¿Era Shadow simplemente el ''enemigo'' de Sonic? ¿O era algo más? ¿Y cómo es que, siendo sólo meros conocidos, se sentía diferente al estar junto a él?
Amy desvió ligeramente la mirada hacia Shadow, que mantenía sus ojos en el brillante horizonte teñido por el atardecer. Tan serio, tan misterioso, tan sombrío, tan... Diferente. Sí, diferente de toda la gente o villano que haya llegado a conocer. Shadow era único. Reservado, insensible, que parece ser malo, pero sabes que debajo de toda esa actuación de chico duro hay un corazón tan blando y precioso como el de un ser puro e inocente. Sus ojos, aunque en ese momento no podía verlos por completo, podrían ser rojos como la sangre, pero parecían ser de un rojo tan pasional y vivo, que ver el como él era hacía sentir cierta lastima; parecía que restringía esa pasión para él mismo, centrándose en lo importante. Pero no se podía negar, su mirada era feroz, seria y agresiva. Intimidaba, pero a pesar de ello, era especial. Ni siquiera Sonic parecía tan profundo, tan diferente, y eso que se trata de Sonic, el héroe aventurero de un carácter único e inigualable. Daba igual, mirara por donde mirara, no había nada que pudiera negar lo pensado.
En ese instante se dio cuenta de que su cuerpo ya se había secado, y se vistió veloz, asegurándose de que, a pesar de todo, seguía viéndose de manera correcta. Se acercó un poco a Shadow, dando un pequeño toque en su hombro.
- Shadow, he terminado. -Y sin añadir nada más, el erizo oscuro se giró, colocándose práticamente de frente a Amy. Esta, ante la sorpresa, no pudo evitar contener la respiración, como acto reflejo. Se separaron veloces, surgiendo cierta tensión entre ellos.Para romper el hielo, Amy acabó empezando:
- H-ha pasado bastante tiempo, Shadow.
- Cierto.
De nuevo, silencio por uno segundos.
- Hey, Shadow... -el erizo esperó por la continuación de la llamada.- ¿A dónde te marchaste?
- Lejos. No podía quedarme en Mobius, teniendo tantas preguntas sin respuesta sobre demasiados temas. -En ese momento, Shadow dudó de si continuar relatando, o limitarlo a algo con un enfoque personal. Pero era Amy, no había nada que esconder. No podía hacer mucho con la información que desvelaría.- G.U.N. intentó recuperar mi disposición en sus misiones, pero mi viaje requería de demasiado tiempo como para andar merodeando por la zona. Me asignaron la mayoría de las localizadas en lugares lejanos, como el Reino Acorn o las zonas afectadas por el tráfico de material ilegal.
Aunque sabía que el azabache era casi imposible de derrotar, Amy se preocupó. No es muy bonito saber que la vida de un ''amigo'' era arriesgada con tanta facilidad. Lo miró con cierto temor y tristeza. Se sentía incompetente; podría haberlo ayudado de alguna manera, ¿no?
- ¿Realizaste las misiones solo?
Shadow negó, recordando la asistencia de Omega, de Rouge y, a veces, de algún agente de G.U.N.
- ¿Por qué la pregunta?
Amy bajó la mirada, insegura de abrir su razón. Decidió ocultarla, para no parecer una carga o demasiado inocente. Shadow era alguien preparado para estas cosas; en cambio ella, no. A pesar de saber la verdad, ella se ilusionó por un momento. Apagó tal imagen en un instante.
- N-no, sólo curiosidad... No sé nada de ti desde que te marchaste...
Silencio. El erizo negro, absorto en su mente por unos segundos, buscaba la manera de responder ante el comentario de la rosada.
- Rose.
- ¿Sí?
- ¿Han ocurrido muchas cosas desde que me fui?
- ¿Uh? ¿A qué te refieres? -Shadow calló, deseaba saber la respuesta a su pregunta. Amy, dándose cuenta, bajó nuevamente la mirada.- Bueno... No mucho... Sinceramente, sólo peleamos contra el Dr. Eggman, como siempre. Sonic y Sally comenzaron una relación, son pareja. Tails participa en una importante investigación sobre ciertos materiales tecnológicos, pero es confidencial. Vanilla abrió una cafetería. ¡Ah! Y empezó una relación con Vector. -pausó.- Por el resto... Todo sigue igual... Bueno, estoy ayudando en la cafetería y últimamente he vuelto al diseño de moda. Ya ves, nada relevante...
Shadow recapacitó sobre las novedades. Le sorprendió el hecho de que Sonic comenzara a salir con alguien, sabiendo el como él es, un espíritu libre y moldeado al papel de héroe; incapaz de quedarse en un lugar por mucho tiempo.
Pero quien le importaba era la eriza que se sentaba junto a él en esos momentos. Su forma de ser había cambiado. Calmada, reservada, y con cierto atisbo de tristeza en sus ojos. No le gustaba eso. Le gustaba la chica llena de ilusión, amor, pureza e inocencia, emanando energía de lo determinada que era.
Por un segundo, quiso abrazarla. Dejar las palabras de lado y mostrar el hecho de que él si notaba el desamparo oculto en su mirada.
- Supongo que te rendiste sobre tus sentimientos hacia Sonic.
Ella asintió, haciendo una ligera mueca ante la pregunta. Una larga pausa se produjo entre los dos. Shadow presenció el como los ojos de la eriza se cristalizaban. Pero ella sonrió, disfrazando sus ya formadas lágrimas.
- No me quedó de otra, no soy una ladrona de novios. -Rió fingidamente. Cuando ella lo miró, Shadow asintió ligeramente con la cabeza, dando a entender que él sabía como se sentía en ese momento.- L-lo estoy asimilando. Ya me había dado cuenta incluso antes de que empezaran a salir. Me alegro de al menos ser su amiga. Mientras él siga siendo él mismo, y se sienta cómodo conmigo, soy feliz.
- ¿Segura? -No dudó con la pregunta.- No importa si eres egoísta cuando se trata de tus sentimientos.
- Por favor, no me lo pongas más difícil. -La voz de Amy se rompió por un momento, con tristeza y una ligera tenacidad. Shadow calló, entendiendo de que estaba ''metiendo el dedo en la yaga'', y no debía indagar sobre temas tan delicados.
- Disculpa mi insensibilidad ante este tópico, Rose.
- O-oh, no te preocupes Shadow, es sólo que no quiero recordar algo que aún estoy superando.
- Entiendo.
Y esa palabra parecía haber marcado el fin de la conversación. Miraron al frente, al Sol desaparecer lentamente.
Shadow paró a pensar, dejó de centrarse en el anaranjado Sol. Amy, ella... ¿Realmente era tan doloroso? Siempre ha demostrado como Sonic es su amado héroe y que nunca dejaría de admirarle. Encontrarse con esta nueva faceta que la propia eriza se marcó le resultó desconcertante; hasta se sentía culpable de no poder haberla ayudado o aclarado el camino en esto. Él ya estaba familiarizado con ese doloroso momento, tuviese el contexto que tuviese.No estaba seguro del todo, pero quería hacer algo por ella, como la rosada había hecho por él.- Rose.
- ¿Sí?
Shadow la miró con ojos que, aunque no fuera lo que quería, reflejaban arrepentimiento. Amy se sorprendió ante esto, algo tan imprevisible del erizo negro.
- Perdóname.
- Oh, ¿qué hiciste mal como para que me pidas perdón?
- Te abandoné cuando más me necesitabas. -bajó la mirada.- Tú... Has hecho por mí algo que, a excepción de María, nadie nunca se dispuso a hacer por mí. Cometí el delito de perder tal recuerdo y cuando regresó, super que debía devolverte el favor pero, aún así... -cerró los ojos, evitando sus ojos esmeralda.
- Oh Shadow -comovida por sus palabras, entrelazó sus dedos con los de la mano del contrario.- No me debes nada. Para mí, eres mi amigo, y los amigos nunca se deben nada. Quiero estar ahí para ti siempre que me necesites, sin demandar nada a cambio, esa es mi amistad. Yo sí te pido, después de estos años sin vernos, ¿me aceptarías, por fin, como amiga tuya? -sonrió con dulzura, a pesar de encontrarse nerviosa por la respuesta del erizo.
Shadow estaba sin palabras. No entendía el porqué Amy querría estar junto a él como su amiga. No se han visto desde hace años y, aún así, ¿quiere que sean amigos? ¿Por qué una eriza como Amy Rose, alegre, dulce y con una vida feliz, desearía estar con él, uno serio, frío, sombrío, con una vida inestable y solitaria? No tenía sentido.
Sus ojos, mostrando incertidumbre, se fijaron en los de la rosada, buscando una respuesta a sus preguntas no formuladas.
- Han pasado los años Shadow. Yo ya no soy la misma de antes, lo sé. Ahora estoy sola, no voy a tantas aventuras como antes, aprendí a callarme todos mis sentimientos para no molestar a nadie... He tenido tanto buenos momentos, como malos momentos. Supongo que tú algo parecido... -él bajó ligeramente la mirada, asintiendo.- Sé que todos aquí me quieren, pero también sé que aún me falta mucho como para que todos me vean como la eriza fuerte que soy. No soy indispensable en el equipo...
Shadow quedó en trance, asombrado por las palabras de la oji-verde. No se imaginó nunca de que la joven eriza pudiera verse de esa manera. Demostraba lo mucho que había madurado. Pero mantuvo la mirada en la orilla de la playa, donde las olas chocaban contra la arena con parsimonia.
- Shadow, retomemos todo desde cero, como si los años no hubieran pasado. Como si nunca nos hubiéramos despedido. -quiso sentir confianza por unos segundos- ¡Volvamos a aquel día!.. -temió declarar sus verdaderos sentimientos. Sus ojos buscaban un lugar en el que fijarse, pero ante la duda que le surgió, se mantuvieron inquietos.- P-por favor...
- ¿Por qué deseas tal cosa, Rose? -formuló, a secas.
La rosada seguía dudando. No entendía porqué se sentía así. Estar con ese erizo de ojos rojos la confundía sin ninguna lógica explicación. Al dirigir sus intranquilos ojos hacia él, su corazón gritaba por pedir el poder de escapar de esta ciudad donde vivía desde hace tanto tiempo ya. Por vivir algo nuevo, por vivir su propia aventura. ¿Por qué Shadow provocaba tales ansias? ¿De verdad era solamente Shadow, o se sintió así por el lento transcurso de estos años? La confusión la dominaba, sin lograr descifrar sus actuales emociones, sus anhelos, su ser. Y, sin percatarse de ello, expresó sus exactos pensamientos.
- Y-yo... Deseo volver al pasado... Para poder i-irme c-contigo...
El de ojos rojos elevó la mirada, sorprendido y desconcertado por esas palabras. Amy, al presenciar la honesta reacción de él, se acercó para hacer una confidente petición.
- ¡Llévame contigo!
Su pecho se sentía liviano, mientras que el del contrario comenzó a comprimirse, sin percibir la lógica en todo lo sucedido. Intentó juntar piezas que, para él, no eran parejas de ninguna manera. ¿Qué sentido tenía todo aquello? ¿Qué se supone que quiere? Y, ¿por qué?
- No.
- ¡Por favor!
La mirada de Shadow se endureció. ¿Es que esta eriza no sabía sobre él? ¿Qué hacía? ¿Por dónde marchaba? ¿Es que no se daba cuenta de a lo que se podía enfrentar fuera de la ciudad?
- ¡Prometo no ser una carga! Soy fuerte, sé cuidarme por mí misma, y ya he realizado cantidad de veces misiones. ¡No arriesgaré mi vida a lo tonto!
- Rose, ¿pero tú te das cuenta de lo que me estás pidiendo?
- ¡Sí!
- ¿Sacarte de la ciudad?
- ¡S-sí!
- ¿Aventurarte en lugares peligrosos donde, quieras o no, siempre estás arriesgando tu vida?
- ¡Sí! -Amy lo notaba; tanto su mirada como su voz se habían vuelto frías. Él se alejaba, otra vez.
- Rose, no.
- Per-
- No.
Amy se alejó. ¿Por qué? ¿Tan irresponsable era? ¿Tanta carga sería? ¿Por qué..?
- ¿Por qué no confías en mí? -el temblor en su voz se hizo muy notable, al menos para el erizo. Al dirigirse hacia ella, pudo avistar pequeñas lágrimas en sus ojos. Él seguía sin comprenderlo. No quería responder una pregunta así. Simplemente mantuvo su mirada en su figura, la cual sólo se escondió más.- Sé que siempre he sido más débil. Nos soy una princesa, como Sally, o una espía, como Rouge; pero yo creía que no era tan inútil como para irme de aquí... -De esa manera, Shadow pudo presenciar, nuevamente, a la actual Amy. No, no es esa eriza de doce años que confiaba plenamente en sí misma, que se atrevía a desafiar todo desprecio que se le dijera, e incluso probar que no era una débil como muchos la definían.
Shadow en ese momento comprendió el porqué Amy deseaba irse de este lugar. Quería encontrarse, además de probar a sí misma de que no era inútil, débil, o un ser sin importancia. Y cuando, por fin, la entendió, se ablandó.
- Bien. Confío en ti, y seguiré manteniendo esta confianza.
Amy se limpió la lágrimas velozmente, pensando que Shadow no se percató de estas (lo cual no es así).
- Puedes venir. Mañana, antes del amanecer, pasaré por tu casa. -de reojo, y con su típica seriedad, informó.- Una manta y rings. No dejes rastro, ni mío, ni tuyo. Y, por supuesto, no llames la atención.
Ella sonrió, sonrió amplia y dulcemente. Sabía que esto no era un capricho, que era fuerte, que resistiría.
- ¡Gracias Shadow! -él suspiró, y miró al ya rematado atardecer.
- Debo marchar. Te espero mañana. -y desapareció en la oscuridad de la ahora noche.
- Adiós, Shadow. Nos vemos mañana.
Y así fue. Amy recogió lo remarcado por el erizo: una manta ligera y todos sus rings, junto con un poco de comida para el camino. Se acurrucó en su cama, durmiéndose al momento, soñando con la mañana siguiente.
Plácidamente, a las seis horas de descanso, despertó y preparó todo como debía de hacer. Limpió todo rastro que pudiera haber dejado recientemente, quedando la casa impoluta y como si no hubiera ido en varios días.
Escuchó el ligero toque en la puerta, percatándose de la llegada de Shadow. Emocionada, salió de la casa, lista para partir.
Él, frío, silencioso y serio, la observó por unos minutos. Cuando dio la señal de partida, Amy se quedó por unos instantes en trance. Shadow, al no escuchar pasos por detrás, se detuvo, viendo como la eriza rosa miraba a su casa con añoranza. Este se acercó a ella, asegurándose de que se encontraba bien.
- ¿Estás segura de que quieres dejar tu actual vida?Amy apretó el agarre a sus cosas. Echaría de menos a su gente, pero necesitaba partir. Necesitaba este viaje.
- Sí. Tengo que hacerlo. -observó su casa por última vez.- He estado lista ya desde hace mucho tiempo.
Y con eso, marcharon. Caminos decididos, a un ritmo normal. Subieron las colinas donde los límites de la ciudad estaban delineados.
El gran arco de medio punto mostraba la entrada del lugar. Y, de nuevo, Amy se paró. Se volteó, admirando las luces lejanas de su presencia. El cansancio de muchas personas por la calle.Esta vez, respiró hondo y sonrió, agradeciendo a todos sus amigos por todos esos felices momentos que habían compartido la pandilla entera junta, y disculpándose por su partida.
Shadow esperó por ella, saltando a la colina siguiente, la cual era más baja. Él comprendía el como uno se sentía cuando dejaba ir a todo lo que te había hecho quien actualmente uno era, y deseó que este viaje de verdad los ayudara a conocer todo sobre ellos como seres de una importancia (fuese mínima o alta).
Cuando Amy se decidió a proseguir, Shadow le ofreció su mano para bajar. Delicadamente, la tomó, saltando con cuidado.
En ese momento, Amy congeló, para sí misma, el tiempo. Disfrutó de la calidez de la mano de Shadow. Y pensó, por un instante, y de una manera que nunca creería que haría, que este era realmente su verdadero camino.
Le sonrió tanto con ternura como con tristeza, pero en su rostro se podía remarcar la sorpresa de tal hallazgo sobre sí misma.Cruzó, aumentando su confianza. Sabía que ya no había vuelta atrás, que era hora de pasar página y dejar de lado la ciudad de Mobius.
Liberando el pasado de sus manos, soltó las cadenas y escapó, junto con Shadow, para adentrarse en las sombras del bosque, y en sus propias sombras.
El último vistazo no fui para la ciudad, si no para Shadow, aceptando la invitación a dar el primer paso a su nueva lección de la vida.
¿Quién lo diría?
¿Quién diría que a esta joven eriza el azabache cambió su destino?
¿Qué le otorgaría una nueva vida?
¿Quién diría que ese frío erizo es tan cálido como el Sol al atardecer?
¿Quién diría que Amy Rose apreciaría la calidez y la seguridad en Shadow The Hedgehog?
¿Quién diría que en un futuro, ella vería que su hogar, su único hogar, era junto a Shadow The Hedgehog?
¿Quién lo diría?
